Dolors Marín: «Las mujeres son las que construyen un verdadero tejido en torno a las cooperativas históricas»

Entrevista publicada originalmente en el medio El Setembre, de la pluma de Josep Comajoan. Traducimos del catalán:

 


tenemos «mucho que aprender de movimientos

anteriores porque tenemos una tradición y todo

un patrimonio acumulado» | Josep Comajoan

Dolors Marín Silvestre (Hospitalet de Llobregat, 1957) es historiadora. Experta en la historia de los movimientos sociales europeos contemporáneos, se ha especializado en el estudio de la formación de la cultura libertaria en Cataluña y la organización de grupos de afinidad en torno al anarquismo, pero también de ateneos populares o cooperativas , y del papel que jugaron las mujeres obreras. El pasado junio hizo la presentación del libro El movimiento feminista cooperativo , de Marc Dalmau y Mar Masip, editado por la Fundación Roca Galès con Cossetània Edicions.



Empezamos retomando el hilo de lo que decías en la reseña del libro El movimiento feminista cooperativo en la revista Cooperació Catalana. Decías que es «una aportación novedosa y necesaria dentro de nuestras genealogías femeninas, huérfanas de referentes históricos». ¿Realmente es así de grave? ¿Y huérfanas porque la sociedad patriarcal de cada momento otorgó a la mujer un papel secundario, o porque la realidad fue otra pero se le ha invisibilizado en la historia?



Ambas cosas. Todo va relacionado. El libro es magnífico porque por primera vez aparecen los rostros de estas mujeres. Hasta ahora sólo conocíamos a Micaela Chalmeta, y porque ya había sido recuperada en algunos libros sobre historia del cooperativismo. Pero ahora nos han aparecido Regina Lamo y otras muchas mujeres que tuvieron un papel muy activo, no sólo durante los años de la dictadura de Primo de Rivera, que estaban más invisibilizadas, sino sobre todo durante los años republicanos, que ya pudieron hacer conferencias. Y sobre todo animar a las demás mujeres a participar en el movimiento cooperativo. Porque en el fondo era la mujer la que iba a comprar y dependía de ella que la cooperativa, sobre todo la de consumo, tuviera éxito o no. Por tanto, la sociedad patriarcal por un lado invisibilizó a las mujeres, y por otro, la escritura de la historia ha contribuido, y mucho, a que estas voces y rostros se mantengan olvidados. Es fundamental, sobre todo para rescatar estas huellas, y para ver qué prácticas utilizaban las mujeres, estas abuelas nuestras, para tratar de construir movimientos sociales. No olvidemos que estas mujeres tan activas son las que construyen un verdadero tejido en torno a las cooperativas, yendo con sus hijos a los actos lúdicos que organizaban, yendo a las excursiones, o a la biblioteca.



Es decir, que ¿en el movimiento cooperativo encontraríamos quizás una presencia femenina incluso más alta por todos estos factores que decías que en otros movimientos populares?



Sí, esto es básico. Yo hice la tesis sobre los grupos de afinidad anarquista, y era el mismo fenómeno. No se explicaría la efervescencia de la gente que aparece en la guerra civil con el fusil en la mano a defender el ateneo, la cooperativa, el pequeño local donde se reúnen, la escuela racionalista, si no se hubiera creado este tejido en el que participan las mujeres. Porque a diferencia de los sindicatos, estos espacios que crecen en cada barrio los conforman hombres y mujeres que crean redes de sociabilidad. Y sin las mujeres no existe. Cuando hice la tesis también me interesó mucho ver la endogamia en estas redes, como en los ateneos anarquistas aquellos chicos que llevaban a las hermanas, éstas se acababan casando con los compañeros del grupo. Y así se creaba un sustrato alternativo republicano, anarquista, socialista, heterodoxo, del POUM, un tejido social de izquierdas en el que las mujeres eran el nexo de toda esta sociabilidad. Sin ellas no se entendería el movimiento ateneístico, no se entendería desde los baños de sol, el naturismo, el nudismo, las opciones vegetarianas… Las enseñanzas nocturnas de ateneos y cooperativas no se entenderían sin la presencia de la mujer. 

