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El Plan Guerra y la curva de producción de petróleo de Hubbe

Publicado: 21 Jun 2005, 01:31
por ach
Una entrevista con Richard Heinberg
http://www.museletter.com/index.html


Richard Heinberg es profesor de la sección Santa Rosa del New College of California, donde imparte clases de Cultura, Ecología y Comunidad sostenible. En el 1994, su columna mensual on-line, llamada MuseLetter (Carta de las Musas, http://www.museletter.com), fue premiada con el premio a la prensa alternativa de la revista Utne Reader. Es autor de cinco libros incluyendo "A New Covenant with Nature: Notes on the End of Civilization" (Un nuevo trato con la naturaleza: notas sobre el fin de la civilización) y "The Renewal of Culture and Cloning the Buddha: The Moral Impact of Biotechnology" (La renovación de la cultura y la clonación de Buda: el impacto moral de la biotecnología). Su último libro se titula "The Party's Over: Oil, War, and the Fate of Industrial Societies" (2003; Fin de la fiesta: el petróleo, la guerra y el destino de las sociedades industriales).

Es también colaborados habitual de la revista primitivista Fifth Estate


David Ross: ¿Cuál es la importancia del petróleo en las sociedades industriales?

Richard Heinberg: Es tan importante para las sociedades industriales como el agua para los peces. No estaríamos hablando ahora mismo si no fuera por el petróleo. La revolución industrial se fundamentó en los combustibles fósiles. Primero vino el carbón, pero cuando el petróleo fue explotado las cosas se aceleraron. Con el petróleo la humanidad descubrió la fuente de energía más abundante y barata hasta el momento.

La energía lo es todo, literalmente. Se da el caso que imparto clases de ecología, y en mi campo estudiamos los equilibrios entre población y recursos -lo cual es tan sólo otra forma de hablar de energía. Las sociedades humanas, al igual que los ecosistemas, son fundamentalmente tan sólo sistemas de procesamiento de energía. Con la revolución industrial, los seres humanos descubrieron un subsidio energético como ninguna otra especie ha encontrado jamás en la historia del planeta.

Como resultado, hemos incrementado nuestra población desde tan sólo unos pocos centenares de millones al principio de la revolución industrial, a más de seis mil trescientos millones hoy en día. Y por supuesto esa cifra sigue en aumento: estamos añadiendo unos mil millones de personas cada doce años, a la tasa actual. Esto es algo que nunca antes había tenido lugar. Hemos añadido más humanos sólo desde 1999 que los que jamás existieron en el mundo hace tan sólo unos pocos centenares de años. Esto es indicativo del increíble impacto que los combustibles fósiles han tenido sobre las sociedades humanas.

Además, hemos inventado todo tipo de tecnologías para aprovechar este subsidio energético en el terreno del transporte, las comunicaciones, la manufactura, etc. Las máquinas hacen ahora cosas que antaño se hacían mediante fuerza muscular humana o animal. También hacemos todo tipo de cosas con máquinas que en absoluto podíamos hacer en el pasado. Es decir, los combustibles fósiles han cambiado nuestro modo de vida, nuestra visión del mundo, el número de personas que viven en el planeta, y la forma y lugar donde lo hacemos.

Piense en el desierto de Arizona, por ejemplo. ¿Cuánta gente podría vivir allí sin combustibles fósiles? No mucha. Pero con el aumento de la capacidad y la velocidad del transporte causado por el petróleo, podemos transportar materiales y recursos desde donde abundan hasta donde escasean y sustentar una ciudad como Phoenix (en medio del desierto, n. del t). Podemos talar bosques en la Columbia Británica y utilizar la madera en California del sur, o transportar agua a largas distancias, donde sea necesaria. Es decir, resulta que tenemos ciudades en sitios donde la naturaleza normalmente no permitiría albergar a mucha gente. Todas estas cosas juntas configuran nuestro modo de vida tal y como lo conocemos hoy día, y el petróleo es un elemento central en dicho modo de vida.

