[Embat] El Rey está desnudo. La deriva autoritaria del estado

Embat, Organització Llibertària de Catalunya

Tras la entrada en prisión del rapero Pablo Hasél por una canción contra la monarquía, tras la violenta represión de las protestas contra su encarcelamiento, después de la manifestación totalmente impune de neonazis en Madrid alabando la División Azul, después de la desatada actuación policial en Linares, después de meses de toque de queda al anochecer mientras cada mañana vamos a trajabar como anxoas o incluso después de las prisas por volver a meter en prisión a los presos del Procés tras los malos resultados para el régimen en las elecciones catalanas, estamos viviendo un nuevo giro de acontecimientos en el estado español.

Todo lo anterior, y más sucesos, está relacionado con la llamada “normalidad democrática”, o más bien su inexistencia. Como indica el propio vicepresidente del Gobierno – ese mismo que el encargó la canción a Hasél y luego no quiso saber nada de sus repercusiones legales – España es una democracia de baja intensidad. Con todo lo anterior vamos convergiendo no con los países más avanzados del norte de Europa, sino más bien con los países del Este.

En menos de una semana se han puesto de manifiesto las contradicciones del estado español. La mayor de todas es que hay un gobierno que se dice de izquierdas y progresista y todos los días tenemos noticias de lo contrario. Por ejemplo, su falta de decisión o de ganas para proteger a los de abajo, mientras se somete a los de arriba o su cinismo al defender que no pasa nada cuando en el ejército se firman manifiestos franquistas. Se pone de manifiesto una y otra vez que el Gobierno no tiene poder. ¿Quién lo tiene entonces? Lo tiene un estado profundo que controla las alcantarillas. Y desde ellas controla todas las demás palancas: ejército, judicatura, medios de comunicación, grandes empresas, políticos o policía. Y por supuesto, la monarquía. Que no falte.

El problema no es Hasél. Es una consecuencia del problema. El verdadero elefante en la habitación es que el estado español está en manos de ese estado profundo que está atravesado por las mismas ideas reaccionarias del franquismo. El estado es un franquismo con un barniz democrático. Y esto no lo puede cambiar ni el PSOE ni Podemos por mucho gobierno que tengan.

El auge de la ultraderecha en España significa que de alguna manera se les ha descontrolado el rebaño y que toca sacar a los perros. La cuestión nacional catalana de la última década provocó la aparición paulatina de este nuevo actor político que domina el país, la Justicia. Este actor se encarga de legislar, de opinar y de marcar claramente la agenda política del estado. Y este actor se retroalimenta con el bombardeo mediático con ciertos temas, para educar a la población. Lo hacen, por ejemplo, cuando hablan de ojos perdidos en vez de mutilados,cuando no hablan de la violencia ejercida por el Estado mediante la policía o cuando desvían la atención de la raíz del problema poniendo en el centro del debate una definición perversa de civismo.Las instituciones también alimentan este bombardeo planteando como , ahora sí, urgente una reforma del código pelnal que hace meses que se podria haber hecho, la derogación de la Ley Mordaza y un indulto para Hasél que, además de llegar tarde, no es más que una tirita y no una solución.

Se puso bien de manifiesto todo este asunto en el otoño de 2019, con la sentencia del Referendum. Y se pone de manifiesto ahora. A la Justicia española no le importa la ley, si no imponer un modo de vida acorde con sus principios. El resto no tiene cabida.

No entender que para avanzar hay que destapar todo esto, es seguir haciéndole el juego al estado postfranquista. La política catalana está en esta situación. Entienden cómo funciona el estado, pero luego llaman al orden. No quieren que se les queme la barraca. Protestas sí, pero pacíficas. Feminismo sí, pero sin perder privilegios. Ira sí, pero contenida. Cuatro gritos y para casa. Quien tiene esta lógica no aspira a cambiar nada, sino a participar de la gestión de lo actual. No hacer nada, como desearían los políticos de izquierdas o los catalanistas, es permitir que se normalicen situaciones como estas y que vayan a más.

La rabia e indignación aparecen como brotes aislados. Cuando son compartidos por la población no hace falta ningún manifiesto. Basta un contenedor en llamas y miles de personas – no sólo en Catalunya si no en todo el estado – entienden el mensaje. Los y las jovenes entienden que hay que enfrentar esta realidad, las mujeres jovenes ya no aceptan quedarse en la retaguardia. No solo por Pablo Hasél si no por nuestro futuro como personas libres.

Así que hay que incidir en los mensajes que se están dando estos días, por que erosionan la credibilidad del estado. Y el mayor de los mensajes es la defensa de las libertades en la calle por todos los medios que sean necesarios. Lo mejor de nuestro pueblo se la juega cada noche. Y es necesario que como sociedad les demos todo nuestro apoyo en estos días y los que vendrán. Es necesario que nos solidarizemos con las detenidas y las heridas.

Exijimos la libertad de Pablo, y de todos y todas las presas políticas, la puesta inmediata en libertad de todas las personas detenidas, la disolución de la BRIMO yla caída de la monarquía y del estado fascista. Solo a partir de aquí, podemos construir otra cosa. 

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Enlaces relacionados / Fuente: 
https://embat.info/el-rei-esta-nu-la-deriva-autoritaria-de-lestat/
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