¿Y esto nos explica, en parte, que después en el 36 hubiera esta efervescencia en Cataluña también con presencia femenina?



Sí, esto nos explica, por ejemplo, el hecho de las milicianas, que es impensable en otros lugares donde no hubiera habido esa sociabilidad. Tenemos mujeres de las cooperativas que se marchan al frente, con sus hermanos, su marido o compañero, porque entienden que la lucha antifascista es una parte más de la sociabilidad que han estado construyendo durante tantos años. 



¿La realidad era la misma en un entorno urbano y rural?



Era distinto. Este fenómeno de asociacionismo obrero lo encontramos sobre todo en el entorno urbano. La gente ha emigrado del campo a la ciudad, ha perdido el nexo con su familia de origen, y lo que hacen al llegar al entramado urbano, sobre todo en la periferia de Barcelona, ​​pero también en Sabadell, Terrassa o Reus, es volver a construir familia. Y esta vez lo hacen a partir del entorno asociativo, por eso es tan fundamental. Estamos hablando sobre todo de mucha juventud que necesita encontrar redes de sociabilidad del tipo que sean. 



Y hablando del papel de la mujer en los movimientos sociales históricos, no sólo limitados en el cooperativismo. Ya en el urbano, ¿encontramos diferencia entre la participación de la mujer en una Barcelona, ​​en una Barcelona de barrios populares o ya finalmente las periferias urbanas de Barcelona que tú también y tan bien conoces?



Tanto Barcelona como las periferias van un poco a una. Barcelona está compuesta por muchos pequeños barrios, todos con sus pequeñas periferias. Cuando están las agregaciones en Barcelona, ​​encontramos, por ejemplo, barrios que habían sido muy radicalizados como Gràcia o Poblenou. Pero tenemos todo un entorno de fábricas, chabolismo y vivienda muy pobre, los caldos de cultivo no sólo de las cooperativas, sino de los ateneos, o de las casas del pueblo de los radicales. En todo este contexto urbano encontramos la necesidad de crear nuevos espacios de sociabilidad, dile cooperativa, biblioteca obrera, o casino, que también en muchos lugares se llamó así. Encontramos el fenómeno en todos los núcleos que empiezan a industrializarse, a partir de los años 50-60 del siglo XIX. Y todo esto lleva de la mano a las primeras asociaciones ligadas a la AIT -la Asociación Internacional de Trabajadores-, pero también a Rochdale y al movimiento cooperativo. En una época que, aunque no hubiera internet, ellos lo recibían y leían todo. Sobre todo tendremos una gran influencia francófona. No olvidemos que Monturiol ya era amigo de Étienne Cabet, y por eso tendremos a los icarianos en Barcelona; leerán a Fourier, que será publicado en Barcelona en 1841 por una mujer… Encontramos ya toda una introducción de todas las ideas europeas de oposición al capitalismo. De una forma u otra. Pero ellos quieren encontrar una solución a ese capitalismo que los despersonaliza, que les ha hecho marchar de dónde han nacido para convertirlos en un número ante una máquina, trabajando a destajo. Intentan encontrar soluciones y, aunque fueran analfabetos,  en seguida intentarán autoformarse, editar, tener imprentas -que es importantísimo-, tener medios de prensa, y sobre todo, asociarse.


Dolors, durante la entrevista, en Hospitalet,

población donde vive Foto: Josep Comajoan

Me hablas de personajes vinculados al mundo libertario. Tú eres especialista en la historia del movimiento libertario, de anarquistas y librepensadores. Y librepensadoras. ¿Qué representó todo esto en este país, por qué parece que aquí cuajaron más estas ideas, y qué queda hoy de ellas?



