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Esfuerzo, reflexión, ética y revolución en vez de Alcohol...

Publicado: 16 Jul 2010, 10:20
por regue
Esfuerzo, reflexión, ética y revolución en vez de Alcohol, vómitos, degradación y servilismo



El pequeño libro “Borracheras NO. Pasado, presente y futuro del rechazo a la alcoholización” (85 pgs, 2 euros), pone sobre la mesa el tremendo asunto del alcoholismo de masas en las sociedades de la modernidad tardía, como vicio atroz e intolerable promovido por el aparato estatal y amparado, o visto con reprochable indiferencia, por quienes se dicen opuestos al vigente sistema de dominación.

El librito es fruto del II Encuentro Straight Edge, celebrado en Valladolid en abril de 2010, y pretende ser un instrumento de dicho movimiento, junto con textos suyos tan conocidos y significativos como “El sucio negocio de los bares”, entre otros.

Ha sido publicado conjuntamente por 4 editoriales alternativas (Aldarull, Distri Maligna, Maldecap y Rompe la Norma), lo que indica la amplia voluntad existente de responder a la locura alcohólica.

Lo que oficialmente se suele llamar España no tuvo problemas graves con la bebida hasta 1965-85, cuando la acción combinada del franquismo y el parlamentarismo promovió autoritariamente el fenómeno del alcoholismo de masas, que desde entonces está en expansión.

Eso hace que hoy el 25% de las y los jóvenes sean “bebedores excesivos”, muriendo cada año más de 20.000 personas por esa causa.

Una función medular en la promoción del vicio de la bebida la ha desempeñado y desempeña la izquierda institucional y la progresía, así como sus terminales orgánicas del falso radicalismo de porro-y-cerveza, hedonista, holgazán, neo-analfabeto y vividor. Lo hacen porque el alcoholismo es un procedimiento expeditivo para promover el conformismo social, romper la convivencia, impedir la acción transformadora y hundir a cada uno-una en la impotencia y soledad del libar, expeler y destruirse espiritualmente.

No, emborracharse no es divertido, no es anti-sistema, no es revolucionario: es justamente lo que el poder dictatorial en curso desea que hagamos cada uno y cada una, para que seamos los neo-siervos perfectos.

En el estudio de las causas del alcoholismo “Borracheras NO” establece cuatro grupos: el aleccionamiento propio de la actual sociedad que viola cada día la libertad de conciencia; los motivos estructurales, en tanto dictadura estatal y capitalista; las causas referidas a la construcción desde fuera del sujeto y los factores existenciales, que rebasan la esfera de lo político.

De ese modo se evita una concepción simplista y reduccionista de un hecho tan complejo como el alcoholismo de masas, propio de las sociedades de la modernidad, que pone en evidencia la podrida, deshumanizadora y despótica naturaleza de éstas.

Se trata, pues, de establecer una alianza estratégica entre abstemios y bebedores moderados y auto-contenidos para combatir el vicio de la embriaguez.

Pedimos que se coopere en la propagación del texto, creando equipos de estudio, haciendo que se difunda con la mayor extensión posible y llevando la acción anti-alcohólica a todos los ámbitos de la vida social, con comprensión, elegancia y afecto tanto como con firmeza y constancia, haciendo del propio testimonio (una vida limpia, activa entregada y superior, sin alcohol ni drogas) un elemento de primera importancia.



Félix Rodrigo Mora
http://www.alasbarricadas.org/noticias/?q=node/14664

Re: Esfuerzo, reflexión, ética y revolución en vez de Alcoho

Publicado: 16 Jul 2010, 15:01
por Lux_anark
Beber una vez al mes y sin emborracharse mucho no creo que sea demasiado malo.

Ser alcohólico o no saber controlarse cada vez que se bebe es algo a combatir, es algo patético.

Re: Esfuerzo, reflexión, ética y revolución en vez de Alcoho

Publicado: 17 Jul 2010, 12:05
por inter1868
beber hasta dejar de ser tu mismo si que es censurable, beber como complemento festivo saludablemente seria ideal, en todo caso para los no abstemios. Salud.

Re: Esfuerzo, reflexión, ética y revolución en vez de Alcoho

Publicado: 11 Ago 2010, 11:23
por El Errabundo
Esto lo escribió Lysander Spooner en 1875, cuando algunos abolicionistas antiesclavistas cambiaron de objetivos y empezaron a bregar por la Ley Seca.
Los Vicios no son Crímenes

Una Reivindicación de la Libertad Moral

(Fragmentos escogidos [como puede observarse el/la traductor/a no se esmeró mucho])

“[…] La cuestión de la virtud o el vicio, por tanto, en todos esos casos es una cuestión de cantidad y grado y no del carácter intrínseco de cualquier acto aislado por sí mismo. A este hecho se añade la dificultad, por no decir la imposibilidad, de que alguien (excepto cada individuo por sí mismo) trace la línea adecuada o algo que se le parezca; es decir, indicar dónde termina la virtud y empieza el vicio. Y ésta es otra razón por la que toda la cuestión de la virtud y el vicio debería dejarse a cada persona para que la resuelva por sí misma.

[…] En realidad, los estudios de profundos filósofos se han dedicado (si no totalmente en vano, sin duda con escasos resultados) a esforzarse en trazar los límites entre las virtudes y los vicios.
Si, por tanto, resulta tan difícil, casi imposible en la mayoría de los casos, determinar qué es vicio y qué no, o en concreto si es tan difícil, en casi todos los casos, determinar dónde termina la virtud y empieza el vicio, y si estas cuestiones, que nadie puede real y verdaderamente determinar para nadie salvo para sí mismo, no se dejan libres y abiertas para que todos las experimenten, cada persona se ve privada del principal de todos sus derechos como ser humano, es decir: su derecho a inquirir, investigar, razonar, intentar experimentos, juzgar y establecer por sí mismo qué es, para él, virtud y qué es, para él, vicio; en otras palabras, qué es lo que, en general, le produce satisfacción y qué es lo que, en general, le produce insatisfacción. Si este importante derecho no se deja libre y abierto para todos, entonces se deniega el derecho de cada hombre, como ser humano racional, a la “libertad y la búsqueda de la felicidad”.

