Entrevista con José Peirats

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El piojo libertario
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Entrevista con José Peirats

Mensaje por El piojo libertario » 13 May 2006, 20:50

Entrevista con José Peirats

Josep Alemany



Esta entrevista tuvo lugar en Barcelona, en el piso de la Carretera de Collblanc, donde desde antes de la guerra había residido la familia Peirats. Parte de esta entrevista fue publicada en: Catalunya. Revista d'Opinió Confederal. CNT AIT, Época II, mayo 1977, nº 4, pp. 12-24. El resto, aproximadamente la mitad, ha permanecido inédita hasta hoy.

La redacción de Anthropos ha traducido al castellano el texto original en catalán, así como, con autorización del autor, ha reestructurado el orden original de la entrevista para facilitar una reagrupación temática de las diversas cuestiones tratadas.

Primeramente se han reunido las cuestiones más directamente autobiográficas y las que expresan algunas de sus ideas fundamentales; en un segundo momento encontrará el lector la opinión y el testimonio de José Peirats sobre temas más diversos y concretos.



¿Cuál era el clima ideológico de tu juventud y como os formabais y actuabais los jóvenes?

En mi clima ideológico hay muchas fases pero con una orientación congruente hacia el anarquismo. En mi familia ha habido socialistas y republicanos e incluso anarquistas. Ninguno de ellos ha podido influenciarme directamente. Pero les debo mi afición por la lectura desde muy joven, desde la preadolescencia. El resto vino después. Yo me considero de la generación de Primo de Rivera. En aquella época hice amigos serios, con verdadero hambre de lectura. Nuestros autores preferidos, antes de llegar a los barbudos de la anarquía, fueron los famosos novelistas franceses del siglo pasado. Nunca jamás ha habido veleidades marxistas en mi vida. Pero estudié a fondo el marxismo, en referencia al anarquismo, que ya había conquistado mi corazón. Pese a que ingresé de muy joven en la organización confederal siempre me sedujeron más las actividades culturales: escuelas racionalistas, ateneos (el de La Torrassa L'Hospitalet lo fundé yo) y las juventudes libertarias. Este fue mi contexto ideológico. La FAI vino luego aunque de hecho nunca me sentí a gusto en ella, ya que no hacía planteamientos propiamente anarquistas. La FAI era, antes que nada, una organización revolucionaria que se decía anarquista.

¿Cuál ha sido tu actuación en el movimiento libertario?

Empecé mi actuación colaborando con los compañeros ladrilleros. Me inicié escribiendo en su Boletín. Desde aquel momento me inicié como escritor. En el Ateneu de La Torrassa hacía de maestro por las noches y actuaba en las representaciones teatrales. Como sindicalista intervine en la organización de huelgas, boicots y sabotajes. Si era necesario llevaba la pistolita en el bolsillo, aunque nunca he disparado contra nadie. Era la moda de entonces. Ya he hablado de mi paso por las Juventudes Libertarias y los grupos anarquistas. ¿Qué más? Ah, fui dos años redactor de Solidaridad Obrera, periódico confederal de Barcelona, y colaborador en innumerables publicaciones. De mis libros no quiero hablar.

¿Cuál era la orientación y el tipo de lector a quién iban dirigidas las diversas publicaciones libertarias?

He de reconocer que nuestras publicaciones eran en general de andar por casa a excepción de Estudios (Generación Consciente) de Valencia. No se nos ocurría la forma de escribir para el gran público. Nuestra prensa era principalmente de combate y tenía mucho de sectaria y demagógica. Esto nos hizo mucho daño. Fue una desgracia perder la tradición de escribir en catalán. Los castellano parlantes nos dominaban.

Creo que esta laguna hizo que se nos escapara el campesinado catalán, que servimos en bandeja a los políticos de la Esquerra. Esta es una lección de la que deberíamos acordarnos.


¿Podrías hablar un poco sobre la experiencia de las Colectivizaciones?

La experiencia colectivista se explica si se lee toda la prensa libertaria anterior al 19 de julio: la campaña de Isaac Puente con su célebre folleto El comunismo libertario, los artículos de Carbó en Estudios de Valencia, la aportación de Martínez Rizo, aunque no era anarquista... En síntesis, había un grupo de gente que se atrevía a prefigurar un futuro comunista libertario. En aquel momento iba cuajando un ambiente propicio de reflexión sobre como estructurar el futuro. Aquello fue calando en la gente y cuando llegó el 19 de julio lo pusimos en práctica, sin orden de ningún comité. Hay una cosa que sabe muy poca gente y es que no hubo ninguna orden... yo he mirado con lupa la documentación de aquel tiempo y no he hallado ninguna orden de un comité confederal (me refiero a Federaciones Locales, Regionales o Nacionales, no a comités de sindicatos, de base...), ninguna orden que dé una consigna para que se hagan colectivizaciones.

Las colectivizaciones nacen espontáneamente por parte de los trabajadores. Por dos motivos: primero, porque quieren hacerlas; segundo, porque los burgueses, huyendo, les han facilitado el terreno. Ya sabes que cuando alguien abre un nuevo camino todos le imitan; el colectivismo se fue ampliando y se convirtió en una realidad.

Ahora bien, entrar a estudiar este colectivismo de una forma metódica, yo creo que es un trabajo que aún no se ha hecho, porque faltan muchos elementos de juicio. La revolución se hace de una forma y luego vienen los historiadores y la estudian. Quien hace la revolución, no la escribe, la hace. Este es el inconveniente con qué nos encontramos. Ahora es el momento de realizar este trabajo, de reunir todos los elementos de juicio que podamos sobre aquellos tiempos.

Se buscan testimonios; la gente anda loca buscando documentos. Vienen y me dicen: «¿Dónde podemos encontrar ... ?». Hay quién se interesa por la obra pedagógica de la revolución... Todos hablan de Ferrer y de la Escola Moderna. Raramente se habla de cómo estaba estructurado el «Comité de I'Escola Nova Unificada».

Antes de la guerra, los sindicatos, los ateneos libertarios, y también algún particular, fomentaban, y patrocinaban en algunos casos, las denominadas escuelas racionalistas inspiradas en la pedagogía de Francesc Ferrer. Existía la coeducación sin dogmas religiosos u oficiales de ningún tipo, y la enseñanza era lo más científica posible. Estas escuelas fueron reconocidas oficialmente cuando nació el CENU y sus maestros consiguieron el título del que muchos carecían.


¿Milicias o ejército popular? ¿Estaba bien planteado el dilema: guerra o revolución?

