Frente anarquista contra Putin en Rusia y Ucrania

La Directa

La persecución de la disidencia política a la Federación Rusa ha motivado la fuga de muchas libertarias hacia Ucrania, desde donde ahora participan activamente contra la invasión ordenada desde Moscú y alertan del peligro del ascenso del nacionalismo y el militarismo a consecuencia de la guerra


La milicia de combate Black Headquarter, que lucha en Ucrania desde el 2014 / Archivo

Nacho Ibáñez

La formación de milicias anarquistas que luchan en Ucrania contra la invasión rusa no deja de sorprender a colectivos libertarios de todo el mundo. Organizadas en pequeños grupos autónomos, llevan a cabo recogidas de material y alimento y campañas de ayuda a las refugiadas, pero también acciones directas de combate. Grupos como Black Headquarter, Rev Día o Black Flag participan en el conflicto desde 2014, ya sea bajo el paraguas de las Unidades de Defensa Territorial conformadas por la población civil, o incorporadas al mando único del ejército ucraniano.

Muchas de las que participan son personas rusas que, o viene hace años que viven en Ucrania huyendo de la represión en Rusia, u otras de recién llegadas que creen en la necesidad de parar los pies al imperialismo de Putin. La propaganda rusa hace años que justifica la guerra al Donbass como una lucha antifascista contra un gobierno apoyado por neonazis, pero, si es así, por qué la inmensa mayoría del movimiento anarquista se posiciona en contra de esta guerra?

Acusaciones de terrorismo

El primer motivo hay que situarlo en la misma Rusia, y es que, en los últimos años, el país se ha convertido en una pesadilla para los movimientos sociales. B. Traven, miembro de la red internacional de información CrimethInc, con quien hemos podido hablar, asegura que “la represión estatal ha eliminado prácticamente todas las formas de organización que no siguen la línea de Putin, a pesar de que todavía existen organizaciones comunistas y fascistas, estas han aceptado de forma tácita no criticar el gobierno”.

En el contexto represivo que se vive en Rusia, las anarquistas han estado en el centro de la diana. El año 2017, el gobierno ruso aseguraba haber desmantelado una supuesta organización conocida como “La Red”, que, según el Servicio Federal Ruso, planeaba la organización de ataques durante las elecciones de 2018 y la Copa del Mundo de fútbol, con el objetivo de “provocar un levantamiento armado y sublevar las masas para una mayor desestabilización política del país”. Siete jóvenes activistas antifascistas fueron declarados culpables de terrorismo por los tribunales rusos con penas de hasta dieciocho años de prisión, en un caso que despertó la solidaridad internacional al conocerse que los acusados habían sido torturados con prácticas como la electrificación de los genitales. Según la Fiscalía, los acusados utilizaban partidas de airsoft como entrenamiento, sin dar detalles concretos de los ataques que supuestamente planeaban.

Por Dmitry, activista ruso de la web Antijob.net que se dedica a elaborar una “lista negra de empresarios” explotadores, este caso fue un punto de inflexión para el movimiento. Según este activista, el movimiento anarquista era hasta entonces “una serie de proyectos separados, y, en la mayoría de casos no conectados entre ellos”, limitados a los medios de comunicación y a grupos locales. “No existía coordinación, y ahora se busca a toda presa”.

Mientras tanto, la ofensiva rusa contra el movimiento aumentaba en todo el país y decenas de anarquistas eran detenidas cada año bajo acusaciones infundadas de planear atentados. Además, en muchos de los casos, los acusados denuncian haber sido torturados. En uno de los casos más paradigmáticos, tres adolescentes siberianos fueron detenidos para planear un ataque contra un edificio federal en el videojuego Minecraft. Se los acusa por terrorismo, cuando, en el momento de los hechos, contaban solo con 14 años.

El entramado represivo planificado por las fuerzas de seguridad rusas ha hecho muy difícil el trabajo de los colectivos antiautoritarios, y ha conseguido “la paralización de su actividad pública, puesto que todos los intentos de coordinación eran descubiertos con antelación” por los servicios secretos. “Hay mucho miedo”, afirma Dmitry, porque las acusaciones por cualquier delito relacionado con la actividad anarquista te enfrenta a “sentencias potencialmente muy largas”.

En este contexto, son muchas las anarquistas que deciden huir del país. Ucrania se presenta como el único país del entorno no gobernado por regímenes dictatoriales próximos a Putin donde su nacionalidad los permite establecerse. “No poder contar con que se los conceda la residencia en la UE, el que las coloca entre la espada y la pared. Es por eso que algunas se han decidido para luchar con las anarquistas ucranianas contra el militarismo ruso. Sienten que no tienen otra opción, y saben, por experiencia propia, que la extensión de la influencia de Putin y su victoria en la guerra acabará con la existencia de los movimientos sociales”, sentencia B. Traven.