D. R.: ¿Puedes hablarnos de la curva del petróleo de Hubbert y sus implicaciones?

R. H.: M. King Hubbert fue un geólogo petrolífero cuya vida abarcó casi todo el siglo XX. Fue el más famoso y renombrado geólogo petrolífero de su tiempo. Trabajó para la Shell Oil Company y también impartió clases en el Massachusetts Institute of Technology, la Universidad de California en Los Ángeles, y en otras escuelas. Fue el primer geólogo que hizo una estimación certera de la cantidad total de petróleo extraíble, primero de EE.UU. y posteriormente del mundo. Fue también el primer geólogo petrolífero que entendió los principios del agotamiento del petróleo.

Hubbert se dio cuenta de que, para cualquier zona petrolífera, cuando la mitad del petróleo se ha extraído, la producción tiende a alcanzar el pico máximo o cenit. La razón es que tendemos a ir tras el petróleo fácil y barato en primer lugar, y una vez se ha extraído la mitad de la cantidad total de petróleo, la parte fácil y barata se acaba; a partir de entonces, cada vez se vuelve más difícil extraer lo restante. Así se observa una curva en forma de campana para la producción que parece repetirse de forma generalizada. Factores políticos y económicos pueden cambiar la forma de la curva: si hay una guerra o el precio del petróleo cambia o un país decide voluntariamente restringir la exportación, tales factores pueden alterar el perfil de extracción de petróleo. Pero aún y así, todo lo que sube debe en algún momento de bajar, y la tasa de agotamiento puede modelarse matemáticamente incluso aunque el gráfico sea bastante irregular.

Cuando Hubbert aplicó sus métodos a los Estados Unidos, que fue durante décadas el país con la mayor producción de petróleo del mundo, determinó que el punto medio de extracción ocurriría entorno a 1970. Desde luego, tal y como Hubbert predijo, la producción estadounidense alcanzó el cenit en 1970, y ha estado disminuyendo desde entonces. Actualmente estamos extrayendo tanto petróleo en el territorio nacional como en 1940, lo que supone mucho menos del que se extraía en 1970, y esa es la razón de que seamos cada vez más dependientes del petróleo importado desde sitios como Arabia Saudí, Venezuela o Irak.

Empleando el método de Hubbert, también es posible predecir el momento en que la producción global de petróleo alcanzará el cénit. Lo espeluznante es que tal cota no está nada lejana. Nadie está absolutamente seguro, porque es imposible determinar exactamente el número de yacimientos petrolíferos aún por descubrir. Algunos países tienen motivos políticos para comunicar cifras por encima o por debajo de sus reservas reales. Pero las mejores estimaciones nos colocan a tan sólo unos pocos años de alcanzar el máximo de producción mundial.

D. R.: ¿Qué ocurrirá cuando superemos el pico de la curva de producción de petróleo de Hubbert?

R. H.: En cuanto alcancemos el cenit, cada año que pase seremos cada vez más incapaces de encontrar y extraer más petróleo. Si la demanda continua a la tasa presente o crece, la oferta será inadecuada. Y ello tendrá tremendas implicaciones económicas para todo el mundo. Como expliqué antes, todo nuestro modo de vida industrial se basa en gran medida en el petróleo. Es decir, o encontramos otras fuentes de energía para suplir la progresiva escasez del petróleo, o bien entraremos en un declive económico permanente con vastas implicaciones en la economía, la producción de alimentos, el transporte, y demás.

D. R. : ¿Estamos a tiempo de encontrar fuentes de energía alternativas capaces de reemplazar al petróleo?

R. H.: Sorprendentemente, esta es una pregunta muy difícil de contestar ya que hay muy pocos científicos por ahí que estén haciendo buenos estudios comparativos de las diversas alternativas energéticas. Existen compañías que han invertido en determinadas energías alternativas, que están haciendo sus propios estudios, pero que comprensiblemente tienen cierta parcialidad. Lo que necesitamos son estudios objetivos que comparen las alternativas basándose en una serie de criterios claros y transparentes, como: ¿son renovables? ¿Cuál es su coste medioambiental? ¿Cuál es su tasa de rendimiento energético?

Como puedes ver, cuesta energía obtener energía. Cuesta energía perforar un pozo de petróleo, cuesta energía manufacturar un panel solar fotovoltaico. Pero la tasa de rendimiento energético es diferente para cada una de las alternativas, y debe ser calculada objetivamente. Supón que invirtiéramos cien mil millones de dólares durante los próximos diez años en hacer la transición a una economía basada en el hidrógeno, y luego descubriéramos que, de hecho, el hidrógeno tiene muchos costes escondidos. Pues bien, en el punto en el que nos encontramos, no nos podemos permitir perder diez años y cien mil millones de dólares recorriendo el camino equivocado.

