Centro Social Seco

De Ateneo Virtual
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El lugar donde se desarrolla nuestra historia, el siempre cambiante decorado, será el barrio de Adelfas de Madrid, entre el puente de Pacífico y el Puente de Vallekas. Un barrio de casas bajas y edificios no muy altos, con sus abuelitos sentados al sol en verano, sus solares y casas medio derruidas, marañas de antenas de televisión que desafían al viento, un pequeño polígono industrial que prácticamente está en desuso, un campo de fútbol, un parque muy cutre pero entrañable y escasos equipamientos colectivos. Una descripción que lo asemejaría a bastantes de los barrios desfavorecidos de cualquier gran ciudad, porque al fin y al cabo el barrio es un concepto relacional, nos remite a unas determinadas relaciones sociales con un territorio y no meramente a un espacio topológico. El barrio es un concepto político cuando se concibe como espejo que refleja la complejidad y los desafíos de la sociedad actual, mostrándonos en lo concreto todas las problemáticas y tendencias de las que podemos hablar y teorizar desde lo abstracto. Las particularidades que singularizan lo local, frente a la homogeneidad abstracta que es lo global, son las que dan potencia y consistencia a los modelos de intervención y a las apuestas prácticas que ponemos en marcha.


Nuestra historia, por ponerle una fecha surge ligada a la de los colectivos de barrio, que nacieron a finales de los 80 al calor de las luchas estudiantiles, como una forma de ruptura con el universo referencial y con las formas de hacer política heredadas de la izquierda tradicional. Una apuesta por introducir nuevos lenguajes (autoorganización, autonomía, llevar lo político a la cotidianeidad…) y tratar nuevas problemáticas que desplazaban la centralidad de la lucha obrera (insumisión, okupación, ecología, genero…). Arrancamos entonces desde la creación del Kolectivo Adelfas Joven (KAJ), que reflejaría a nivel local este fenómeno emergente que se dio en barrios y universidades, donde grupos de afinidad comenzaban a dar una dimensión política a su amistad, desde territorios definidos.

En el año 91 y entre las muchas actividades que realizaba el colectivo, destaca la intensa campaña que llevó a cabo, junto a la asociación de vecinos, por una Casa de la juventud en el barrio. La Casa de la Juventud se consiguió, pero en la negociación sobre el modelo de gestión de la misma la Administración excluyó la participación activa en la gestión a aquellos a quienes estaba destinada, cediéndosela a una empresa privada. El resultado de este desencuentro es que el KAJ decide okupar un antiguo colegio abandonado, dando pie al nacimiento del Centro Social Seco y abriendo un proceso de participación que con sus más y sus menos lleva 12 años funcionando. Como anécdota añadir que la Casa de la Juventud se cerró a los tres años de abrirse porque no iba nadie y en el lugar donde estaba situada ahora mismo existe una inmobiliaria.

El largo proceso del Centro Social nos obliga a verlo como un proyecto en construcción permanente, en constante cambio, huyendo de una definición lineal u homogénea. Sabemos que una foto no es la realidad pero nos sirve para hacernos una idea de determinado paisaje, así la diferenciación de dos grandes etapas en la historia de Seco es una simplificación útil. La primera etapa durará hasta el año 97, durante la cual se desarrollan un amplio número de actividades (charlas, talleres, fiestas y conciertos, junto a una distribuidora de material alternativo, revistas, ropa, música, libros...) y se conecta en cierta medida con los jóvenes del barrio no politizados que utilizan el Centro Social como espacio de encuentro y esparcimiento. El discurso teórico disponía de una gran potencia, pero debido a diversos factores como el marcado carácter juvenil, la incapacidad de reflexión de los movimientos sobre si mismos para generar conocimientos que modificasen la praxis, o las identidades colectivas que se despliegan, el proceso termina estancándose políticamente. El imaginario, el uso del lenguaje, las consignas, la estética... devienen autorreferenciales y no permiten comunicar con lo social, no han podido trasladarse a procesos sociales sufriendo por ello un proceso de aislamiento.

Regreso al barrio

Tras una crisis en el año 96 Seco permaneció cerrado, hasta que es reokupado por un grupo de gente que tras conocer y convivir políticamente con experiencias como la de la Parroquia de Entrevías, la Coordinadora de Barrios o Madres Unidas Contra la Droga, que llevan muchos años luchando contra la marginación y la exclusión social no en nombre de los marginados sino con ellos, se plantean una profunda autocrítica e inauguran un proceso de redefinición del sentido de la práctica política como colectivo. Decidiendo un regreso al barrio como territorio central de trabajo.

