Mientras más viejo te haces, más gente se muere
En estos últimos años he visto morir a un montón de gente. Por lo visto eso se debe a que mientras más viejo me hago, más personas perecen a mi alrededor. Y no es por mal fario que se diga, si no por ley natural, el destino y toda esa mierda. Estos últimos meses han sido un tanto atroces en ese sentido, y os cuento una defunción cercana: resulta que por h y por b ingresan en un hospital concertado de una orden religiosa a una anciana muy próxima de 93 años. Se le ha caído la batidora en el pie y lo tiene hecho cisco. Hasta ese momento lúcida y con calidad de vida (capacidad para moverse y tomar café, tostadas con aceite y jamón, y refrescos sin gas).
Bueno, nos ponemos a hacer los dos más cercanos turnos de 12 horas en «un hospital seguro», con mascarillas FFP2. Habitación individual y el pie como un melón. El agua del grifo pone cartel de «no potable». A la semana me doy cuenta de que la señora tose y respira regular. Lo comunico. Ni caso. Cuando llego a casa y me dan el relevo, me hago un test, y soy COVID positivo. Lo comunico al hospital, le hacen a la vieja el test, y es COVID positivo. Y el otro que está de guardia, es COVID positivo. Conclusión: los sanitarios nos han pegado el COVID (con tres vacunas puestas), porque nosotros dos estábamos limpios de polvo y paja al entrar, y ni hemos ido a la Semana Santa, ni a la Feria, ni a nada de nada. Y ahora viene lo gordo: aíslan a la anciana y a nosotros dos nos mandan a casa. ¿Y por qué? Ni idea. Todos estamos contagiados, ¿qué más da que nos quedemos cuidando a la vieja? ¡Fuera del Hospital! ¡Es el protocolo! Y contritos y obedientes, nos despedimos llorando y esperamos cuatro días. Llamada de teléfono: que le dan el alta, aunque sigue siendo COVID positivo. ¿Que qué que qué? Tras una larga discusión en la que el médico me dice que necesitan la habitación para gente peor, nos devuelven a la señora, en una ambulancia, a las cuatro de la tarde, con la caló, acompañada por un conductor. Y nos la devuelven que no se le entiende lo que dice, que no nos conoce, que no se puede sentar y con un aspecto lamentable y el pie un tanto negruzco.
Vuelta a empezar, avisamos al de cabecera, el de cabecera a la ambulancia, y nos plantamos en el hospital religioso concertado con mala hostia. Vuelta a la habitación. Analíticas, cultivos de líquidos del pie… Por lo visto se trata de una infección hospitalaria con una bacteria de las más chungas. Antibióticos. Y la señora sigue respirando mal, se descompensa, entra en insuficiencia cardiaca, se deteriora poco a poco, y a los veinte días fallece. Causa de la muerte: parada cardiorespiratoria por insuficiencia cardiaca.
Claro, es verdad que con 93 años, te puedes morir de cualquier cosa, y aquí hay muchos factores en la receta: un hospital concertado, personal que trabaja por tareas y que si te cagas aparecen a la hora y media porque están lavando en la otra punta, bichos que pululan por doquier, una edad avanzada que si te pinchas un deo es peligro de muerte… Y el COVID del «hospital seguro» (con «agua no potable» e infecciones asociadas), que aunque no la ha matado, algo ha tenido que ver seguro.
A lo que voy. Yo me cogí también el COVID y soy del grupo de riesgo, edad avanzada, patología subyacentes y todo eso. Pero a mí lejos de sentarme mal, me ha ido con el COVID de maravilla: me siento más fuerte, más ágil, duermo mucho mejor y con cuatro horas de sueño estoy completamente reparado. Además, cuando camino, dejo un perfume como de rosas. Pero el colega que se turnaba conmigo ha quedado tocado a base de bien, y dice que se cansa, que se asfixia… Y es la segunda vez que se coge lo del COVID. Ahí está hecho una mierda que no levanta cabeza y huele como un cerdo.
