Las condiciones de la clase trabajadora: Inglaterra 1844, Ferrol y China 2005
Se ha abierto un debate sobre el accidente de Ferrol en los astilleros. Se trata de discutir y de ver cómo puede luchar contra la clase obrera. Para ello vendría bien hacer una reflexión sobre lo que dice Engels sobre los accidentes de trabajo en su libro La Situación de la clase obrera en Inglaterra y compararlo con lo que está pasando en China que en los años 60-70 nos vendieron como “milagro” de “comunismo” y ahora nos venden como “milagro” de capitalismo.
De acuerdo con Engels, los mineros del carbón soportaron un exceso inimaginable de males. "En todo el imperio británico no hay ocupación en la cual un hombre pueda encontrar su fin en tantas formas diferentes como en ésta. La mina de carbón es el escenario de un sin fin de las más aterradoras calamidades, y éstas vienen directamente del egoísmo de la burguesía." (La Condición de la Clase trabajadora en Inglaterra, `El proletariado minero').
Se producían explosiones de gas "en una u otra mina, casi todos los días". La acumulación de "gas de ácido carbónico" sofocaba a "todo el que entrara allí". La adecuada ventilación de las minas podría haber mejorado la seguridad, "pero la burguesía no tenía dinero para gastar con este propósito". Los colapsos de la parte superior del interior de las minas eran comunes porque, dada la sed creciente del ahorro de energía , el interés de la burguesía era "tener las vetas explotadas tan completamente como fuera posible, y de allí los accidentes de este tipo". El empleo de niños y jóvenes en estas minas fue común, y todos se quejaban de estar excesivamente cansados: "Los niños se tendían cerca de la chimenea en el suelo tan pronto como llegaban a casa, y se quedaban dormidos inmediatamente sin ser capaces de tomar algo de comida, y tenían que ser lavados y colocados sobre sus camas mientras estaban dormidos”.
En la época en que Engels escribió su estudio, en 1844, el capitalismo estaba en su fase inicial, en su periodo ascendente y todavía progresista.. La indignación del proletariado contra dichas condiciones de trabajo inhumanas tomó la forma de combinaciones entre sindicatos y luchas por reformas que en ese periodo histórico resultaban viables pues el capitalismo estaba en expansión.
Sin embargo, ahora en China se producen miles de muertes todos los años en las minas de carbón como producto de un régimen de trabajo que nada tiene que envidiar al de los tiempos en que Engels escribía. Para darse una idea bastante somera tomemos en primer lugar una información aparecida en el diario digital 20 MINUTOS: «Una explosión de gas ocurrida en una mina de carbón en la provincia de Liaoning, en el nordeste de China, causó la muerte a 203 personas, informó el martes la agencia estatal de noticias Xinhua.» (15-2-05,
http://www.20minutos.es/noticia/5486/0/OESTP/CHINA/MINA).
A propósito de esta noticia, el diario El Mundo publicaba un reportaje que recogía unas cifras escalofriantes: «El propio Gobierno chino admitió que en 2004 fallecieron 6.027 mineros en inundaciones, explosiones e incendios, una cifra que la ONG de Hong Kong China Labour Bulletin eleva hasta los 20.000.El trágico ratio de muertos por tonelada de carbón extraída en China es 100 veces mayor que en Estados Unidos, y 10 veces más que el de la India. La mortalidad de mineros chinos representa, de hecho, el 80% de la de todo el mundo».
Como en Inglaterra del siglo XIX no se toma ninguna medida de seguridad ni se invierte en instalaciones adecuadas. Se busca una explotación intensiva de las minas lo que pone en peligro la seguridad de los obreros: «China cubre con carbón dos tercios de sus necesidades energéticas, de ahí que muchas de sus 26.000 minas estén sometidas a una explotación intensiva y, en muchos casos, se hallen técnicamente agotadas. Ello obliga a las explotaciones mineras a buscar los filones de carbón a gran profundidad, donde el riesgo de explosión por gas metano es mucho más alto. La detonación en el yacimiento de Sunjiawan, donde perecieron los 203 mineros, se produjo a 242 metros de profundidad. Además, en un sector pobremente regulado, las normas de seguridad no siempre se cumplen y muchos propietarios de minas han sido acusados de poner los beneficios por encima de la seguridad ya que un equipamiento de desgasificación adecuado y el reforzamiento de las estructuras multiplicaría el coste de producción por cinco».
La explotación de los obreros es brutal: «Los mineros son obligados a trabajar largos turnos por sueldos que apenas superan los 70 euros al mes. «Sólo trabajan y beben, porque no saben si al día siguiente estarán vivos», señala a EL MUNDO un obrero que vivió durante años en una aldea minera».