[…] Ninguno de nosotros es completamente parecido, física, mental o emocionalmente o, en consecuencia, en nuestros requisitos físicos, mentales o emocionales para obtener satisfacción y evitar la insatisfacción. Por tanto, nadie puede aprender de otro esta lección indispensable de la satisfacción y la insatisfacción, de la virtud y el vicio. Cada uno debe aprender por sí mismo. Para aprender, debe tener libertad para experimentar lo que considere pertinente para formarse un juicio. Algunos de estos experimentos tienen éxito y, como lo tienen, se les denomina virtudes; otros fracasan y, precisamente por fracasar, se les denomina vicios. Se obtiene tanta sabiduría de los fracasos como de los éxitos, de los llamados vicios como de las llamadas virtudes. Ambos son necesarios para la adquisición de ese conocimiento (de nuestra propia naturaleza y del mundo que nos rodea y de nuestras adaptaciones o inadaptaciones a cada uno), que nos mostrará cómo se adquiere felicidad y se evita el dolor. Y, salvo que se permita intentar satisfactoriamente esta experimentación, se nos restringiría la adquisición de conocimiento y consecuentemente buscar el gran propósito y tarea de nuestra vida.

Un hombre no está obligado a aceptar la palabra de otro, o someterse a la autoridad de alguien en un asunto tan vital para él y sobre el que nadie más tiene, o puede tener, un interés como el que él mismo tiene. No puede, aunque quisiera, confiar con seguridad en las opiniones de otros hombres, porque encontrará que las opiniones de otros hombres no son coincidentes. Ciertas acciones, o secuencias de acciones, han sido realizadas por muchos millones de hombres, a través de sucesivas generaciones, y han sido por ellos consideradas, en general, como conducentes a la satisfacción, y por tanto virtuosas. Otros hombres, en otras épocas o países, o bajo otras condiciones, han considerado, como consecuencia de su experiencia y observación, que esas acciones tienden, en general, a la insatisfacción, y son por tanto viciosas. La cuestión de la virtud y el vicio, como ya se ha indicado en la sección previa, también se ha considerado, para la mayoría de los pensadores, como una cuestión de grado, esto es, de hasta qué nivel deben realizarse ciertas acciones, y no del carácter intrínseco de un acto aislado por sí mismo. Las cuestiones acerca de la virtud y el vicio por tanto han sido tan variadas y, de hecho, tan infinitas, como las variedades de mentes, cuerpos y condiciones de los diferentes individuos que habitan el mundo. Y la experiencia de siglos ha dejado sin resolver un número infinito de estas cuestiones. De hecho, difícilmente puede decirse que se haya resuelto alguna.

En medio de esta inacabable variedad de opiniones, ¿qué hombre o grupo de hombres tiene derecho a decir, respecto de cualquier acción o series de acciones “Hemos intentado este experimento y determinado todas las cuestiones relacionadas con él. Lo hemos determinado no sólo para nosotros, sino para todos los demás. Y respecto de todos los que son más débiles que nosotros, les obligaremos a actuar de acuerdo con nuestras conclusiones. No puede haber más experimentos posibles sobre ello por parte de nadie y por tanto, no puede haber más conocimientos por parte de nadie”?

¿Quiénes son los hombres que tienen derecho a decir esto? Sin duda, ninguno. Los hombres que de verdad lo han dicho o bien son descarados impostores y tiranos, que detendrían el progreso del conocimiento y usurparían un control absoluto sobre las mentes y cuerpos de sus semejantes, a los que debemos resistirnos instantáneamente y hasta el final; o bien son demasiado ignorantes de su propia debilidad y de sus relaciones reales con otros hombres como para merecer otra consideración que la simple piedad o el desdén.

Sabemos sin embargo que hay hombres así en el mundo. Algunos intentan ejercitar su poder sólo en una esfera pequeña, por ejemplo, sobre sus hijos, vecinos, conciudadanos y compatriotas. Otros intentan ejercitarlo a un nivel mayor. Por ejemplo, un anciano en Roma, ayudado por unos pocos subordinados, intenta decidir acerca de todas las cuestiones de la virtud y el vicio, es decir, de la verdad y la mentira, especialmente en asuntos de religión. Afirma conocer y enseñar qué ideas y prácticas religiosas son beneficiosas o perjudiciales para la felicidad del hombre, no sólo en este mundo, sino en el venidero. Afirma estar milagrosamente inspirado para realizar su trabajo y así virtualmente conocer, como hombre sensible, que nada menos que esa inspiración milagrosa le cualifica para ello.

[…] Sin duda, nadie, sin afirmar una inspiración sobrenatural, debería asumir una tarea para la que obviamente es necesaria una inspiración de ese tipo. Y, sin duda, nadie someterá su propio juicio a las enseñanzas de otros, antes de convencerse de que éstos tienen algo más que un conocimiento humano ordinario sobre esta materia.
Si esas personas, que se muestran a sí mismos como adornadas tanto por el poder como por el derecho a definir y castigar los vicios de otros hombres dirigieran sus pensamientos hacia sí mismos, probablemente descubrirían que tienen mucho trabajo a realizar en casa, y que, cuando éste se completara, estarían poco dispuestos a hacer más con el fin de corregir los vicios de otros que sencillamente comunicar los resultados de su experiencia y observaciones. En este ámbito sus trabajos podrían posiblemente ser útiles, pero en el campo de la infalibilidad y la coerción, probablemente, por razones bien conocidas, se encontrarían con incluso menos éxito en el futuro que el que hubieran tenido en el pasado.

[…] Por fin, acerca de este punto de la libertad individual: cada hombre debe necesariamente juzgar y determinar por sí mismo qué le es necesario y le produce bienestar y qué lo destruye, porque si deja de realizar esta actividad por sí mismo, nadie puede hacerlo en su lugar. Y nadie intentará si quiera realizarla en su lugar, salvo en unos pocos casos. Papas, sacerdotes y reyes asumirán hacerlo en su lugar, en ciertos casos, si se lo permiten. Pero, en general, sólo lo harán en tanto en cuanto puedan administrar sus propios vicios y delitos al hacerlo. En general, sólo lo harán cuando puedan hacer de él su bufón y su esclavo. Los padres, sin duda con más motivo que otros, intentan hacer lo mismo demasiado a menudo. Pero en tanto practican la coerción o protegen a un niño de algo que no sea real y seriamente dañino, le perjudican más que benefician. Es una ley de la naturaleza que para obtener conocimiento e incorporarlo a su ser, cada individuo debe ganarlo por sí mismo. Nadie, ni siquiera sus padres, puede indicarles la naturaleza del fuego de forma que la conozcan de verdad. Debe experimentarla él mismo y quemarse, antes de conocerla.