O sea: que lo que se decía de que el COVID no existe, que es como la gripe, que solo se coge una vez, que no deja secuelas más que en gente vieja (en mi caso secuelas positivas de mente clara y fortaleza), y que el Estado dice que muere de COVID cualquiera lo pille aunque a los dos meses sea aplastado por un piano, es estrictamente en este caso, no cierto. Y cuando llegue en 2022 la estadística del INE mostrando los fiambres de 2021, nos enteraremos del impacto de la pandemia, vacunación masiva dios mediante. Ya os la contaré. Que conforme me hago más y más viejo, veo morir a más gente.
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Comentarios
naturalmuerte
Sí, es cierto, lxs negacionistas erraban con lo de la inexistencia del covid, pero quienes no iban tan desencaminadxs, eran lxs conspiracionistas.
Las teorías de la conspiración me parecen, en su inmensa mayoría de una estupidez superlativa. Siempre sabes cómo va a acabar la película apocalíptica. En el último momento, cuando falten pocos segundos para desaparecer la humanidad, algún superhéroe o guerrera racializada nos salvará. "No problem", dejen que el capitalismo continúe con sus beneficios y destrucción, que la cosa va bien, diría el busto parlante del noticiero.
Las historias en la sanidad pública, requerirían de más tomos que la enciclopedia Espasa, y es ahí donde las teorías de la conspiración, no se desvían demasiado como en el caso del terraplanismo. "Malthusianiiiiissssssmo, Malthu sianiiiiiissssmo!" que diría Salvador, no Puig Antich, sino el otro, el Dalí. Parece que para privatizar la sanidad pública, haya que hacer el traspaso a la privada, solo con pacientes (clientxs) sanxs. Se podría pensar que las listas de espera, son precísamente eso, aparte de una gran falta de recursos humanos, una espera a ver si quien padece de algo, se muere antes de que le toque la vez.
En mi paso por la sanidad pública, tengo demasiadas experiencias dolorosas y tremendas, como para recordar alguna satisfactoria. Me es muy difícil "quedarme con lo positivo". La más reciente, es una derivación a la consulta de medicina interna, por una rápida pérdida de peso y avitaminosis.
Era la primera vez que me visitaba la doctora de medicina interna, y cuando me preguntó por qué estaba allí, intenté explicárselo, pero me dió a entender que no tenía tiempo para escuchar una historia larga "porque se perdía". Lo único que vió, es la rápida pérdida de peso y sin mediar mayor explicación me soltó que no tenía cáncer. Qué bien pensé yo..., una doctora con más súperpoderes que House, solo con verme, ya sabe que no tengo cáncer. Si me hubiera preguntado, también se lo hubiese podido confirmar yo.
No me dió mayor oportunidad que la de decirle que me sentía sin fuerzas y agotadx. Insistió en que no era cáncer y me preguntó si había tomado antidepresivos, porque lo que tenía era una depresión. De nuevo, si me hubiese preguntado le habría explicado que no se trataba de una depresión. Ya sabemos que ahora, todo lo que nos sucede, es cuestión de salud mental. El encarecimiento del coste de la vida, los conflictos laborales, la precariedad y el malestar que produce, todo es cuestión de salud mental y eso se arregla fácilmente empastillándonos y dejándonos anhedónicxs, así ya no nos quejamos. El que tampoco podamos sentir placer, eso es de menor importancia.
Como comprenderás, le rebatí preguntando cómo podía saber que tenía depresión sin prueba alguna. Su respuesta fue reafirmarse en que debía de tomar antidepresivos. Algo alteradx, tuve que explicarle que parte de mi formación estaba relacionada con la salud mental y, aunque no era expertx, lo poquito que sabía no coincidía con los posibles síntomas de una depresión.
De pronto, su actitud cambió, "ah!, ¿has trabajado en salud mental?, me preguntó, y sin esperar respuesta cntinuó diciendo que mi agotamiento físico y dolor muscular, se podía deber a una fibromialgia. Para evitar que siguiera inventando más posibles dolencias, le interrumpí enérgicamente para hacerle notar que si ahora me señalaba una fibromialgia, no era la depresión que me había diagnosticado unos minutos antes, y ahí ya no me dejó continuar para decirme que el tratamiento de la fibromialgia también con antidepresivos. Es decir, que los antidepresivos no los podía evitar porque son como Roma; ahora todas las dolencias te llevan a ellos.