En un trabajo sobre la situación de la clase obrera en China (Xulio Ríos
http://www.gloobal.info/iepala/gloobal/ ... tos&id=766) se señala: «Las minas asesinan siempre en China. El pasado 20 de noviembre, un incendio provocado por un cable eléctrico en la mina de hierro en Shahe, al norte de la provincia de Hebei, se extendió rápidamente, causando 57 muertos por asfixia. Esta provincia ya había registrado otras dos catástrofes, esta vez en Handan: 13 muertos el 23 de septiembre en un escape de gas y 29 más en una inundación unos días más tarde», añadiendo «El domingo 28 de noviembre, en la mina de Chenjiashan, en Shenxi, cerca de 300 mineros trabajaban en su interior cuando una explosión de gas se registró a 8.000 metros de la entrada. Consiguen salir 127 trabajadores, 41 heridos. Pero el resto quedan enterrados bajo tierra. Esta mina de carbón pertenece a una importante sociedad estatal. Las más altas autoridades del Partido y del Estado se manifiestan en torno al desastre. Pero en la población existe la convicción de que sus decisiones, si llegan algún día, serán totalmente ineficaces» .y precisando que «¿Se trata de casos aislados? Ni mucho menos. En diciembre, las noticias de nuevos accidentes se multiplican. En la provincia de Shanxi, en el pozo de Yangyuan, 33 muertos. En la provincia de Guizhou, 35 muertos. Para reducir estos accidentes tan frecuentes sería necesario cerrar algunas minas, invertir en formación y seguridad, cambiar la mentalidad de autoridades, directores de las empresas y de los propios trabajadores, incrementar las medidas de supervisión y control y reducir la producción. Pero las prioridades son otras».
«La tragedia constante a que se ve sometido el sector minero no es fruto de la casualidad. Forma parte del gigantesco coste humano de esa marcha forzada que China ha iniciado hacia esa "pequeña prosperidad", según la expresión oficial, a la que aspiran todos los chinos. El rápido desarrollo del país, que está beneficiando en mayor grado a una pequeña minoría sin poder llegar aún a los ya 1.300 millones de chinos, refleja la apuesta por un modelo rico en ambiciones pero que aún no dispone de los medios necesarios (¿ni de la voluntad?) para determinar una mayor generalización del bienestar. ¿Es soportable este precio que los chinos deben pagar o puede conducir a una inestabilidad o explosión social de imprevisibles consecuencias?»
Aquí el autor toca el corazón del problema y lo que cabe preguntarse es si este enorme sacrificio de vidas humanas sería comparable al que hubo en Inglaterra en el siglo XIX o por el contrario no hará sino formar parte de un sobresalto de producción desaforada que puede acabar en un tremendo cataclismo económico.
El propio autor aporta elementos que muestran que todo lo que se habla de “milagro chino” es una superchería pues en realidad a la vez que se produce locamente y a crédito en unos sectores otros son desmantelados ocasionando fuertes oleadas de desempleo: «De 1998 en adelante, un total de 28 millones de asalariados de las empresas estatales han perdido su empleo y 88.000 empresas públicas han sido eliminadas, bien por quiebra, fusión o reestructuración. Son las primeras y grandes víctimas del milagro económico chino. Y si la vieja clase obrera se ve cada día más sacrificada en el altar de la modernización, nuevas relaciones sociales son objeto de reinvención en la nueva China que está emergiendo en las provincias y regiones más desarrolladas. En cualquiera de esas fábricas, construida con capital procedente del mundo rico, y ubicada en los alrededores de Shangai o en la provincia de Guangdong puede observarse a numerosos jóvenes trabajadores procedentes del campo, jugando al billar o gozando de la música o los videos de Hong Kong. Se trata de jóvenes que soportan jornadas de 12 a 14 horas diarias, siete de cada siete días. Viven en el entorno de la fábrica, no pueden salir durante la semana y solo pueden disfrutar del domingo por la tarde de tiempo libre, organizado en forma de ocio por la propia empresa. Y no protestan, ni se sienten maltratados ni tienen el sentimiento o la percepción de estar explotados. Es más, se consideran a si mismos unos privilegiados por haber abandonado el ingrato trabajo de la tierra, en las zonas más remotas del país, donde sus familias apenas consiguen sobrevivir»
Estas condiciones brutales son las mismas, con otra cara, que la que soporta lo que el autor llama la “vieja clase obrera”. En realidad estas nuevas generaciones obreras que soportan las brutales condiciones que describe el autor es muy posible que, en un primer momento, “no protesten” y se sientan “deslumbrados” por su nueva situación, pero la evolución del capitalismo chino no es hacia un crecimiento y un progreso ininterrumpidos. Esto les llevará inevitablemente a luchar y a ver a sus compañeros del Norte no como “los viejos” sino como hermanos de combate.
En ese sentido la verdadera realidad de China no está en esos “milagros económicos” que nos venden sino en la tragedia de las minas de carbón. Son estas con sus 20.000 muertos anuales las que muestran adonde va realmente el capitalismo chino. Como señalan los compañeros de Word Revolution de la CCI en su artículo “China ¿milagro o espejismo? «Un verdadero desastre está emergiendo en China. Lo que está pasando hoy en China no es el presagio de una nueva fase de desarrollo de las fuerzas productivas, sino un nuevo hundimiento hacia el colapso económico… No pasará mucho antes de que el fallecimiento del dragón chino muestre las mentiras que están detrás milagros- la sombra de la realidad de la bancarrota del sistema capitalista."
FE