Medicinas alternativas, una visión crítica
Publicado: 12 Dic 2006, 19:42
Antonio Palomar, médico y miembro del colectivo Sumendi.
Mucho ruido y pocas nueces. Padecemos un analfabetismo funcional, científico y sanitario. Y como además tenemos miedo a enfermar, sufrir y morir, pues nos aferramos a clavos ardiendo. De la misma manera que como consumidores deberíamos saber leer las etiquetas de los alimentos y aprender a interpretarlas correctamente si queremos cuidar nuestra salud, así también deberíamos saber distinguir un terapeuta fiable de un charlatán, por mucho que nos impresione con su verborrea, por muy amable o sensible que nos pueda parecer (la medicina privada se vale de dichas estrategias para ganarse al cliente).
Parece mentira, pero en pleno siglo XXI demasiada gente cree aún en los milagros y en las varitas mágicas. En los tiempos que corren queremos, además, la curación rápida y sin apenas esfuerzo por nuestra parte. Parece que no hubiésemos aprendido nada de la Ilustración ni de la revolución científica. La ignorancia y la credulidad juegan en nuestra contra. Las mal llamadas terapias alternativas son un batiburrillo, un cajón de sastre donde a menudo se mezclan a modo de cócteles sin demasiado criterio.
Los sistemas médicos paralelos más difundidos son unos diez (Naturopatia, Homeopatia, Medicina China, etc.), los cuales engloban más de 400 terapias y técnicas concretas (hierbas, ayuno, iridología, acupuntura, etc). El problema no es que no se investigue apenas en este campo, sino que muchos de los profesionales que las ejercen desprecian el propio método científico o experimental, desprecian a la Medicina y a otras ciencias de la salud, las cuales han contribuido a que en menos de un siglo algunos países hayan duplicado su esperanza de vida. Ni siquiera se intenta comprobar si lo que se afirma es realmente eficaz; se cree a pies juntillas, como si de una religión se tratase. Y soy consciente de que generalizo, por la brevedad de espacio y para generar debate. Hay que desmitificar y contrarrestar toda esa buena prensa inmerecida. Como en botica, aquí hay de todo. Existen terapeutas muy profesionales y hay terapias eficaces, como la fitoterapia, la acupuntura o la meditación. Eficaces para problemas muy concretos. Algunos ejemplos: ciertas dietas vegetarianas son eficaces para bajar el colesterol; el hipérico ha demostrado eficacia para depresiones de leves a moderadas. La acupuntura podría ayudar a controlar el asma. Y la meditación es eficaz para controlar el estrés, bajar la tensión y regular los niveles de glucosa. Pero no nos engañemos, no todo el monte es orégano...
Diagonal, 9-22/11/06
Mucho ruido y pocas nueces. Padecemos un analfabetismo funcional, científico y sanitario. Y como además tenemos miedo a enfermar, sufrir y morir, pues nos aferramos a clavos ardiendo. De la misma manera que como consumidores deberíamos saber leer las etiquetas de los alimentos y aprender a interpretarlas correctamente si queremos cuidar nuestra salud, así también deberíamos saber distinguir un terapeuta fiable de un charlatán, por mucho que nos impresione con su verborrea, por muy amable o sensible que nos pueda parecer (la medicina privada se vale de dichas estrategias para ganarse al cliente).
Parece mentira, pero en pleno siglo XXI demasiada gente cree aún en los milagros y en las varitas mágicas. En los tiempos que corren queremos, además, la curación rápida y sin apenas esfuerzo por nuestra parte. Parece que no hubiésemos aprendido nada de la Ilustración ni de la revolución científica. La ignorancia y la credulidad juegan en nuestra contra. Las mal llamadas terapias alternativas son un batiburrillo, un cajón de sastre donde a menudo se mezclan a modo de cócteles sin demasiado criterio.
Los sistemas médicos paralelos más difundidos son unos diez (Naturopatia, Homeopatia, Medicina China, etc.), los cuales engloban más de 400 terapias y técnicas concretas (hierbas, ayuno, iridología, acupuntura, etc). El problema no es que no se investigue apenas en este campo, sino que muchos de los profesionales que las ejercen desprecian el propio método científico o experimental, desprecian a la Medicina y a otras ciencias de la salud, las cuales han contribuido a que en menos de un siglo algunos países hayan duplicado su esperanza de vida. Ni siquiera se intenta comprobar si lo que se afirma es realmente eficaz; se cree a pies juntillas, como si de una religión se tratase. Y soy consciente de que generalizo, por la brevedad de espacio y para generar debate. Hay que desmitificar y contrarrestar toda esa buena prensa inmerecida. Como en botica, aquí hay de todo. Existen terapeutas muy profesionales y hay terapias eficaces, como la fitoterapia, la acupuntura o la meditación. Eficaces para problemas muy concretos. Algunos ejemplos: ciertas dietas vegetarianas son eficaces para bajar el colesterol; el hipérico ha demostrado eficacia para depresiones de leves a moderadas. La acupuntura podría ayudar a controlar el asma. Y la meditación es eficaz para controlar el estrés, bajar la tensión y regular los niveles de glucosa. Pero no nos engañemos, no todo el monte es orégano...
Diagonal, 9-22/11/06