La naturaleza conoce, mil veces mejor que cualquier padre, para qué está designado cada individuo, qué conocimiento necesita y cómo debe obtenerlo. Sabe que sus propios procesos para comunicar ese conocimiento no sólo son los mejores, sino los únicos que resultan efectivos.
Los intentos de los padres por hacer a sus hijos virtuosos generalmente son poco más que intentos de mantenerlos en la ignorancia de los vicios. Son poco más que intentos de enseñar a sus hijos a conocer y preferir la verdad, manteniéndolos en la ignorancia de la falsedad. Son poco más que intentos de enseñar a sus hijos a buscar y apreciar la salud, manteniéndolos en la ignorancia de la enfermedad y de todo lo que la causa. Son poco más que intentos de enseñar a sus hijos a amar la luz, manteniéndolos en la ignorancia de la oscuridad. En resumen, son poco más que intentos de hacer felices a sus hijos, manteniéndolos en la ignorancia de de todo lo que les cause infelicidad.

Que los padres puedan ayudar a sus hijos en definitiva en su búsqueda de la felicidad, dándoles sencillamente los resultados de su propia (de los padres) razón y experiencia, está muy bien y es un deber natural y adecuado. Pero practicar la coerción en asuntos en lo que los hijos son razonablemente competentes para juzgar por sí mismos es sólo un intento de mantenerlos en la ignorancia. Y esto se parece mucho a una tiranía y a una violación del derecho del hijo a adquirir por sí mismo y como desee los conocimientos, igual que si la misma coerción se ejerciera sobre personas adultas. Esa coerción ejercida contra los hijos es una negación de su derecho a desarrollar las facultades que la naturaleza les ha dado y a que sean como la naturaleza las diseñó. Es una negación de su derecho a sí mismos y al uso de sus propias capacidades. Es una negación del derecho a adquirir el conocimiento más valioso, es decir, el conocimiento que la naturaleza, la gran maestra, está dispuesta a impartirles.

Los resultados de esa coerción nos son hacer a los hijos sabios o virtuosos, sino hacerlos ignorantes y por tanto débiles y viciosos, y perpetuar a través de ellos, de edad en edad, la ignorancia, la superstición, los vicios y los crímenes de los padres. Lo prueba cada página de la historia del mundo”.
Spooner tiene muchos argumentos mojigatos, y no obstante gran parte de lo que dice sigue teniendo plena vigencia. Yo no consumo ninguna clase de estimulante, ni siquiera tomo café. Considero que la gente como yo (pobre) tiene muy poco que no le puedan quitar, y me resisto por tanto a ceder parte de lo único que tomo por mío: mi conciencia y mi voluntad. No me gustan por tanto las sustancias que me enajenan de mis capacidades, aunque sea temporalmente. Empero, y dicho lo dicho, no consiguo entender la necesidad de pontificar con términos agrios sobre hábitos cuya dimensión “social-involucrativa” es la única susceptible de ser criticada con éxito; puesto que cuando la ejecución es conscientemente individual, y su receptor también, emitir un juicio censor (más allá del consejo y la recomendación) es siempre contraproducente.

Si una persona actúa de determinada forma por la presión social puedes tratar de colaborar con ella para que sepa que tiene opciones, que puede decidir. Pero recriminarla y enjuiciarla no servirá de nada. Todo el ajenjo debería recaer en los individuos y organismos interesados en idiotizarlo. Si ya se ha hecho este proceso pero la dialéctica empleada es la del anatema y la condena o la del puritanismo y la correlación espartana-dominica sólo se consigue sustituir la ayuda por culpabilidad, la reflexión por censura.

Si una persona actúa de forma determinada porque es un enfermo, los reproches y recriminaciones no tiene más valor terapéutico que el de profundizar en la enfermedad.

Y si una persona, según ella libre de presiones exógenas, y no acuciada por la enfermedad, dice consumir tal o cual sustancia por gusto, sin más cetro que su arbitrio ¿quién osará levantar la voz para juzgar, enjuiciar y condenar una actividad que entra exclusivamente dentro de la más íntima dimensión individual, de la prerrogativa personal de cada uno a hacer de su vida lo que quiera, sea pozo de constricción o barranco de hedonismo?

Hay que tener cuidado de no retrotraernos a esos duros e inclementes cárteles de la CNT –a los que muchos militantes se oponían– durante la Guerra (¡Un borracho es un parasito! ¡Eliminémosle!) o a esas soflamas insensibles que sobre la eugenesia promocionaban algunas componentes de Mujeres Libres. Lo contrario es reproducir lo que decía Armand y demostrar que “los Torquemadas irreligiosos no son peores, al fin y al cabo, que los Torquemadas religiosos”.

Aquí está el cartel citado: Imagen

Esto es sólo una opinión sobre el tema, nada digo de opiniones o propuestas concretas.

Re: Esfuerzo, reflexión, ética y revolución en vez de Alcoho

Publicado: 11 Ago 2010, 12:13
por chief salamander
Bello alegato (el de Spooner) a favor de la experimentación, como tal con derecho a error, como forma de hallar el propio camino, sin que la virtud sea forzada y por tanto fuente de represión del individuo.

De todos modos, creo que simplifica en extremo cuando define virtud y vicio como lo que causa satisfacción o insatisfacción al individuo (y concibamos la no dependencia como una fuente de satisfacción, claro está). Pienso que la moral es una necesidad colectiva y, por tanto, también del individuo como animal gregario, que deberá aprender a conciliar en su ética personal el egoísmo con los parámetros de convivencia necesarios para el bien común (y como necesaria base de la brújula moral que forma parte del equipamiento básico de todo humano).

En ese sentido, el límite entre virtud y vicio (digamos, entre prudencia y cobardía), puede que no sólo esté en descubrir donde empieza y acaba el exceso para cada cual, sino también en su oportunidad para el colectivo (digamos que una permanencia en un centro social durante un 20-N no es el mejor momento para ponerse a experimentar con LSD), que es otro de los parámetros para trazar colectivamente esa misma línea del "exceso".

Vamos, que no está mal que desde esa masa "ajena" al individuo surjan voces dando su opinión, que una cosa es aprender mediante probatina y error y otra sería que empezásemos de cero en un vacío absoluto. Tengo el panfleto de Rodrigo Mora sobre la mesa y pronto lo atacaré, a ver qué cuenta.

