Turismo revolucionario: Entender la solidaridad mal entendida
En un hilo de twitter, la Federación Anarquista Gran Canaria pone el dedo en la llaga de ciertas prácticas presuntamente solidarias.
Ahora que hemos sobrevivido a agosto vamos a hablar un poco de un tipo de turismo que gran parte de la izquierda no cuestiona: el "turismo revolucionario". En Gran Canaria lo hemos sufrido mucho, hasta el punto de llegar a tener que ponernos "desagradables".
Mucha gente de la península, de Inglaterra, Alemania, Italia, Noruega, Suecia, Grecia llegan cada verano a la isla para "conocernos". ¿Es para ver cómo curramos, compartir ideas, asistir a una asamblea, charlar durante un par de horas? Una minoría. El resto viene a otra cosa.
Muchos aparecen sin avisar, nos mandan un mail o un mensaje por redes y nos comunican, sin conocerlos de nada: "ya estamos aquí". Lo primero que nos dicen muchos de ellos es que "en qué Comunidad les vamos a alojar". Cuesta mucho explicarles que no somos una inmobiliaria.
Si les explicamos que aquí nuestro modelo de "okupación" es otro, que las viviendas socializadas son para personas sin recursos, nos sueltan: "¿no tenéis nada para viajeros?". En ocasiones hemos cedido, pero never more...
Nos han llegado a decir que "si no tenemos nada más céntrico o cerca de la playa", que "si no tenemos casas con terraza" (100% real). La actitud en las comunidades no ha sido mucho mejor.
Las Comunidades que la FAGC y ahora el Sindicato de Inquilinas de Gran Canaria han ayudado a levantar no son comunidades "de anarquistas para anarquistas". Son comunidades de vecinos, cada uno consus ideas, que se ganan la vida como pueden y que experimentan la autogestión por eficacia y no por doctrina.
Muchos "turistas" visitan las comunidades con el espíritu del "safari". Se escandalizan si ven a los vecinos haciendo su vida, chillando en una asamblea, viendo el fútbol birra en mano, y no viviendo en una idílica Arcadia. Y lo peor es cuando los "turistas" sermonean...
La humildad, en librarse de prejuicios, el no juzgar, muchas veces no lo meten en el equipaje. El "eurocentrismo", el "moralismo", los "privilegios de clase", siguen intactos. Cuestionan a la gente lo que come, cómo viven o cómo hablan, y dejan una pésima imagen "libertaria".
"Os organizáis mal", "Esto es un caos", "¿Por qué hay niños en las asambleas?", "¿Por qué hay madres tan jóvenes?", "¿Por qué tenéis tantos hijos?", "¡Motores en vez de placas solares, con lo baratas que son!", "¿Por qué compran en centros comerciales?", "¿Qué comen tus hijos?".
Si alguna vez hubo oportunidad de que a las vecinas les interesara el anarquismo más allá de la FAGC se perdió con los terceros grados, los juicios éticos, la invasividad y la censura de una realidad diversa, pobre, superviviente precaria y aún en construcción.
No es compartir, aprender, opinar, ofrecer herramientas o saber recibirlas. Es un tipo de colonialismo ideológico, muy agresivo, que no cambia si lleva la A circulada, la hoz y el martillo o la bandera del Imperio Británico.
Y después, a veces, se fijan en un lugar y nos dicen: "¡Qué bonito! Deberíamos mudarnos aquí". Y les decimos: "¿Sabes por qué el precio de esta zona es cada vez más caro? Porque gente como tú se mudo aquí". La ideología no te libra de gentrificar...
No queremos ofender a nadie. Hemos tenido también buenas experiencias y hemos aprendido mucho. Pero la realidad que comentamos no puede ignorarse. "Turistificación" también eres tú cuando abusas de los recursos, los espacios y vienes con la mentalidad del colono.
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