De KutxiKotxokoTxikitxutik [1]
El título de este post se corresponde con un texto elaborado por unas “amigas” muy habituales de KTT, Raquel Gutiérrez Aguilar, Mina Lorena Navarro Trujillo y Lucía Linsalata. Y no, no es que estas compañeras nos paguen cuota alguna por “la promoción” es que los frutos de sus inagotables trabajos nos siguen pareciendo un maná imprescindible para quienes pretendemos nutrirnos de las ideas y las prácticas de eso que se viene llamando “lo comunitario popular”
El textito (27 páginas) que hoy os acercamos es fruto de otra de las envidiables prácticas de estas pensadoras y activistas incansables. No sólo organizan y participan en múltiples seminarios de debate, sino que posteriormente, con las reflexiones recogidas elaboran y reelaboran ideas y conclusiones que nos acercan al resto. Así, REPENSAR LO POLÍTICO. PENSAR LO COMÚN. Claves para la discusión [2], fruto de las reflexiones derivadas del seminario permanente “Modernidades alternativas y nuevo sentido común” es, en palabras de las propia autoras:
A manera de devolución y agradecimiento por todo lo recibido y por la riqueza de las conversaciones colectivas de las que nos hemos nutrido y retroalimentado, en este ensayo nos proponemos realizar un ejercicio reflexivo que consideramos fértil y pertinente a la vez. Proponemos repensar aquello que Bolívar Echeverría nombra como lo político, a partir del mirador teórico de aquello que nosotras nombramos como la producción de lo común. Lo anterior, con el fin de visibilizar y problematizar un conjunto múltiple y variado de prácticas de lo político que, según nuestra perspectiva, pueden alumbrar nuevos y fértiles sentidos de transformación social.
Ya sólo contemplar el índice del documento abre el apetito:
- La reproducción de la vida, lo político y lo común
- Lo común como relación social dirigida a la reproducción de la vida
- La reproducción de la vida y sus contradicciones con la expansiva reproducción ampliada del capital.
- Lo común como categoría crítica a la modernidad capitalista
- Formas de regulación comunitaria, uso/pertenencia vs propiedad/identidad.
- Lo común y la política en femenino. Pensando lo político y la política más allá de lo mercantil y lo estatal.
Pero para quienes aún no las conozcáis, aquí os dejamos algunos párrafos de cada apartado (en algunos casos nos ha costado no seleccionar el apartado entero) que seguro que no os van a dejar indiferentes. Ahora nos toca a nosotras recoger el testigo. Esto es, leer, reflexionar, compartir y aplicar a nuestras prácticas todo aquello que se derive de la digestión de tan preciado manjar. Salud y que aproveche.
- La reproducción de la vida, lo político y lo común
Así, desde el imaginario del individuo capitalista moderno, las actividades orientadas a la reproducción de la vida no son consideradas como trabajo y por ende, no tienen ningún valor; y la comunidad, de ser el punto de partida de comprensión y reproducción de lo humano, ha pasado a ser concebida como una forma anómala, exótica, arcaica y premoderna de organización de la vida social.
Una gran parte de la izquierda anti-capitalista ha reeditado sistemáticamente este error, al centrar su crítica contra el capital exclusivamente en el ámbito de la producción del valor. Esto, por una parte, ha situado el antagonismo básico o primario de la sociedad capitalista justamente en el asunto de la explotación del trabajo asalariado, dejando de lado y oscureciendo la comprensión de la explotación específicamente capitalista del trabajo reproductivo realizado principalmente por mujeres y negando asimismo, la particular explotación de otras formas de creación de riqueza concreta como la practicada en los mundos de lo comunitario-popular y de lo campesino indígena y no indígena. Por otro lado, a partir de tal desconocimiento, ha ignorado sistemáticamente las tensiones, contradicciones y antagonismos que ocurren en las diversas unidades para la reproducción de la vida, desconociéndolo como el ámbito básico de producción de capacidades políticas para la transformación social
- Lo común como relación social dirigida a la reproducción de la vida
Nuestro acercamiento a la noción de común, busca romper radicalmente, en primer lugar, con aquellas posturas representadas esencialmente por Negri y Hardt (Negri y Hardt, 2011) quienes piensan lo común desde dentro del ámbito de la producción de valor como el conjunto de bienes inmateriales resultado de la cooperación social que ocurre en los ámbitos productivos del capitalismo avanzado, a partir de las nuevas transformaciones en la composición técnica del trabajo; transformaciones que, según los autores, estarían generando espacios de autonomía al interior del trabajo capitalista.
