
Han vuelto a poner en el vídeo-club en línea filmin un ciclo muy completo de Glauber Rocha, el creativo cineasta revolucionario brasileiro, 1938-1981, que inventó "la estética del hambre" y que expresó los dilemas de la política anti-imperialista y anti-colonial con películas de lo más dinámicas y rompedoras que se haya visto. Falta la fundamental Dios y el Diablo en la tierra del Sol (1964), tal vez porque hay previsión de que se estrene en cines una versión restaurada, como se ha reestrenado en Francia; y está la verdaderamente inmanejable La edad de la tierra (1981), película final de Rocha y de bancarrota económica, tan abierta a la interpretación que hace difícil no perder pie en ella.
Y está Tierra en trance (1966), violento alegato contra el poder y la democracia, que es una de las fuentes de inspiración del estilo nervioso y desbordante de Martin Scorsese, como él mismo ha reconocido varias veces -texto de 'Mis placeres de cinéfilo', editorial Paidós, 2000-:
Las películas de Glauber Rocha son una explosión producida por una reacción química en la que se mezclan la sangre y el celuloide. No hay nadie que se le parezca, ni siquiera de lejos, en el cine actual. Mi primer encuentro con su obra fue Tierra en trance, que ayudé a restaurar veinticinco años después de su estreno. Esta película lleva al espectador hasta el agotamiento, por lo intenso e implacable que es su bombardeo de sonidos e imágenes. Rocha no se limitaba a tomar una historia y desarrollarla; él creaba un verdadero tapiz frenético de la pena, la rabia y el sufrimiento humanos que había observado a su alrededor, con el oficio para tejerlo que le daba su gran inteligencia. Sus películas eran provocadoras en la mejor acepción del término: producían un enriquecimiento de la conciencia. Y siguen haciéndolo hoy en día.




