Anarquía en nuestra mente
Publicado: 22 Jul 2007, 12:23
Anarquía, esa palabra tantas veces repetida y tan pocas entendida, ni siquiera por los propios, autodenominados, “anarquistas”.
Hoy en día cualquiera que se atreva a hablar de una sociedad de libertad, donde reine la armonía y la fraternidad entre los humanos es tachado de soñador y, ciertamente, esto no está nada lejos de la realidad. Hoy en día hemos interiorizado hasta tal punto el sistema de opresión, represión y poder externo que ciertamente nos es difícil imaginarnos esta sociedad. Pongamos un ejemplo:
Hoy en día la tristeza se ha convertido en una emoción a evitar, nada deseable. Cuando estás triste tus amigos, tus familiares, tus compañeros, todo el mundo te dice que no estés triste. Hasta los libros de “ayuda” psicológica están plagados de métodos para dejar la tristeza a un lado y ser una persona positiva y alegre. Y la pregunta es, como siempre, ¿por qué? ¿Qué tiene de malo la tristeza? ¿No es acaso la tristeza madre de preciosos poemas, canciones, cuadros, etc.? Y es que la tristeza como toda emoción es creadora. Pero al Estado, al Mercado no le interesa para nada que tú sepas esto, si nos diéramos cuenta de que somos creadores por naturaleza, ¿quién iba a querer trabajar bajo sus condiciones de trabajo degradante? Necesitan que creas que sólo obligándote a trabajar podrás producir algo, que sólo bajo sus métodos de acoso, control, amenaza constante, etc. puedes hacer algo productivo. Tantos años de manipulación histórica a tus espaldas han hecho de ti un ser muerto. Y esto les viene estupendamente, ahora, una vez machacado emocionalmente te podrán bombardear con publicidad que te dice: “compra esto y serás feliz”, “compra lo otro y tu vida será mucho mejor”, “este producto hará tu vida más feliz”. ¡Y tú no te das cuenta de que la felicidad no la conseguirás hasta que no aprendas a aceptar lo que eres! ¡Tus emociones! Pero todo es un complot contra ti, te han enseñado a no quererte triste, ¿¡te das cuenta!? ¡Qué disparate! ¡No te quieres a ti mismo si estás triste! ¡Lo único seguro que tienes en esta vida y no lo quieres! Pero es que queriéndote triste te darías cuenta de tu poder productivo, te darías cuenta de que tú vales, de que tu vida merece la pena. Pero darte cuenta de que vales es peligrosísimo para los gobiernos, para el mercado, para todo el Sistema. Dándote cuenta de que vales, ¿¡cómo ibas a dejar que trafiquen con tu vida!? ¿Quién se iba a creer que teniendo tal o cual cosa iba a ser más feliz? ¿Quién iría a la guerra a morir por un trapo y unas fronteras? Si la gente se diera cuenta de que vale se levantaría contra el Sistema, se darían cuenta de que merece la pena luchar por ellos mismos. Pero todo esto es muy peligroso para el Sistema establecido, por eso te dicen que no estés triste, tú lo intentarás, pero es una gilipollez, si necesitas estar triste tienes que estarlo, fingir que no lo estás no te va a servir de nada, sólo hará que te angusties cuando el engaño a ti mismo no de para más y te des cuenta de que sigues triste, y eso te creará más tristeza. Si mientras estás triste estás ansioso por estar alegre, estás muerto, no vives lo que eres y muerto, eres del Sistema. Muerto ya pueden hacer contigo lo que quieran.
Con este ejemplo sólo quiero hacer ver hasta que punto el Sistema esta dentro de nosotros, hasta de los llamados anarquistas, son años de represión histórica que se ha metido hasta nuestros huesos. Probablemente cuando los maestros en las escuelas o los psicólogos en sus libros nos animan para dejar la tristeza de lado tampoco se dan cuenta de lo que están haciendo. Son sólo otras pobres víctimas de los intereses de ese monstruo tan enorme llamado Sistema, actualmente controlado por el Mercado y en menor parte por el Estado.