En segundo lugar, también nos distanciamos de otras visiones de lo común mucho más economicistas, cuya representante principal ha sido sin duda, Elinor Ostrom (Ostrom, 2012), que piensan lo común exclusivamente en términos de recursos compartidos o bienes comunes poseídos y gestionados colectivamente a través de una serie de procesos institucionales por parte de habitantes locales. Sostenemos que ambas posturas caen en el error de invisibilizar el trabajo reproductivo y la multiplicidad de relaciones de cooperación social que se producen por debajo, al margen o en contra de las relaciones sociales capitalistas en torno a la reproducción material de la vida y a la búsqueda de una existencia digna.
En oposición a ambos planteamientos, nuestro acercamiento a la comprensión de lo común parte de una premisa fundamental: lo común no es –o nunca únicamente es- una cosa, un bien o un conjunto de bienes tangibles o intangibles que se comparten y usan entre varios. Lo común se produce, se hace entre muchos, a través de la generación y constante reproducción de una multiplicidad de tramas asociativas y relaciones sociales de colaboración que habilitan continua y constantemente la producción y el disfrute de una gran cantidad de bienes – materiales e inmateriales – de uso común.
Aquellos bienes que solemos llamar “comunes” – como el agua, las semillas, los bosques, los sistemas de riego de algunas comunidades, algunos espacios urbanos autogestivos, etc.- no podrían ser lo que son sin las relaciones sociales que los producen. Mejor dicho, no pueden ser comprendidos plenamente al margen de las personas, de las prácticas organizativas, de los procesos de significación colectiva, de los vínculos afectivos, de las relaciones de interdependencia y reciprocidad que les dan cotidianamente forma, que producen tales bienes en calidad de comunes.
- La reproducción de la vida y sus contradicciones con la expansiva reproducción ampliada del capital.
De acuerdo con Machado, el capitalismo no reproduce la vida, sino que únicamente impone y sostiene un modo de existencia que le es funcional para la acumulación.9 En contraste con ello, las lógicas comunitarias de reproducción de la vida tienen como finalidad garantizar el sustento -la comida, el agua, el lugar donde habitar, la salud, la educación de las nuevas generaciones, etc.- y, por ello atienden y cuidan no sólo aquellos bienes naturales que garantizan la vida colectiva actual y para las generaciones por venir, sino los lazos y vínculos que producen trama comunitaria, la cual dota a cada quien de nuevas capacidades, regenerando y amplificando las posibilidades colectivas de producción, reproducción y disfrute.
- Lo común como categoría crítica a la modernidad capitalista
Proponemos pensar que la producción de lo común no sólo expresa la existencia de un hacer cooperativo orientado por el valor de uso para garantizar y cuidar aquello que se comparte para reproducir la vida, sino también, las inestabilidades de las relaciones capitalistas incapaces de mercantilizarlo todo. Desde este punto de vista, nos interesa pensar las capacidades sociales y las condiciones bajo las cuales la producción de lo común es capaz de resistir, contradecir, subvertir y/o desbordar las relaciones del capital y del Estado.
(…) Cabe señalar que partimos de una noción abierta de proceso de lucha que incluye el despliegue explícito del antagonismo social, pero también los movimientos moleculares y estrategias de vida anidadas en los ámbitos cotidianos, que lidian y resisten a las agresiones del capital garantizando la existencia y haciendo posible la siempre difícil gestión de la precariedad. Dicha perspectiva nos permite rastrear las expresiones más abiertas de rechazo e insubordinación, pero también las menos visibles, reconociendo que hay variadas intensidades susceptibles de producir alteraciones o subversiones en el orden dominante.