Entonces, ¿existen alternativas que puedan reemplazar al petróleo? Bueno, la respuesta es: no estamos seguros, pero ahora mismo hay pocos motivos para la complacencia. La razón por la que digo esto es que la mayoría de las alternativas renovables como la nuclear, la eólica y la solar tienen varios inconvenientes.

La energía nuclear es cara y peligrosa, y el problema de los residuos radioactivos no ha sido solucionado. Con la eólica, tan sólo se pueden poner generadores en determinados sitios (dicho sea de paso, la eólica es probablemente la mejor de las alternativas, en mi opinión). Con la solar, el sol tan sólo brilla parte del día y algunas regiones a menudo están nubladas. Las células fotovoltaicas son aún bastante caras. Hablo por experiencia propia: tengo paneles fotovoltaicos en el tejado de mi casa. Estoy contento de haber instalado ese sistema, pero es caro y no mucha gente está dispuesta a hacer la inversión.

El hidrógeno ni siquiera es una fuente de energía; es solamente un medio de almacenamiento de energía. Sí, podríamos hacer funcionar coches con hidrógeno, pero ¿de dónde obtendríamos suficiente hidrógeno como para hacer funcionar millones de vehículos? O bien se hace a partir de combustibles fósiles -que son la fuente de casi todo el hidrógeno comercial asequible hoy en día- o del agua mediante electrólisis. Pero obtener hidrógeno del agua consume mucha electricidad; de hecho, consume más energía en forma de electricidad de la que te dará después.

De nuevo: ¿de dónde sacaremos toda esta electricidad de más? No la obtendremos del gas natural, porque en EE.UU. el gas natural está empezando a escasear. ¿La obtendremos de la energía nuclear, solar, o eólica? Si escogemos cualquiera de estas alternativas, significa incrementar drásticamente nuestro presupuesto para la producción de energía eléctrica en un tiempo en que estaremos sufriendo los efectos económicos de la escasez del petróleo y del gas natural. Ahora no estamos preparados para hacer una gran inversión en renovar la capacidad de generación de electricidad, y lo estaremos menos entonces.

D. R.: ¿Como encaja la capacidad de carga humana en el contexto de la curva de Hubbert?

R. H.: Hemos incrementado artificialmente la capacidad de carga de los seres humanos en el planeta Tierra. La capacidad de carga es la cantidad de individuos de una especie dada que pueden vivir en un determinado medio ambiente. Ese número tiende a variar, dependiendo del clima, la pluviosidad, etc. La capacidad de carga cambia para cada especie de año en año. Pues bien, nosotros los humanos hemos encontrado una manera de incrementar artificialmente - y probablemente sólo de forma temporal- nuestra capacidad de carga mediante la agricultura industrial, crecientes redes de transporte, tecnología, mejor higiene, mejor atención médica, etc.

El problema es que esta capacidad de carga incrementada depende de una fuente no renovable, concretamente, de los combustibles fósiles. Es decir, no es una capacidad de carga permanente lo que hemos creado, es lo que William Catton -quien escribió un libro magnífico, "Overshoot" (Sobrecrecimiento), en la década de los ochenta-, definió como capacidad de carga fantasma. Es una capacidad de carga que puede desvanecerse en cuanto los combustibles fósiles desaparezcan de nuestras vidas.

¿Cuál es el tamaño de esta capacidad de carga fantasma? Nadie lo sabe con certeza, pero si miramos atrás, hacia el número de personas que vivían en la Tierra antes de que empezáramos a utilizar el petróleo, encontramos que eran menos de dos mil millones. Ahora somos más de seis mil millones. Es decir, incluso dando por válido que hemos descubierto modos de mantener a gente con vida mediante una mejor higiene y todo eso, modos que pueden ser sostenibles empleando relativamente poca energía, el hecho es que probablemente ya hayamos sobrepasado nuestra capacidad de carga, y puede que necesitemos dar con medios para reducir la presión humana sobre el ambiente si todos tenemos que sobrevivir.