Como comprenderás, le argumenté que para determinar si era o no fibromialgia, eso sólo lo podría saber haciéndome las pruebas pertinentes. Rápidamente me aclaró que sí, que me iba a programar unas pruebas pero que ya vería como no tenía cáncer. No sé quien le mencionó a esta mujer algo sobre un cáncer. Sí, una rápida pérdida de peso puede ser uno de los síntomas, pero nada más. También lo pueden ser otras muchas cuestiones, como por ejemplo, que mi doctora de cabecera me hubiese recomendado algún tipo de dieta a causa de los valores de las analíticas que periódicamente me estaba haciendo.
Pues bien, me predispuse para las pruebas, y me sorprendió que me llamaran sin apenas demora para una resonancia magnética. Tenía que hacerme una placa y más analíticas, pues ella era la que quería decidir sobre los valores en sangre en la siguiente cita. Tras la resonancia, esperé ciert tiempo. Placas de tórax y analíticas no son pruebas que tengan demasiada demora, pero la espera se estaba prolongando ya demasiado. Pasados varios meses llamé por teléfono para preguntar sobre esas pruebas que faltaban, y la auxiliar que me atendió, comprobó que efectivamente había esas pruebas pendientes desde hace tiemp, pero que desconocía por qué no me había llamado para realizarlas, y que, como había pasado bastante tiemp desde que estaban programadas, debía anularlas y que hablaría con la doctora para que las solicitara otra vez. De nuevo a esparar. Después de otro mes, volví a llamar y me volvieron a confirmar que habían sido programadas hacía meses, posteriormente anuladas, y que le preguntarían a la doctora si había que hacerlas o no. Insistí en que eso ya me lo habían dich en la anterior ocasión, pero quien me atendió esta vez, se comprometió personalmente a hablar con la doctora y llamarme al día siguiente. Y lo hizo, aclarándome que en unos días me enviarían un SMS con la cita para las pruebas, pues la doctora le había confirmado que se tenían que hacer.
Volví a esperar pero la cita para las pruebas no me llegaba. Me personé en el hospital, en la oficina de "atención al cliente" (por cuestiones neoliberales que la sanidad pública ha asumido, ya no somos "usuarios" de sanidad pública, sino clientes), con la intención de poner una queja. La responsable de la oficina, no daba crédito y se puso a investigar. Tras una larga espera fuera de la oficina, salió para decirme que no había podido hablar con la doctora porque estaba atendiendo la consulta, y que era todo muy extraño. Sin dejarme poner la queja, me dijo que miraría de hablar con la doctora y solucinarlo. ¿Te puedes imaginar lo que pasó?
Pues sí, después de otro tiempo de espera, no me llegó ninguna cita, por lo que redacté en casa la queja y me volví a presentar en la oficina de "atención a la cliente cabreadx" para presentarla. Me atendió la misma persona y le recordé que anteriormente ya me había atendido diciéndome que me llegaría la cita. Dudó de que no me hubieran enviado el SMS y volvió a entrar en su despacho, al rato salió y se fue para otra parte y mientras la esperaba, me entró un SMS en el que me daban cita con la doctora, per n para las pruebas. Apareció la mujer de la oficina de quejas, y me dijo que me iba a llegar un SMS. Le expliqué que ya me había llegado, pero no para las pruebas y que la consulta con la internista, sin las pruebas, me parecía que no tenía mucho sentido.
Su respuesta fue devolverme la queja firmada y me dijo que seguramente las pruebas me llegarían antes de la visita, anticipándome que la resonancia había salido bien y no se veía nada anómalo.
Vaya, esta vez sí me llegó un SMS para la analítica, pero no para la placa...
La cuestión es larga, pero el desenlace verás que es del todo inesperado. Me hice la analítica, fuí a la consulta en la fecha prevista, había pillado el covid que no existe, pero no podía ausentarme porque después, lo primero que dirían, no es cómo me han mareado y me han dejado tiradx, sino que no me presenté.