Y si no sabemos llevar la anarquía ni siquiera a nuestras emociones, si no somos capaces de ser libres con nosotros mismos, ¿cómo pensamos llevar la anarquía a toda estructura social? Ciertamente el soñado mundo libre-productor queda muy lejos. Ese mundo en que cada cual aprovecharía su estado de ánimo para crear, en el que una persona alegre se pondría a trabajar en la viveza de la agricultura, la persona enfadada desahogaría su rabia con la perforación en una cantera o la tala de árboles y la persona triste se dedicaría a la monotonía de una fabrica o a la soledad de la artesanía. Ese mundo en el que el maestro fuera todo el que tuviera algo que enseñar y el alumno todo el que tuviera algo que aprender. Ese mundo donde los humanos ya no necesiten matar o morir, pues con la falta de represión de nosotros mismos, con la aceptación de lo que somos ¿quién iba a hacer daño a otros? Es cuando nos reprimimos cuando nuestras emociones tienen que salir por un lado, es cuando estamos enfadados con nosotros mismos porque no podemos ser tal o cual cosa cuando buscamos en el exterior el medio de desahogo. Ese mundo es, en las condiciones actuales, sólo parte de nuestra imaginación. Es un mundo sólo alcanzable mediante la concienciación social, la cultura, la libertad exterior y el tiempo, mucho tiempo. Es un mundo de pensamiento y conciencia no factible, por lo tanto, con la imposición, con las armas. ¿Cómo podemos caminar entonces hacia ese mundo que parece quedar tan lejos?
Está visto que ninguno de los sistemas ya probados nos va a llevar a ese mundo. Ni los gubernamentales, ni los económicos. ¿La solución? Crear un sistema nuevo, uno que sí sea factible en la actualidad, que no necesite de demasiada concienciación social, sólo de otra forma de organización. Un sistema que una vez hecho nos lleve, con tiempo, conciencia y cultura, a la verdadera anarquía. Ese es el sistema que yo veo, por ejemplo, en el anarcosindicalismo.
El anarcosindicalismo es sólo otro sistema político-económico sólido, que no requiere de mucha concienciación o cultura para seguirse y que sin embargo cuenta con la importantísima virtud de dejar libertad para que se empiece a caminar hacia la anarquía. En el anarcosindicalismo los trabajadores estarían organizados de abajo a arriba mediante el principio federativo, esto es, reunidos en pequeñas agrupaciones por ramo de producción que escogen a sus delegados (que sólo son eso, delegados) para tener voz en agrupaciones mayores y poder así llevar el bienestar económico a toda la sociedad. En el anarcosindicalismo todavía existiría la especialización del trabajo, los maestros como profesión. Se harían juicios con la plena participación del pueblo a aquel que fuera considerado enemigo público. En definitiva, un sistema totalmente sostenible en manos de los trabajadores como tú y como yo.
Sin embargo este es el sistema que mediante los principios de apoyo mutuo, solidaridad, libertad, etc. propugnados por el comunismo libertario nos llevaría a la anarquía definitiva, interior y exterior. Toda estructura de poder, hasta el poder del pueblo, poco a poco, se iría sustituyendo por la total libertad individual, los juicios y el sistema penal popular irían cayendo a medida que las personas no tuvieran por lo que hacer daño a otros. La escuela, la especialización del oficio de la enseñanza también iría cayendo a medida que el mundo se diera cuenta de que todos tienen que enseñar y aprender y lo llevaran a lo cotidiano.
Es difícil explicar esto a la gente que no esta familiarizada con el conocimiento del anarquismo. ¿Qué responder a la típica pregunta de “y si alguien matara a tu padre…”? ¿Le explicas que en la anarquía nadie tendría interés en matar a tu padre? ¿Le explicas todo lo dicho en este artículo? ¿O por no pasarte le dices como sería un juicio en el anarcosindicalismo sustituyendo este nombre por anarquía? Entonces ya vendrá otro que le diga lo que es y los anarquistas quedaremos como “los que ni se entienden entre ellos”. Pero esa no es la parte que nos deba preocupar primeramente. Lo que nos debe preocupar primeramente es que nosotros mismos, los anarquistas, entendamos todo lo dicho y empecemos a cambiar, desde la consciencia y la plena claridad de lo que queremos, nuestro interior, para poder así hacernos fuertes contra todo lo que está en contra de la libertad, que por el momento, no es poco.
