Con este canon sobre las orejas los derechos de autor estarían completamente a salvo de piratería, copias privadas fraudulentas y negocios chanchulleros. Los de la SGAE no paran y son atacados por todos los sitios. Aparte de las tareas inherentes a una sociedad de gestión de derechos tienen que dedicarse a ir a juicios contra webs o revistas que les faltan el respeto, mandar inspectores a todos los bares y garitos de la geografía ibérica a hacer cumplir la ley y estudiar el cada día cambiante mercado audiovisual para adaptarse y sortear las sangrías que los nuevos piratas hacen en su obcecado objetivo de acabar con la industria musical y cinematográfica.. Están sofocadísimos y es injusto que todo el mundo este contra ellos. Está a punto de aprobarse por parte de los Ministerios de Industria y Cultura, si no se ha hecho ya esta semana, la lista definitiva de soportes que pagarán canon, entre los que llama la atención el teléfono móvil. Las asociaciones de derechos de autor, no consideran insuficiente lo recogido y han manifestado su descontento. Estoy con ellos y humildemente sugiero a la SGAE, y digo humildemente porque estoy seguro de que ya lo han pensado y probablemente lo estén preparando para llevar a la práctica, que cobre un canon a cada español por tener orejas. Si la idea encuentra entusiasmo en la sede de la SGAE bien pudiera elegirse un nombre digno y fino así como el C.A.P. (Canon Auditivo Personal) o el I.O.U. ( Impuesto Orejero Universal). Sería un tributo que se aplicaría a cada persona nada más nacer y hasta el mismo día de su muerte. Quedarían exentos de tal gravamen, obviamente los sordos o los que, debidamente documentado por un médico de la Seguridad Social y un perito de la SGAE, demostraran que su perdida de audición es del 95%. Este canon podría ser anual pudiéndose hacer rebajas si se pagan con antelación cinco o más periodos impositivos (pagas cinco de golpe y te cobran cuatro y medio, por ejemplo).

Con este canon sobre las orejas los derechos de autor estarían completamente a salvo de piratería, copias privadas fraudulentas y negocios chanchulleros.

Así, nuestros queridos protectores de los derechos podrían descansar un poquito en paz, que falta les hace.

menéame

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