Las arenas movedizas de la sobreteorización
Publicado: 06 Nov 2010, 21:30
En los últimos tiempos he podido comprobar, por lo menos entre los anarquistas que defendemos el estado de libertad, como directamente relacionado con el grado de independencia, autonomía y autosuficiencia, en una relación de igualdad entre indivíduos, y con una relación integrada y también directa con el medio ambiente, que muchos han caído en las arenas movedizas de la sobreteorización.
Esto es que, algunos se han visto atrapados y superados por la realidad. Y puede que en una tentativa de tranquilizar la conciencia, se han limitado a practicar el eruditismo teórico. Con éste se ven subidos a un trono que ellos mismos han construido a su medida. Un trono desde el que sentencian desde su leída y cultivada mentalidad, siempre, claro, desde la comodidad del mismo. Un eruditismo que no es más que una venda que oculta su falta de compromiso consigo mismo. Muchos han alcanzado un nivel de pasotismo elevado y en ocasiones hasta completo, y pretenden compensarlo con un intento constante de aparentar verdaderos genios de la filosofía. Auténticos bohemios.
Han conseguido adaptar su vagueza y su dejadez, su rendición, a su discurso teórico. La justifican. No como tal, sino con actividades que no son más que sucedáneos para una vida inepta. Contínuas dosis de sedante en forma de lecturas o debates que se quedan entre las paredes del coloquio. Empeñados en pasar horas y horas hablando, o escribir miles de palabras como un mero pasatiempo, en el que la calidad se ve superada por la cantidad.
La parte práctica queda totalmente eliminada, ya que precisa de compromiso y esfuerzo. Su teoría -vacía de contenido práctico- es muchas veces honesta y rigurosa, pero no más que la de cualquier otra persona que la compagine debidamente con la práctica. Algunos de ellos se abocan completamente a metas reformistas, otros a la vida contemplativa, y otros simplemente, a pasar por la vida sin sufrir demasiado, eso sí, con un grado de conciencia supuestamente altísimo, pero que para nada vale si no se intenta llevar a la vida palpable.
En conclusión, la teoría, cualquiera, es el reflejo de una reflexión, más o menos ordenada y metódica con el objeto de llevar a cabo una acción para cambiar el estado de las cosas, causantes estas, como estímulo, de la reflexión. La teoría sin más es puro entretenimiento para personas que se lo pueden permitir. La prática sin reflexión, sin teoría no tiene el menor sentido. Las dos, la teoría y la práctica, son partes indivisibles de lo mismo.
La necesidad de un cuerpo teórico detalladamente estructurado, más que una necesidad, responde más bien a un capricho que exigen los movimientos e ideologías vanguardistas.
Menos cháchara y más acción.
Esto es que, algunos se han visto atrapados y superados por la realidad. Y puede que en una tentativa de tranquilizar la conciencia, se han limitado a practicar el eruditismo teórico. Con éste se ven subidos a un trono que ellos mismos han construido a su medida. Un trono desde el que sentencian desde su leída y cultivada mentalidad, siempre, claro, desde la comodidad del mismo. Un eruditismo que no es más que una venda que oculta su falta de compromiso consigo mismo. Muchos han alcanzado un nivel de pasotismo elevado y en ocasiones hasta completo, y pretenden compensarlo con un intento constante de aparentar verdaderos genios de la filosofía. Auténticos bohemios.
Han conseguido adaptar su vagueza y su dejadez, su rendición, a su discurso teórico. La justifican. No como tal, sino con actividades que no son más que sucedáneos para una vida inepta. Contínuas dosis de sedante en forma de lecturas o debates que se quedan entre las paredes del coloquio. Empeñados en pasar horas y horas hablando, o escribir miles de palabras como un mero pasatiempo, en el que la calidad se ve superada por la cantidad.
La parte práctica queda totalmente eliminada, ya que precisa de compromiso y esfuerzo. Su teoría -vacía de contenido práctico- es muchas veces honesta y rigurosa, pero no más que la de cualquier otra persona que la compagine debidamente con la práctica. Algunos de ellos se abocan completamente a metas reformistas, otros a la vida contemplativa, y otros simplemente, a pasar por la vida sin sufrir demasiado, eso sí, con un grado de conciencia supuestamente altísimo, pero que para nada vale si no se intenta llevar a la vida palpable.
En conclusión, la teoría, cualquiera, es el reflejo de una reflexión, más o menos ordenada y metódica con el objeto de llevar a cabo una acción para cambiar el estado de las cosas, causantes estas, como estímulo, de la reflexión. La teoría sin más es puro entretenimiento para personas que se lo pueden permitir. La prática sin reflexión, sin teoría no tiene el menor sentido. Las dos, la teoría y la práctica, son partes indivisibles de lo mismo.
La necesidad de un cuerpo teórico detalladamente estructurado, más que una necesidad, responde más bien a un capricho que exigen los movimientos e ideologías vanguardistas.
Menos cháchara y más acción.