Cuajó en nuestro país sobre todo por la situación de indefensión de la clase trabajadora, que en Catalunya se decanta mucho por el anarquismo porque es la opción que realmente le soluciona las cosas. Si la CNT no hubiera optado por la acción directa y por la acción violenta, no habría tenido tantos miles de afiliados, nos guste o no. Se gana la huelga de la Canadiense a partir de unas huelgas durísimas para la clase trabajadora. Y todas estas ideas impregnan y mucho a nuestros bisabuelos. Si se hubiera garantizado una estructura más legal, unas vías más reformistas, quizás no habríamos tenido todos los fenómenos de violencia callejera que fueron naciendo, pero es precisamente la violencia del capitalismo la que genera esta respuesta obrera. Para mí ha sido interesante no sólo estudiar el anarquismo, sino ver que durante la guerra civil, o la Revolución que ellos llamaban, lo que aparece es el fenómeno colectivizador, que es hijo de todo el movimiento cooperativista. La idea de poder funcionar sin patrón es un salto cualitativo importantísimo, pero es que muchos, como el propio Peiró, que fue ministro de Industria, ya tienen experiencia en las cooperativas obreras. Hay una experiencia que se remonta a las primeras cooperativas de producción, como puede ser La Redentora, aquí mismo en Hospitalet-Collblanc, o las cooperativas de vidrio, donde no se necesita inversión, para empezar a pensar que podemos funcionar sin un patrón capitalista. Y así es como se darán estas grandes experiencias únicas en el mundo.



¿Y qué queda hoy de todo esto? ¿O qué quedó después?



Uf… una represión brutal. Algunos se marcharon al exilio, a otros les pasaron por las armas. Y en principio parecía que el olvido se iba a imponer, pero desde fuera del país empezaron a investigar sobre estos procesos. Luego nosotros mismos. Y ahora queda un poso importante dentro del imaginario cultural catalán, cuyos referentes nunca se han ido. A lo que preguntas, todo el mundo tenía un abuelo o una tía anarquista. Y esto impregnó muchos movimientos como el de renovación escolar, con la experiencia de Ferrer y Guardia y los Ateneos, influyó mucho en el movimiento de maestros de los años sesenta y setenta, la idea de la escuela libre, racionalista, laica. Impregnó también un proceso, que acabó, pero que durante los años de la transición intentó realizar colectivizaciones o procesos cooperativos en el textil catalán, que se estaba desmontando. Había un poso que se mantendrá vivo con gente como Manuel Cruells, o Pérez Baró, que intentaron salvarlo por la posteridad. Y ahora nosotros que todavía estamos investigando, porque ese papeleo, está ahí. Y a ver qué sacamos.

Has hablado de simpatías hacia la acción directa. Esto en el país de ni un papel en el suelo y donde los contenedores tienen mayor protección que las personas mismas. ¿Era realmente así?



¡Sí, claro! Yo cuando investigué a los grupos de afinidad, lo que me interesaba era saber qué tenía esa gente en la cabeza para salir a defender, por ejemplo, un ateneo. Ateneos que no sólo había anarquistas, había desde gente de Nosaltres Sols -o sea, superindepes- a ERC o gente del POUM. Quería saber qué hacía que esta gente lo salieran a defender con la vida, que es muy bestia. Pues bien, defendían todo ese imaginario cultural que habían ido creando en parte con la acción directa. Porque si la CNT fue algo es porque ganaba las luchas. Ya que un sindicato donde sólo hicieran el hippie y aprender bailes de salón, no les hubiera funcionado. Hubiera sido una asociación cultural. Por eso ya teníamos los Amigos del Sol, o muchas revistas naturistas. Sino que realmente ganaban huelgas y estaban oponiéndose a una clase patronal terrible, que en los años del pistolerismo no dudó en matarlos. Un fenómeno como el del pistolerismo que sólo se dio en Catalunya. ¿Qué significa esto? Que teníamos una clase patronal muy radicalizada y que en el momento en que no querían pactar con los obreros deciden eliminarlos directamente. Y claro, los demás también se organizan, con los grupos de afinidad, y los habrá armados, pero otros que harán teatro o montarán una imprenta. Ellos diversifican toda esa acción. Porque dicen que no quieren hacer la Revolución si no hay una persona al día siguiente de la Revolución digna de vivir en ese contexto revolucionario. 



