¿Sobrevivieron los Neanderthales?
Publicado: 19 Oct 2004, 18:55
Un tema apasionante. Según algunas personas estos hominidos llegaron a sobrevivir hasta la Edad Media. Otros, que aún viven con nosotros, en lugares reconditos, tales como rusia o las alpujarras.
Un estracto.
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Sobrevivieron aislados?
De todas formas, y abriendo de nuevo las interrogantes que abría al comienzo de este reportaje, resulta sorprendente contemplar cómo los neanderthales "cayeron" en un pozo evolutivo. Algo que desconocemos les hundió. Pero, ¿y si sobrevivieron? Sabemos que estaban perfectamente preparados para soportar el frío. Su nariz, por ejemplo, era una cámara de refrigeración harto sofisticada, capaz de regular su temperatura corporal de acuerdo al mediambiente en que se desenvolvieran. Sabemos también que no gustaron de frecuentar los emplazamientos donde se asentaban los Sapiens, o sea, nosotros. Y por ello fueron recluyéndose hacia dónde más inclemente era el frío… ¿Podrían seguir allí, en lugares recónditos, apartados, en valles inhóspitos, en montañas intransitables, lejos, en definitiva, de los "amenazadores" hombres modernos?
Algunas especies animales que se creían extintas hace millones de años han sobrevivido aisladas. Tal es el caso del pez prehistórico por excelencia: el celacanto. Ya se han atrapado varios ejemplares, suficientes como para que los científicos estimen que algunas familias han sobrevivido aisladas al margen de los catálogos zoológicos. ¿Podría haber ocurrido lo mismo con nuestros protagonistas? Textos clásicos firmados por Lucrecio y Plinio hacen alusión a hombres poderosos, de cabeza hundida y cejas huesudas habitando en lugares casi inaccesibles. ¿Acaso se referían a neanderthales?
El mismo Plinio los ubica en el norte de África… Casualmente, no lejos de allí, en el sur de España habitaron -según la cronología oficial-, los últimos miembros de la otra humanidad. Tampoco parece casualidad que en Río Tinto se hayan encontrado decenas de bustos tallados hace al menos 2.000 años por los tartesos u otra cultura local y que muestran rasgos de homínidos diferentes al Homo sapiens, entre ellos neanderthales. Sin embargo, la ciencia no supo de estos gigantes hasta que en 1856 fueron descubiertos los primeros fósiles en las proximidades de Neander (Alemania). Por tanto, ¿cómo supieron representarlos los antiguos habitantes de la Península hace miles de años? ¿Acaso toparon con ellos en sus incursiones por abruptas tierras?
A mediados del pasado siglo, en el norte de África, para ser más exactos al sur de Marrakech, un antropólogo alemán llamado Marcel Homet localizó a un individuo ailsado y con escasas dotes para el habla llamado Azzo Bassou, cuyos rasgos físicos eran, indiscutiblemente, los que se atribuyen a los neanderthales.
Una investigación posterior llevada a cabo por el italiano Willy Fassio buscó entre la poblaciones de núcleos de aquella zona lo que Homet describió como humanos con rasgos neanderthales: "Localizamos con éxito una aldehuela bereber llamada Iflan, donde logramos acercarnos y fotografiar, pese a la prohibición islámica, a algunos individuos con características antropológicas muy extrañas propias de los hombres de Neanderthal."
Los últimos neanderthales, ¿están vivos?
Los habitantes de estos pueblos norteafricanos están relativamente socializados. Pero, ¿qué pasaría si esos hombres no hubieran abandonado los refugios naturales en los cuáles entraron cuando sus congéneres desaparecieron o fueron absorbidos por los Homo sapiens? ¿Seguirán allí? Esa posibilidad ha inquietado especialmente a los criptozoólogos o buscadores de fósiles vivientes, especies animales que, como el celacanto, se suponían desaparecidas. Son muchos los científicos que consideran al yeti uno de estos fósiles vivientes. Recientemente, el genetista británico Brian Sykes analizaba un vello supuestamente perteneciente al abominable hombre de las nieves, esa bestia homínida de pelo claro y casi tres metros de altura que desde tiempos remotos es observada por sherpas, alpinistas y lugareños en el Nepal. El estudio de su ADN desveló que no pertenecía a especie conocida alguna. Al menos, actual.
