La estrategia del terror para la creación del enemigo interno
x Nostromo
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La causa contra el “terrorismo anarquista” lleva unas 53 personas detenidas.
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De ellas, sin contar con las detenciones de ayer, 18 han padecido la cárcel.
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Franciso Solar y Mónica Caballero siguen en prisión sin haber celebrado un juicio.
Mucho se escribe en la prensa del régimen sobre el “terrorismo anarquista”, ese supuesto terrorismo, que aparece de golpe a petición de algún juez de la Audiencia Nacional, del Tribunal Supremo o a causa de alguna nueva investigación de la Brigada de Información del Cuerpo Nacional de Policía. Además en cuanto la policía envía una nota de prensa a los medios de comunicación, éstos sin contrastar en absoluto las fuentes o la veracidad de la noticia la publican con grandes cabeceras, aumentando el clima de linchamiento y acusaciones que se vierten contra las personas detenidas.
La Operación Piñata acaba de producir 28 detenciones (y otras más durante las protestas) en lo que es el mayor caso represivo al movimiento político que se identifica en el anarquismo. Desde luego que no se trata de solo una represión sobre el anarquismo. En estos tiempos hemos visto detenciones de todo tipo, por ejemplo, contra el cuerpo de abogados que tienen los presos vascos, contra grupos comunistas, contra cantantes disidentes y un largo etcétera. Estamos viviendo tiempos de represión. No deberíamos cansarnos de repetirlo, a pesar de la incredulidad y la sensación de impotencia de la población.
La aplicación de las nuevas leyes como la Ley Mordaza o el endurecimiento del Código Penal, son formas de acabar con la disidencia extraparlamentaria que representan o simbolizan las anarquistas, o las okupas, las personas que se manifiestan, las que son detenidas parando desahucios o por su actividad sindical. En estos años hemos tenido cientos de detenciones de carácter “social” en todo el estado español. Criminalizar a la disidencia, a la gente descontenta, coincide en el tiempo con el auge de los partidos nuevos que intentan representar una ruptura con el régimen del 78.
Respecto al movimiento anarquista, sin contar con aquellas personas que ya estaban en la cárcel y que se consideraban afines al, o simpatizaban con, el anarquismo, desde 2011 ha habido 53 personas que han sido detenidas por eso que la prensa llama “terrorismo anarquista”. Esto sin contar con las decenas que a lo largo de estos años han sido detenidas en protestas callejeras, hubiera o no disturbios. Además habría que añadir otro factor de detenciones diferente como serían los desalojos de los Centros Sociales y casas okupadas, que también cada cierto tiempo producen nuevas detenciones.
¿Y qué es el “terrorismo anarquista”?
Se trata de un concepto utilizado para encuadrar la acción directa antisistémica que ataca los símbolos del capitalismo y del poder civil. Por ejemplo aquellas acciones contra los bancos, las sedes de algunos partidos políticos, instituciones, etc. Este tipo de acciones han existido en el estado español desde siempre y han sido una especie de termómetro social del malestar del momento. No es automático que sean anarquistas quienes realizan estas acciones, pero no quiere decir que no haya anarquistas que puedan llevarlas a cabo. Al menos de esto hablan numerosos panfletos e infinidad de canciones libertarias.
Pero el “terrorismo anarquista” es en realidad una excusa para reprimir a aquella franja de la población que lucha. Desde hace años y gracias a las comunicaciones que proporciona Internet viene funcionando una corriente libertaria de carácter insurreccionalista. Ésta llena de fraseología inflamante la red, y da cuenta de numerosas acciones de todo tipo realizadas por todo el mundo. Hoy en día el activismo anarquista se da en los 5 continentes.
El anarquismo revolucionario aparece como enemigo fácil de atacar por parte del sistema debido a su propia estética (el color negro, los lobos amenazantes, dientes, sangre, cuervos...) y por su propio discurso agresivo y a veces nihilista. Los tiempos son los que son. Es fácil de reprimir porque entra al trapo y reivindica la propia fiereza con la que lo revisten los medios de comunicación.
Vemos a la vez que los nazis detenidos tienen grandes arsenales de armas. Algunos tienen incluso entrenamiento militar y trabajan en los cuerpos de seguridad del estado. Pero los terroristas son los anarquistas.
Veamos algunos casos de “terroristas anarquistas” de los últimos tiempos:
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16/09/2011. Madrid. Detenido un anarquista acusado de colocar 32 artefactos explosivos
Al compa con las iniciales J.L.M., integrante del grupo Tierra Salvaje, la Brigada de Información de Madrid le acusó de nada menos 32 atentados que iban desde 2009 hasta 2011. http://elpais.com/diario/2011/09/16/madrid/1316172257_850215.html -
17/05/2013. Sabadell. Detenidos en Sabadell cinco anarquistas del grupo Bandera Negra.
