Soledad Brother: Cartas desde la prisión
Estas cartas de un joven negro desde la prisión de Soledad expresan perfectamente el camino recorrido por su autor. Ninguna, desde la primera hasta la última, ha sido pensada, escrita o compuesta con el propósito de hacer un libro. No obstante, he aquí un libro, recio y seguro, que reúne, simultáneamente, un arma de liberación y un poema de amor (Jean Genet, 1970).
Después de la legendaria edición setentera de Barral, Virus Editorial acaba de lanzar un libro estupendamente editado con los escritos del preso revolucionario George Jackson traducidos al castellano.
Soledad Brother es una recopilación de cartas escritas durante los diez años que George Jackson estuvo en prisión. Tiernas y despiadadas, estas páginas nos hablan del sistema penitenciario y judicial estadounidense; del racismo y la precariedad que sufre la comunidad afroamericana; de la escuela como institución colonizadora, de la neoesclavitud que padecen sus hermanos históricamente despreciados por el «sueño americano».
La vida de George Jackson es una vida de resistencia. Durante el tiempo que duró su cautiverio, y hasta el día antes de su asesinato en el patio de la cárcel, Jackson no paró de leer y de tomar conciencia de la opresión. Se dedicó a la autoformación como forma de reapropiación cultural, hasta convertirse en una de las voces más signicativas y revolucionarias del Black Panther Party.
Esta correspondencia entre rejas se compone de abundante correo cruzado con familiares y amigos, abogadas y compañeras de militancia. Resulta de especial interés la relación epistolar que mantiene con Angela Davis, que nos permite conocer tanto la evolución y contradicciones de su pensamiento como su propuesta política. La calidad literaria que reejan sus escritos convierte esta obra en una rara avis a caballo entre el relato carcelario y el género epistolar.
A veces pienso que este mundo
es un gran patio de prisión.
Algunos de nosotros somos prisioneros,
el resto somos guardias.
Bob Dylan, 'George Jackson' (1971).
Desde Richard Wright hasta George Jackson los negros se han quitado de encima todos los harapos bíblicos y presbiterianos. Sus voces son más negras, más crudas, más acusadoras, más implacables, para evitar toda referencia a los cínicos engaños de la institución religiosa. Sus voces son también más singulares en aquello en lo que aparentemente están de acuerdo: en denunciar no la maldición de ser negros, sino la de ser cautivos.
Si aceptamos la idea de que la empresa revolucionaria de un hombre o de un pueblo tiene su origen en su genio poético o, más precisamente, que esta empresa es la inevitable conclusión del genio poético, no podemos rechazar nada de lo que hace posible la exaltación poética. Si algunos detalles de esta obra le parecen a usted inmorales es porque la obra niega absolutamente la moralidad, porque la poesía contiene la posibilidad de una moral revolucionaria y lo que parece contradecirla. Finalmente, todo joven negro norteamericano que escribe está intentando encontrarse a sí mismo y, a veces, en el mismo centro de su ser, en su propio corazón, descubre a un hombre blanco al que debe aniquilar.
En la cárcel, George Jackson debe estar seguro todavía de fortalecer en sí mismo aquello que le enfrenta a los blancos, al mismo tiempo que modela una conciencia tan aguda como para que resulte válida para todos los hombres (Fragmentos del prefacio de Jean Genet, 1970).
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La edición de Virus se basa en la traducción de Óscar Caballero para la editorial Barral en 1972, supervisada para la actual edición por Paula Monteiro. Incluye un discurso de Angela Davis, una recopilación de las noticias en prensa española sobre George Jackson, el listado de los libros que acompañaban a Jackson en su celda el día de su asesinato y una cronologia.
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