Como decía, fui con el covid que no existe, con fiebre que tampco existe y con un malestar y cansancio importante. La sala de espera estaba abarrotada, casi tanto como cuando me hice la analítica. Con mascarilla y apartadx de las personas que esperaban, me llegó el turno. La doctora había cambiado de actitud, parecía otra. Miró la pruebas y con una mirada interrogante me dijo, no hay resultado de las placas. Le aclaré que no me habían enviado la cita, para descartar que pensara que no había querido hacérmela. Le alerté de que estaba con fiebre y que había dado positivo en covid y me dijo que en la resonancia todo parecía estar bien, pero que en la analítica, salía una importante carencia vitamínica y que para descartar cualquier otra cosa que me iban a hacer una placa urgente. Le pregunté si podía ser otro día, pues estaba mal físicamente y tener que esperar de nuevo se me iba a hacer imposible en mi estado. Me aclaró que no, que a ella otro día no le iba bien y que una placa urgente no había que esperar, solo hacérmela y volver.
Un tanto sorprendidx, la cosa fue así. No esperé para la placa y al volver a la sala de espera de la consulta, me vieron al salir otro "cliente" y me hicieron pasar para decirme que en la placa no aparecía nada preocupante. Me explicó que fuese a mi doctora de cabecera para que me hiciera la receta electrónica para las vitaminas que debería de tomar de por vida. Insistió en que me las inyectara, pero le dije que no, que las tomaría vía oral. Intentó convencerme de las ventajas de las inyectadas y extaña e insistentemente reiteró en que debía de tomarlas porque sino iría a peor. Le aclaré que no tenía nada en contra de tomar vitamínas, porque como he evitado vacunarme contra el covid y lo tienen en el expediente médico, llegué a pensar que podía creerse que soy antivacunas y antifármacos. Simplemente me parece absurdo estar a favor o en contra de las vacunas. Algunas sirven, otras no. Si las necesitas y sirven, no rechazo la vacuna. Me han puesto la del tétano tras accidentes de carretera y otras tantas en mi infancia. Eso sí, me he vuelto un poco más selectivx y valoro si es necesaria y eficiente la vacuna o no. En mi caso, por mi "misantropía", no me parecía necesaria y tampoco muy eficiente, tal y como se ha demostrado.
Quisiera aclarar que el covid tampoco parece que me haya dejado secuelas. Mi trastorno antisocial apareció entre la infancia y la adolescencia, no como consecuencia del covid, sino de este puto sistema de relaciones que me enferman y hacen que mi organismo no sintetice bien las vitaminas que ingiero. Hace años que tengo esta avitaminosis, y aunque alguna doctora la ha identificado, nadie, a excepción mia y de quienes me quieren, se han preocupado por saber de donde viene. Como me dijo hace tiempo un psicólogo en la penúltima sesión, "a tí no te pasa nada, el problema eres tú". Es por ese motivo que desconfío de la psicología, especialmente de la cognitivo-conductual, entre otras csas porque a ese psicólogo, ya en la segunda sesión le dije que no esperaba nada de él, salvo que acabara haciéndome responsable de mi malestar. Y así fue, pero esa es otra larga y jodida historia, y ahora estaba explicando otra.
Tal vez penséis que la cosa se acababa con ese diagnóstico, pues no. Como he dicho, hace tiempo que me suele pasar eso de que m organismo no pueda metabolizar bien ciertas vitaminas. Se que si las tomo oralmente en la cantidad adecuada, los niveles suben, por lo que el diagnóstico que me hicieron no es del todo acertado, solo que con covid y avitaminosis, no tenía ganas de explicarle a la doctora lo que debía preguntar y debería saber.
El siguiente y último capítulo es cuando me dirijo a la doctora de cabecera para la receta electrónica y resulta que está de vacaciones y me atiende la suplente. Ya sin covid, de nuevo la espera en la sala. Nos dan hora en la cita, pero solo se suele cumplir si te retrasas. Me llaman y entro en la consulta. Explico que me habían derivado a medicina interna para unas pruebas y que necesito que me incorporen las vitaminas en la receta electrónica.
La doctora quiere comprobar lo que le explico, y mira en su ordenador. ¡¡¡Sorpresa!!!, lo primero que me explica es que la internista dice que me tienen que enviar a salud mental... Lo que pasó a continuación no lo relato, imagínatelo..., hay varios posibles desenlaces. Para que después digan que no es para volverse locx.