La Barcelona rebelde, la rosa de fuego, y si es necesario, lo hacemos extensivo a toda Cataluña, ¿es realmente cosa del pasado, está aniquilada del todo, o en realidad está adormecida a la espera de la próxima vez? ¿Qué podemos aprender de la historia, en ese sentido? Por ejemplo, ¿los hechos de octubre de 2019, después de la sentencia del 1-O, fue una chispa que no acabó de cuajar, o soy yo que ya me flipo?



No, no. Existe un sustrato de una ciudad, que es la rosa de fuego. Hay sobre todo una conformación de barrios en Barcelona con una estructura descentralizada de la ciudad, que es como una ciudad de pequeñas periferias. Además, está lo que se llama el área metropolitana, o las periferias de Barcelona, ​​o lo que Oyón, el geógrafo, dijo muy acertadamente el «cinturón rojinegro» de los años treinta. Y siempre tenemos una migración constante, de gente joven, con ganas, que vienen atraídos por la idea de la rosa de fuego. Todo esto no se ha apagado. Pese a la represión franquista, a pesar del envejecimiento de la sociedad, siempre queda un poso, de idea de autonomía, de independencia si quieres, de mantener toda una tradición, que no es sólo la lengua, sino todo un imaginario cultural popular súper bien arraigado. La idea escatológica de los caganers catalanes no es broma, es una tradición irredenta y anticlerical. También existe una tradición librepensadora y anticlerical fundamental. Y todo esto está ligado a la literatura que hemos leído, a lo que se va editando… Hay un hilo rojo, que llamaba Francesc Ferrer, que nunca se ha cortado.



¿Recuperar la memoria histórica, también de determinados movimientos populares, sería un primer paso para que algún día estos movimientos puedan volver a tener el protagonismo que tuvieron en el pasado?



Claro. Quien pierde sus orígenes, pierde su identidad. Yo soy muy partidaria de hacer algo que llamamos rutas urbanas, que ahora se ha puesto más de moda, que es pasear por los barrios y recordar dónde había un ateneo, dónde había una escuela racionalista, de dónde se marcharon los hombres y mujeres en la frente… Porque si ha pasado una vez, puede volver a pasar, pero si lo borramos de la memoria colectiva, que es lo que quieren los fascistas, pensamos que esto no ha existido nunca. Recuerdo que cuando salieron los movimientos de objeción de conciencia, ellos no sabían que antes de la guerra, ya existían movimientos de objeción de conciencia, con un gran rechazo a la guerra del 14. Por desgracia, los movimientos alternativos siempre nos parece que empezamos de nuevo. Y tenemos mucho que aprender de los movimientos que han sido antes que nosotros, porque tenemos una tradición y todo un patrimonio acumulado. Esto es importante. Lo veo también en el feminismo. La falta de referentes de mujeres fuertes y poderosas. Es lo mismo, todos los movimientos sociales y alternativos nos encontramos. Si volvemos a poner a nuestros referentes en las calles, es recuperar y empoderarnos cada día con lo que teníamos antes.

Ahora que hablas de la recuperación de la memoria histórica, en cuanto al papel de la mujer, he leído cómo te lamentabas de que en los libros de texto de secundaria aparecen poco más que algunas imágenes de damas victorianas sufragistas…



Sí, y vencidas, que se las lleva la policía derrotadas. Es un desastre. ¿Qué niña puede reflejarse en una señora que, bueno, que no era ni como su abuela? No hay imágenes fuertes de mujeres vencedoras, de mujeres hablando frente a otras mujeres, como sería Emma Goldman, o cualquier mujer, tanto de derechas como de izquierdas. Aquí también tenemos a Francesca Bonnemaison, que era una mujer de derechas, pero que crea una obra importantísima de educación de las mujeres. No tenemos referentes de mujeres, muy mal. O no se han dado cuenta o lo están haciendo con muy mala idea, de borrar a estos referentes femeninos, que las niñas no puedan reflejarse.