Toda revolución es una guerra y toda guerra es contrarrevolucionaria. Este principio nos llevaría a maldecir la revolución. Por otra parte, la guerra puede sernos impuesta. Sólo conozco dos maneras de hacer la guerra: por frentes continuos o a base de guerrillas. Éstas van más con el temperamento español. En una guerra de frente continuo, el ejército más perfecto es el que gana. Desde este punto de vista fue un error aceptar la guerra clásica. Mejor hubiera resultado la guerrilla. En la época de la aviación, tiene sus inconvenientes, pero es la única manera de dislocar a un ejército mejor organizado. La guerrilla primero cede terreno y luego ataca por sorpresa. Pero es necesaria una preparación. La CNT y la FAI no entrenaron a su gente para la guerrilla sino para la lucha de barricadas en las poblaciones pequeñas o grandes. Fue un error de nuestros estrategas.

¿Guerra o Revolución? Las dos cosas. Si se hace la guerra contra la revolución, el miliciano o el soldado politizado sabe que no habrá revolución y por ello flaquea en el combate. En nuestro caso, la contrarrevolución en la retaguardia fue uno de los factores principales de la derrota.


¿Cuál es el balance de la actuación durante los años de exilio?

Pese a los numerosos enfrentamientos, conflictos y divisiones, en lo que se refiere a la CNT, creo que, teniendo en cuenta los cuarenta años de alejamiento de la tierra que nos vio nacer, nuestra emigración puede ofrecer un balance positivo a nivel de tareas culturales y otros. Nunca han dejado de publicarse periódicos, folletos, revistas y libros, algunos de éstos incluso originales. Por otra parte, allí hemos dejado hijos y nietos que ya no serán españoles pero que se han ubicado en todas las clases y profesiones de los países del mundo entero que nos acogieron. Aún es pronto para que esta descendencia deje sentir su influencia en tantos países. Pero en Francia ya se notó cuando los hechos de mayo del 68. Yo creo que sin tener en cuenta la diáspora judía, nuestro caso será uno de los más significativos de la historia de las emigraciones.

Considerando la evolución del sindicalismo moderno, que se ha convertido en un instrumento de integración en el sistema y ha originado una burocracia que controla a los trabajadores, ¿hasta qué punto los conceptos de anarquismo y de sindicalismo son antitéticos?

Este tema ha sido siempre polémico y probablemente continuará siéndolo. Me acuerdo muy bien, cuando yo hacía de anarquista, hacia el año 27 28: las cuestiones societarias las aceptábamos porque no existían otras. En nuestros discursos en las asambleas de ladrilleros, por ejemplo, hablábamos siempre de Rousseau, de Han Ryner, de Voltaire y de los clásicos revolucionarios rusos. Y los ladrilleros, con los ojos en blanco, nos decían: «¡Bien, a ver cuándo termináis!». Les largábamos este tipo de discursos. El boletín que publicábamos era del mismo estilo. Quiero decir con esto que, a un joven, todo lo que le suene a sindicato, economía, industria.... le resulta extraño. Estos temas parecen más propios de gente más reposada que no de gente romántica, hecha para la acción. Pero en la historia del anarquismo siempre han existido ambas tendencias. La de los anarquistas que antes denominábamos viejos anarquistas; estoy refiriéndome a principios de siglo, allá por los años 5, 6, 7 e incluso antes, cuando la célebre huelga de los metalúrgicos de 1902. En aquel tiempo surgió el grupo de «Tierra y Libertad», que eran los irreductibles, los que no querían ni oír hablar de sindicatos, que se proclamaban anarquistas íntegros, puros y específicos y no sé cuántas cosas más. Estaban también los sindicalistas, los anarco sindicalistas, influenciados hasta cierto punto por la CGT francesa, que entonces era anarcosindicalista. Estos tendían a ocuparse de los problemas de tipo sindical, siempre tan salvajes.

En el libro de Xavier Quadrat Socialismo y Anarquismo en Catalunya. Los orígenes de la CNT, se habla de la organización «Solidaridad Obrera», que se constituyó formalmente en 1907, pero que parece ser que funcionaba realmente desde 1904. Aquella organización, con el transcurrir de los años, se convirtió en la CNT. En su seno existían dos tendencias: socialistas y anarquistas. Los socialistas...


¿Socialistas marxistas?

Sí, así se proclamaban. Son los socialistas de Pablo Iglesias. La UGT nació en 1888 en Barcelona, posteriormente se organizó «Solidaridad Obrera», como comentaba. Y esto es lo que se pregunta el lector del libro de X. Quadrat: ¿cómo es posible que habiendo socialistas dentro de Solidaridad Obrera, el autor les conceda tanta o más importancia que a los anarquistas, y por contra no se plantee porqué estos socialistas catalanes no engrosaban las filas de la UGT? Da como excusa -mejor dicho, argumenta, pues se trata de un libro muy documentado-- que la razón de ello era el centralismo de Pablo Iglesias, que vivía en Madrid, y veía todas las cosas desde el punto de vista del centro, y aquí los socialistas catalanes tenían otra mentalidad, y preferían estar en «Solidaridad Obrera» antes que en la UGT.

Tú eres de los que creen que la entrada de la CNT en el gobierno y en el Estado republicanos fue perniciosa para el Movimiento Libertario. No obstante, ¿hasta qué punto la burocratización y el autoritarismo que gangrenaron la CNT no hicieron más que poner de relieve una tendencia y unos hechos que ya existían previamente?

Evidentemente, las cosas nunca se producen por generación espontánea. Me acuerdo que antes de estallar el movimiento, yo ya había criticado determinadas tendencias veladamente favorables a cierta colaboración con los políticos. Y como yo, Carbó (con Carbó tirábamos un periódico denominado Más Lejos). Yo incluso publiqué un artículo contra García Oliver, al que reprochaba unas declaraciones en las que se manifestaba partidario de la toma del poder. Este artículo mío fue llevado al Congreso de Zaragoza. El sindicato de la piel de Barcelona me hizo una impugnación: «Impugnamos al delegado de L'Hospitalet». «Bien, a ver, ¿por qué? Explícamelo. » «Pues, ¡por esto! » Y leyó el artículo. El Congreso se partió de risa. El propio García Oliver salió a la palestra y dijo: «Por favor, compañeros, basta de hacer el ridículo». García Oliver ya se había manifestado, en aquellos tiempos, partidario de ir a la conquista del poder; a ello, nosotros (los pieles rojas, podríamos decir) lo llamábamos anarco bolchevismo. Es decir, esta tendencia existía claramente. Y ello por no hablar de los deslices que ya se habían evidenciado en el sector de los reformistas, en el de los trentistas, de los que hicieron la escisión (bien, la escisión no sé quién la produjo; entre todos, seguramente). De hecho, lo que ocurría es que allí había muchas tendencias que muy a menudo eran desmentidas, pero finalmente estas negaciones no convencían a nadie, como en el caso de Pestaña, Juan López..., a quiénes se notaba que tenían un cierto compromiso con las autoridades, especialmente en Catalunya.

Por todo ello, he empezado diciendo que las cosas no se producen por generación espontánea. Todo movimiento tiene sus antecedentes... El anarquismo, al fin y al cabo, es un movimiento de hombres, y los hombres somos complejos y tenemos nuestros desfallecimientos.