Los yetis son, probablemente, fósiles vivientes. Más exactamente, Gigantopithecus, simios escindidos de la cadena evolutiva humana hace millones de años y que habitaron en las montañas asiáticas hasta hace unos 300.000. Se han encontrado pocos restos de ellos, aunque los suficientes como para saber que medían 2,75 metros de altura y pesaban 265 kilogramos. Probablemente, han sobrevivido en las cumbres de Himalaya. Parientes evolutivos suyos quizá emigraron hacia otras tierras. En concreto, a América. Allí, aislados en las Montañas Rocosas, se han perpetuado y quizá los supervivientes podrían ser los llamados Big-foot o pies grandes.
Pero hay más homínidos de estas características. Y algunos de ellos responden, por su apariencia física, a los rasgos atribuidos a los neanderthales. Uno es el barmanu, un homínido que los habitantes de Pakistán llevan observando desde siempre. Mide aproximadamente 1.70 metros de altura (esa altura tenían los neanderthales más orientales, aunque las diferencias con los de otros enclaves, en cuestión de altura, es más que notable) y todo su cuerpo, excepción del rostro, está cubierto de vello. Su rostro presenta grandes arcos superciliares, pómulos grandes, nariz chata y barbilla ausente…
Un español afincado en París, el zoólogo Jordi Magraner, a la sazón investigador del Museo de Historia Natural de París, ha dirigido varias expediciones al lugar. Tras conversar con testigos, analizar sus testimonios y estudiar sus características físicas, Magraner ha concluido que el barmanu es un fósil viviente… ¡un hombre de Neanderthal!
Un homínido de idénticas prestaciones físicas viene observándose en Rusia desde hace siglos. Su presencia ha dado origen allí a leyendas y mitos de diverso pelaje, pero su existencia está ampliamente demostrada. Los científicos de la Academia de Ciencias de Rusia han efectuado diversas investigaciones al respecto y no tienen duda: los alma, como la tradición les llama, son una realidad tangible.
Uno de los científicos que peinó las tierras que se extienden desde el Cáucaso a Mongolia es Boris Porschnev: "Son seres muy parecidos a los hombres, que en el curso de los últimos siglos se han ido refugiando en regiones cada vez más aisladas… Son, probablemente, supervivientes de los neanderthales". Su teorema es el de tantos otros estudiosos, y confirma lo que en su día explicó del siguiente modo John Napier, director del departamento de biología de primates del Smithsonian Institute: "No es imposible que descendientes neanderthales habiten en remotas zonas geográficas del Este de Europa, Siberia y Mongolia, tras haber evitado las consecuencias de su exterminio, y sigan sobreviviendo en estas regiones hasta nuestros días como reliquias de otras eras."
También en Vietnam vienen observándose homínidos similares a los que se llama nguoi-rung. "El asunto es tratado casi como un secreto de estado", me confiesa el naturalista Juan Miguel Domínguez, que peinó con su equipo de Televisión Española aquellas tierras topándose con huellas y rastros de la existencia de unos extraños seres muy parecidos a los humanos pero con rasgos que, de acuerdo a Helmut Loofs-Wisowa, de la Universidad Nacional Australiana, son realmente parecidos a los que suponemos a los neanderthales o a otras especies homínidas, como los Homo erectus, que vivieron allí hasta hace 20.000 años, aunque recientemente se han descubierto fósiles de apariencia neardentalense cerca del lugar y que han sido datados en 70.000 años.
En suma, las incógnitas sobre los neanderthales siguen presentes. Quizá como ellos mismos, algunos de los cuáles podrían haber logrado sobrevivir. Incluso nosotros podemos llevar dentro algo de ellos. Una sospecha que desconcierta a la ciencia, pero que fascina. Lo dice así el paleoantropólogo español más laureado, Juan Luis Arsuaga: "Tal vez hubo casos de mestizaje, pero no se dieron en una cantidad suficiente como para que sus genes hayan llegado hasta nosotros. Nada me haría tanta ilusión como llevar en mi sangre una gota siquiera de sangre neanderthal, que me conectase con esos poderosos europeos de otro tiempo, pero temo que mi relación con ellos es sólo sentimental". Quizá en los Urales, en el Cáucaso, en Vietnan o en Pakistán Arsuaga podría encontrar alguna respuesta a sus dudas… Allí parecen vivir los últimos gigantes, a los que la ciencia bautizó como Homo sapiens neanderthalensis
Un estracto.
http://www.mundomisterioso.com/print.php?sid=495
Sobrevivieron aislados?