Re: Esfuerzo, reflexión, ética y revolución en vez de Alcoho

Publicado: 11 Ago 2010, 13:01
por El Errabundo
Personalmente comenté:
Empero, y dicho lo dicho, no consigo entender la necesidad de pontificar con términos agrios sobre hábitos cuya dimensión “social-involucrativa” es la única susceptible de ser criticada con éxito; puesto que cuando la ejecución es conscientemente individual, y su receptor también, emitir un juicio censor (más allá del consejo y la recomendación) es siempre contraproducente.
En resumen, no digo que los demás no tengan voz; digo que sobre mi vida (o la tuya, o la del otro) no tienen voto. Y coincido en lo simplista de reducirlo todo a “virtud” vs “vicio”. Pero parece algo muy común en nuestros filósofos: desde Godwin (exceptuando a Stirner), hasta que Kropotkin y Guyau defendieron una automoral no coactiva (aunque ambos coincidían en que el concepto de bien [virtud] y mal [vicio] no suele estar más que determinado por la idea de “obtener un placer y ahorrarse un dolor”; lejos de condenar tal fenómeno trataban de ampliar y llegar más allá, buscar algo más, más profundo, menos básico) y hasta que las concepciones individualistas-nihilistas volvieron a repuntar.

Sobre el resto, es ciertamente muy interesante tu opinión Chief, aunque sobre lo de partir de cero me surge una réplica que se antoja una paradoja: decía Libertad (Albert) -parafraseo- que si la Sociedad nos daba “seguridad”, “calor”, etc. (y no en todos los casos), el gran problema es que suele quitarnos más de lo que nos da (Bakunin no estaría, obviamente, de acuerdo), en consecuencia, y siguiendo ese razonamiento, digo yo: Sí, la Sociedad puede lograr que no partamos de 0, pero ¿en cuántas ocasiones no es porque nos obliga a empezar con números enteros, con menos que el propio 0? Creo que la respuesta es la que separa a alguien que confía en la institución -modificada y regenerada, por supuesto- de la Sociedad y el “ateo social” (usando un término con el que Onfray se refiere a Palante).

El acervo social (cultura, lengua, etc.) muchos no lo consideran positivo (algo que a otros muchos les parecerá discutible), pero los prejuicios, el mimetismo y la miseria “congénita” difícilmente no trata de injertársenos “socialmente”. Una persona sin hogar podría interceptarnos y, utilizando códigos educacionales que se antojan inútiles para alguien hambriento, espetarnos “¿qué ha hecho la Sociedad por él?” Y no podríamos aducir ningún beneficio que no le haya sido cobrado con mil formas distintas de dolor y daño.

Pero creo que estas reflexiones nos alejan del tema del alcohol. Sin cunde, ya abriremos un tema específico. Encantado.

Re: Esfuerzo, reflexión, ética y revolución en vez de Alcoho

Publicado: 11 Ago 2010, 13:31
por chief salamander
Al decir que es bonito que la gente opine pensaba más en el tono tan rotundo de Rodrigo Mora, cuyo panfleto voy a leer pero que siempre me amedrenta un poco, que en simplificar injustamente tu mensaje, lo cual no era mi intención, disculpa.

Me ha gustado mucho tu imagen de los números enteros y estoy de acuerdo (cómo iba a ser si no, supongo que por eso coincidimos en pagos como éste), aunque debería ser precisamente nuestra capacidad de no divinizar (antropomorfizar) Sociedad (ni Sistema, ni Naturaleza, ni Raza, ni Nación, más problemático es cuando se trata de una Organización que emite auténticos comunicados sellados y tangibles) la que nos permita saber que el contenido del acervo moral y cultural en general que existe cuando nacemos no es Uno ni unívoco ni tiene una voluntad trascendente. Razón de más para defender nuestro derecho a la propia búsqueda, aunque, ¿es necesario asesinar para extraer conclusiones sobre el asesinato? ¿es disculpable o justificable siquiera? Volvemos a la conciliación de las dos dimensiones, individual y social, que no concibo como radicalmente independientes en nuestra especie. Al fin y al cabo, aunque sean "enteros negativos" lo que perciba de ellos, cualquier recién nacido necesita ver qué cara ponen sus padres (la sociedad) según lo que haga para empezar integrarse en este mundo.

Sin más que añadir de momento, dejo que los moderadores decidan si nuestro off-topic traspasa el límite de lo excesivo.

Re: Esfuerzo, reflexión, ética y revolución en vez de Alcoho

Publicado: 11 Ago 2010, 13:40
por Jorge.
A mí el título me ha recordado a algo así como "trabajo duro y ahorro en vez de matarse a pajas" El slogan es la imagen especular del "sexo, drogas y rock", o del "bebe y lucha".

Re: Esfuerzo, reflexión, ética y revolución en vez de Alcoho

Publicado: 11 Ago 2010, 14:57
por El Errabundo
Sólo una cosa más antes de que nos destierren. Coincido plenamente con lo que has dicho sobre no divinizar o dar condición humana a entes abstractos. Muchos Individualistas cogen al algo concreto, el sujeto, y hacen del Individuo un nuevo Dios ante el que recitar mantras. Ya decía Palante que si desconfiaba de la Sociedad no por eso ponía su fe en el Individuo. Otros han hecho lo propio con la Sociedad (desde Moro al bolchevismo) y otros se han limitado a humanizarla y atribuirle periodos, tiempos y ritmos vitales. Creyendo que está dotada de vida autónoma así conciben que influye en sus vidas. Precisamente he escrito un pequeño trabajo sobre ello. Para mí la economía no son intricadas leyes del mercado ni la dinamo que mueve la historia, son sólo un conjunto de individuos concretos interconectados que, mientras unos producen, otros manejan lo producido. El Estado no es un aparato ab aeterno pre-humano; es sólo una sofisticación del dominio que un ser o grupo de seres ejercen sobre otros. El sistema no son más que aquellos que lo manejan y gran parte de los que lo sufren. Y así sucesivamente. Lejos de la facilidad expresiva de denominar a algo con un nombre, cuando yo hablo de Sociedad, y de cómo repercute en nosotros, me refiero a los Individuos con quienes tratamos. La Sociedad no es más que un conjunto de personas que la más de las veces se ignoran, desprecian y odian pero que se creen íntimamente interconectadas, aun cuando se causarían menos dolor estando solas. Que los Anarquistas proponen otra cosa es algo que ya sabemos (desde Bakunin a el "papa" Grave todos los "societarios" defienden la institución social, pero entendiendo al Individuo como su núcleo y a su independencia de criterio como algo indisoluble). Pero que la mayoría de las veces la educación que nos dan quienes nos rodean nos embrutece, hace dóciles, obedientes e insensibles, que nuestro trato con ellos nos instruye en el recelo, la indolencia o la sevicia y que tu vida puede ser tasada por tus semejantes en parámetros de éxito y fracaso es algo que demuestra que quienes nos rodean (es decir, la Sociedad) y sus dinámicas, y a nuestra situación inmediata me remito, no nos benefician nunca tanto como nos perjudican. Los únicos que se benefician de la Sociedad (de sus componentes) son los que mandan; los demás, mayoritariamente, nos idiotizamos, unos a otros, cuando no nos despedazamos.