Hay gente (esto lo dicen sobretodo algunos críticos del sindicalismo como Richards, C. Semprún ... ) que afirma que el hecho de que la CNT entrase en el poder y aceptara -al menos una parte de la CNT - la disciplina autoritaria, era debido no sólo a que ya anteriormente se producían tendencias autoritarias dentro de los sindicatos, sino también al hecho mismo del sindicalismo.

Esto es enfocar las cosas de una forma muy particular. Es mirar los defectos y no las virtudes. Si bien es cierto lo que comentas, también existía lo contrario. Había gente que lo habría dado todo por las ideas. Eran tan suspicaces que condenaban a cualquiera, como si hicieran procesos de intención. Y en ocasiones la consecuencia de esta actitud era que realmente empujaban al individuo precisamente hacia allí donde le acusaban de ir. Este es el caso de Medína González, un andaluz que hizo un folleto y que escribió unos cuantos artículos algo dudosos. Todo el mundo se le echó encima y creo que este muchacho al final acabó en manos de los comunistas. Otro ejemplo es lo ocurrido con Sender. Sender no encontró acogida entre nosotros. Colaboró con Solidaridad Obrera, durante más de un año fue su redactor corresponsal en Madrid; y justo en el momento en que la redacción de los moderados, que encabezaba Peiró, fue barrida por la oleada de los extremistas, liderada por Felipe Alaiz, lo primero que éste hizo fue romper sus artículos. Alaiz ha sido un gran escritor, un individuo que ha aportado mucha luz; de hecho yo, hasta cierto punto, soy discípulo suyo. Pero no por ello dejo de percibir los muchos defectos que tenía, en el sentido de que ponía a alguien en lo alto, y luego lo hundía.

En aquellos años había una gran inquietud por los problemas concretos. Existía una tendencia maximalista por la acción, un poco bakuniniana si quieres, que afirmaba que la destrucción llevaría a la construcción. Y al mismo tiempo, había los que decían «no, es necesario que de la revolución que nosotros vamos a hacer tengamos una idea y un diseño lo más aproximado posible». Por esto surgió Isaac Puente. El propio Carbó hizo una serie de artículos futuristas. Y también Higinio Noja Ruiz, una de las mejores plumas anarquistas de los años treinta. Era el alma de la revista Estudios. Es el único anarquista de aquella época que escribió novelas para el gran público. Se preocupaba por los problemas de tipo económico de orden constructivo, e igual era novelista que articulista, que crítico de arte.

Así pues, todas estas tendencias ya existían antes de la guerra.


¿Qué lecciones sacas pues de la participación de la CNT en el poder?

Catastróficas, rotundamente catastróficas, ya que la CNT se embarcó en un problema desgarrador. La CNT no estaba en condiciones de salir de su propio terreno y colocarse en otro lleno de trampas y engaños. La CNT no podía adaptarse en un mes ni en dos años ni en cuatro, no podía hacer esta evolución, esta involución de tipo político, caciquil, de trampa y cartón. Esto no lo podía hacer.

En primer lugar, porque chocaba con su psicología; en segundo lugar, porque no podía desarrollar una tarea de autorreeducación para convertirse aceleradamente en una organización política, con todos los requisitos, como lo eran las demás. Todo esto suponiendo que la CNT estuviera en el buen camino, -que yo creo que estaba en el malo--. La CNT no podía, ni desde el punto de vista táctico ni desde el punto de vista de principio, aceptar la colaboración ilimitada. La CNT podría haber hecho una colaboración limitada, sin necesidad de tener que vestir de payaso a sus militantes y hacerlos sentarse en las poltronas, y pasearles cual espectros por los pasillos oficiales.

La CNT habría podido hacer un trabajo muy positivo sin moverse de su propio terreno, que era el de los sindicatos, la economía; este último factor decisivo en la guerra y en la revolución.

Y saliendo de este terreno no solamente salió de su casa sino que además se vio obligada a combatir a sus propios compañeros. Baste recordar aquellos discursos de los marxistas en que se ponía de vuelta y media a todos los que nos atrevíamos a mantenernos en una posición clásica.

Es decir, que sin extremismos, sin hacer de niño terrible, sin encerrarnos en una posición intransigente al cien por cien desde el punto de vista filosófico, la CNT, con la palanca económica en sus manos, con las colectividades, y con tantas cosas que tenía a su alrededor, habría podido haber hecho una oposición eficaz, mientras que del otro modo los contrarios consiguieron matar la oposición de la CNT y volver contra sí misma el arma confederal. En conclusión, la participación en el gobierno fue negativa desde todos los puntos de vista.

Federica ahora dice que las cosas no se podían haber hecho de otra manera. Esto significa que en una situación igual volvería a hacer lo mismo. Yo me pregunto: ¿cómo puede llamarse una persona anarquista cuando acepta no solamente que ha sido, sino que incluso puede llegar a ser otra vez ministra?


¿Qué representaba la FAI dentro del movimiento libertario y qué tendencias existían en su propio seno? ¿No crees que el grupo que denominabais anarco bolchevique en algunos aspectos no era muy libertario? Te pregunto por la FAI porque en la posguerra tanto los burgueses como los marxistas nos han presentado a los militantes de la FAI como a unos monstruos y a los de la CNT como a unos buenos chicos.

Aquí hay mucha novela policíaca. Aquí precisamente estamos dos personas de la FAI (durante la entrevista, J. Peirats estuvo acompañado por su amigo Canela): yo era secretario de la Federación Local de Grupos y el amigo Canela secretario de la Federación Regional de Grupos. Nosotros estábamos totalmente en contra de una cierta propaganda faísta que no era precisamente de la propia FAI. Es decir, había una serie de individuos que ni tan siquiera pertenecían a la FAI, porque yo desde la Local estaba en condiciones de controlarlos y realmente no los controlaba y supongo que Canela tampoco no los controlaría, desde la Regional.

Estos individuos eran quienes subían a las tribunas, quienes hablaban en nombre de la FAI. Y nosotros nos enterábamos de todo ello por los periódicos, hasta el extremo que un día convocamos a Ascaso, a García Oliver y a Aurelio Fernández en la Federación Local. Y les dijimos que aquello tenía que terminar, que para hablar como hablaban tenían que decir previamente dónde se ubicaban y a quién representaban. Y su respuesta fue que ellos no representaban a la FAI, sino a unos titulados Comités de Defensa, que era una organización que en aquel momento existía, creada específicamente para la acción, para los momentos de huelgas y de efervescencia, y hasta cierto punto debe reconocerse que tuvieron su eficacia: el 19 de julio, por ejemplo, estos comités funcionaron bien.