De todas formas, y abriendo de nuevo las interrogantes que abría al comienzo de este reportaje, resulta sorprendente contemplar cómo los neanderthales "cayeron" en un pozo evolutivo. Algo que desconocemos les hundió. Pero, ¿y si sobrevivieron? Sabemos que estaban perfectamente preparados para soportar el frío. Su nariz, por ejemplo, era una cámara de refrigeración harto sofisticada, capaz de regular su temperatura corporal de acuerdo al mediambiente en que se desenvolvieran. Sabemos también que no gustaron de frecuentar los emplazamientos donde se asentaban los Sapiens, o sea, nosotros. Y por ello fueron recluyéndose hacia dónde más inclemente era el frío… ¿Podrían seguir allí, en lugares recónditos, apartados, en valles inhóspitos, en montañas intransitables, lejos, en definitiva, de los "amenazadores" hombres modernos?
Algunas especies animales que se creían extintas hace millones de años han sobrevivido aisladas. Tal es el caso del pez prehistórico por excelencia: el celacanto. Ya se han atrapado varios ejemplares, suficientes como para que los científicos estimen que algunas familias han sobrevivido aisladas al margen de los catálogos zoológicos. ¿Podría haber ocurrido lo mismo con nuestros protagonistas? Textos clásicos firmados por Lucrecio y Plinio hacen alusión a hombres poderosos, de cabeza hundida y cejas huesudas habitando en lugares casi inaccesibles. ¿Acaso se referían a neanderthales?
El mismo Plinio los ubica en el norte de África… Casualmente, no lejos de allí, en el sur de España habitaron -según la cronología oficial-, los últimos miembros de la otra humanidad. Tampoco parece casualidad que en Río Tinto se hayan encontrado decenas de bustos tallados hace al menos 2.000 años por los tartesos u otra cultura local y que muestran rasgos de homínidos diferentes al Homo sapiens, entre ellos neanderthales. Sin embargo, la ciencia no supo de estos gigantes hasta que en 1856 fueron descubiertos los primeros fósiles en las proximidades de Neander (Alemania). Por tanto, ¿cómo supieron representarlos los antiguos habitantes de la Península hace miles de años? ¿Acaso toparon con ellos en sus incursiones por abruptas tierras?
A mediados del pasado siglo, en el norte de África, para ser más exactos al sur de Marrakech, un antropólogo alemán llamado Marcel Homet localizó a un individuo ailsado y con escasas dotes para el habla llamado Azzo Bassou, cuyos rasgos físicos eran, indiscutiblemente, los que se atribuyen a los neanderthales.
Una investigación posterior llevada a cabo por el italiano Willy Fassio buscó entre la poblaciones de núcleos de aquella zona lo que Homet describió como humanos con rasgos neanderthales: "Localizamos con éxito una aldehuela bereber llamada Iflan, donde logramos acercarnos y fotografiar, pese a la prohibición islámica, a algunos individuos con características antropológicas muy extrañas propias de los hombres de Neanderthal."
Los últimos neanderthales, ¿están vivos?
Los habitantes de estos pueblos norteafricanos están relativamente socializados. Pero, ¿qué pasaría si esos hombres no hubieran abandonado los refugios naturales en los cuáles entraron cuando sus congéneres desaparecieron o fueron absorbidos por los Homo sapiens? ¿Seguirán allí? Esa posibilidad ha inquietado especialmente a los criptozoólogos o buscadores de fósiles vivientes, especies animales que, como el celacanto, se suponían desaparecidas. Son muchos los científicos que consideran al yeti uno de estos fósiles vivientes. Recientemente, el genetista británico Brian Sykes analizaba un vello supuestamente perteneciente al abominable hombre de las nieves, esa bestia homínida de pelo claro y casi tres metros de altura que desde tiempos remotos es observada por sherpas, alpinistas y lugareños en el Nepal. El estudio de su ADN desveló que no pertenecía a especie conocida alguna. Al menos, actual.