Sobre la experimentación, creo que puede tener una dimensión perfectamente personal. Para quienes teman a la propia sombra parecerá triste y limitada, pero nadie ha dicho que no pueda ponerse en común. Nada tiene que ver con experimentar con los otros, a despecho de ellos, sin su consentimiento, en relaciones de desigualdad (lo que tu planteabas sobre el homicidio). Eso ya no es experimentación propia, sino obligar a otro a experimentar lo que él no ha escogido. Esa es la diferencia entre la autoexperimentación y el laboratorio de Mengele: el nivel de "participación" que se le exige a los otros. La experimentación puede compartirse, en proceso, metodología y resultado, pero no imponerse sin producir algo bien distinto. Uno debe de poder probar hasta la autodestrucción, si así lo requiriera. Su entorno se preocupará y lo llamará "al orden". Pero si la experiencia no tiene más subsidiarios ni requiere de más artífice que uno mismo nadie puede ir más allá de la objeción si coaccionar una vida que no es la suya.

Por eso planteaba (retomando el tema del alcohol por última vez) que uno puede alzar la voz si el "entorno" (los otros) me presionan para que haga esto y aquello; pero si un individuo dice hacer algo que tomamos, "moral" o "sanitariamente", por nocivo, y no tenemos ningún indicio o prueba de que lo haga contra su voluntad, por presiones materiales o anímicas externas, ponerle un bozal en la boca para que no pase el vino no es distinto a incrustarle un embudo.

Y sí, no tenso más la cuerda del off-topic. Encantado.

Re: Esfuerzo, reflexión, ética y revolución en vez de Alcoho

Publicado: 11 Ago 2010, 19:08
por chief salamander
Sin poder contenerme, quizá disfrutando del intercambio de forma hedonista, irresponsable y decadente, y queriendo aclarar también que le quería prestar la dimensión social a los argumentos de Spooner, sin negar que tus planteamientos la puedan tener.
El Errabundo escribió:Sobre la experimentación, creo que puede tener una dimensión perfectamente personal. Para quienes teman a la propia sombra parecerá triste y limitada, pero nadie ha dicho que no pueda ponerse en común. Nada tiene que ver con experimentar con los otros, a despecho de ellos, sin su consentimiento, en relaciones de desigualdad (lo que tu planteabas sobre el homicidio). Eso ya no es experimentación propia, sino obligar a otro a experimentar lo que él no ha escogido.
Este principio que enuncias es la piedra angular de una moral... social: el respeto al prójimo. Desde un punto de vista netamente egoísta, los demás no tendrían por qué ser más que mera materia prima para la propia experiencia vital o la búsqueda del propio interés.

Por eso este enunciado
El Errabundo escribió:Los únicos que se benefician de la Sociedad (de sus componentes) son los que mandan
me parece erróneo. Tampoco creo que debamos hacer una suma total de nuestras interacciones humanas como si fuésemos tenderos para aprobar o condenar algo que inevitablemente existe mientras seamos una especie gregaria: la sociedad. Es como clamar contra el sistema digestivo. Otra cosa es que nos gusten muchas de sus dinámicas, inercias y servidumbres actuales.

Publicado: 11 Ago 2010, 19:57
por ¿¿¿¿????
El Hedonismo tiene que ver con la conciencia de disfrutar de la vida y sus placeres. No veo qué tenga que ver el Hedonismo en esto cuando estas hasta el techo de mierda o esperando al finde para que sea "festivo".

PD: Me gusta el cartel.

Re: Esfuerzo, reflexión, ética y revolución en vez de Alcoho

Publicado: 11 Ago 2010, 22:52
por _nobody_
A mi me parece más contrarrevolucionario el emparejarse. Cuanta gente habrá dejado de militar por echarse un ligue. Y si encima se tienen crios, buah !.. :D Al menos cuando se te pasa el pedo puedes volver a la lucha, e incluso puedes dejar de emborracharte para variar. Seguro que el 28/29-S conocidos borrachuzos de esta página no se emborrachan.

Otra cosa super-contrarrevolucionaria son los viajes que se pega la gente "alternativa". 8 meses dando la vuelta por el Amazonas a la pata coja, o escalando una montaña del Himalaya, o viendo las maravillosas okupas de Guayaquil, o conociendo las raves de Laponia... Vamos, que son gente perdida para el movimiento durante estos meses, más el rato que tardan en aterrizar. Y encima tienen la cabeza a pájaros durante varios meses más planeando nuevos viajes.

El problema no es el alcohol, ni las parejas, ni los viajes. El problema es la falta total de estímulos en la lucha revolucionaria de hoy en día en el Estado.

Re: Esfuerzo, reflexión, ética y revolución en vez de Alcoho

Publicado: 11 Ago 2010, 23:07
por chief salamander
Creo que los Testigos de Jehová tienen una especie de cartillas semanales con una serie de horas de proselitismo, de estudio (lectura y discusión) y de actividades comunitarias (para la organización) que cumplir; supongo que en alguna okupa de Guayaquil te la podrían sellar también (barrer sabemos todos, y con abordar a tres desconocidos en algún autobús de esos léntulos ya son horas de proselitismo; incluso se le puede mandar un correo al Ateneo de Guayaquil por adelantado para preguntar qué texto de Kropotkin toca discutir esa semana y que te manden el pdf, o simplemente asistir educadamente).

En cuanto a la fiestitis, sus excesos y sus males, lo bonito y sensato me parecería hacer fiestas sólo cuando hubiera algo que celebrar.

