Desde que ha estallado la alarma del CoronaVirus en Europa, se ha disparado el pánico del contagio que, como de costumbre, ha golpeado a la población más vulnerable. El resultado es una agudización del racismo y el empeoramiento de las condiciones de vida de lxs presxs.

En diferentes paises europeos las cárceles han sido blindadas aún más. En la Comunidad de Madrid y en el País Vasco, lxs presxs ya no pueden recibir visitas de familiares o abogadxs. Lo mismo está pasando en Alemania, Suiza y Portugal.

En Italia, estas medidas restrictivas, han llevado a la sublevación de 27 prisiones. A día de hoy se cuentan ya 12 muertos, un número no confirmado de heridxs y 20 personas fugadas.

El pánico se difunde y no seremos nosotrxs lxs que podamos poner en duda la veracidad absoluta de la ciencia y las políticas sanitarias del Estado. Pero hay algo que no podemos ignorar: las zonas de contención del contagio se imponen con la presencia del ejercito en las calles.

El miedo a las enfermedades infecciosas siempre ha sido una forma de imponer medidas excepcionales de control y contención. Las catástrofes siempre han servido para poder ensayar técnicas de control, hay espacios concretos donde estas prácticas sirven como experimentos piloto: las cárceles, las fronteras y los centros de internamiento son algunos de estos lugares.

Las cárceles son los lugares perfectos para ver, en pequeña escala, cómo podrían funcionar las formas de control absoluto que sería dificil imponer en una sociedad orgullosa de sus valores democráticos.

¿Es posible cerrar aún más un espacio tan cerrado como una celda?

Parece que si. Prohibiendo las visitas de familiares y amigxs, la entrada de lxs abogadxs o revocando todos los permisos de tercer grado. Las consecuencias son un aislamiento aún más fuerte y barra libre para la violencia de lxs carcelerxs y sus diarios abusos de poder. Sabemos que la comunicación con el exterior es parte imprescindible de la solidaridad.

Cuando la comunicación ha sido prohibida, en Italia han estallado motines, quemas de colchones, ocupación de los techos, fugas. Los motines han empezado en el sur de la península, al principio encabezados por lxs familiares, exasperadxs por la falta de información e incomunicación con sus seres queridos, como ha pasado en Nápoles. Luego la chispa ha encendido las cárceles desde dentro. Se han producido motines, tomas de zonas de las estructuras, quema de documentación, daños al mobiliario… Dos carceleros, uno de los cuales es jefe de la policía penitenciaria, han sido tomados como rehenes y luego liberados. Además, la información que están difundiendo los medios es poco trasparente y manipulada; casi todas las muertes han sido justificadas por sobredosis, mientras se producían las protestas.

Hoy queremos enviar nuestra solidaridad a lxs rebeldes y amotinadxs de las cárceles italianas, queremos expresar nuestra rabia por los 12 muertos, por los heridos, por las medidas absurdas e inhumanas con las cuales se está tratando esta temática.

Somos conscientes de que Italia ha sido sólo el comienzo, que es muy probable que la chispa llegue también aquí, como respuesta a las prohibiciones que ya se están aplicando a parte del territorio del Estado Español. Aquí estaremos para dar apoyo a lxs compas presxs, para difundir sus voces y sus luchas y para romper el aislamiento aún más feroz que les quieren imponer.

¡Abajo los muros!
¡Siempre con lxs presxs!