Esta vez el fuego - Una nueva generación habla de la raza

Año publicación: 
2020
Autor / es: 
Jesmyn Ward (editora); traducción de María Enguix Tercero
Editorial: 
Ediciones del Oriente y del Mediterráneo - Biblioteca Afroaméricana
ISBN: 
978-84-121662-1-7
Páginas: 
248
Tamaño del libro: 
12,5 x 18
Web: 
https://www.orienteymediterraneo.com/producto/esta-vez-el-fuego-una-nueva-generacion-habla-de-la-raza/

Espero que al leer este libro cada uno de vosotros tenga la sensación, queridos lectores, de que estamos sentados juntos ―vosotros y yo, y Baldwin y Trethewey y Wilkerson y Jeffers y Walters y Anderson y Smith, y todos los escritores serios y clarividentes de este libro―, y de que estamos componiendo nuestra historia juntos. De que estamos escribiendo una epopeya en la cual las vidas negras tienen un valor, en la cual los jóvenes negros puedan ir a pie a la tienda y comprar caramelos sin pensar que van a morir, en la cual las jóvenes negras puedan tener un mal día y ser unas bocazas sin que un agente de policía las agreda físicamente, una epopeya en la cual los policías vean a niños negros de doce años jugando con pistolas de mentira como niños bobos y no como maniacos homicidas, en la cual las mujeres negras puedan pararse a preguntar una dirección sin que los propietarios blancos paranoicos les disparen en la cara.

Ardo, y tengo esperanza. - Jesmyn Ward

Presentación editorial. - En respuesta a las incesantes tragedias que asolan a la comunidad afroestadounidense, Jesmyn Ward buscó consuelo y consejo en 'La próxima vez el fuego', el libro que James Baldwin publicó en 1963 con motivo del centenario del final de la esclavitud en EEUU y que se inicia con una carta dirigida a su sobrino en la que considera prematura la celebración. Consciente de que las palabras de Baldwin resuenan hoy con la misma veracidad que entonces, la editora de Esta vez el fuego invitó a diecisiete autoras y autores a reflexionar acerca de sus preocupaciones. "Abrí La próxima vez el fuego y leí: 'Sólo te pueden destruir si crees que eres realmente lo que el mundo llama un nigger -"negraco"-. Te lo digo porque te quiero y te ruego que no lo olvides nunca...'. Fue entonces cuando supe que quería convocar a algunos de los pensadores de mi generación para que me ayudaran a esclarecer esto... Un libro que reuniera nuevas voces y que proporcionase a estos escritores un foro de disidencia en el que poder exigir responsabilidades, dar testimonio, contar..."

Yo necesitaba palabras. La fugacidad de las redes de Internet, la forma con que las voces del público indignado se elevaban o se hundían a tanta velocidad, revoloteando de un tema a otro, me decepcionaba. Quería retener estas palabras en mi pecho, hallar consuelo en la certeza de que otros estaban furiosos, de que otros exigían justicia, de que otros no podían sacarse de la cabeza la carita de niño de Trayvon... Sabía que un chico negro que vive en los sinuosos desiertos de California, que disfruta colocándose con sus amigos durante el fin de semana y que se paraliza con un sudor punzante cada vez que ve sirenas por el retrovisor de su coche, necesitaría un libro como éste... un libro que reuniera nuevas voces en un formato físico y duradero, que proporcionara un foro de disidencia en el que poder exigir responsabilidades, dar testimonio, contar. Un libro que una chica del Misuri rural pudiera sacar de la biblioteca de su localidad y en cuya lectura pudiera encontrar una voz que ahuyentara sus miedos - 'Importas. Te quiero. Por favor, no lo olvides'. - Jesmyn Ward