La vuelta al barrio es planteada con la intención de insertarse en la realidad cotidiana del mismo y trabajar desde ella. Lo primero que se hizo al respecto fue recuperar el vínculo con la asociación de vecinos, poblada ya solamente por gente muy mayor y cansada. Al poco de aterrizar en el barrio un grupo de traficantes de heroína ocupó una casa y montó un hipermercado de droga, intensificando la degradación de las condiciones de vida en el barrio (aumento de la delincuencia, violencia, miedo…). Ante esta situación y anticipándonos al surgimiento de las patrullas ciudadanas, decidimos convocar unas asambleas vecinales sobre el tema. Ese fue nuestro choque con la realidad, vecinos que querían linchamientos y presencia policial, otros que nos llamaban traficantes porque también estábamos ocupando, nosotros llamándoles fascistas… y asumiendo colectivamente que nadie sabía que hacer. La puesta en tensión constante de diferentes realidades obligadas a convivir si querían solucionar la problemática que los afectaba nos obligó a encontrar puentes de comunicación. Entre todos con el paso del tiempo se terminó comprendiendo que el problema de fondo era el deterioro social y urbanístico de la zona fomentado por la Administración, a expensas del desarrollo de un plan de remodelación pendiente. La decisión fue luchar por el aceleramiento en la aplicación de dicho plan, que se consiguió de la forma más ventajosa para los pequeños propietarios y garantizándose el realojo de los vecinos en el barrio.

Esta experiencia nos introdujo como referente en la vida del barrio, dotándonos de un cierto respaldo y legitimidad. Además a lo largo de este proceso, la gente que gestionábamos Seco heredamos la asociación de vecinos y tuvimos que implicarnos en otras tareas que hasta ahora no abordábamos (asistencia a Plenos municipales, relación con instituciones, trabajo en la Federación de asociaciones de vecinos, subvenciones, luchar junto a las AMPAS por la rehabilitación de los colegios públicos…). La paradoja es que al luchar con el vecindario por el plan de remodelación, luchábamos por nuestro propio desalojo al estar situados en la zona a remodelar (tirar todo abajo y construir de nuevo). Debíamos de inventar una estrategia que nos permitiera luchar por nuestra permanencia en el barrio, para ello aplicamos lo que metafóricamente llamamos hacer como La Pantera Rosa, que ante una amenaza pintaba un agujero rosa en la pared y se metía dentro, desdibujando sus contornos a la vez que pintaba el mundo de rosa. Nosotros al no poder confrontar un plan de remodelación tuvimos que ser reversivos, darle la vuelta al plan convirtiendo esa amenaza en una oportunidad, para ello redactamos un Planeamiento Urbanístico Alternativo que pintase de rosa el oficial, al contemplar el realojo del Centro Social en una parcela de equipamientos, y la constitución de una cooperativa de vivienda joven en régimen de alquiler aprovechando la titularidad pública del suelo tras ser expropiado. La elaboración del Planeamiento se convirtió en un proceso de formación permanente, que incluía un profundo análisis de la realidad del barrio, un aprendizaje sobre cuestiones de urbanismo, un trabajo con técnicos que nos asesoraban y una profundización en la relación con los vecinos, que fueron los primeros en conocerlo y darle el visto bueno. Un Planeamiento que no era solamente para nosotros, sino una apuesta a partir de la cual constituir un sujeto colectivo más amplio que gestionase, modificase y luchase por el proyecto.

La idea que se nos ocurrió para seguir haciendo barrio fue la de recuperar las fiestas, que no se realizaban desde que la asociación dejó de hacerlas hacía algunos años. En solitario las sacamos adelante, currando como hormigas y enfrentando la obstaculización permanente de la Junta Municipal, que por no colaborar ni siquiera limpió de jeringuillas el parque donde se situaba el modesto recinto ferial. Las fiestas son pensadas como un gran espacio público, reducido en el tiempo, que se convierte en punto de encuentro y permite mantener una comunicación física con el vecindario y el sentido de comunidad que comparte algo. Además las fiestas son un analizador histórico, es decir un elemento relevante en la historia del barrio, algo que todo el mundo conoce y valora de una determinada manera. Retomarlas era un gesto simbólico, un decir estamos aquí y estamos para el barrio. Las sucesivas ediciones de las fiestas han posibilitado la agregación de casi todo el mundo asociativo para la preparación de las mismas, dándole un carácter enormemente participativo.

La coordinación entre las asociaciones terminaría haciéndose permanente en el tiempo, dando lugar a la Red Local de Retiro. Una red que permite la comunicación, el intercambio de informaciones y recursos, además de la coordinación de actividades entre el conjunto de las asociaciones del distrito. En ella participan cinco grupos scout, la Red Ciudadana por la Abolición de la Deuda Externa de Retiro, grupos de parroquia e interculturalidad, colectivos de barrio, la asociación de vecin@s, la cooperativa de vivienda COVIJO y el Centro Social Seco. Una variada red que recoge la diversidad de grupos que se están esforzando por construir en común un barrio mejor, para ello abordamos tareas como la dinamización de los oxidados Consejos de Participación Ciudadana de la Junta Municipal, la defensa del Planeamiento Alternativo, la Consulta Social Europea o las temáticas que te impone la actualidad (huelga general, guerra…).