Hoy en día cualquiera que se atreva a hablar de una sociedad de libertad, donde reine la armonía y la fraternidad entre los humanos es tachado de soñador y, ciertamente, esto no está nada lejos de la realidad. Hoy en día hemos interiorizado hasta tal punto el sistema de opresión, represión y poder externo que ciertamente nos es difícil imaginarnos esta sociedad. Pongamos un ejemplo:
Hoy en día la tristeza se ha convertido en una emoción a evitar, nada deseable. Cuando estás triste tus amigos, tus familiares, tus compañeros, todo el mundo te dice que no estés triste. Hasta los libros de “ayuda” psicológica están plagados de métodos para dejar la tristeza a un lado y ser una persona positiva y alegre. Y la pregunta es, como siempre, ¿por qué? ¿Qué tiene de malo la tristeza? ¿No es acaso la tristeza madre de preciosos poemas, canciones, cuadros, etc.? Y es que la tristeza como toda emoción es creadora. Pero al Estado, al Mercado no le interesa para nada que tú sepas esto, si nos diéramos cuenta de que somos creadores por naturaleza, ¿quién iba a querer trabajar bajo sus condiciones de trabajo degradante? Necesitan que creas que sólo obligándote a trabajar podrás producir algo, que sólo bajo sus métodos de acoso, control, amenaza constante, etc. puedes hacer algo productivo. Tantos años de manipulación histórica a tus espaldas han hecho de ti un ser muerto. Y esto les viene estupendamente, ahora, una vez machacado emocionalmente te podrán bombardear con publicidad que te dice: “compra esto y serás feliz”, “compra lo otro y tu vida será mucho mejor”, “este producto hará tu vida más feliz”. ¡Y tú no te das cuenta de que la felicidad no la conseguirás hasta que no aprendas a aceptar lo que eres! ¡Tus emociones! Pero todo es un complot contra ti, te han enseñado a no quererte triste, ¿¡te das cuenta!? ¡Qué disparate! ¡No te quieres a ti mismo si estás triste! ¡Lo único seguro que tienes en esta vida y no lo quieres! Pero es que queriéndote triste te darías cuenta de tu poder productivo, te darías cuenta de que tú vales, de que tu vida merece la pena. Pero darte cuenta de que vales es peligrosísimo para los gobiernos, para el mercado, para todo el Sistema. Dándote cuenta de que vales, ¿¡cómo ibas a dejar que trafiquen con tu vida!? ¿Quién se iba a creer que teniendo tal o cual cosa iba a ser más feliz? ¿Quién iría a la guerra a morir por un trapo y unas fronteras? Si la gente se diera cuenta de que vale se levantaría contra el Sistema, se darían cuenta de que merece la pena luchar por ellos mismos. Pero todo esto es muy peligroso para el Sistema establecido, por eso te dicen que no estés triste, tú lo intentarás, pero es una gilipollez, si necesitas estar triste tienes que estarlo, fingir que no lo estás no te va a servir de nada, sólo hará que te angusties cuando el engaño a ti mismo no de para más y te des cuenta de que sigues triste, y eso te creará más tristeza. Si mientras estás triste estás ansioso por estar alegre, estás muerto, no vives lo que eres y muerto, eres del Sistema. Muerto ya pueden hacer contigo lo que quieran.
Con este ejemplo sólo quiero hacer ver hasta que punto el Sistema esta dentro de nosotros, hasta de los llamados anarquistas, son años de represión histórica que se ha metido hasta nuestros huesos. Probablemente cuando los maestros en las escuelas o los psicólogos en sus libros nos animan para dejar la tristeza de lado tampoco se dan cuenta de lo que están haciendo. Son sólo otras pobres víctimas de los intereses de ese monstruo tan enorme llamado Sistema, actualmente controlado por el Mercado y en menor parte por el Estado.
