Mi vida.
Publicado: 12 Nov 2007, 18:39
Bueno, no se si tendra mucho que ver en esta sección, lo lamento si no es así.
Os pongo aqui un texto que acabo de escribir, como si fuera un diario, me gustaria que opinaseis que os parece.
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Hoy, una conversación con una antigua amiga me ha devuelto al pasado.
El pasado, aunque solo hayan transcurrido unos meses desde la etapa a la que yo llamo “pasado”, es un borrón de días de cielo gris, donde mis pensamientos se reducían a la imitación de las costumbres de mis compañeros de grupo, para poder alcanzar un mayor “estatus social”.
Pero esos días pasaron, o eso creía yo hasta hace unos minutos.
Todo comenzó tras una amarga relación con una mujer, que me hizo replantearme todo. ¿Por qué fingía ser quién no era?
Un día de verano, entre llantos, hablando con una amiga, decidí que la vida era algo demasiado volátil como para estar malgastándola en preocupaciones sobre el “que dirán”.
Cambie de forma de ser, aunque no tanto como yo pretendió, pero sí lo suficiente. Decidí que se acabo el agachar la cabeza cuando fuese humillado, y responder con serias palabras, al intento de humillación de unas personas que basan su felicidad en las penas de los demás.
Decidí alzar la barbilla bien alto, y no avergonzarme de mi cuerpo, mi forma de vestir, mi peinado, de mi. Decidí empezar a pensar por mi cuenta, dejar de frecuentar “amistades” que sólo me producían malos tragos.
Empecé a relacionarme con más gente, a ser más abierto de miras, a ponerme en el lugar de la otra persona antes de juzgar, a luchar por aquello que yo amaba.
Las personas que antes me humillaban, ahora me respetan, no se atreven a gastar bromas pesadas conmigo, o eso creo, no sé muy bien si es que han dejado de hacerlas, o es que cuando las dicen, no me afectan.
Hoy, he vuelto a hablar con aquella mujer con la que tuve una extraña relación, debo reconocer, que la tengo cierto rencor, aunque se que es buena chica, y que se preocupa por mí, aunque cuando estoy con ella no puedo evitar comportarme de una forma, que no es la mía.
Al hablar con ella, hemos hablado de los viejos tiempos, de lo que ocurrió, y como eso ha repercutido a las historias de hoy.
Me ha comentado como uno de los “amigos”, que ahora me tienen más respeto, habló de mi tras unas fiestas de verano.
Él, me definió como una persona marginada, a la que todo el mundo humilla, que no merece la pena.
La ira me llena, sabía que esta persona era así, pero mi cerebro se inunda con la frase “¿Cómo ha podido hacerlo?”.
Minutos después, me calmo, reflexiono, y llego a la conclusión, acertada o no, pero si motivadora, de que esta persona, aun habiendo sido cruel, no mentía.
La esperanza de haber cambiado empieza a circular por mi cuerpo, que ahora no soy esa persona, aunque con el indudable hecho, de que no seria como soy ahora, si no hubiese pasado esos malos tragos.
Pienso, pienso, y sigo pensando. Mi cabeza es un hervidero de emociones: Muchas malas, pocas buenas.
Mi mente. se libera. El pulso, se relaja. La determinación, me inunda.
Luchar.
Luchar por liberar mi mente de los estragos que la sociedad le ha producido.
Luchar, por aprender a aceptar las críticas que los demás me lanzan, pues estas críticas, me sirven de ayuda para perfeccionar mi forma de ser. No debo tomarlas a mal, pobres de ellos, pues llegará el día donde las críticas que tan despreocupadamente lanzan, les vuelvan, sino que debo aceptarlas, quitarles importancia, y luchar por corregirlas.
Esto, no es más que un resumen de el primer cambio en mi forma de vida, espero, que no sea el último, pues las acciones de cada uno repercuten sobre los demás, y cada parche que le damos a nuestra personalidad, es un paso hacia la felicidad, tanto mía, como de los que me rodean.
