Reivindicación del sabotaje de las lineas TGV unas horas antes de la ceremonia de apertura de los JJOO de París 2024
Lo llaman fiesta? Nosotros lo vemos como una celebración del nacionalismo, una gigantesca producción de sometimiento de las poblaciones por parte de los Estados.
Bajo la apariencia de la diversión y la convivencia, los Juegos Olímpicos ofrecen un campo de pruebas para la gestión policial de multitudes y el control generalizado de nuestros movimientos.
Como todos los grandes acontecimientos deportivos, son también una ocasión para rendir culto a los valores que sustentan el mundo del poder y del dinero, de la competición generalizada, del rendimiento a toda costa y del sacrificio en aras del interés y la gloria nacionales.
La exhortación a identificarse con una comunidad imaginaria y a apoyar al bando al que supuestamente se pertenece no es menos nociva que la incitación permanente a ver la propia salvación en la salud de la economía nacional y la fuerza del ejército nacional.
Hoy hacen falta dosis cada vez mayores de mala fe y de negación para no ver todo el horror que generan la sociedad de consumo y la búsqueda del llamado "bienestar a la occidental". Francia querría utilizar este gran acontecimiento como escaparate de su excelencia. Sólo podrán engañarse sobre su papel virtuoso quienes hayan decidido ponerse anteojeras y lo soporten. A ellos les ofrecemos nuestro más profundo desprecio.
La influencia de Francia depende de la producción de armas, cuyo volumen de ventas la convierte en el segundo exportador mundial. El Estado está orgulloso de su complejo militar-industrial y de su arsenal "made in France". ¿Difundir por el mundo los medios del terror, la muerte y la devastación para garantizar su prosperidad? Y una mierda.
Para disgusto de los crédulos que aún creen en las fábulas democráticas, el Estado francés también utiliza su panoplia represiva para enfrentarse a su propia población. Para sofocar los disturbios tras el asesinato de Nahel por la policía en junio de 2023 o para intentar detener el levantamiento anticolonial de Kanaky más recientemente. Mientras exista, el Estado nunca dejará de utilizarla para combatir a quienes desafían su autoridad.
Las actividades de las empresas francesas en todo el mundo hacen cada vez más patente la devastación social y medioambiental que provoca el sistema capitalista. La devastación necesaria para reproducir la organización social actual y la inherente al progreso científico y tecnológico. Un progreso que sólo ve en la cadena de desastres pasados, presentes y futuros una oportunidad para dar un salto adelante.
La petrolera TOTAL sigue saqueando y expoliando nuevas regiones en busca de petróleo y gas de esquisto (África Oriental, Argentina, etc.). Bajo la apariencia de su nueva etiqueta verde, la industria nuclear y la exportación de los conocimientos franceses en la materia garantizan, tarde o temprano, un planeta irradiado y, por tanto, literalmente inhabitable. Nada más que otra crisis a gestionar por los promotores del átomo. No pueden prescindir de su cooperación con el Estado ruso a través de su gigante Rosatom y del apoyo de su ejército para aplastar la sublevación de Kazajstán en 2022, importante proveedor de uranio. El mineral que alimenta los 58 reactores franceses.
Entonces, ¿cuál es el coste humano, social y medioambiental de que unos pocos privilegiados viajen rápido y lejos en TGV? Demasiado. El ferrocarril no es una infraestructura insignificante. Siempre ha sido un medio para colonizar nuevos territorios, un requisito previo para su devastación y una vía preparada para la extensión del capitalismo y el control estatal. La construcción de la línea del Tren Maya en México, en la que colaboran Alstom y NGE, es una buena ilustración de ello.
¿Y qué decir de las baterías eléctricas, esenciales para la llamada "transición energética"? Hábleles de ello, por ejemplo, a los trabajadores de la mina de Bou-azeer y a los habitantes de los oasis de esta región marroquí que están pagando el precio de esta fiebre del oro del siglo XXI. RENAULT extrae los minerales necesarios para tranquilizar la conciencia de los ecologistas de las metrópolis, a costa de vidas sacrificadas. Hablen con la "gente del bosque" de la isla de Halmahera, en el noreste de Indonesia, los Hongana Manyawa, que se desesperan al ver cómo se destruye el bosque donde viven en el altar de la "transición ecológica". El gobierno francés, a través de ERAMET, participa en la devastación de tierras antes vírgenes. Del mismo modo, no quiere desprenderse de la roca melanesia para seguir extrayendo el preciado níquel.
Nos detendremos aquí en el imposible inventario de las actividades mortíferas y depredadoras de todo Estado y de toda economía capitalista. No serviría de nada salir de una vida aburrida y deprimente, una vida de explotados, y enfrentarse a la violencia de los Estados y de los dirigentes religiosos, de los jefes de familia y de las patrullas de policía, de los patriotas y de las milicias patronales, así como a la de los accionistas, empresarios, ingenieros, planificadores y arquitectos de la devastación en curso.
Afortunadamente, la arrogancia de los gobernantes sigue chocando con la cólera de los oprimidos rebeldes. De los disturbios a la insurrección, en manifestaciones ofensivas y levantamientos, pasando por las luchas cotidianas y la resistencia clandestina.
Que resuenen en este día los sabotajes de las líneas de TGV que unen París con los cuatro puntos cardinales de Francia, los gritos de "mujer, vida, libertad" de Irán, las luchas de los amazónicos, el "nique la france" de Oceanía, las ansias de libertad de Levante y Sudán, las batallas que continúan tras los muros de las cárceles y la insumisión de los desertores de todo el mundo.
A quienes reprochan que estos actos estropean la estancia de los turistas o perturban las salidas de vacaciones, les respondemos que sigue siendo tan poco. Tan poco comparado con el acontecimiento en el que deseamos participar y que pedimos de todo corazón: la caída de un mundo basado en la explotación y la dominación. Entonces tendremos algo que celebrar.
Una delegación inesperada
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Comentarios
¿No serviría d nada salir d 1 vida aburrida... y enfrentarse...?
Nos detendremos aquí en el imposible inventario de las actividades mortíferas y depredadoras de todo Estado y de toda economía capitalista. No serviría de nada salir de una vida aburrida y deprimente, una vida de explotados, y enfrentarse a la violencia de los Estados y de los dirigentes religiosos, de los jefes de familia y de las patrullas de policía, de los patriotas y de las milicias patronales, así como a la de los accionistas, empresarios, ingenieros, planificadores y arquitectos de la devastación en curso.
Yo creo que si que serviría de algo. Lxs autores del texto también, o al menos eso deduzco leyendo el comunicado en francés. Entiendo que lo que no serviría de nada (para salir de una vida... y enfrentarse a...) sería continuar con el inventario de actividades mortiferas y depredadoras de todo Estado y toda economía capitalista.
Sí, debe ser una errata.
Sí, debe ser una errata.