Es decir, había gente que hablaba en el sentido comentado, dando así una impresión carbonaria o jacobina de la FAI. Hablaban en nombre de la FAI. Pero la verdad es que nosotros, desde la Federación Local, no les controlábamos, si bien ellos tenían sus partidarios entre los nuestros.

Bien, respecto al tema de la influencia de la CNT y la FAI: La CNT es una organización que se formó en 1910. Se trata pues de una de las organizaciones más antiguas de carácter revolucionario, en el aspecto social, que ha tenido España. En realidad, la CNT y la FAI eran dos organizaciones distintas. La relación entre ambas se ha falsificado tendenciosamente, pues se atribuye el nacimiento de la FAI a la necesidad de controlar a la CNT. Y esto es falso. No hace mucho tiempo que descubrí los resúmenes de las actas, de la conferencia de Valencia, en julio de 1927, en que se constituyó la FAI. Las actas completas de esta conferencia no existen. Se extraviaron. Afortunadamente se hicieron unas síntesis que cayeron en mis manos cuando fui secretario de la FAI en 1933 34. En el citado resumen de las actas se habla de Comités CNT FAI, a nivel local, regional o nacional. Es decir, se habla de colaboración, no de sumisión de una organización a la otra.

Durante la revolución, la FAI adoptó la misma política que la CNT. Y esto me permite realizar una consideración que es muy interesante. Se ha afirmado que la FAI ha sido quien ha dictado a la CNT. Yo siempre he sostenido lo contrario: la CNT es quien ha dictado a la FAI, ha sido quien la ha influenciado, absorbido y la ha marcado con el mismo sello. La CNT era una organización de tipo sindicalista revolucionario y la FAI debería haber sido una organización de tipo ideológico. Los problemas de índole económica y los propios del contexto revolucionario del momento que sufría la CNT absorbían la FAI. Además, todos los militantes de la FAl provenían de la CNT: por este doble motivo, forzosamente, la FAI tenía que ser el reflejo de la CNT. Por esto, yo mantengo siempre que no es la FAI quien ha dominado a la CNT, sino la CNT a la FAI. Esto se confirmó durante el período revolucionario: la CNT fue quien llevó la batuta, y la FAI no fue más que un compañero, un amigo, un pariente pobre de la CNT.


Así pues, ¿quiénes decidieron formar parte del gobierno --García Oliver, Federica Montseny-- no eran de la FAI? Lo indico porque normalmente la gente los asocia a la FAI.

García Oliver, Ascaso y otros tenían una FAI por su cuenta: el grupo «Los solidarios». De todos modos, yo siempre he dicho que en el gobierno hubo dos ministros de la CNT y dos ministros de la FAI. Oficialmente, sin embargo, eran cuatro ministros de la CNT. La casualidad de que los ministros fuesen Peiró y López por un lado, y García Oliver y Federica Montseny por otro, te demuestra bien a las claras que existen dos corrientes: la faísta y la sindical . Ahora bien, ciertamente que Federica Montseny se había apoyado siempre en las actuaciones de la FAI, pero yo no creo que perteneciera a ningún grupo faísta antes del movimiento del 36.

Respecto de García Oliver, Ascaso, Durruti, etc., ya he señalado que tenían su propia FAI. Eran una treintena. Y este era un grupo que trabajaba autónomamente. Hablaba en nombre de la FAI, porque la FAI era su escudo, la punta de lanza, el mito. Y claro, les hubiera resultado difícil inventarse una organización nueva.

Los anarco bolcheviques se apoyaban en la FAI, si bien Federica Montseny no era de esta tendencia y no se puede considerar que estuviera del lado de García Oliver. García Oliver, antes e incluso en los primeros momentos de la revolución, ya se había definido como partidario de la toma del poder. No obstante, creo que es muy discutible que fuera sincero. Yo siempre he dicho, medio en broma medio en serio, que García Oliver fue partidario de la toma del poder en los primeros días de julio, porque sabía que la CNT por sí sola no podía mantener el poder. Prueba de ello es que García cedió y no solamente esto, sino que llegó a donde llegó: el ministerio.

Canela, yo y cuatro o cinco más formábamos el grupo «Afinitat». Estábamos siempre en oposición dentro de la FAI. Nosotros abogábamos para que la FAI desarrollara un trabajo de tipo ideológico, anarquista, doctrinario, con la finalidad de poder así justificar la existencia de dos organizaciones: una que hablara de ideas y otra que tratara los problemas de tipo sindical como era la CNT. Nosotros creíamos que no podía haber una FAI que fuera una copia de la CNT, porque entonces una de las dos sobraba.


¿Cómo reaccionó la CNT frente al rumbo que tomaban los acontecimientos en Rusia a partir de 1917 y respecto de la noticia del exterminio de los libertarios rusos a manos de los bolcheviques marxistas? ¿Y en general, que actitud adoptó la CNT frente a la revolución rusa y la contrarrevolución burocrática de los marxistas?

La revolución rusa, como todas las revoluciones, siempre, trajo confusiones de tipo ideológico y táctico. Yo en aquellos tiempos era muy jovencito. En el año 1917, yo aún no estaba en la organización, entré en ella el 22, a los 14 años. A los catorce años yo no podía tener conciencia de estas cosas. Las fui sufriendo posteriormente, a través de los documentos.

Me acuerdo muy bien, como una causa de confusión, que a esta misma casa (yo era muy jovencito) venía mi primo, que ya era militante y hablaba con mi madre de los soviets. Mi primo era de la CNT, ya había sido detenido, ya había pasado el bautismo de fuego. Le hablaba a mi madre de todas estas cosas y por primera vez oí hablar de la dictadura del proletariado, y esta idea se me fijó en la cabeza. «Porque - le decía mi primo--… existe la dictadura universal y el sufragio universal.» (Yo me decía: «¿Sufragio universal? Esto debe ser un sofrito o algo así».) «Hay la tendencia de Bakunin y la de Carlos Marx y de Lenin.» Y yo oía todas estas cosas, y me quedaba ensimismado y no las entendía. Son las primeras impresiones que recuerdo. Más tarde, cuando empezamos a «armarnos caballeros» y a ir en busca de aventuras, entonces ya nos fuimos documentando.

En España hubo un momento de mucha confusión. Durante la revolución rusa, los anarquistas de aquí se armaron un taco pues los bolcheviques tan pronto se decían anarquistas como marxistas. Los anarquistas de aquella época y los cenetistas tanto se decían bolcheviques como anarquistas. Es decir, no hacían distinciones. Si habéis leído el libro de Lenin El estado y la revolución, habréis podido comprobar que es un texto que utiliza una fraseología anarquizante, aunque se le ve el plumero, y este libro seguramente creó mucha confusión porque vio la luz precisamente el año 17. Y el 18 se publica una segunda edición. Pero El estado y la revolución no finaliza, queda interrumpido. Lenin explica que es a causa de la propia revolución que queda inconcluso. Pero resulta que en 1918 hay una segunda edición, y él ni añade ni rectifica nada, lo cual indica que sentía ya un complejo de culpa.