Los yetis son, probablemente, fósiles vivientes. Más exactamente, Gigantopithecus, simios escindidos de la cadena evolutiva humana hace millones de años y que habitaron en las montañas asiáticas hasta hace unos 300.000. Se han encontrado pocos restos de ellos, aunque los suficientes como para saber que medían 2,75 metros de altura y pesaban 265 kilogramos. Probablemente, han sobrevivido en las cumbres de Himalaya. Parientes evolutivos suyos quizá emigraron hacia otras tierras. En concreto, a América. Allí, aislados en las Montañas Rocosas, se han perpetuado y quizá los supervivientes podrían ser los llamados Big-foot o pies grandes.
Pero hay más homínidos de estas características. Y algunos de ellos responden, por su apariencia física, a los rasgos atribuidos a los neanderthales. Uno es el barmanu, un homínido que los habitantes de Pakistán llevan observando desde siempre. Mide aproximadamente 1.70 metros de altura (esa altura tenían los neanderthales más orientales, aunque las diferencias con los de otros enclaves, en cuestión de altura, es más que notable) y todo su cuerpo, excepción del rostro, está cubierto de vello. Su rostro presenta grandes arcos superciliares, pómulos grandes, nariz chata y barbilla ausente…
Un español afincado en París, el zoólogo Jordi Magraner, a la sazón investigador del Museo de Historia Natural de París, ha dirigido varias expediciones al lugar. Tras conversar con testigos, analizar sus testimonios y estudiar sus características físicas, Magraner ha concluido que el barmanu es un fósil viviente… ¡un hombre de Neanderthal!
Un homínido de idénticas prestaciones físicas viene observándose en Rusia desde hace siglos. Su presencia ha dado origen allí a leyendas y mitos de diverso pelaje, pero su existencia está ampliamente demostrada. Los científicos de la Academia de Ciencias de Rusia han efectuado diversas investigaciones al respecto y no tienen duda: los alma, como la tradición les llama, son una realidad tangible.
Uno de los científicos que peinó las tierras que se extienden desde el Cáucaso a Mongolia es Boris Porschnev: "Son seres muy parecidos a los hombres, que en el curso de los últimos siglos se han ido refugiando en regiones cada vez más aisladas… Son, probablemente, supervivientes de los neanderthales". Su teorema es el de tantos otros estudiosos, y confirma lo que en su día explicó del siguiente modo John Napier, director del departamento de biología de primates del Smithsonian Institute: "No es imposible que descendientes neanderthales habiten en remotas zonas geográficas del Este de Europa, Siberia y Mongolia, tras haber evitado las consecuencias de su exterminio, y sigan sobreviviendo en estas regiones hasta nuestros días como reliquias de otras eras."
También en Vietnam vienen observándose homínidos similares a los que se llama nguoi-rung. "El asunto es tratado casi como un secreto de estado", me confiesa el naturalista Juan Miguel Domínguez, que peinó con su equipo de Televisión Española aquellas tierras topándose con huellas y rastros de la existencia de unos extraños seres muy parecidos a los humanos pero con rasgos que, de acuerdo a Helmut Loofs-Wisowa, de la Universidad Nacional Australiana, son realmente parecidos a los que suponemos a los neanderthales o a otras especies homínidas, como los Homo erectus, que vivieron allí hasta hace 20.000 años, aunque recientemente se han descubierto fósiles de apariencia neardentalense cerca del lugar y que han sido datados en 70.000 años.
En suma, las incógnitas sobre los neanderthales siguen presentes. Quizá como ellos mismos, algunos de los cuáles podrían haber logrado sobrevivir. Incluso nosotros podemos llevar dentro algo de ellos. Una sospecha que desconcierta a la ciencia, pero que fascina. Lo dice así el paleoantropólogo español más laureado, Juan Luis Arsuaga: "Tal vez hubo casos de mestizaje, pero no se dieron en una cantidad suficiente como para que sus genes hayan llegado hasta nosotros. Nada me haría tanta ilusión como llevar en mi sangre una gota siquiera de sangre neanderthal, que me conectase con esos poderosos europeos de otro tiempo, pero temo que mi relación con ellos es sólo sentimental". Quizá en los Urales, en el Cáucaso, en Vietnan o en Pakistán Arsuaga podría encontrar alguna respuesta a sus dudas… Allí parecen vivir los últimos gigantes, a los que la ciencia bautizó como Homo sapiens neanderthalensis


