El Museo Nacional de Arte Contemporáneo made in spain que está en Madrid -el llamado 'Reina Sofia'- acoge esta primavera un ciclo de pioneras del cine radical árabe. Lo llaman 'De entre las sombras' pero también lo podrían llamar 'De entre las llamas', dado que las películas son documentales sobre esa parte del mundo en que tantas cosas han ardido: películas de Atteyat Al-Abnoudy, Selma Baccar, Assia Djebar, Heiny Srour y Jocelyne Saab, la autora de Dunia.
Todas nosotras, todas las que procedemos de un mundo de mujeres en la sombra, estamos dando un golpe de timón: por fin, somos nosotras las que imprimimos una mirada, las que marcamos un comienzo.
Precisamente de Jocelyne Saab es El Sáhara no está en venta, película que por justicia poética, se proyecto ayer entre los muros de tan augusta institución del así llamado "gobierno" de Spain.
Entre el documental antropológico y el reportaje político, Le Sahara n'est pas à vendre [El Sáhara no está en venta] es una de las primeras y más incisivas investigaciones sobre las gentes, el territorio y las historias que dan forma al conflicto que se cierne sobre esta región africana. Aparecen todos los actores: las autoridades marroquíes, las mujeres argelinas y el fantasma de la presencia colonial española que, en el momento de la filmación, hacía dos años —en plena Marcha Verde— había abandonado el territorio. Es de reseñar también que, por primera vez, se brinda un altavoz a los líderes del Frente Polisario. En la actualidad, la película continúa prohibida en Marruecos. En 1989, Saab fue invitada a los Encuentros Cinematográficos de Tetuán con objeto de presentar su película de ficción Kanya ya ma kan, Beyrouth [Érase una vez en Beirut]. De inmediato, fue detenida junto a su hijo de nueve años y expulsada del país tras la intervención de los servicios secretos marroquíes. El motivo: las heridas todavía abiertas que infligió su mirada indómita en El Sáhara no está en venta.