Cada acción de progreso afroamericano recibe una reacción violenta en respuesta. La victoria del Norte en la guerra civil no trajo la paz. Al contrario, la emancipación trajo el resentimiento blanco de que los buenos tiempos de la subordinación negra se habían acabado. Las legislaturas del sur se afanaron por reinscribir la supremacía blanca y restaurar el aura de legitimidad que la campaña antiesclavista había empañado. En varios Estados los legisladores crearon los Códigos Negros, que criminalizaron de forma efectiva la negritud, sancionaron el trabajo forzado y mermaron cualquier principio de democracia. Incluso la promesa, adoptada por las autoridades federales, de los cuarenta acres -tierra confiscada a traidores que habían querido destrozar los Estados Unidos de América para conceder a los libertos- se deshizo como polvo... La decisión 'Estados Unidos contra Cruikshank' -1876- del Tribunal Supremo  frenaba una ley destinada a combatir el terrorismo del Ku Klux Klan. Ochenta años más tarde, pareció darse otro momento triunfal al pronunciarse el Tribunal Supremo contra los colegios segregados. Pero los niños negros, sedientos de una educación de calidad, se sumergieron de lleno en más furia blanca. Los ladrillos y las turbas a las puertas de los colegios fueron solamente los signos más obvios. Aprobaron leyes para retener fondos públicos de cualquier colegio que cumpliera con la prohibición de la segregación, cerraron los sistemas escolares públicos y usaron los dólares procedentes de los impuestos para que los blancos pudieran continuar su educación en academias privadas racialmente exclusivas... Poco más de medio siglo después, las esperanzas tan audaces puestas en la elección de Obama serían efímeras: una avalancha de leyes para la supresión del voto, el auge de leyes de legítima defensa y la continua brutalidad policial dejan claro que la elección y reelección de Obama han desatado otra ola de miedo e ira... La devastación económica de la Gran Recesión también muestra el asedio que sufren los afroamericanos: la crisis de las ejecuciones hipotecarias golpeó con más fuerza a los estadounidenses negros que a cualquier otro grupo en Estados Unidos -si antes de la recesión la riqueza de los estadounidenses blancos era cuatro veces superior a la de los negros, después lo era seis veces más-. El ataque del Tea Party Movement contra el intervencionismo estatal constituye un ataque contra el empleo público, donde existe menos discriminación... Cuando penséis en Ferguson, no penséis únicamente en el resentimiento negro hacia un sistema de justicia criminal que permite que un agente de policía blanco le descerraje seis tiros a un adolescente negro inerme. Considerad la desarticulación económica de la América negra... Sólo entonces Ferguson cobra sentido. Se trata de furia blanca. - Carol Anderson

Aunque al imaginario blanco liberal le gusta sentirse temporalmente mal ante el sufrimiento negro, no existe realmente un modo de empatía que pueda reproducir la tensión diaria que experimentas como persona negra cuando experimentas que pueden matarte simplemente por ser negra: nada de manos en los bolsillos, nada de escuchar música, ni movimientos bruscos, ni conducir tu coche, ni caminar de noche, ni caminar de día, ni torcer por esa calle, ni entrar en aquel edificio, ni ponerte firme, ni quedarte aquí de pie,  ni responder, ni jugar con pistolas de juguete, ni vivir siendo negro... Vivimos en un país donde los negros muertos forman parte de la vida normal. Históricamente, no existe lo cotidiano sin el cuerpo negro esclavizado, encadenado o muerto sobre el que posar la mirada, del que se oye hablar o contra el que uno se posiciona. Cuando el trastorno de nuestra cultura abruma a las personas negras y estas salen a protestar -a la larga en perjuicio nuestro, porque las protestas dan una excusa a la policía para militarizarse, como sucedió en Ferguson- la pregunta errónea que se formula es '¿Qué clase de salvajes somos?', cuando debería ser '¿En qué clase de país vivimos?'". - Claudia Rankine

Jesmyn Ward cursó su Maestría en Bellas Artes (MFA) en la Universidad de Michigan y recibió el McArthur Genius Grant, el Stegner Fellowship, el John and Renee Grisham Writers Residency y el Strauss Living Prize. Es la primera mujer que ha obtenido dos National Book Award de ficción por Sing, Unburied, Sing (2017) (La canción de los vivos y los muertos, traducida por Francisco González López) y Salvage the Bones (2011), que también quedó finalista del New York Public Library Young Lions Fiction Award y del Dayton Literary Peace Prize. Es autora de la novela corta Where the Line Bleeds y de las memorias Men We Reaped, que fue finalista del National Book Critics Circle Award y del Hurston/ Wright Legacy Award y ganó el Chicago Tribune Heartland Prize y el Media for a Just Society Award. Actualmente es profesora asociada de Escritura creativa en la Universidad Tulane y vive en Misisipi.

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