En 2011 lamentabas en una entrevista que la investigación historia sobre el movimiento libertario se realizaba casi por militancia. ¿Estamos en estas, todavía?



Sí. Por desgracia, sí. Hasta hace poco el movimiento libertario se veía sólo como algo muy violento, y todavía existe este estereotipo y todavía me preguntan mucho sobre este cliché. Nunca se ha mirado toda la obra constructiva de la Revolución española, no sólo las colectivizaciones, sino también las escuelas que florecen por doquier, o los centros obreros. Nunca se ha mirado toda la obra de edición de libros, folletos, etc., de las editoriales obreras, que es un patrimonio que deberíamos conservar y divulgar. Y en cambio todavía existe el estereotipo. Porque, quieras o no, el movimiento anarquista va decididamente contra el poder, y a éste no le interesa. A lo sumo, le interesa de vez en cuando recuperar la figura de la mujer vestida de miliciana, porque queda muy bonito, como si fuera una postal, pero no se va más al fondo, ni se preguntan si esta mujer murió en Ravensbrück o en los campos de concentración de Francia. No se va más lejos, y es una pena, porque existe como una vulgarización de la guerra civil, y del anarquismo, en algunas películas, pero no hay un estudio bien hecho de lo que significaba el movimiento anarquista para los obreros y las obreras.


Dolorses optimista y cree que, aunque a veces

no lo parezca, existe un «hilo rojo» que

mantiene vivo el espíritu rebelde en Catalunya

a lo largo de las décadas Foto: Josep Comajoan



Un tema que me ha llamado la atención es que en 2018 publicaste un libro sobre las mujeres espiritistas y librepensadoras, pioneras en la lucha por los derechos civiles, y los derechos de las mujeres en concreto. Visto con ojos de hoy en día, librepensadoras, todavía; espiritistas nos remite a una cierta marginalidad, por no llamar casi friquismo. Pero no, ¿no?



No, esa fue mi sorpresa. Hace ya más de veinte años, cuando investigué la Semana Trágica, para rescatar el papel de las mujeres y de los ambientes marginales en la revuelta de julio de 1909, empecé a ver aparecer a estas mujeres. Y me extrañaba mucho, porque pensaba que estaban muy chifladas, la verdad. Y no, de repente me di cuenta de que son las primeras que hacen revistas de mujeres y para mujeres. Que mujeres como Amalia Domingo Soler, que era una modista casi ciega, había estado veinte años editando una revista con muchos suscriptores y que incluso se vendía en Antillas y en Cuba. Y empecé a intentar investigar, y las vi ligadas a estos primeros movimientos feministas intentando crear también lo que serían fracciones de choque, alianzas en las que encontraremos la Autónoma de Mujeres, anarquistas como Teresa Claramunt de Sabadell, o López de Ayala, que primero fue anarquista y después republicana, y Amalia Domingo Soler, que era espiritista… Hay plataformas de mujeres que intentan avanzar, sobre todo hacia la educación de las mujeres, que es su mayor handicap, que no hay escuelas para niñas. Y también un poco con el movimiento asociativo de mujeres, porque en aquellos años era inconcebible que pudieran reunirse. Ellas dieron estos pasos, a partir de los años 1880, ya partir de ahí se ve que van constituyendo asociaciones de mujeres... porque en aquellos años era inconcebible que pudieran reunirse. Ellas dieron estos pasos, a partir de los años 1880, ya partir de ahí se ve que van constituyendo asociaciones de mujeres... porque en aquellos años era inconcebible que pudieran reunirse. 

Pero... ¿Y por qué el espiritismo?



