El lastre que debe soportar el anarquismo
Publicado: 08 Ago 2004, 22:25
Los tiempos cambian, pero el espíritu permanecerá inalterado. La esencia misma jamás se verá retocada por cambios que puedan surgir de situaciones temporales posteriores, es por ello, que recién entrados en el siglo XXI, reclamo volver a las raíces del anarquismo del siglo XIX, raíces que serían levemente transformadas de manera estética con la puesta en práctica del anarcosindicalismo como mayor exponente de un movimiento obrero anarquista cuyo auge resultó en 1936 y cuya decadencia feneció en 1939, pese a que la semilla seguiría viva en la posguerra civil española.
Y bien, ¿Qué queda ahora de ese espíritu? Nada. El anarquismo ha visto como sus más significativas luchas económico-sociales se veían desintegradas y fragmentadas en pequeñas conquistas de aire reformista que podían ser integradas perfectamente en cualquier sistema de democracia capitalista, pudiendo mejorar estas situaciones con el paso del tiempo e implantándolas en la sociedad a base de decretos.
Una vez llegados a los últimos tiempos, podemos observar como el modus operandi de nuestros grupos y compañeros ácratas se centra ante todo ante el ámbito marginal, sin dar salida apenas a las ideas, así como a la propaganda que debería de aunar a nuevas personas en torno a nuestro ideal. A esto hemos de añadirle las fricciones históricas entre grupos debido a cualquier tema, ya sea el apoyo a determinados colectivos o la lucha a favor de ciertos objetivos específicos de grupos, e incluso entre personas, que no hacen más que contribuir a un desgaste tanto de militantes como de organizaciones y conllevan a un distanciamiento de posturas así como de apoyos mutuos. Quien no quiera ver que el anarquismo ha quedado reducido a algo sectario, será un ciego doblemente minusválido, no ya por no ver lo evidente, sino por intentar negarlo. Hechos como la implantación de la moral burguesa tras cuarenta años de olvido y limpieza del pasado son un hecho, y muy pocos nos libramos de los mas ínfimos resquicios de esa moral que nos corrompe y nos sitúa al borde de la demencia y la irracionalidad mas absoluta en algunas ocasiones, que nos llevan a actuar como pre-púberes de clase alta y que nos hacen olvidar lo fraternal de un movimiento como éste, tratando con desprecio al propio compañero incluso, con modales para nada correctos e hirientes incluso, hecho que también conlleva el desgaste y hastío de militantes y simpatizantes. Muchos aún creen que el anarquismo es cosa de unos pocos elegidos y con su actitud tan sólo llevan al anarquismo hacia la ignominia y la muerte prematura, cosa que cualquier libertario intenta evitar a toda costa.
Pero el mayor lastre a nivel ideológico lo suponen esas hordas grotescas que han surgido desde los años 60, como el movimiento hippie, y sus posteriores variantes y desencadenantes en el famoso movimiento “progre”. Éste movimiento ha sido la avanzadilla de la nueva destrucción, la mayoría hijos de clase bien que jugaban al revolucionario, y que actualmente podemos ver como los abanderados del liberalismo, e incluso algunos siguen en el comunismo mas rancio y putrefacto, anclados en el pasado.
El enemigo es variado, y existen legiones de dementes anexionados al anarquismo: ecologistas, hippies, ocupas, consumidores de droga, punks, primitivistas, alternativos… Pese a que algunos de estos individuos tuviesen representación lógica dentro del movimiento ácrata hace años, como es el caso del naturismo y naturalismo libertario, lo que podemos encontrar actualmente es una especie de desquiciado de moral aberrante, cuya máxima aspiración es imponer su rollo a los demás, por no comentar que ciertamente están locos la mayoría, y que el típico colgado no es un tópico creado por los medios de comunicación. Y bien, yo me pregunto: ¿Dónde queda toda aquella clase de correctos ideales que levantaron un gran proyecto comunista libertario hará setenta años? Yo desconozco la respuesta, puesto que los únicos valores que he podido apreciar son el hedonismo y la dejadez, y el único movimiento de juventudes que uno puede apreciar son conciertos de música donde se observa a gente guarra y narcotraficantes, entre ese ambiente teóricamente anarquista y revolucionario es en el cual se cultivan las nuevas generaciones de ¿anarquistas? Con razón estamos tocados, tocados y hundidos. O cambiamos esto, o será mejor que vayamos buscando trabajo como columnistas de El Mundo, pese a que los anteriormente señalados ya hagan de columnistas, de quintacolumnistas, mejor dicho.