D. R.: ¿Puede hablarnos de las diferentes opciones para nuestro futuro más allá del cenit en la curva de Hubbert?

El plan A, o lo que llamo el "Plan Guerra", es lo que estamos haciendo ahora en Irak. Quien sea que tenga más armas y bombas competirá con todos los demás por los recursos restantes, y los usará hasta su total agotamiento.

Por supuesto, la situación es un poquito más complicada que eso. Obviamente, los EE.UU. no ha conquistado Irak para que podamos construir literalmente un oleoducto directamente desde Basra hasta Houston. Es más complicado que eso. Pienso que los EE.UU. tienen razones económicas y geopolíticas para querer controlar el precio del petróleo global, y se podría decir que tienen sus manos en el grifo. Irak es un país central en términos de producción futura de petróleo. Tiene las segundas reservas más grandes del mundo, y está asentado justo entre Arabia Saudí e Irán.

Arabia Saudí tiene las reservas más grandes, pero es políticamente inestable y está poco claro qué podría ocurrir de caer el presente gobierno, si los abastecimientos quedarían cortados por lo menos temporalmente. Por tanto, tener una presencia militar grande justo al lado de Arabia Saudí debe de tener mucho sentido en las mentes de los geoestrategas.

La geopolítica de los EE.UU. en Oriente Próximo es compleja y multifacética, pero no es simplificar demasiado decir que se basa en el petróleo. Los EE.UU. no estarían interesados en Oriente Próximo de no ser por que allí hay mucho petróleo, y la principal razón por la que también se interesan por lugares como África y América del Sur es, de nuevo, por sus recursos naturales.

Pues eso es el plan A, y no parece que vaya a tener un final feliz porque uno puede prever más y más conflictos bélicos entre las naciones consumidoras fuertemente armadas, y las naciones productoras con pocos medios. Y con el tiempo acabará habiendo conflictos entre naciones que compiten por el consumo. China, por ejemplo, quiere industrializarse. China utiliza más y más petróleo cada año. Si los chinos suben su estándar de vida y se industrializan, van a necesitar un montón de petróleo. Pero si la producción global llega a su máximo, significa que los chinos estarán en competición directa por cada barril de petróleo con los países ya desarrollados como los EE.UU. Entonces, ¿cómo vamos a salir de ésta? ¿Empleando bombas nucleares? Espero que no, pero ahora mismo no puedo ver ninguna otra línea de pensamiento en marcha.

El plan B, o lo que llamo el "Plan Desmantelamiento", implicaría algún tipo de proceso nacional y global de reducción deliberada de nuestra dependencia de los combustibles fósiles. Requeriría cambiar nuestra economía de modo que dejara de ser una economía de crecimiento. Requeriría encargarse de problemas poblacionales, de modo que reduzcamos la carga sobre los recursos existentes. Requeriría encargarse del problema de las desigualdades económicas en las y entre las naciones, porque a mayor desigualdad, mayor probabilidad de conflicto.

El "Plan Desmantelamiento" requeriría cambiar nuestro modo de vida por completo, pasar de una sociedad de consumo a una sociedad eficiente, de una sociedad de crecimiento a una sociedad en estado estacionario e incluso que redujera su tamaño año tras año. Todo ello es políticamente muy difícil. La última persona que intentó algo parecido, aunque sólo en los EE.UU., fue Jimmy Carter -y miren lo que le ocurrió cuando apareció un oponente político prometiendo volver a tiempos de vacas gordas. Aún así, si los estadounidenses se dieran cuenta de cual es la naturaleza del problema y cuales las consecuencias a largo plazo, pienso que muchos sino la mayoría estarían interesados en seguir el plan B.

El plan C es lo que llamo el "Plan Ignorar". Este es realmente el camino que ofrece menor resistencia. Implica hacer poco o nada mientras el problema se niega temporalmente o se desea que desaparezca. Hay un buen surtido de personas que nos aseguran que el mercado puede ocuparse de cualquier problema de escasez de recursos. O que toda la gente inteligente que está trabajando en el problema dará con alguna solución sencilla. O que veremos una transición fácil hacia una economía basada en el hidrógeno.