Un saludo, espero opiniones.
Os pongo aqui un texto que acabo de escribir, como si fuera un diario, me gustaria que opinaseis que os parece.
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Hoy, una conversación con una antigua amiga me ha devuelto al pasado.
El pasado, aunque solo hayan transcurrido unos meses desde la etapa a la que yo llamo “pasado”, es un borrón de días de cielo gris, donde mis pensamientos se reducían a la imitación de las costumbres de mis compañeros de grupo, para poder alcanzar un mayor “estatus social”.
Pero esos días pasaron, o eso creía yo hasta hace unos minutos.
Todo comenzó tras una amarga relación con una mujer, que me hizo replantearme todo. ¿Por qué fingía ser quién no era?
Un día de verano, entre llantos, hablando con una amiga, decidí que la vida era algo demasiado volátil como para estar malgastándola en preocupaciones sobre el “que dirán”.
Cambie de forma de ser, aunque no tanto como yo pretendió, pero sí lo suficiente. Decidí que se acabo el agachar la cabeza cuando fuese humillado, y responder con serias palabras, al intento de humillación de unas personas que basan su felicidad en las penas de los demás.
Decidí alzar la barbilla bien alto, y no avergonzarme de mi cuerpo, mi forma de vestir, mi peinado, de mi. Decidí empezar a pensar por mi cuenta, dejar de frecuentar “amistades” que sólo me producían malos tragos.
Empecé a relacionarme con más gente, a ser más abierto de miras, a ponerme en el lugar de la otra persona antes de juzgar, a luchar por aquello que yo amaba.
Las personas que antes me humillaban, ahora me respetan, no se atreven a gastar bromas pesadas conmigo, o eso creo, no sé muy bien si es que han dejado de hacerlas, o es que cuando las dicen, no me afectan.
Hoy, he vuelto a hablar con aquella mujer con la que tuve una extraña relación, debo reconocer, que la tengo cierto rencor, aunque se que es buena chica, y que se preocupa por mí, aunque cuando estoy con ella no puedo evitar comportarme de una forma, que no es la mía.
Al hablar con ella, hemos hablado de los viejos tiempos, de lo que ocurrió, y como eso ha repercutido a las historias de hoy.
Me ha comentado como uno de los “amigos”, que ahora me tienen más respeto, habló de mi tras unas fiestas de verano.
Él, me definió como una persona marginada, a la que todo el mundo humilla, que no merece la pena.
La ira me llena, sabía que esta persona era así, pero mi cerebro se inunda con la frase “¿Cómo ha podido hacerlo?”.
Minutos después, me calmo, reflexiono, y llego a la conclusión, acertada o no, pero si motivadora, de que esta persona, aun habiendo sido cruel, no mentía.
La esperanza de haber cambiado empieza a circular por mi cuerpo, que ahora no soy esa persona, aunque con el indudable hecho, de que no seria como soy ahora, si no hubiese pasado esos malos tragos.
Pienso, pienso, y sigo pensando. Mi cabeza es un hervidero de emociones: Muchas malas, pocas buenas.
Mi mente. se libera. El pulso, se relaja. La determinación, me inunda.
Luchar.
Luchar por liberar mi mente de los estragos que la sociedad le ha producido.
Luchar, por aprender a aceptar las críticas que los demás me lanzan, pues estas críticas, me sirven de ayuda para perfeccionar mi forma de ser. No debo tomarlas a mal, pobres de ellos, pues llegará el día donde las críticas que tan despreocupadamente lanzan, les vuelvan, sino que debo aceptarlas, quitarles importancia, y luchar por corregirlas.
Esto, no es más que un resumen de el primer cambio en mi forma de vida, espero, que no sea el último, pues las acciones de cada uno repercuten sobre los demás, y cada parche que le damos a nuestra personalidad, es un paso hacia la felicidad, tanto mía, como de los que me rodean.
Un saludo, espero opiniones.