A mí me sorprendió, pero lo investigué. Y vi que dentro de los círculos espiritistas, que eran como ateneos y había uno o dos en cada barrio, ¡que es mucho, brutal!, eran los únicos lugares asamblearios y donde las mujeres podían hablar igual que los hombres, es decir, que las escuchaban. ¿Y por qué las escuchaban? Porque ellos creen que tanto puedes reencarnarte en un hombre o en una mujer. Hay un artículo superdivertido de Cándida Sanz, una mujer de Gracia, que les dice a los hombres: vigilad qué leyes hacéis, que nos discriminan tanto, no sea que vuelva a nacer y seais mujeres. Parece una tontería, pero ante un ateísmo que avanza mucho, cuando todos ellos habían sido formados en una tradición muy ortodoxa católica, piensan con la reencarnación como solución a medio plazo. Y esta reencarnación son hombres y mujeres, y es por eso que se las escucha. Crean unos movimientos asamblearios muy amplios, sobre todo basados ​​en la caridad, haciéndole una gran competencia a la iglesia católica. Además, ellas dicen que no hacen la caridad de la estropajosa, que son las damas ricas de Barcelona, ​​sino que están verdaderamente en los barrios. Lideran, por ejemplo, protestas de ciegos o de sordomudos, y cuando están las grandes epidemias de cólera, ayudan a curar a la población civil. Sobre el espiritismo tampoco sé hasta qué punto creen o no. Ellas quizás aprovechen estas redes para escribir, para que se las escuche, porque además ellas son las primeras que están junto a los obreros, a partir de 1880, con los teatros. Cuando hacen mítines obreros, Llunas y Pujals y todos estos de La Tramuntana, que son los anarquistas, ellas también están, actuando con ellos, cuando era inconcebible que una mujer estuviera en un teatro. Está Claramunt, López de Ayala, o incluso Amalia Domingo Soler, espiritista. Están compartiendo espacios con el movimiento obrero. Esto me hizo tener más respeto por el espiritismo, que nada tiene que ver con eso que hacen en la tele por las noches. Porque sólo conciben el espiritismo, no por acertar la lotería, sino como caridad, un proceso muy humilde, de ayuda mutua, son pacifistas, se oponen a todas las guerras, se oponen a la pena de muerte… y esto nunca se explica. O sea, si hay un movimiento pacifista importante en Catalunya, es porque lo conforman espiritistas, teósofos y  desertores de todas las guerras. Estos son los que salen en la Semana Trágica en la revuelta contra las quintas. Incluso entre los detenidos del Proceso de Montjuïc de 1896, que es la primera gran castaña contra el movimiento obrero organizado en Barcelona, ​​ya encontramos a muchos espiritistas detenidos. Además, van contra la iglesia. Dicen que todavía creen en Jesucristo, pero que la iglesia ha pervertido el mensaje; es una crítica feroz.



Fascinante…



A mí se me abrió un mundo. Estas mujeres perdurarán hasta la guerra civil. Aparte, del movimiento espiritista nace otro movimiento, sobre el que estoy trabajando ahora, que son los teósofos. Éstos tienen mucho que ver con la India, también con la reencarnación, pero son gente como los Maynadé, los Mateos, muy conocidos en los barrios de Catalunya. Y estos teósofos, en los años veinte, ya abren una biblioteca que le llaman orientalista, hacen sesiones de yoga en la calle Canuda… ¡en los años veinte! O sea, que traen toda una corriente que ahora se ha recuperado a partir del budismo, pero ellos ya lo hacen en aquellos años. Esto nos hace ver cómo la represión del 39 arrasó con toda una cultura catalana muy rica, muy variada, porque todos estos son vegetarianos y tal… Todos estos se van al exilio, estos teósofos terminarán en México, publicando con un señor del POUM,



Con el referente histórico que tú tienes, ¿cómo ves el movimiento cooperativo catalán actual? ¿Y no sólo me refiero al cooperativismo de trabajo, también al de la vivienda o de consumo? ¿Hay alguna chispa que creas especialmente interesante, con los referentes históricos que tenemos, o estamos a años luz de darse aquellos escenarios de finales del XIX y principios del XX?