Si bien este escrito está bastante disperso en lo referente a ideas, es la espontánea expresión de mi pensar, y la pantalla de un ordenador no es la mejor plataforma donde plasmar mis ideas, prefiero el papel aun, y ya iré posteando.
Y bien, ¿Qué queda ahora de ese espíritu? Nada. El anarquismo ha visto como sus más significativas luchas económico-sociales se veían desintegradas y fragmentadas en pequeñas conquistas de aire reformista que podían ser integradas perfectamente en cualquier sistema de democracia capitalista, pudiendo mejorar estas situaciones con el paso del tiempo e implantándolas en la sociedad a base de decretos.
Una vez llegados a los últimos tiempos, podemos observar como el modus operandi de nuestros grupos y compañeros ácratas se centra ante todo ante el ámbito marginal, sin dar salida apenas a las ideas, así como a la propaganda que debería de aunar a nuevas personas en torno a nuestro ideal. A esto hemos de añadirle las fricciones históricas entre grupos debido a cualquier tema, ya sea el apoyo a determinados colectivos o la lucha a favor de ciertos objetivos específicos de grupos, e incluso entre personas, que no hacen más que contribuir a un desgaste tanto de militantes como de organizaciones y conllevan a un distanciamiento de posturas así como de apoyos mutuos. Quien no quiera ver que el anarquismo ha quedado reducido a algo sectario, será un ciego doblemente minusválido, no ya por no ver lo evidente, sino por intentar negarlo. Hechos como la implantación de la moral burguesa tras cuarenta años de olvido y limpieza del pasado son un hecho, y muy pocos nos libramos de los mas ínfimos resquicios de esa moral que nos corrompe y nos sitúa al borde de la demencia y la irracionalidad mas absoluta en algunas ocasiones, que nos llevan a actuar como pre-púberes de clase alta y que nos hacen olvidar lo fraternal de un movimiento como éste, tratando con desprecio al propio compañero incluso, con modales para nada correctos e hirientes incluso, hecho que también conlleva el desgaste y hastío de militantes y simpatizantes. Muchos aún creen que el anarquismo es cosa de unos pocos elegidos y con su actitud tan sólo llevan al anarquismo hacia la ignominia y la muerte prematura, cosa que cualquier libertario intenta evitar a toda costa.
Pero el mayor lastre a nivel ideológico lo suponen esas hordas grotescas que han surgido desde los años 60, como el movimiento hippie, y sus posteriores variantes y desencadenantes en el famoso movimiento “progre”. Éste movimiento ha sido la avanzadilla de la nueva destrucción, la mayoría hijos de clase bien que jugaban al revolucionario, y que actualmente podemos ver como los abanderados del liberalismo, e incluso algunos siguen en el comunismo mas rancio y putrefacto, anclados en el pasado.
El enemigo es variado, y existen legiones de dementes anexionados al anarquismo: ecologistas, hippies, ocupas, consumidores de droga, punks, primitivistas, alternativos… Pese a que algunos de estos individuos tuviesen representación lógica dentro del movimiento ácrata hace años, como es el caso del naturismo y naturalismo libertario, lo que podemos encontrar actualmente es una especie de desquiciado de moral aberrante, cuya máxima aspiración es imponer su rollo a los demás, por no comentar que ciertamente están locos la mayoría, y que el típico colgado no es un tópico creado por los medios de comunicación. Y bien, yo me pregunto: ¿Dónde queda toda aquella clase de correctos ideales que levantaron un gran proyecto comunista libertario hará setenta años? Yo desconozco la respuesta, puesto que los únicos valores que he podido apreciar son el hedonismo y la dejadez, y el único movimiento de juventudes que uno puede apreciar son conciertos de música donde se observa a gente guarra y narcotraficantes, entre ese ambiente teóricamente anarquista y revolucionario es en el cual se cultivan las nuevas generaciones de ¿anarquistas? Con razón estamos tocados, tocados y hundidos. O cambiamos esto, o será mejor que vayamos buscando trabajo como columnistas de El Mundo, pese a que los anteriormente señalados ya hagan de columnistas, de quintacolumnistas, mejor dicho.
Si bien este escrito está bastante disperso en lo referente a ideas, es la espontánea expresión de mi pensar, y la pantalla de un ordenador no es la mejor plataforma donde plasmar mis ideas, prefiero el papel aun, y ya iré posteando.