El juez Pedraz, de la Audiencia Nacional les atribuyó varios delitos de pertenencia a grupo terrorista, enaltecimiento del terrorismo, depósito de sustancias explosivas y captación y adoctrinamiento. Les acusaron de haber atacado vehículos de la policía durante las protestas del 14-N, de haber amenazado a políticos, bancos y la corona y de justificar las acciones de ETA y GRAPO. Cumplieron más de 100 días de cárcel sin ser juzgados.También fue allanado y registrado el Ateneo Libertario de Sabadell.
http://ccaa.elpais.com/ccaa/2013/05/15/catalunya/1368614741_220869.htm
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13/11/2013. Barcelona. Detenidos dos anarquistas del Comando Mateo Morral por la bomba del Pilar.
Aunque las compas de origen chileno Francisco y Mónica siguen en prisión, aquel día fueron detenidas cinco personas. Con estas dos, también había una detenida italiana, otra chilena y un argentino. El juez Velasco, de la Audiencia Nacional les acusaba de colocar las bombas contra la Almudena de Madrid y el Pilar en Zaragoza así como de tener intención de volar el monasterio de Montserrat en Catalunya. Llevan año y medio sin jucio a la vista. http://www.publico.es/actualidad/detenidos-anarquistas-del-comando-mateo.html
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15/01/2014. Vigo-Lugo-Ciudad Real. Detenidos en Vigo, en Lugo y en Ciudad Real tres presuntos miembros de un grupo anarquista.
En este caso a las detenidas se les acusaba de haber atentado contra el Círculo de Empresarios de Galicia-Club Financiero de Vigo en septiembre de 2012. Se les acusaba de pertenecer a Acción Directa Anticapitalista Internacionalista.
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16/12/2014. Barcelona, Madrid, Manresa, Sabadell. Operación Pandora.
El juez de la Audiencia Nacional, Gómez Bermúdez, envió a prisión sin fianza a siete compañeras detenidas en distintos puntos del estado por su posible relación con diversos artefactos de fabricación artesanal.
Los arrestados fueron siete mujeres y cuatro hombres, de edades entre los 31 y 36 años y de nacionalidades española, uruguaya, italiana y austríaca, que fueron detenidos en once registros efectuados en Barcelona, además de otros dos en Sabadell y Manresa y uno más en Madrid.
Además se llevaron a cabo allanamientos de los Ateneos Libertarios de Poble Sec y Sant Andreu en Barcelona, así como un registro antiterrorista de la Kasa de la Muntanya, símbolo de la resistencia okupa de la ciudad. A las personas detenidas se les acusaba de pertenecer a los Grupos Anarquistas Coordinados. -
30/03/2015. Madrid, Barcelona, Palencia, Granada. La policía detiene a 28 personas en centros sociales ocupados en varias ciudades.
En lo que se está llamando Operación Piñata, nuevamente el objetivo de la Audiencia Nacional, a cargo del juez Velasco, son los Grupos Anarquistas Coordinados, que parecen dar juego.
Se llevaron a cabo una veintena de registros, entre ellos de seis centros sociales como la Quimera o el 13-14, en Madrid, o la Rotonda en Granada, o el Doble o Nada en Palencia. Esta vez la policía ha hablado de 113 acciones contra cajeros de bancos y estragos contra algunas sucursales bancarias y del envío de unos vibradores explosivos contra cargos eclesiales.
Como vemos en estos casos, que suman más de 50 detenciones entre todos, el origen de las operaciones tienen lugar en las investigaciones de las brigadas de información de la Policía Nacional y de los Mossos d'Esquadra. Después es la Audiencia Nacional quien ordena las detenciones, que ejecutan unidades antiterroristas de referidos cuerpos policiales. A las detenciones, por todo lo alto, se suma el linchamiento mediático desde los medios de masas que acuden llamados por los mismos policías que ejecutan los allanamientos.
Además cuando los policías entran en los centros sociales okupados y ateneos requisan los ordenadores, aunque no tengan ni conexión a internet y producen grandes estragos en su actuación como en el caso de Can Vies cuando destrozaron una pared sin ningún motivo o ayer en Tetuán en Madrid, cuando han aparecido pintadas insultando a los okupas que han realizado policías que participaban en el registro. Eso sin contar con puertas reventadas, robos de dinero, ruedas de bicicletas pinchadas y un largo etcétera.
Además pueden llegar las liberaciones por la puerta de atrás y sin que se entere nadie, de personas que se encontraban en el lugar de los hechos y que nada tenían que ver. En algún caso se han llegado a producir otro tipo de represalias, como el despido de varias personas de sus puestos de trabajo por causa del foco mediático y el escándalo con el que se tratan estos casos.
¿Porqué?