Hubo un movimiento interesante en torno al cooperativismo en los años de la transición, que por desgracia no cuajó, quizá por falta de experiencia, porque todo el mundo tenía muchas ganas. Pero las crisis económicas del 78-79 fueron brutales, sobre todo en el textil. En Badalona sé que se intentaron crear cooperativas, salvarse de la derrota. Se montaron también cooperativas de consumo, escuelas cooperativas… Pero hubo algo de bajón. Y ahora por suerte, con la gente joven existe un reflujo importantísimo. Y creo que estamos en muy buena onda. La gente joven tiene una experiencia distinta, no están tan masacrados por la represión franquista como nuestra generación. Están muy frescos. Yo lo veo con mis sobrinos, con mis hijos, que están haciendo cosas nuevas. Hay cooperativas de edición, prensa, libros, cada vez más viviendas cooperativas, cooperativas de consumo, pequeños proyectos que van surgiendo de tres o cuatro personas que van a producir huevos o tal cosa. ¡Lo veo muy bien!

¿Qué papel debe jugar la educación en la conformación de una nueva sociedad más justa? ¿La enseñanza pública está haciendo la función de crear personas libres que luchen por un mundo más justo y feliz?



No sé si la enseñanza pública, pero los maestros y profesores, sí. A veces, aunque nos envían un currículum desde Madrid que debemos cumplir, yo he visto que gracias al esfuerzo militante total de maestros y profesores, en muchas escuelas las niñas han podido celebrar unos 8 de Marzo preciosos… Sin el esfuerzo decidido de los profesores y de las profesoras no estaríamos donde estamos. Porque la enseñanza pública debe ser muy vocacional, y estoy admirada de aquellos que verdaderamente tienen vocación. La única forma de transformar la sociedad es la educación, más que las estructuras exteriores. Si hacemos una sociedad igualitaria y tolerante desde la escuela, encontraremos que podemos salir de ella. Estoy muy contenta, antes de que hablabas del 1 de Octubre, porque nuestros niños salieron a la calle. Porque pensé que les habíamos educado muy bien. Porque son antifascistas, valientes, muy guapos… y piensas que lo has educado toda la vida para que así sea, y ahora igual te lo castigan, pero es como lo he educado yo, y como a mí me parece que deben ser las cosas. La educación lo es todo.



Y el movimiento feminista actual, ¿cómo lo ves? Tú has estudiado organizaciones como Mujeres Libres, pionera en su momento en España, pero no sé si también en algunas cosas en un entorno más europeo o mundial… ¿Como ves ahora el movimiento, en relación con toda esta historia que tú has investigado?



Lo veo con muchas alternativas distintas. Primero había un movimiento feminista cuanto más unitario, pero últimamente han aparecido todas estas nuevas sexualidades, ha habido un debate. Aunque en ocasiones el debate se enquista en posiciones muy personalistas, y es una pena. Debemos ser muy tolerantes con todos, que todos tienen sentimientos, y contra los sentimientos no se puede luchar; debemos respetar todo lo que la gente siente, y que la gente piensa. Y todo el mundo tiene derecho a definirse como quiera. Ahora bien, tampoco quiero que nos borren a las mujeres. Porque ahora ya parece que por parte sobre todo de un capitalismo muy liberal, existe un intento de borrar a las mujeres, que aún seamos las secundarias en todos los procesos… El proceso de los vientres de alquiler, por ejemplo, es muy peligroso, porque una cosa es realizar una acción altruista, y otra que se creen granjas de mujeres,  como puede pasar en algunos países de Europa del Este o Asia.



[Un resumen de esta entrevista fue publicado originariamente en Cooperación Catalana ]

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https://www.elsetembre.cat/noticia/1252/dolors-marin-dones-son-construeixen-veritable-teixit-entorn-cooperatives-historiques
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