Trabajadores pobres: los nuevos excluidos del siglo XXI
Publicado: 03 Mar 2016, 16:35
Juan Torres López. Catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Málaga.
La exclusión social es un fenómeno antiguo. En todas las sociedades, cuando no han sido estrictamente hablando auténticas sociedades de exclusión en la que ésta estaba generalizada, ha habido una parte más o menos grande de la población que no ha participado del banquete al que todos las demás personas estaban invitadas.
Los excluidos son los que ni siquiera pueden decir que son los últimos o que disfrutan de poco, sencillamente porque no cuentan, porque ni siquiera son parte de algo, a veces, incluso formalmente hablando porque ni disponen de declaración legal alguna que los reconozca como personas. Son, en muchas ocasiones, auténticos no seres, los que carecen hoy día de papeles o, mucho peor, los que a pesar de disponer de ellos no forman parte del abanico de relaciones sociales de todo tipo con las que los demás tejemos con mayor o menor fortuna nuestra vida personal y social.
Unas veces, los excluidos lo son porque carecen de los recursos materiales mínimos para garantizarse a sí mismos el acceso a la vida social y a los bienes de los que depende la satisfacción elemental sobre la que se hace posible la interrelación personal o grupal; otras, porque son enfermos completamente desatendidos o porque sufren discapacidades, o porque son perseguidos o literalmente dejados fuera de todo por su raza o por sus creencias o ideas de cualquier tipo. En todos los casos, porque nada se hace para integrarlos o porque, si se hace, no se logra que se incluyan efectivamente en la vida social.
La exclusión social es un fenómeno antiguo. En todas las sociedades, cuando no han sido estrictamente hablando auténticas sociedades de exclusión en la que ésta estaba generalizada, ha habido una parte más o menos grande de la población que no ha participado del banquete al que todos las demás personas estaban invitadas.
Los excluidos son los que ni siquiera pueden decir que son los últimos o que disfrutan de poco, sencillamente porque no cuentan, porque ni siquiera son parte de algo, a veces, incluso formalmente hablando porque ni disponen de declaración legal alguna que los reconozca como personas. Son, en muchas ocasiones, auténticos no seres, los que carecen hoy día de papeles o, mucho peor, los que a pesar de disponer de ellos no forman parte del abanico de relaciones sociales de todo tipo con las que los demás tejemos con mayor o menor fortuna nuestra vida personal y social.
Unas veces, los excluidos lo son porque carecen de los recursos materiales mínimos para garantizarse a sí mismos el acceso a la vida social y a los bienes de los que depende la satisfacción elemental sobre la que se hace posible la interrelación personal o grupal; otras, porque son enfermos completamente desatendidos o porque sufren discapacidades, o porque son perseguidos o literalmente dejados fuera de todo por su raza o por sus creencias o ideas de cualquier tipo. En todos los casos, porque nada se hace para integrarlos o porque, si se hace, no se logra que se incluyan efectivamente en la vida social.