Si ve la televisión y lee los periódicos, se dará cuenta de que tal mensaje es popular. Es lo que las grandes empresas nos están diciendo, y es lo que todos queremos oír: alguien se ocupará del problema, así que no debemos preocuparnos. Desafortunadamente, el problema con el plan C, tal como lo veo, es que es hacerse ilusiones. Tan sólo nos mantiene en el camino en que estamos ya, el cual nos lleva hacia el plan A, hacia la competición por los recursos restantes. El "Plan Desmantelamiento" requiere tomar decisiones difíciles, voluntad política y esfuerzo; si evitamos eso porque estamos convencidos de la existencia de una salida fácil, estaremos malgastando el poco tiempo que nos queda para maniobrar. Entonces la única salida será la confrontación militar por el control de los recursos restantes.

D. R.: Se ha predicho que el cenit de la producción de petróleo de Hubbert tendrá lugar dentro de cinco o diez años. Has escrito que el gas natural llegará a su propio cenit de producción incluso antes.

R. H.: En América del Norte está ocurriendo ahora mismo. Estamos en medio de una crisis de gas natural, pero tienes que leer las páginas de economía del periódico para encontrar evidencias de ello. Alan Greenspan ya se ha presentado en el congreso dos veces para decir que tenemos un grave problema y que él no tiene soluciones. Este verano, el secretario de energía Spencer Abraham convocó un panel de expertos en Washington. El mensaje de Abraham decía, en esencia: señores, necesito soluciones a corto plazo. Y durante el resto del día, la gente de la industria ofreció soluciones parciales a largo plazo, pero nada significativo para los próximos años.

Actualmente el mercado está tratando la escasez de gas natural mediante lo que se llama "destrucción de la demanda". Significa que los precios suben lo suficiente -y los precios del gas natural son aproximadamente el doble de lo que fueron hace año y medio- para sacar industrias enteras del mercado, de modo que la gente pueda calentar sus casas en invierno. Actualmente, un veinte por ciento de la industria de fertilizantes en los EE.UU. -que emplea gas natural para hacer fertilizantes basados en amoníaco- ha desaparecido. Otro treinta por ciento ha cerrado temporalmente hasta que los precios del gas bajen, lo cual probablemente no harán. De modo que la mitad de la industria de fertilizantes ha desaparecido. La industria química y un montón de fabricantes están en la cuerda floja porque no pueden permitirse el gas natural al precio actual.

¿Qué ocurrirá? Todas esas industrias se trasladarán a otro sitio. El fertilizante se hará para nosotros en Oriente Próximo, en Trinidad, y en otros sitios que dispongan de gas natural, y entonces se transportará hasta aquí. Pero incluso así, la situación del gas natural empeorará porque estamos generando buena parte de nuestra electricidad en plantas que funcionan con gas, y es completamente posible que, quizás incluso tan pronto como a finales de verano empecemos a tener bajadas de tensión y apagones esporádicos.

Probablemente el próximo verano será mucho peor porque, como he dicho, no existe ninguna solución a corto plazo. Los EE.UU. han alcanzado ya el cenit de producción de gas natural, y Canadá -del cual hemos estado importando el dieciséis por ciento de nuestro gas - lo ha hecho este año. Predicen que su producción de gas natural este año disminuirá en un tres por ciento respecto al año pasado.

De modo que estamos ante un gran problema, el cual no se va a solucionar importando gas natural licuado en grandes barcos. Eso ayudará, pero es caro, y se necesitan años para construir todos los nuevos barcos, las nuevas terminales de descarga, etcétera. La solución a la industria del gas natural es conseguir más permisos del gobierno para hacer prospecciones en Colorado, en plataformas marinas, etc., pero es poco probable que se encuentren cantidades significativas de gas. En Colorado hay lechos carbónicos de metano cuya extracción causa grandes problemas medioambientales. En los litorales de California y Florida las estimaciones de lo que queda no son nada esperanzadoras.

D. R.: ¿Dónde puede el lector encontrar más información?

R. H.: Si quieren encontrar más información sobre gas natural, recomiendo información de Julian Darley de http://www.globalpublicmedia.org. Allí encontrarán entrevistas en audio y vídeo con muchos expertos en el agotamiento de los recursos energéticos. Si desean más información sobre las implicaciones sociales, económicas y políticas de todo ello, visita mi página en http://www.museletter.com.