Re: Esfuerzo, reflexión, ética y revolución en vez de Alcoho

Publicado: 12 Ago 2010, 01:37
por Ratman
Creo que este debate en sí, es absurdo:
Yo suelo beber, si, no se si mucho o poco porque no se que parametros cojer para medir eso, pero vamos, que si, que bebo, que me enborracho y que incluso, algunas veces pierdo totalmente la conciencia...¿Y que? Tambien suelo ir a todas las manifestaciones, concetraciones y actor reivindicativos con los que estoy de acuerdo en mi ciudad, incluso alguno fuera de ella, pego pegatinas, hago pintadas, intento expandir el ideal anarquista por todos los medios que esten en mis manos... Creo que la mayoria de los no-bebedores, no hacen esto, es decir, hay bebedores que luchan igual que yo y mas, y otros que menos, y habra no-bebedores que haran lo mismo que yo, otros menos y otros mas. No se que relacion puede tener esto con ser revolucionario o contrarevolucionario. Es como decir que el que lleva piercing es menos revolucionario que el que no los lleva porque esta mas pendiente de su estetica que el que no lo lleva, o el que tiene familia no le queda tiempo para luchar, o el que viaja, o el que trabaja...nose hasta donde puede llegar lo absurdo...Creo que si se hiciera una estadistica de los bebedores y no-bebedores activos en la lucha anarquista y no activos, el resultado seria muy similar, posiblemente un empate, y si no, seria poco mas que casualidad.
Lo que si tengo claro es que creo en la libertad individual de las personas, y que cada cual, libre, personal e independientemente decida lo que hace y lo que no hace. El que quiera emborracharse, drogarse, auto-lesionarse, masturbarse...Es cosa de el y solo de el, y me parece algo muy facha, con todos mis respetos, decir: "no, tu eres un borracho, tu no vales para la lucha, o eres menos valido"...creo que por ahi van los tiros ideologicos del ideal nazi ¿no?
¿Que el sistema nos prefiere borrachos para controlarnos mejor? Pues que se den una vuelta por cualquier comunidad punk o manifestacion o acto de protesta y pregunten si estan luchando porque no beben,...¿todo esto tiene algun sentido?

Re: Esfuerzo, reflexión, ética y revolución en vez de Alcoho

Publicado: 12 Ago 2010, 12:56
por El Errabundo
Como decíamos ayer… Verás Chief, tu último mensaje, a pesar de que te parezca increíble por lo escueto, abre una cantidad ingente de cuestiones que no pueden tratarse sin abrir otras tantas como matrioskas.

Antes de nada he de decirte que sobre lo que planteas (Individualismo-Dimensión Social-Egoísmo-Sensibilidad), un amigo está preparando un libraco (ya va por las 301 páginas) que algún forero ya ha ojeado, y que trata de romper determinadas fronteras, tabúes o prejuicios en torno a la dicotomía Individuo-Sociedad, Individualismo-Socialismo, Egoísmo-Altruismo. Para no destripar ese montón de páginas ni inundar esto de citas deja que te haga una breve exposición (si te aburres me lo dices y desisto de torturarte con el tema más adelante).

En todos los clásicos Anarquistas (con excepción de Stirner), puede encontrarse miles de pasajes defendiendo las bondades de la Sociedad neutra, como construcción, y sobre todo de una Sociedad “mejorada”, “revolucionada”. Lo que parece menos lógico es encontrar ardientes muestra de Individualismo, en ocasiones feroz, y de condena de valores como el gregarismo e incluso la obligatoriedad del trabajo común y la “colaboración” (no confundir esto con el Apoyo Mutuo o la Solidaridad, sino con la necesidad de hacer las cosas en conjunto). Godwin ejemplifica mejor que nadie esta mezcla Individualista-Societaria, pero está presente en todos, desde Proudhon a Kropotkin, pasando por el “anti-individualista” Malatesta y por Reclús y Goldman.

Con esto trato de decirte que el Anarquismo, como ya sabes, es experto en fijar antítesis no planteadas (Estado-Orden, Ley-Justicia, Dios-Bien), pero también en barrer dicotomías y fusionar conceptos aparentemente antagónicos (Anarquía-Orden, Libertad-Igualdad, Individualismo-Societarismo).

Así, con el paso de los años, desde las exegesis de Nettlau y Rocker hasta hoy, nos hemos dado cuenta de que (sin dejar de existir tesis irreconciliables) algunos planteamientos teóricos dispares no lo eran en realidad tanto. El Humanismo de Godwin y cía. podría parecer opuesto al antihumanismo de Stirner, y así es en el papel. Si leemos que Stirner crítica el Humanismo porque habla de una “especie abstracta” para no tener que preocuparse de los sujetos concretos (tal y como demuestra la caridad cristiana) vemos que no difiere en nada de las teorías de Bakunin sobre como las abstracciones tienden a reducir a los hombres a la condición de conejos o a los consejos de Godwin de no convertir a los hombres en “maquinas” mirándolos en general. Así podríamos comparar el cientifismo de Kropotkin y el escepticismo antideterminista de Malatesta, y concluir que, desde esquinas bien enfrentadas, los dos consideraban que la Ciencia era un privilegio con el que las clases acomodadas justificaban su preeminencia (sin dejar ambos de reconocerle un “valor incuestionable” al estudio científico [Kropotkin definía incluso la Anarquía en clave científica y mecánica, como un fenómeno cinético]). El etcétera se hace largo e innecesario. Empero, sobre el asunto que nos ocupa, aún queda una desmitificación más.

Cierto “individualismo”, cierta filosofía que se ha dado tal nombre, que mi amigo llama “aristocratismo”, ha propuesto siempre como sinónimo de Individuo al hombre fuerte y avasallador, como referente de su “ideología” el “¡ay de los vencidos!”, como representación de su corpus las teorías del “egoísmo/individualismo áspero” (como lo llamaba Goldman), del “todo para mí y los demás a mirar y aplaudir”, de la “moral de esclavos y señores”, de la ley del más apto. Eso, según lo entiendo, no es más que autoritarismo, dependencia exclusiva del mismo ente social al que se desprecia y sin el cual, sin cuyo trabajo y adoración, ese “individualista” no podría vivir porque depende de una cohorte de lacayos. Es el “individualismo” de los Emperadores; es “individualismo” de sótano.

El Individualismo Libertario no tiene nada que ver con eso. Si Godwin, Stirner, Thoreau, Armand, Libertad, Ryner, Monanni, etc., niegan la colaboración con quien no gusta, la participación en colectivos que requieran que deleguemos nuestra autonomía, la nulidad de las mayorías –de su poder- tanto como la de las casta de individuos ilustres (todo ello acorde con el grueso del “pensamiento Anarquista”), si algunos incluso niegan la necesidad de que exista la Sociedad (una minoría –aunque ruidosa y lúcida- dentro de los Individualistas) o por lo menos su carácter benefactor, ninguno de ellos niega la empatía, la sensibilidad con el dolor ajeno, la mano tendida entre los caídos, el establecimientos de las más múltiples y diversas relaciones interpersonales, y son muy pocos los que niegan la necesidad de la organización (Stirner, el antisocial, es por la contra un enamorado de la asociación).