Salud!, solo salud!
En realidad todos los
En realidad todos los españoles, visto lo visto, deberían tomar antidepresivos. E internarse en alguna Comunidad Terapéutica. Que son como los manicomios. Pero en chiquitito.
¿Ser español es grupo de riesgo o es riesgo no sentirse español?
Tengo una pregunta. ¿El jueves 24 de febrero del presente año, no estarías en un hospital suplantando a una doctora de medicina interna?
Los españoles no necesitan de antidepresivos, solo tienen que darse cuenta que las banderas, aunque sean españolas, no es más que tela teñida y no están hechas con la sangre y los trozos de vísceras de sus caídos por una patria inventada donde se construyen todas las patrias.
Deben darse cuenta que los toros son animales y no una fiesta nacional, que dios no existe y que el fútbol no es más que un miserable negocio de patriotismo a menor escala y que deben deszombificarse. La actual moda entre los zombies patrios, es llevar una pulserita con los colores de la banderita de España, y la estupidez no remite con antidepresivos amarillos y rojos o de otros colores, ni con comunidades terapéuticas grises o azul mecánico, ni tampoco a base de hoces, martillos, yugos, flechas o aguiluchos espachurrados por una losa patria.
No soy internista, ni siquiatra en prácticas
Y sé que cualquier cosa que diga se me volverá en mi contra. Pero dado que me da casi igual, ahí va: En mi caso cuando voy al médico, llevo clara la idea de que los médicos no lo saben todo, y que hay cosas que se les escapan. Por incompetencia, o porque nadie las sabe. También sé que si voy al médico es o porque me siento mal, o a veces por echar el rato. Por ejemplo, voy a Salud Mental cada dos o tres meses por charlar con el tipo, ver de qué escuela es, qué ideas tiene sobre Joung y cosas de esas de interpretación de sueños. Y siempre me acaba diciendo que tengo que ir al traumatólogo, o al internista, o al oncólogo, o al cardiólogo para que me recete betabloqueantes. Que lo mío es puramente físico. Voy a ver a alguien que sé que no me va a arreglar nada (mental), porque no me cobra y cada vez tengo más tiempo a medida que mis personas más queridas mueren y me quedo solo. Sé también que el SNS es lo que es, y que sus funcionarios los hay con muy mala leche y que a veces si han pasado una mala noche, te dan malas contestaciones. Y hay tratamientos que te dejan peor que la enfermedad. Y viceversa. Pero sigo yendo a ese local de matasanos que me han permitido seguir viviendo un par de veces, porque el de las Constelaciones Familiares y el del Reiki me dan muy mal rollo.
Todo viene del griego
Dicen que, hace muchos años, existió un médico que se llamaba Hipócrates (nada que ver con los hipócritas). Esos mismos que hablan de su existencia, la de Hipócrates, lo consideran "el padre de la medicina". Es decir, la medicina parece que no tiene madre o por lo menos no se la reconoce. Sospecho que en esa Antigua Grecia que vivió, debió de ser algo extraordinario ver a un médico embarazado y dar a luz a la medicina, sigo suponiendo, cagándola.
Aunque de Hipócrates apenas se tienen testimonios propios, esos que hablan de la existencia del médico, aseguran que es el autor del juramento hipocrático (no confundir con el juramento hipócrita), en el que se dice entre otras muchas cosas:
"...Jamás daré a nadie medicamento mortal, por mucho que me soliciten, ni tomaré iniciativa alguna de este tipo; tampoco administraré abortivo a mujer alguna. Por el contrario, viviré y practicaré mi arte de forma santa y pura"
Es decir, ni interrupción del embarazo, ni eutanasia en un país en el que existió el Monte Taigeto. Claro, no los necesitaban.
Afortunadamente, el juramento se fue "modernizando con el paso del tiempo y se fue adaptando hasta la "Declaración de Ginebra" (nada que ver con la bebida alcohólica destilada con sabor a frutos de enebro, ni con la consorte del rey Arturo y amante de Lancelot du Lac), en donde el texto y el contexto cambia completamente:
"No emplear mis conocimientos médicos para violar los derechos humanos y las libertades ciudadanas..."