Paralelamente a este proceso también retomamos el periódico “El Barrio”como un elemento que nos permitiese comunicarnos con el vecindario y difundir nuestras propuestas y proyectos, a la vez que percibir como estos eran recibidos y si coincidían o no con las preocupaciones de la gente. Editamos bimensualmente 4000 ejemplares gratuitos, que además nos han servido para rescatar de la memoria colectiva el viejo periódico de la asociación (que se llamaba igual) y servirnos de puente con las generaciones más mayores. Con el paso del tiempo el periódico ha sido asumido como una de las tareas conjuntas que realiza la Red Local de Retiro, aumentando así su capacidad de dar información y de distribuirse más ampliamente en el conjunto del distrito.


Una iniciativa por potente que sea, aislada en un barrio no tiene capacidad de incidencia en este mundo globalizado, es necesaria la puesta en red de unas iniciativas locales con otras. Hacer de las islas un archipiélago al ponerlas en conexión, como diría Jesús Ibáñez. Para articular esa conexión junto a otras experiencias similares que existen en Madrid constituimos la Comisión de Juventud y Movimientos Sociales de la Federación de Asociaciones de Vecinos de Madrid, dando pie a una red metropolitana que nos permite aprender, defendernos y redimensionar nuestras luchas junto a las de otros.

En el cambio de siglo además de todo lo anterior, continuamos con la actividad cultural del Centro Social, destacar la relación con algunos grupos de chavales jóvenes que han asumido Seco como uno de sus lugares de socialización y encuentro, incorporándose a la dinámica de trabajo del barrio. Además dinamizábamos la constitución de la cooperativa de vivienda joven, que finalmente se llamará COVIJO. La cooperativa está compuesta por 70 jóvenes, principalmente del barrio y que en su mayoría no provenían del mundo de los movimientos sociales, teniendo su sede social en el Centro Social. COVIJO es un espacio radicalmente democrático donde con la ayuda de los técnicos que nos van asesorando (sociólogos, arquitectos, urbanistas, formadores…) se va decidiendo colectivamente todo lo que afecta a la cooperativa (organización interna, realizaciónde tareas, diseño de los proyectos y del modelo de vivienda, ampliación del proyecto…). La metodología participativa que aplica en su funcionamiento supone un momento real de cooperación en si mismo, fortaleciendo la sensación de formar parte de algo colectivo, integrando una mayor diversidad de propuestas y de formas de ver la realidad, favoreciendo el encuentro y conocimiento mutuo de l@s cooperativistas y socializando el conocimiento del proyecto. Un proyecto que va concretándose y ampliándose, mediante talleres y dinámicas sobre temáticas como el desarrollo local y comunitario, arquitectura bioclimática y ecología social, cuestiones de género y urbanismo oposibilidades de autoconstrucción de elementos del edificio. Actualmente junto a la realización de los talleres temáticos que ampliarán el proyecto, se está desarrollando un concurso-taller junto a alumnos y profesores de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura, del que se pretende extraer diseños concretos y modelos posibles de partes del edificio, a la par que se difunde el proyecto porque somos conscientes de que solos no podemos y con amigos si, como se decía en La Bola de Cristal.

El trabajo desarrollado a lo largo de estos años está comenzando a dar su fruto, al ver como se van consolidando en el tiempo todas las iniciativas, y las expectativas que estos están empezando a generar a su alrededor. Expectativas en el propio barrio, en las distintas redes sociales de Madrid con las que tenemos contacto, en la Federación Regional de Asociaciones de Vecinos de Madrid e incluso en algunos ámbitos académicos e institucionales. El Planeamiento ha comenzado a negociarse con la Administración, de cara a que este se haga efectivo, tratando de imponer unos criterios de rentabilidad social sobre una lógica donde priman los intereses económicos, propios de toda operación urbanística de estas características. La apuesta, en definitiva, es participar y no padecer las transformacionesde la ciudad, construyendo participativamente nuestro habitat desde la definición compartida que realicemos de las necesidades, problemáticas y posibles soluciones. Reinventar una ciudad basada en su valor de uso y no en construir una imagen o prototipo, que sea insertable dentro del circuito de ciudades que compiten en el mercado globalizado.

Este sería un breve resumen de nuestra experiencia, el mapa del trayecto que hemos recorrido, singular, único e irrepetible. Nadie se pierde en el mismo lugar y de la misma manera. Este mapa no es para que repitáis el camino que hicimos, sino para ayudaros a que inventéis uno nuevo. Una experiencia que piensa es una experiencia que da que pensar. Sembrar interrogantes, convertir esta serie de palabras en una herramienta utilizable por otras iniciativas para caminar.

[Extraido de Centro Social Seco]