Con esto quiero decirte que lo que tú tomas por “moral social” (preocuparse por el prójimo) para un individualista es “sensibilidad amoral” (preocuparse por el prójimo). Hace lo mismo, llega a las mismas conclusiones, pero lo hace porque cree que son sus fibras personales las que le impulsan a restañar el dolor ajeno (Stirner hablaba, en contra de la ralea liberal, que si alguien no puede trabajar [niño, anciano o enfermo] compramos su sustento porque no queremos que nos priven de la ausencia de unas vidas que nunca, por mucho que paguemos, puede pertenecernos [1]) y no la presión de una educación, de un desenvolvimiento colectivo. En definitiva tu “moral social” no difiere en nada de su “amoralidad individual”. Tú puedes creer que se produce por una “sensibilidad adquirida en grupo” (por poner un ejemplo) y él por unos sentimientos que germinaron en solitario y que florecieron al contacto con el “otro”. Poco importa.

De igual modo pasa con lo que tomas (tomamos) por Egoísmo. Ya hemos hablado del “egoísmo feroz”, pero cuando muchos Individualistas hablan de Egoísmo (concepto que según ellos explican comprendo pero que no me es necesario compartir), lo hacen desde un punto de vista que no guarda mucha diferencia con las proclamas altruistas. Ya Kropotkin hablaba en defensa del egoísmo como “instinto natural” (lo cual no comparto) y decía: “El acto más repugnante, como el más indiferente, o el más atractivo, son todos igualmente dictados por una necesidad del individuo. Obrando de una u de otra manera el individuo lo hace porque en ello encuentra un placer, porque se evita de este modo o cree evitarse una molestia. He aquí un hecho perfectamente determinado, la esencia de lo que se ha llamado la teoría del egoísmo” (La Moral Anarquista, 1890 [lo mismo dice Montseny, Malatesta y un largo etc.]. Sin embargo, sin querer extirpar esta “pulsión”, coloca por encima de ella el altruismo, tal y como hacía Malatesta, y yo concluyo que para ellos el Egoísmo nos hacía Humanos (Individuos) pero el Altruismo nos convertía en Libertarios.

Sea como fuera (enemistados ambos con Stirner y Tucker), nada tendrían que objetar al sentido profundo de las palabras de Stirner si hubiera habido más entendimiento (tal y como señala Nettlau [si bien es cierto, que en los textos de Stirner hay dos o tres fanfarronadas sobre la “utilización del prójimo” que, aun comprendiendo su afán de provocateur, nadie podría tragarse sin sales, y que por lo demás contradicen al resto del texto –tal y como el antisemitismo puntual de Bakunin contradice su igualitarismo constante-]). Para Stirner Egoísmo significa lo mismo que para los viejos sindicalistas fini-primeseculares (XIX-XX) o para los antiteistas de entonces. Si estos decían que había que dejar de pensar en que el patrón nos da la pitanza o en que Dios vela por nosotros, y que había que tratar de vivir mejor aquí y ahora, lo que Stirner viene a plantear es que toda la vida hemos sido receptores pasivos del egoísmo ajeno: el egoísmo del Rey, del Sacerdote, del Empresario. Afirma que la única forma de dejar de “mirar por ellos” es empezar a “mirar por nosotros”. Su Egoísmo es horizontal porque llama a todos a su práctica -a todos los de abajo-, y no es más que su propuesta para empezar a desentender las necesidades de los líderes y empezar a preocuparnos por las propias.

Acabado este punto, y creyendo haber demostrado que muchas veces se llaman y experimentan de forma distintas cosas que en realidad buscan lo mismo (la solidaridad entre miembros de la sociedad-la solidaridad entre individuos asociados; preocuparse por el prójimo en un enclave colectivo o hacerlo itinerantemente en grupos aislados), creo que no tengo más que aportar.

Sin embargo, estoy en desacuerdo con esto:
Tampoco creo que debamos hacer una suma total de nuestras interacciones humanas como si fuésemos tenderos para aprobar o condenar algo que inevitablemente existe mientras seamos una especie gregaria: la sociedad. Es como clamar contra el sistema digestivo.
No creo que lleguemos a un acuerdo en este punto porque partimos de ópticas muy dispares (aunque no adelanto acontecimientos). Para ti, como para Bakunin, la Sociedad es algo fatal, inevitable, como una función fisiológica. Lo mismo piensan Individualistas como Ryner que, maldiciendo la Sociedad, dice que es eterna como la muerte. Yo, por el contrario, no creo que el “hombre” esté obligado a ser nada, tampoco un animal social.

Si el Individualismo les lleva a algunos a convertirse cenobitas que se refugian en las montañas y maldicen la mirada de sus semejantes, y a otros a huir de la Civilización pero siempre con condescendencia y hospitalidad hacia sus habitantes menos intoxicados (como hacia Thoreau), a otros les mueve a vivir entre sus supuestos iguales pero sintiéndose un extraño (tal y como decía Armand), esto es así porque hay múltiples formas, múltiples sensibilidades, con las que afrontar el fenómeno social. Si todos nacemos en sociedad (no todos), no todos queremos seguir en sus límites, y si los recorremos nos sentimos extraviados. Decir que una invención humana es forzosamente “lo que hay” mientras la especie dure en su forma actual es tanto como decir que la jerarquía es incuestionable e inamovible mientras el mundo siga rotando. La sociedad también es un invento animal, como la jerarquía, pero ni todos los animales viven en sociedad ni todos conforman jerarquías. Lo natural o connatural a una especie, lo que “existe” y “existirá” no es más que una entelequia. Las personas no están obligadas a ser más que aquello que quieren ser o lo que, en nuestras circunstancias, les dejan (y obligan) ser.