Pero este libro, teniendo en cuenta la mentalidad de aquella época, aquella fiebre de acción que existía (la revolución rusa, la fermentación en Alemania, en Italia), aumentó la confusión . Los propios socialistas de aquí se sentían azuzados por las tendencias terceristas (de la III Internacional). Hasta cierto punto esto es explicable.

La consecuencia de todo ello es que la CNT se enfrentó oficialmente por primera vez con este problema en su Congreso del año 19, el Congreso que nosotros llamamos de la Comedia, porque se realizó en el teatro Comedia de Madrid (los socialistas siempre dicen «el Congreso de la Comedia.», pero no añaden nada más con lo que quieren decirnos que éramos unos comediantes). Allí tuvo lugar un debate de mucha envergadura. Allí se pudo captar la desorientación incluso de gente que había tenido las cosas muy claras como Carbó, Buenacasa. El mismo Carbó dijo: «Nosotros queremos la dictadura del proletariado, la amamos, la defendemos, la defenderemos». Así habló; quien conozca a Carbó, que era un anarquista de pies a cabeza, se preguntará: ¿cómo es posible que Carbó dijera semejante disparate en aquel momento? Las manifestaciones de Buenacasa también son catastróficas. Por contra, se produjo la intervención de Quintanilla, que fue quien lideró la oposición. Las manifestaciones de Quintanilla, el viejo sindicalista asturiano, ya son más claras. Era un hombre más impuesto en doctrina y con visión de futuro. Vio el desarrollo del proceso de la revolución rusa y se permitió criticarla y ponerse al frente de la corriente bolchevizante que encabezaba precisamente Hilari Arlandís (quien posteriormente pasará al partido comunista).

Las manifestaciones favorables de los anarquistas se producen a causa de la falta de información y de la demagogia de los bolcheviques. La palabra revolución es algo que lleva de cabeza a la gente. Siempre que tenga lugar una revolución se producirán, de inmediato, confusiones, si bien, posteriormente irán disipándose. Pero el hecho de la revolución es algo que hace saltar, hervir, a la gente. Tiene una fuerza magnética enorme. Y estos chicos estaban en esta fase. Creo -yo no he visto ningún ejemplar- que incluso se publicó un periódico que se llamaba El Soviet. Lo editaban los de la CNT.

Bien, esta polémica que se desarrolla en el Congreso la resumió en un discurso el Noi del Sucre, Seguí. Parece ser que trataba de unir las dos tendencias. De él surgió la moción de adhesión condicional a la III Internacional, en espera de que se celebrara en España un congreso de nivel internacional, de que la Internacional pudiera tener una validez ortodoxa y compartida por todos.

De ahí surge la misión Pestaña. Pestaña va a Rusia, y recién llegado ya empieza a advertir una serie de irregularidades. Allí naturalmente entra en contacto con los anarquistas, los cuales habían sufrido ya una masacre en 1918. La reacción contra los anarquistas rusos empieza el año 18. Y en el 19, los anarquistas, los que no han muerto o bien no están en la cárcel, empiezan a desarrollar una lucha antibolchevique.

Entre ellos se encuentran, por ejemplo, Emma Goldman y Alexander Berkman, los cuales han sido expulsados de Estados Unidos hacia su país de origen, por haber realizado propaganda contra la guerra.

Goldman y Berkman, pese a sus resabios bolchevizantes (E. Goldman había publicado en Estados Unidos un folleto defendiendo a los bolcheviques), cuando llegaron a Rusia se dieron rápidamente cuenta de la realidad que allí existía, ella fue la primera en reaccionar, ya que Berkman, que era más escéptico, tardó más en darse cuenta, pues consideraba que quizás aquella situación era fruto de la improvisación, pero que con el tiempo iría centrándose, cambiando y que por fin la revolución encontraría su norte. Finalmente, no obstante, se convenció de que aquella situación era irreversible.

Cuando Pestaña llegó a Rusia en 1920, encontró allí a toda esta gente. Y los bolcheviques ya no le pudieron engañar. Se puso en contacto con los compañeros. Les informó. Los propios Goldman y Berkman estaban en contacto con la que podríamos denominar la resistencia anarquista. Estaba también Kropotkin, que aún vivía. También le visitó. Así pues, cuando Pestaña regresó, ya traía una rectificación. Lo que ocurrió fue que al llegar a Barcelona aquí había la dictadura de Martínez Anido, y por ello Pestaña no pudo hacer su informe. La organización estaba en la clandestinidad. Tiempo después, su informe se publicó en forma de folleto. El motivo del viaje de Pestaña a Rusia fue el segundo congreso de la III Internacional, en el que era delegado de la CNT. En su informe explica todas las tropelías y malas artes, entre bastidores, de los bolcheviques y de sus lacayos, en el congreso en el que coparon la presidencia. Esta situación es la que hace escribir a Pestaña que «la presidencia era el congreso y el congreso una caricatura». No me refiero a su libro Sesenta días en Rusia, sino al informe firmado por él y dirigido al Comité de la CNT.

Este folleto de Pestaña, desgraciadamente, no pudo divulgarse hasta muy tarde. La fecha del informe es de 1921, en la cárcel. Esto significa que no se divulgó hasta la Conferencia Confederal de Zaragoza de 1922. En 1921 ya hubo una reacción porque los anarquistas rusos que no habían sido fusilados consiguieron, mediante una huelga de hambre en la cárcel de Moscú, dar a conocer su situación y la persecución de que eran objeto.

En 1921 hay otra delegación de la CNT que viajó a Rusia. La formaron Nin, Maurín, Ibáñez e Hilari Arlandís. Si Pestaña hubiera podido divulgar su informe en 1921, es posible que la organización hubiera hecho un esfuerzo para no enviar allí a estos elementos, ya que de algunos eran conocidas sus tendencias bolchevizantes. Además, se estaba en un período de plena represión y los principales elementos de la organización estaban presos y algunos habían sido asesinados por la ley de fugas; este es el caso de Avel•lí Boal (que según Buenacasa ha sido uno de los secretarios más perfectos que ha tenido la Organización).

De este modo dióse la casualidad de que Nin fuera en aquella época secretario de la CNT, porque era joven y la gente inexperta le votó. La convocatoria del pleno era para que éste se realizase en Barcelona, pero luego fueron a celebrarlo a Lérida, donde Maurín tenía mucha influencia. De forma que hay algo de trampa en toda esta historia. Así pues, como aún no se conocía ampliamente el informe de Pestaña, se nombró esta delegación, que fue a Rusia al I Congreso de la Internacional Sindical Roja.