La falacia antifascista

“Quedarse al margen querrá decir ser cómplice de las masacres”. El otro motivo compartido para las que luchan en Ucrania, es que en ningún caso se trata de defender un estado, sino de defender su población. Las anarquistas saben del cierto que una ocupación rusa comportará la instauración de un régimen dictatorial y fuertemente represivo, en un país gobernado desde su independencia por gobiernos populistas y oligárquicos, pero dónde todavía se conservan ciertas libertades inexistentes en Rusia. En este sentido, muchas anarquistas apelan al ideario de Bakunin, quien consideraba que “la República más imperfecta vale mil veces más que la Monarquía más esclarecida”.

Para las anarquistas rusas, el argumento de “desnazificar” Ucrania es solo un pretexto de la política imperialista de Putin, puesto que si bien el Estado ucraniano se ha servido de milicias abiertamente neonazis, los partidos de esta ideología solo consiguieron un 1,62% de los votos a las últimas elecciones. Según su enfoque, se puede considerar que a pesar de que la ideología nacionalsocialista es muy presente en la política y el ejército ucraniano, en ningún caso podemos etiquetar así su población. La Revolución de Maidan, eclipsada y capitalizada por sectores de ultraderecha, puede considerarse como un auténtico levantamiento popular contra el “establishment”, y donde decenas de anarquistas participaron. Además, en la posterior guerra al Donbass, milicias fascistas como Movimiento Imperial Ruso o Unidad Nacional Rusa combatieron junto a las repúblicas, convirtiendo la retórica de la lucha “antifascista” en una falacia.


Un joven anarquista durante la revuelta de Maidan del 2014 |Archivo

Aun así, la participación de grupos neonazis dentro del ejército ucraniano no deja de ser muy preocupante para el movimiento anarquista. Pero precisamente por eso, no consideran válido extraerse de la guerra considerándola un conflicto entre estados o un enfrentamiento de dos bandos igualmente fascistas, sino que participar se presenta como una oportunidad de contrarrestar la exaltación nacionalista y hacerse visibles como una alternativa entre la población. Además, como señala Dmitry, “crear una milicia nos puede llevar una experiencia de acción decisiva de cara a futuras situaciones críticas, y una capacidad de lucha”, puesto que es posible que la victoria rusa nos lleve “hacia una guerra de guerrillas como la que hemos visto en Chechenia”.

Para las anarquistas, una ocupación rusa provocará un declive de las libertades en todo el mundo, así como un punto de no retorno de las políticas expansionistas rusas. Traban cree que “la invasión ha creado un entorno fértil por el nacionalismo y el militarismo no solo en Rusia y Ucrania, sino también a Europa Occidental, China o los Estados Unidos”. El patriotismo inherente en la guerra no puede hacer más que aumentar en caso de victoria rusa, y la mala situación económica será fácilmente justificable como una agresión “occidental” por medio de las sanciones.

Protestas generalizadas en Rusia

Por su parte, una victoria ucraniana tampoco genera un gran optimismo entre las anarquistas entrevistadas, pero si genera cierto sentimiento de oportunidad. Dmitry cree que irremediablemente “pondrá Zelensky en un pedestal y arreglará reformas antes impopulares como la liberalización del derecho laboral”. Además, considera que “la asistencia facilitada por occidente no será gratuita, y el más probable es que comporte requisitos como una apertura del mercado o una mayor liberalización de la economía, tal como hemos visto en otros casos”.

En cambio, es importante señalar que una victoria ucraniana solo es posible gracias a la autoorganización popular y la ayuda mutua, abriendo una oportunidad a la construcción de una democracia de base. Al mismo tiempo, la derrota rusa, hará más difícil de justificar las penurias de la población y las muertes de sus soldados. En este escenario, es posible pensar que vemos aumentar las protestas en la calle, a pesar de que un levantamiento popular generalizado es visto como poco factible. Lo más probable es que desemboquen en un “golpe de estado palaciego”, cree Traven, mientras que Dmitry expresa sus dudas de “que los anarquistas sean capaces de impulsar este proceso, pero si de avanzarse a sectores de izquierdas que han tomado la agenda estatal”.

Las protestas masivas son, para Traven, la mejor esperanza “de que la guerra en Ucrania no desemboque en una gran erupción del nacionalismo, la militarización y la represión estatal”. Aun así, pase lo que pase, “a las anarquistas se les presenta un trabajo muy duro para mantener abierta una visión de cambio social positivo basado en la solidaridad entre las personas a ambos lados de la frontera”.

Enlaces relacionados / Fuente: 
https://directa.cat/front-anarquista-contra-putin-a-russia-i-ucraina/
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