Los Anarquistas (la mayoría) han creído siempre que, después de la “Liquidación Social”, podrá fundamentarse una Comunidad Humana sobre nuevos valores. La mayoría ha creído también que el hombre es social por natura (algunos pocos por interés) y que el “hombre” solo, el “hombre no-social”, no es libre ni “hombre”. No obstante, parece que también esa misma mayoría comprendió que no se puede dejar todo trazado según un plan de futuro cerrado, que no se puede saber cómo derivaran las personas, ni cómo enfrentarse a las que ya iban proponiendo el cambio. En esas circunstancias casi todos hicieron sus propuestas ideales (comunas pequeñas temporales y quebradizas, otras más estables, grandes enclaves sociales, asociaciones de egoístas), y gran parte fue lo suficientemente flexible para comprender que la Sociedad no está hecha, a titulo fatal, para todos (como no lo están por mucho que nos insistan, las más diversas innovaciones “humanas”). Montseny habla del derecho del individuo a la soledad; Godwin nos dice que la desaparición de la propiedad privada no supone comidas en común, almacenes comunes y ni siquiera vida en común (2) –aun cuando es un societario a carta cabal–; Renzo Novatore nos decía que incluso en la Sociedad más perfecta siempre habrá vagabundos corriendo por sus márgenes; Biofilo Panclasta lo vivió en propia carne; Prada nos decía que en la Sociedad Anarquista el Individuo lo sería Todo y el Estado Nada (como Grave y Malato); Bakunin mismo se sorprendía por los estúpidos anacoretas que se aislaban del mundo, pero los reconocía como la única excepción a sus postulados sociales; Bellegarrigue creía en la Sociedad pero no se consideraba hijo de ninguna cultura, de ninguna tradición, ni grupo humano, y clamaba orgulloso porque según pensaba el mundo nació con él y con él moriría; Coeurderoy llamaba a los cosacos para que arrasaran Europa y amaba retornar a la vida nómada; Palante, Stirner, Igualada y un voluminoso etc., afirmaban que la Sociedad no estaba hecha para ellos y que si tuvieran la oportunidad (sin presiones gubernamentales) prescindirían de la misma. Y así multitud de ejemplos.

Bien ¿qué hacemos con la multitud de personas que no se sienten sociales, por mucho que les digan que eso es cómo no sentirse mortales, y que quieren disfrutar de la vida en solitario, de encuentros casuales o de afinidades a corto plazo? He llegado a la conclusión, como muchos de los citados, que una “realidad Anarquista”, sólo merecerá tal nombre si en ella hay cabida para la Sociedad que la mayoría busca, para micro sociedades frágiles y para los Individuos errantes que abominen de ambas. Que la Sociedad sea para el que la quiera o no para el que no, he ahí todo. Y el que no crea que tiene 11 metros de tubo digestivo por dentro y quiera dejar de digerir que lo haga si tal es su voluntad (lo mismo digo en función del alcohol, las drogas y demás). Sólo podemos intentar persuadirle de que no se lastime (como al asocial de que estaría mejor entre nosotros), pero tomar por una fatalidad aquello a lo que un acto de voluntad puede poner fin (la evisceración) es empezar por marcar las cartas ajenas y limitarle la jugada al prójimo. En definitiva, prefiero a una persona que se auto engañe que una que “sepa la verdad” pero a la que se la deba forzar a “creer” (sé que esta no es tu intención Chief, es que como verás el texto ya casi parece un ensayo y argumento sin personalizar).

Concluyo por tanto que no es importante si mis planteamientos adolecen de “componente social”, creo que la Sociedad es como Dios o la Patria: para el que la quiera. Estaré en paz con ellos mientras no se me impongan. Como la Patria no existe de forma unidimensional casi siempre se colectiviza, ergo no hay acuerdo posible; aunque Dios puede “adorarse” en soledad, parece que siempre exige tener fieles, así que también lo veo difícil; pero si la Sociedad, proyecto colectivo donde los haya, dice poder formularse, según plantean los Anarquistas, sin obligarme a mí, no hay confrontación posible a menos que se desdigan los compañeros. En ese caso la “dimensión social” de mis argumentos puede entenderse indistintamente como “sensibilidad individualista”, “altruismo asocial” o “solidaridad antigregaria”. A sentir en carne propia el dolor ajeno se le puede llamar de muchas formas, y puede no experimentarse hundido entre bloques de casas y el asfalto de la ciudades, aun rodeado de miles de personas, y si en un encuentro casual con un semejante sin nadie más a miles de kilómetros a la redonda… Puede darse incluso sin contacto, cuando en soledad pensamos en cómo ayudar a enmendar la vida de nuestros iguales (si así lo requieren) y cuando enfocamos nuestros gestos según ese ángulo.

Bueno, se nota que llevaba tiempo sin escribir en el foro. Es verdad que hay alguna pincelada sobre el alcohol, pero como el tema es tan inabarcable reconozco que esta vez he hablado de lo divino y lo humano con demasiada prolijidad. Si no se me requiere no acaparo más el tema.

Cordialmente, Salud y disculpen las molestias.


1 “Y hasta podemos sostener con nuestro propio pecunio a los achacosos, los enfermos y los ancianos, para que la miseria no nos los arrebate. Si queremos que vivan, debemos comprar la satisfacción de ese deseo. Digo bien: que la compramos; no pienso de ningún modo en una miserable limosna. Su vida es también su propiedad, incluso para quienes no pueden trabajar; y si queremos (no importa por qué razón) que no nos priven de esa vida que les pertenece, no hay otro medio de obtener ese resultado que comprándolo” (Stirner, El Único y su Propiedad, 1844).

2 “¿Para qué han de instituirse comidas en común? ¿Acaso he de sentir hambre al mismo tiempo que mi vecino? ¿He de abandonar el museo donde trabajo, el retiro donde medito, el observatorio donde estudio, para presentarme en un edificio destinado a refectorio en lugar de comer donde y cuando lo exige mi deseo? ¿Para qué almacenes comunes? ¿Para transportar nuestros productos a un lugar determinado, a fin de volverlos a buscar a ese lugar? ¿O es que semejante precaución se considera necesaria, después de cuánto hemos dicho sobre el imperio de la razón en una sociedad igualitaria, para prevenimos de la maldad y la codicia de sus miembros? Si así fuera, en nombre de Dios, descartemos toda posibilidad de justicia política y aceptemos la opinión de quienes afirman que la práctica de la equidad es incompatible con la naturaleza humana. Una vez más, cuidémonos de reducir a los hombres a la condición de mecanismos inanimados. […]. Un hombre solitario se ve obligado a menudo a postergar o a sacrificar la realización de sus más elevados pensamientos, en aras de su propia utilidad. ¿Cuántos designios magníficos han perecido en germen, a causa de tal circunstancia? El mejor remedio al respecto consiste en la reducción de las necesidades personales hasta el mínimo posible y en la simplificación de los medios de satisfacerlas. Es peor aún cuando nos vemos obligados a consultar la conveniencia de los demás [Nota mía: lo cual vuelve a tener relación con lo del alcohol] (Godwin, Investigación sobre la justicia Política, 1793).