La infancia sepultada
Publicado: 04 Jul 2008, 19:07
Es increible la cantidad de perjuicios que causa la industria cultural, como los individuos comienzan a preocuparse por sus rasgos físicos, o mejor dicho a acomplejarse adquiriendo sentimientos de inferioridad y de culpabilidad. Este tema lo podría interrelacionar con el de la pornografía. La imágenes repetidas ad nausem en los medios llevan en si mismas la verdad realizada e inmutable. Intentar alcanzar esos clichés transforma la personalidad del individuo, convirtiéndolo en un autómata. Vivir para el culto al cuerpo con el qué poder ligar en la playica con las chavalicas. Pero, por ejemplo, cuando eres un niñ@ no te preocupas por tu aspecto físico, pasas de todo, sólo quieres jugar y divertirte, pero conforme la adultez comienza a asomarse por el horizonte el carácter del mismo individuo se va reconvirtiendo y moldeando hasta acabar con la infancia a través de una vejez prematura.
Una infancia sesgada por una autoridad basada en el chantaje es la piedra angular de la quiebra actual del envenenamiento de los niñ@s. La perversidad de los razonamientos de la gente adulta interviene como eje neurálgico de acabar y limitar la expansión de los deseos de la infancia, sin ningún escrúpulo, adormeciendo sus conciencias con sesiones de chantaje espectacular.
Me quedo reflexionando a veces la cantidad de infancias que han echado a perder tanto por la industria del espectáculo como por las personas que intentan inculcar los razonamientos del buen hacer y del comportamiento intachable. Yo aún no he renunciado a mi infancia que sin duda me han arrebatado entre unos y otros, quiero continuar siendo un niño que le gusta jugar al balón, pasear por el monte y disfrutar, en definitiva, de no estar apegado a las obligaciones que la vida racional y civilizada que nos ofrecen a tod@s.
Los comportamientos envejecidos de los niños se vislumbran al compás rutinario de un péndulo que cuelga sobre sus cabezas, ese péndulo es precisamente la horas muertas rellenadas por mercancías extraviadas y por horarios bien delimitados y programados de lo qué los niñ@s deben hacer o no hacer, porque según los adultos “es bueno para ell@s”. Esto es la supervivencia de una muerte agonizante que se encierra en cuatro paredes y que bajo llave, se les repite que han de estudiar, han de portarse bien, es decir, para colmo reducen el juego de los niños ha obligaciones absurdas so pena de no otorgarles el reducto temporal para poder explayarse.
Los padres (como rol interiorizado) educan a los hij@s con las carcasas de la industria de la obligación y del trabajo, les consideran, por ende, subordinados en una clara postergación tanto de ellos como de los hij@s, en tanto que al no considerarlos como sus iguales, repiten los mismos clichés con los que antaño ellos mismo fueron educados. Hoy por hoy, los niños carecen de toda imaginación no saben más que canturrear canciones de anuncios y pensarse igual que la “barbie” con la que juegan asiduamente, y que cuyos padres le han regalado con la finalidad auto referencial de cumplir a la perfección el rol de “papis chachís”. La educación que reciben los niñ@s es la misma que dictan los media, sin desviarse un ápice del contenido ficticio de los anuncios, y de esta manera aprenden a interiorizar inexorablemente la ideología del gadget. Las mercancías nos han envejecido tanto a los niños como a la gente con más edad, en tanto postergación y renuncia a vivir sin trabas y sin tiempos muertos, al comprender qué sentíamos vergüenza, por el “qué dirán”, nuestra espontaneidad infantil se fue al traste, y con ella, nuestros deseos de vivir sin riesgo a equivocarse, al asumir la ideología del miedo nos rompieron en dos, nos sepultaron en vida, reduciéndonos a meros objetos susceptibles de transacción. Recuperar la infancia quiere decir rechazar una vida estúpida de connotaciones totalitarias, pero eso sí, disfrazada con nombres de viejos placeres. ¿Quién está dispuesto a que le vuelvan a tergiversar la infancia? Yo desde luego no. Salud!
Una infancia sesgada por una autoridad basada en el chantaje es la piedra angular de la quiebra actual del envenenamiento de los niñ@s. La perversidad de los razonamientos de la gente adulta interviene como eje neurálgico de acabar y limitar la expansión de los deseos de la infancia, sin ningún escrúpulo, adormeciendo sus conciencias con sesiones de chantaje espectacular.
Me quedo reflexionando a veces la cantidad de infancias que han echado a perder tanto por la industria del espectáculo como por las personas que intentan inculcar los razonamientos del buen hacer y del comportamiento intachable. Yo aún no he renunciado a mi infancia que sin duda me han arrebatado entre unos y otros, quiero continuar siendo un niño que le gusta jugar al balón, pasear por el monte y disfrutar, en definitiva, de no estar apegado a las obligaciones que la vida racional y civilizada que nos ofrecen a tod@s.
Los comportamientos envejecidos de los niños se vislumbran al compás rutinario de un péndulo que cuelga sobre sus cabezas, ese péndulo es precisamente la horas muertas rellenadas por mercancías extraviadas y por horarios bien delimitados y programados de lo qué los niñ@s deben hacer o no hacer, porque según los adultos “es bueno para ell@s”. Esto es la supervivencia de una muerte agonizante que se encierra en cuatro paredes y que bajo llave, se les repite que han de estudiar, han de portarse bien, es decir, para colmo reducen el juego de los niños ha obligaciones absurdas so pena de no otorgarles el reducto temporal para poder explayarse.
Los padres (como rol interiorizado) educan a los hij@s con las carcasas de la industria de la obligación y del trabajo, les consideran, por ende, subordinados en una clara postergación tanto de ellos como de los hij@s, en tanto que al no considerarlos como sus iguales, repiten los mismos clichés con los que antaño ellos mismo fueron educados. Hoy por hoy, los niños carecen de toda imaginación no saben más que canturrear canciones de anuncios y pensarse igual que la “barbie” con la que juegan asiduamente, y que cuyos padres le han regalado con la finalidad auto referencial de cumplir a la perfección el rol de “papis chachís”. La educación que reciben los niñ@s es la misma que dictan los media, sin desviarse un ápice del contenido ficticio de los anuncios, y de esta manera aprenden a interiorizar inexorablemente la ideología del gadget. Las mercancías nos han envejecido tanto a los niños como a la gente con más edad, en tanto postergación y renuncia a vivir sin trabas y sin tiempos muertos, al comprender qué sentíamos vergüenza, por el “qué dirán”, nuestra espontaneidad infantil se fue al traste, y con ella, nuestros deseos de vivir sin riesgo a equivocarse, al asumir la ideología del miedo nos rompieron en dos, nos sepultaron en vida, reduciéndonos a meros objetos susceptibles de transacción. Recuperar la infancia quiere decir rechazar una vida estúpida de connotaciones totalitarias, pero eso sí, disfrazada con nombres de viejos placeres. ¿Quién está dispuesto a que le vuelvan a tergiversar la infancia? Yo desde luego no. Salud!