Todo esto tiene una traducción sencilla. Las anarquistas de carácter insurreccionalista se han convertido en objetivo de las fuerzas de seguridad del estado. Con ello busca aislar a todo el movimiento anarquista o libertario de su base social. Se intenta sembrar el miedo entre la gente simpatizante, que frecuenta los locales. Se puede sembrar la discordia a la hora de gestionar los casos represivos. Y se obliga a que el movimiento se centre en cuestiones antirrepresivas y defensivas en lugar de llevar a cabo cualquier tipo de actividad transformadora o que apunte hacia la construcción de un modelo alternativo de sociedad.
Poniendo el “terrorismo anarquista” como ejemplo, se hace que sea visible la brecha entre la lucha en la calle y la institucional, que apuesta por cambiar las cosas desde dentro de las instituciones. Se canaliza el descontento callejero hacia una apuesta por lo electoral, que es el único medio legítimo de expresión en esta sociedad y se amenaza a todos los demás movimientos antagonistas que ven como ahora le ha tocado el turno a los anarquistas, pero que ellos serán los siguientes.
En otras partes se ha podido leer que la policía necesita unas siglas para poder activar el protocolo antiterrorista. Si una persona quema un cajero, es un acto de vandalismo. Si lo hace bajo unas siglas, se trata de un caso de terrorismo. Fue la estrategia del estado para luchar contra la Kale Borroka de Euskal Herriak. Y ahora la reactiva para destruir el anarquismo insurreccional, que precisamente ha destacado por su alergia a las siglas. Da igual que tengas o no tengas siglas, al final el Estado si le conviene se las inventa.
La respuesta
Ya he comentado que caer en una dinámica de acción-reacción es peligroso, que entrar al trapo de las insinuaciones del Estado respecto a los anarquistas puede ser la puntilla debido a que eso es lo que se espera. Se está produciendo una provocación en toda regla para que la excusa del terrorismo se transforme en una profecía autocumplida.
Los lemas de las manifestaciones post-Pandora "Ni inocentes ni culpables" no son la mejor manera de generar un apoyo callejero. Claro que son inocentes. No somos culpables de estar en contra del sistema. Es el sistema lo que hay que presentar como culpable, dándole la vuelta a la acusación. Nos acusan de terroristas: terroristas son quienes crean el terror, la policía, la judicatura y todo el Estado. ¿Es inteligente cuando todo el mundo te está mirando dejar caer que la policía pudiera tener razón? De todas formas ¿qué más da? Estas acusaciones de terrorismo se basan en auténticas tonterías que de ningún modo son terrorismo.
No nos podemos quedar en acciones marginales, puesto que se producirá un apoyo marginal. Se necesita ir más allá de las pancartas en los puentes y las pintadas. Hay que enmarcar la represión como lo que es: un ataque a todo el movimiento popular, el movimiento que resiste. Por ello nos debemos movilizar también cuando el Estado golpea a otros movimientos políticos (comunistas, antifascistas, independentistas, ecologistas...) e invitarlos cuando la represión nos toca a nosotras. La solidaridad va en los dos sentidos. No es cuestión de echarle en cara a nadie que no se mueve por nosotras cuando no nos hemos movilizado en otros casos (me vienen a la mente rápidamente Resistencia Galega, abogados abertzales, Pablo Hasel...).
Es decir, que debemos fortalecer las posibles complicidades que se han ido tejiendo a lo largo de los últimos años en las luchas sociales. Por ello es necesario tener mecanismos de respuesta, protocolos de actuación, prefijados ante los casos represivos. Cajas de resistencia en cada barrio y pueblo. Un listado de medios, una gente que pueda hablar con ellos. Hay que crear una cultura de resistencia que vayan más allá del hablarle a las convencidas. Toca una movilización permanente y a quien le toque sufrir debe tomárselo con filosofía. Estamos en una lucha que va en serio.
Por ello hay que comenzar a tener organismos antirrepresivos que vayan más allá de los grupos de apoyo de las propias personas detenidas. No puede reinventarse la rueda en cada oleada de detenciones. Hay que tener un grupo permanente de personas que se encarguen de gestionar estos golpes, que al fin y al cabo son contra todo el movimiento popular, pero que le tocan a su parte más criminalizable: insurreccionalistas, antifascistas, comunistas... Son criminalizables porque hasta la propia policía conoce su autoaislamiento.
Los organismos antirrepresivos deben tener recursos, abogados, contactos entre los colectivos y las familias y en las alianzas, y una línea de actuación concreta. Y portavoces que desmonten en los medios la estrategia del miedo. Hay que tener un discurso adecuado para la población en general, otro discurso para nuestra gente simpatizante pero que no está directamente implicada y otro para nuestra gente. No puede ser el mismo para todas.
Y para terminar quería decir que el sencillo ejercicio de contar y de crear una estadística de los casos represivos que hemos padecido, que es la forma en la que he comenzado este artículo no lo ha llevado a cabo nadie hasta el momento. Eso me parece otro síntoma que debería hacernos pensar en qué podríamos mejorar.
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