Desde que a la mujer institucionalmente se la considera humana, y por tanto con derechos, se reconoce que tiene capacidad para decidir sobre su propio cuerpo, sobre su sexualidad, sobre su deseo de procrear o no, cuando hacerlo, etc...
Es decir, ya no se habla de que el conocimiento médico se abstenga de las interrupciones voluntarias de embarazos. Unos pasitos más adelante, acabará reconociendo la eutanasia si el conocimiento médico no se deja llevar por razones políticas, aunque haya quien lo politice oponiéndose al aborto y a la eutanasia, con un estúpido y manipulado argumento eugenésico. La eugenesia, hasta donde me llega el conocimiento, nunca fue voluntaria, sino forzada.
"No permitir que consideraciones de edad, enfermedad o incapacidad, credo, origen étnico, sexo, nacionalidad, afiliación política, raza, orientación sexual, clase social o cualquier otro factor se interpongan entre mis deberes y mis pacientes"
Quienes desde la atención médica, se niegan alegando cuestiones de conciencia, incumplen el juramento hipocrático adaptado en la "Declaración de Ginebra".
Pero me estoy desviando del tema, ¿cuál era el tema?. ¿Acaso había tema o eran varios temas? Pues ahora tengo cierta confusión, pero recuerdo que quienes decían que existió un médico griego llamado Hipócrates (insisto, no confundir con hipócritas), también aseguran que redactó el juramento hipocrático y que dijo: "Primum non nocere", traducido como "Lo primero es no hacer daño".
Parece que en esto podríamos estar todxs de acuerdo, pero no. Unos dicen que abortar es asesinar niños y acusan a las mujeres que interrumpen su embarazo voluntariamente de "mata bebés". Sospecho que esos acusadores nunca han ovulado, ni han tenido poluciones nocturnas, ni se han masturbado y practican la castidad hasta que, parafraseando a las sufragistas, gritan "un polvo un niño". Viendo la cantidad de personas que componen sus núcleos familiares, si no son del Opus, comprobamos que han follado poco. Y si son del Opus, han follado menos aunque se llenen de hijos.
Sí, porque follar no es procrear, de la misma manera que practicar la medicina no es medicar, sino buscar el origen o la raíz del malestar, para ver si se puede actuar en él y erradicarlo. Eso que muchas veces llamamos "curar".
Pero he ahí, que la medicina actual no cura. Lo sé. Y cuando voy al centro de atención primaria, no espero que me digan lo que me pasa y sé que para acercarse a ese conocimiento, hay que empezar por hacer pruebas básicas o más complejas si lo requiere. Sucede que estamos en un momento muy diferente al de hace unos cuantos muchos años, en los que no se reparaba en gastos haciendo pruebas de todo, porque de eso vivían otras industrias de laboratorios, de diagnosis, etc.
Ahora, cuando vamos a un CAP, lo que nos dicen es "tómate esto y si sigue el problema dentro de quince días, vuelve...", si no te has muerto. Esto último lo dicen para sus adentros, es inaudible pero lo sé porque leo el pensamiento cuando al volver a los quince días, me dicen, "¡lo ves como no te has muerto!".
Si un médico, o en su defecto un psiquiatra, te escucha, es que tienes mucha suerte. A mi me han dicho que no tenía nada, a pesar de tenerlo todo. No es una cuestión del vaso medio lleno o medio vacío, sino de que no hay vaso ni contenido. A veces parece que tampoco yo existo, pues me atienden dándome la espalda mientras ordenan el fichero. ¿Cuánto hace que tu médicx de cabecera no te pone una mano encima? Quiero decir, para comprobar el pulso o mirarte la garganta o palparte los ganglios, auscultarte o comprobar el tamaño de las tiroides... ¿Cuál fue la última vez que comprobaron el tamaño de tu próstata?
Pues eso, con los recortes sanitarios y la privatización, nos preparan para una medicina a distancia, que acabará siendo tan algorítmica y esotérica como el reiki o las constelaciones familiares. Sí, de algo habrá que morir, pero que no sea de gilipollez.
Sobre el tamaño de mi próstata
No tengo próstata. En 2004 me operaron y sigo vivo.