Esta delegación no fue totalmente catastrófica, pues puso a parir al propio Trotsky. Hubo un momento, en pleno congreso, en que por presión de Emma Goldman y de otros anarquistas que estaban ocultos, se hizo una enorme campaña para conseguir la liberación de los presos que había en la Checa de Taganka. Amenazaron, en pleno congreso, que si no se ponía en libertad a los presos hablarían claramente hasta tirar de la manta. Los bolcheviques se asustaron y prometieron liberarles. Hubo muchas maniobras antes de que cumplieran su promesa. La propia delegación de Nin tuvo una cierta intervención en el tema. Este es un dato bastante desconocido que comenta Emma Goldman en sus memorias... Para los bolcheviques todos los presos eran bandidos...

Cuando terminó el Congreso los excarcelaron, pero les entregaron pasaportes falsos. Cuando llegaron al extranjero, las autoridades fueron advertidas de que eran espías soviéticos. Es decir, Lenin les dio unos pasaportes para cargárselos una vez estuvieran fuera del país. Así por ejemplo, cuando Goldman y Berkman llegaron a Lituania fueron encarcelados. Finalmente, gracias a diversas movilizaciones, estos compañeros pudieron legalizar su situación en el extranjero.

En aquel momento había en Alemania una organización pequeñita pero muy interesante y activa: la FAUD. Su alma era Rocker. Había entre ellos gente muy capacitada, que en realidad fueron los creadores del nuevo anarcosindicalismo, ya que el viejo anarcosindicalismo de la CGT hizo aguas: los socialistas se fueron apoderando de él y los mismos que en un primer momento habían sido de tendencia anarquista, como por ejemplo Monatte, se fueron bolchevizando...

Esta organización, la FAUD, tenía relación directa con los anarquistas rusos; como geográficamente estaban más cerca pudieron establecer canales de información. Era la organización que estaba más al corriente de la realidad rusa y la fue divulgando por el mundo. Se publicaron los folletos de Rocker «Bolchevismo y Anarquismo», «Soviet o Dictadura». Luego ya apareció el libro de Archinof sobre el movimiento macknovista, que se publicó por primera vez en castellano en Argentina.

En 1922 se celebró la Conferencia Nacional de la CNT en Zaragoza, cuando ya había caído aquel verdugo de Martínez Anido. Allí pudo informarse de todo. Nin no estuvo presente porque permaneció en Rusia; Maurín ya ni se presentó, seguramente porque tampoco había sido invitado. El único de ellos que acudió fue Arlandís: le machacaron. Estaba Pestaña, también Peiró. Leval envió un informe que echaba chispas. Entonces fue cuando se produjo la rectificación del acuerdo aquél de 1919, que era condicional.


Algunos dicen que Salvador Seguí era «marxista avant la lettre». ¿Crees tú que existe algún argumento que pueda fundamentar esta opinión?

Francamente, esto es una opinión descabellada. Seguí no fue nunca marxista. Fue un hombre que se colocó en el centro. Creía en la organización. Huía de los extremismos, era un hombre constructivo, un sindicalista por encima de todo, De marxista no tenía nada.

¿A qué atribuyes que los anarquistas rusos, incluso siendo más numerosos que los bolcheviques, fueran aplastados por éstos?

Mira, yo no sé si eran más o menos numerosos. Fueron aplastados porque siempre el más brutal aplastará a quien lo es menos. Si se analizan con un poco de detalle las condiciones con que los bolcheviques operaron, su habilidad política, el jesuitismo, la verborrea, los motivos que utilizaban para justificar su acción, se comprenderá la situación difícil y desventajosa en que se encontraron los anarquistas. En primer lugar, por ejemplo, la miseria que padecía el pueblo, lo que obligaba a muchos sacrificios. Después la ofensiva de las tropas blancas que querían reconquistar territorio; el complot internacional de todas las potencias y tantas otras razones. Con todo ello ocurría como cuando nuestra guerra, cuando se nos ponían los pelos de punta viendo como Federica Montseny y toda aquella gente que estaba en el gobierno decía pestes de las colectividades. Nos decíamos: «¿qué quieres? Si elegimos otro camino, ocurrirá que todo el mundo se nos echará encima, romperemos la colaboración, y la colaboración es la que sostiene la guerra y la guerra [...]». Bien, los que hemos pasado por esto comprendemos muy bien esta situación. Las revoluciones son peligrosas porque crean este tipo de situaciones psicológicas no solamente en las masas, sino también en los individuos. El hambre, por ejemplo «Hay hambre porque aún no se ha reconstruido la economía»; el miedo a la reacción: «Hay que concentrar el poder del Estado en una sola mano de hierro para así poder hacer frente a las tropas de los generales blancos»; y la falta de preparación del pueblo; y el bloqueo internacional. Todas estas cosas pesaban, como pesaron también en la guerra de aquí. Nosotros nos rompíamos la cabeza. «Vamos hacia la catástrofe -nos decíamos- , hacia la negación de quienes hemos sido.» No sólo flaqueaban las multitudes, flaqueaban también muchos individuos, empezando por los adalides, que hicieron un giro de 180 grados.

¿Cuál fue la causa de la represión y de los asesinatos de los stalinianos contra los poumistas y los libertarios, especialmente a partir de la hegemonía política alcanzada con posterioridad a los hechos de mayo de 1937?

Las razones de todo ello habría que buscarlas en la influencia de la GPU, la policía secreta rusa, en cuyas manos estaba aquí, por decirlo de algún modo, la política policíaca. La policía estaba en manos de esta gente. Es decir, se habían infiltrado de tal manera en el régimen republicano que llegó un momento en que el gobierno ya no era un gobierno (si aceptáramos que un gobierno puede llegar a no ser un gobierno). Existía un Estado dentro de otro Estado. Y este Estado dentro de otro Estado eran, por ejemplo, las fuerzas tenebrosas que aquí tenía desplegadas Stalin, y con la mentalidad de Stalin, todo tiene una explicación. Lo que aqui sucedió no fue más que un reflejo de la política que el propio Stalin realizaba en Rusia. Ya sabéis que en Rusia, contrariamente a lo que uno pueda imaginarse, en contra de los intereses mismos de Rusia, Stalin asesinaba a todo el mundo, incluso la gente más capacitada. Rusia necesitaba generales, militares y por contra Stalin los escabechaba. Era una realidad irreal.

Esta gente no podía proceder de otro modo. Era la eliminación física no solamente del enemigo sino también del que no pensaba como ellos. Era la depuración pura y simple. Hay gente que se presta a realizar esto; no eran los propios rusos quienes lo hacían. Los españoles somos capaces también de actuar de este modo en unas determinadas circunstancias, cuando hay fanatismo, como lo había, especialmente si existen intereses creados de tipo burocrático.


¿A qué intereses sociales y políticos respondía la actuación de los stalinianos?