Y si no sabemos llevar la anarquía ni siquiera a nuestras emociones, si no somos capaces de ser libres con nosotros mismos, ¿cómo pensamos llevar la anarquía a toda estructura social? Ciertamente el soñado mundo libre-productor queda muy lejos. Ese mundo en que cada cual aprovecharía su estado de ánimo para crear, en el que una persona alegre se pondría a trabajar en la viveza de la agricultura, la persona enfadada desahogaría su rabia con la perforación en una cantera o la tala de árboles y la persona triste se dedicaría a la monotonía de una fabrica o a la soledad de la artesanía. Ese mundo en el que el maestro fuera todo el que tuviera algo que enseñar y el alumno todo el que tuviera algo que aprender. Ese mundo donde los humanos ya no necesiten matar o morir, pues con la falta de represión de nosotros mismos, con la aceptación de lo que somos ¿quién iba a hacer daño a otros? Es cuando nos reprimimos cuando nuestras emociones tienen que salir por un lado, es cuando estamos enfadados con nosotros mismos porque no podemos ser tal o cual cosa cuando buscamos en el exterior el medio de desahogo. Ese mundo es, en las condiciones actuales, sólo parte de nuestra imaginación. Es un mundo sólo alcanzable mediante la concienciación social, la cultura, la libertad exterior y el tiempo, mucho tiempo. Es un mundo de pensamiento y conciencia no factible, por lo tanto, con la imposición, con las armas. ¿Cómo podemos caminar entonces hacia ese mundo que parece quedar tan lejos?
Está visto que ninguno de los sistemas ya probados nos va a llevar a ese mundo. Ni los gubernamentales, ni los económicos. ¿La solución? Crear un sistema nuevo, uno que sí sea factible en la actualidad, que no necesite de demasiada concienciación social, sólo de otra forma de organización. Un sistema que una vez hecho nos lleve, con tiempo, conciencia y cultura, a la verdadera anarquía. Ese es el sistema que yo veo, por ejemplo, en el anarcosindicalismo.
El anarcosindicalismo es sólo otro sistema político-económico sólido, que no requiere de mucha concienciación o cultura para seguirse y que sin embargo cuenta con la importantísima virtud de dejar libertad para que se empiece a caminar hacia la anarquía. En el anarcosindicalismo los trabajadores estarían organizados de abajo a arriba mediante el principio federativo, esto es, reunidos en pequeñas agrupaciones por ramo de producción que escogen a sus delegados (que sólo son eso, delegados) para tener voz en agrupaciones mayores y poder así llevar el bienestar económico a toda la sociedad. En el anarcosindicalismo todavía existiría la especialización del trabajo, los maestros como profesión. Se harían juicios con la plena participación del pueblo a aquel que fuera considerado enemigo público. En definitiva, un sistema totalmente sostenible en manos de los trabajadores como tú y como yo.
Sin embargo este es el sistema que mediante los principios de apoyo mutuo, solidaridad, libertad, etc. propugnados por el comunismo libertario nos llevaría a la anarquía definitiva, interior y exterior. Toda estructura de poder, hasta el poder del pueblo, poco a poco, se iría sustituyendo por la total libertad individual, los juicios y el sistema penal popular irían cayendo a medida que las personas no tuvieran por lo que hacer daño a otros. La escuela, la especialización del oficio de la enseñanza también iría cayendo a medida que el mundo se diera cuenta de que todos tienen que enseñar y aprender y lo llevaran a lo cotidiano.
Es difícil explicar esto a la gente que no esta familiarizada con el conocimiento del anarquismo. ¿Qué responder a la típica pregunta de “y si alguien matara a tu padre…”? ¿Le explicas que en la anarquía nadie tendría interés en matar a tu padre? ¿Le explicas todo lo dicho en este artículo? ¿O por no pasarte le dices como sería un juicio en el anarcosindicalismo sustituyendo este nombre por anarquía? Entonces ya vendrá otro que le diga lo que es y los anarquistas quedaremos como “los que ni se entienden entre ellos”. Pero esa no es la parte que nos deba preocupar primeramente. Lo que nos debe preocupar primeramente es que nosotros mismos, los anarquistas, entendamos todo lo dicho y empecemos a cambiar, desde la consciencia y la plena claridad de lo que queremos, nuestro interior, para poder así hacernos fuertes contra todo lo que está en contra de la libertad, que por el momento, no es poco.