Los stalinianos de aquí no tenían personalidad propia. Cumplían las órdenes de Moscú y se daban por satisfechos adquiriendo posiciones políticas y militares. Sus intereses eran los del Estado Soviético, no los que les correspondían como españoles. Eran títeres manipulados por Stalin, que halagaba sus ambiciones personales. En general puede decirse que había los que actuaban y los que dejaban actuar. Los que actuaban eran, naturalmente, los comunistas, que a su vez estaban impulsados por los agentes secretos de la GPU. Y los que dejaban actuar eran las fuerzas liberales y burguesas que temían la revolución y que preferían la reacción a la propia revolución. Me refiero sobretodo a la pequeña burguesía, como es la Esquerra Republicana de Catalunya, y a los propios republicanos. A esta gente la revolución les causaba mayor espanto que el fascismo; era lo que en primer lugar les aterrorizaba, hasta el extremo de que cuando llegó el 19 de julio, ya sabéis que Martínez Barrio le ofreció al general Mola el Ministerio de la Guerra. Esto indica su temor a la revolución; no querían ver más allá.

Después hay otro factor. Los comunistas tienen un estilo de maniobrar que se manifiesta siempre en situaciones semejantes. Se manifestó también en el mayo del 68 en París: no permiten que exista un movimiento de izquierda a su izquierda. No pueden tolerar que se produzca una revolución contigua a su revolución. Yo creo que éste fue el resorte que les impulsó a declarar la guerra a la CNT. Porque la guerra era contra la CNT, no contra el POUM. El POUM era la persona interpuesta, la fuerza más débil. Esto lo han analizado muy bien Borné y Términe en su libro La révolution et la guerre d'Espagne. Es la técnica del salchichón que se corta trocito a trocito; ellos iban a la suya y nada les frenaba; iban socavando las partes más débiles. Cuando los republicanos ya estaban en sus manos y vieron que habían conseguido dividir a los socialistas, entonces fueron directamente a por la CNT. El partido socialista ya estaba dividido antes de la guerra. Pero durante el desarrollo de ésta, los comunistas explotaron las rivalidades entre la fracción de Prieto y la de Caballero.

Prieto (padrino de Negrín) es el principal responsable del criptocomunismo socialista durante la guerra. Prieto no era en realidad un negrinista. Era un hombre resentido contra Largo Caballero y llevó este resentimiento hasta el extremo de hacer el juego a los otros, precisamente los que posteriormente, y con toda justicia, se lo sacaron de encima. La política de Prieto es la política de la venganza. Largo Caballero lo arrinconó ya antes de la guerra. ¿Os acordáis de aquel mitin en Egea de los Caballeros en qué le cazaron las Juventudes Socialistas? Todo esto no lo olvidó. Y aquellas juventudes entonces eran juventudes socialistas, y posteriormente fueron juventudes socialistas unificadas, mejor dicho: rusificadas. Largo Caballero hizo aquella jugada de unir las dos juventudes con el convencimiento de que él absorbería a los comunistas porque los socialistas eran mayoría. Y resultó lo contrario, se pitorrearon de él. Es una prueba más de que no se puede jugar a la unidad con los comunistas. Son más hábiles y siempre se salen con la suya.

Los comunistas, durante la guerra, consiguieron dividir al partido socialista y a la UGT. Y esto les dio fuerza... Y finalmente ya atacaban a la Generalitat de Catalunya. Es mentira que el Estatut lo aboliera Franco: ya lo había abolido la propia República, ya lo había abolido Negrín. Y si Negrín lo abolió fue porque Companys le había hecho antes el juego contra la CNT y el POUM. Companys se cavó su propia tumba. El fue el hombre que jugó la carta comunista durante los hechos de mayo. Companys jugó la carta contrarrevolucionaria y luego se encontró que cuando llegó la contrarrevolución se le cargaron el Estatut.

Para los especialistas más objetivos, los hechos de mayo son una provocación, cuyo estratega y organizador es Antonov Ovsenko. Los compañeros, es decir los confederales, reaccionan, unos creyendo que ha llegado otro 19 de julio, que la revolución peligra y hay que defenderla; otros, los que podríamos llamar los burócratas de la organización, salen con otros argumentos, a mi entender no muy sinceros: dicen que es mejor no responder a aquella provocación. Yo creo que esta es la opinión de los que se han aposentado, burocratizado.

Existe también el grupo «Els amics de Durruti», del cual se ha hablado mucho pero al que yo francamente no le doy mucha importancia. Había gente que no era de la CNT, y el suyo era un lenguaje jacobino: «Cortaremos cabezas, aplastaremos a los comités, los vamos a fusilar». Conociendo a los individuos, no eran ciertamente los más capacitados para desarrollar una campaña coherente.

La represión más fuerte fue contra el POUM. Ya son conocidas las circunstancias de la detención del comité central del POUM y del secuestro de Nin. Al anarquista Bernari lo mataron como a un conejo. Hay constancia de que lo secuestraron, de que la gente del PSUC fue a por él y de que se lo llevaron. De igual manera que se llevaron a todos los rehenes de las juventudes libertarias que tenían en sus manos, y muchos de ellos aparecieron en el cementerio de Cerdanyola. A Alfred Martínez no le pudieron identificar. Desapareció.

Cuando entraban las fuerzas expedicionarias del Gobierno de Valencia, allí por donde pasaban se envalentonaban los elementos del PSUC y los elementos republicanos de la Esquerra e iban a la caza de los elementos libertarios.

Aquí no pudieron hacerlo a lo grande porque se espantaron. Entonces yo estaba en Lérida. En Lérida les acojonamos. No se atrevieron. En dicha ciudad quien tenía fuerza era el POUM, los segundos éramos nosotros y ellos unos pocos. El PSUC, en Lérida, era de importación.


Existe actualmente una campaña de mitificación del President Companys. Se explota, especialmente, su fusilamiento por los fascistas. ¿Cuál es tu visión de la actuación política del President Companys y de la mitificación que se está haciendo de su figura?

Yo creo que conseguirán mitificarle. No obstante, y no únicamente como anarquista sino como ciudadano, creo que la política del President Companys tiene muchos errores y no solamente durante la guerra.

Centrándonos en los hechos de octubre: ningún estadista que tenga la cabeza en su sitio se lanza, y embarca a la gente, del modo que él lo hizo, contando con tan pocos elementos como de los que disponía. Fue un movimiento catastrófico. Además Companys no podía sentirse representado por los que luchaban en Asturias. No podía sentirse representado por lo que podían hacer o dejar de hacer los socialistas de Madrid, ya que dudo de que ellos mismos supieran lo que estaban haciendo. Aún ignoramos hoy qué se proponían con los hechos de octubre.

Ahora bien, la actuación de un individuo puede ser todo lo discutible que se quiera, pero si tiene un final trágico, surgen unas consideraciones de tipo humanista muy comprensibles. Creo que todos sentimos su muerte. El fusilamiento de Companys es algo ignominioso, vergonzoso, indignante, todo lo que tú quieras... Ahora bien, salvado esto, su actuación no puede deslumbrarnos.

Yo creo que no ha sido nunca un político en el sentido clásico de la palabra. Cometió muchos traspiés. Se dejó arrastrar por elementos que creía que le podían ayudar y de hecho fueron ellos quienes le hicieron tropezar. Esto es lo que hizo el PSUC. Companys fue quien le dio alas. Fue quien les ayudó a subir y hacia el final, el PSUC ya era superior a la propia Esquerra Republicana, ya que ésta no contaba con una masa que pudiera movilizar en un momento dado, mientras que el PSUC tenía a la UGT. Había conseguido arrancar los elementos más activos de la pequeña burguesía y del campesinado y había podido organizar una UGT fuerte. Y claro, esta base que siempre había sido la base de la Esquerra -los campesinos y los obreros de cuello blanco- , el PSUC consiguió ganarla para su causa. El PSUC desarrolló una propaganda antifaísta y halagadora de los pequeños y grandes propietarios y en este campo fue un contrincante eficaz de la propia Esquerra. Le iba minando el terreno y Companys le hacía el juego. Companys hubiera podido apoyarse en otras fuerzas...


Volviendo a los hechos de octubre; según Munis, el partido socialista amenazó con una revuelta a fin de que el gobierno les aceptara; en el norte, la insurrección sólo tuvo fuerza en los lugares en que la burocracia del partido socialista no pudo controlar a la base. Los obreros se lanzaron a una revolución, pero Largo Caballero y compañía utilizaron la insurrección de los trabajadores asturianos como un elemento de presión para obligar al Presidente de la República a que aceptara de nuevo la coalición republicano socialista.

Esta es la tesis de mi libro. Creo que aquella gente no se proponía hacer ninguna revolución. Además aporto otro argumento, me refiero al documento de Prieto, que copié de un folleto de Llopis, en donde está el programa de aquel movimiento. Si lo examinas con detalle, verás que es un programa completamente burgués. Allí no se habla de revolución social. Y además está el hecho de que ni en Madrid ni tampoco en ningún lugar de España, los socialistas se movieron.

Creo que los pocos dirigentes que se movilizaron fueron arrastrados por la base, por una cierta base. El origen del movimiento socialista asturiano es fundamentalmente anarquista. Es decir, que en Asturias ocurrió lo contrario que en Cataluña. Así como en Cataluña los socialistas intervinieron pero los anarquistas fueron quienes finalmente se hicieron suya la organización, allí ocurrió lo contrario, los anarquistas levantaron la liebre, son quienes educaron el temperamento: pero luego llegaron los socialistas y con promesas electorales se conquistaron al movimiento minero y sólo dejaron el islote de La Felguera y el de Gijón. De todos modos, el minero asturiano ha sido siempre un elemento revolucionario. Y desbordó a sus líderes Porque no es esto lo que aquéllos se proponían: querían atemorizar a Gil Robles y compañía, para que pusieran marcha atrás.


Cruells en El 6 d'octubre a Catalunya, comenta el complejo de inferioridad que tenía la UGT respecto de la CNT, en referencia a la cuestión revolucionaria, a causa de que la UGT (Largo Caballero) había colaborado con Primo de Rivera y después con el gobierno republicano-burgués. Para superar este complejo, algo tenían que hacer...

Yo participo de esta opinión porque los socialistas son el pilar de la posición republicana, el gobierno era republicano-socialista. Esto les desgastó e incluso desacreditó porque la República tuvo que utilizar armas.

Entonces en el Centro, que había sido coto privado del partido socialista, la organización, la CNT, que siempre había sido allí minoritaria, empezó a levantar cabeza -empezando por el sindicato de la construcción y siguiendo con los demás- , y fue ganando terreno,

Y esto naturalmente creó en los socialistas, si no un complejo de inferioridad, al menos una cierta alarma. Esta gente se alarmó y dijo: «Bien, aquí, frente a una CNT que siempre está en la calle, con huelgas, que ataca y tiene una actitud crítica y arrastra a las masas, tenemos que hacer algo». En este contexto surge el Largo Caballero de aquellos discursos incendiarios sobre la dictadura del proletariado. Aquello fue lo más catastrófico del mundo. Poco a poco se ha ido clarificando hasta qué punto aquello no era bien sincero. Yo creo que era propaganda electoral. Todo el mundo sabe que Largo Caballero descubrió a Lenin en la cárcel.


¿Fue posible, antes de julio del 36, la alianza CNT UGT que, según algunos historiadores, habría impedido el «glorioso alzamiento nacional»?

El hecho de que la UGT fuera un apéndice del PSOE y su cantera electoral, hacía casi imposible un pacto CNT-UGT. Además, la CNT en su congreso de Zaragoza, imponía como condición la práctica separación de la UGT del PSOE. No creo que un pacto CNT-UGT hubiera evitado el golpe de estado militar. Más bien, lo habría precipitado. El pacto revolucionario CNT-UGT en Asturias, horrorizó a todas las derechas, las cuales rápidamente empujaron a los militares. Ya vimos lo que ocurrió en 1934 con aquel catastrófico planteamiento. Dicho sea con respeto por los que allí sacrificaron su vida.

¿A qué factores atribuyes la pérdida de terreno del movimiento obrero anarquista organizado, desde la segunda guerra mundial?

El comunismo, utilizando su demagogia populachera, ha removido todos los estamentos sociales y políticos del mundo. La desgracia ha sido que con ello se han hundido, más de lo que cabía suponer, los clásicos valores humanitaristas.

Estos escolásticos y jesuitas del siglo XX nos han robado la bandera de la libertad para sofisticarla. Lo que no han podido ganar lo han aplastado. Esta maléfica invasión, que incluso ha hecho tambalear a las clases intelectuales de todo el mundo, ha desviado la mística revolucionaria que representaba la punta de lanza del anarcosindicalismo, y el campo obrero se ha resentido gravemente de ello.

Por otro lado, los anarquistas han creído hacer frente a esta situación encerrándose en sí mismos y practicando una caza de brujas de todo aquello y de todo aquél que les resultara sospechoso de herejía. El resultado ha sido que no han surgido nuevos valores y que continuamos alimentándonos de la herencia de los viejos maestros. Hasta que no remita esta ola perniciosa y el hombre no recobre su sentido de orientación, resultará difícil que el sindicalismo libertario reemprenda la marcha. Otro de los factores de decadencia ha sido la invasión por el Estado de todos los dominios. Las leyes sociales han aportado muchas mejoras a los trabajadores pero han adormecido su espíritu inconformista, aumentando su aburguesamiento en el seno de la sociedad de consumo. Finalmente, la industrialización, con su compañera la tecnocracia, ha hecho pedazos a la clase proletaria, transformándola en una dispersión de clases, perdiendo así su unidad. Los anarquistas no han hallado aún su equilibrio táctico dentro de este tambaleante contexto.





Publicado en Anthropos, nº 102, pp. 26-35.

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