(…) Tales experiencias, si bien en la mayoría de los casos no confrontan abierta y explícitamente al estado y al capital, se resisten a asumir plenamente las pautas de comportamiento, los códigos de relacionamiento recíproco y las lógicas de manejo del tiempo y del espacio impuestas por la organización capitalista del trabajo y de la vida social, recreando, reinventando y cultivando -de múltiples y variopintas maneras- formas comunitarias de organización de la vida colectiva y autogestión de necesidades y problemas compartidos. Al interior de estas experiencias de autorregulación comunitaria de la vida – que no están exentas de contradicciones y tensiones internas – se sigue cultivando otro tipo de politicidad, una politicidad crítica, cuyo ejercicio pone permanentemente en cuestión la hegemonía de las relaciones sociales capitalistas y su capacidad de dominarlo todo, en la medida en que habilita constantemente la posibilidad de una autodeterminación -aunque sea mínima- de la existencia por encima de la determinación ajena de la vida impuesta por el capital.
- Formas de regulación comunitaria, uso/pertenencia vs propiedad/identidad.
De hecho, todas las formas que va adquiriendo la producción de lo común, ya sean bienes concretos que son poseídos, regenerados y utilizados de manera compartida, o prácticas colectivas de apoyo mutuo para muy diversos fines basadas en heterogéneas figuras de reciprocidad, tienden a construir mecanismos internos de autorregulación que suelen oscilar en torno a puntos de equilibrio que no están previamente establecidos sino que constantemente se deliberan y acuerdan, una y otra vez. Un elemento decisivo –un rasgo vital- en tales mecanismos internos de autorregulación de lo común –en sus distintas formas- es su carácter autónomo. Puede decirse, pensando con rigurosidad, que la autonomía de los mecanismos de regulación de lo común es una condición necesaria para su existencia. O, dicho de otra manera, lo común y la capacidad de producción de lo común se erosiona, se diluye y se agota si, por alguna razón, los mecanismos de autorregulación interna son forzados a ceñirse a decisiones y formatos heterónomos.
(…) A lo largo de la modernidad capitalista, las élites económicas y políticas junto a sus pensadores y propagandistas, han impuesto un marco de intelección de los asuntos colectivos y generales basado en la propiedad y la identidad: quién tiene derecho a qué y cuándo queda fijado a partir de aquello de lo cual se es propietario, lo que genera rígidas identidades individuales y colectivas, sobre las cuales el estado puede operar, administrando diferencias. Sin embargo, la producción de lo común habilita –y a la vez requiere- otro tipo de marco de intelección.
(…) Nosotras estamos interesadas, en cambio, en mostrar como lo común, en tanto relaciones sociales antagónicas al capital, siempre encuentra maneras de relanzarse a sí mismo como lucha cotidiana y en ocasiones abierta y de, en su mismo despliegue, imaginar, ensayar y producir nuevos mecanismos de autorregulación que oscilan en torno a obligaciones, derechos de uso y producción colectiva de decisiones que se echan a andar.
- Lo común y la política en femenino. Pensando lo político y la política más allá de lo mercantil y lo estatal.
Nos interesa pués, hacer visible y tener presente, continuamente, el rasgo masculino dominante del lenguaje y del marco de intelección de los asuntos políticos y sociales labrados en el marco de la modernidad capitalista, relacionándolos sobre todo con el desconocimiento y negación de esa gigantesca y continua fuente de creación de valores de uso que es el mundo de la reproducción de la vida, donde una y otra vez se suele regenerar y renovar la producción de lo común. Enfatizando: el rasgo masculinodominante, íntimamente ligado a la producción y acumulación de capital es, antes que nada, un aspecto de la negación del mundo de la reproducción de la vida que tradicionalmente ha estado a cargo de las mujeres en las diversas sociedades humanas. Valga una aclaración, el uso del par femenino/masculino para hacer notar la escisión entre mundo de la reproducción de la vida (femenino) y esfera de la producción de capital (masculino-dominante), de ninguna manera busca una vez más “naturalizar” una división del trabajo por sexo -que de hecho continúa existiendo en casi todo el mundo ni mucho menos reivindicar que somos las mujeres quienes “debemos” hacernos cargo de la reproducción. No es esto lo que sostenemos ni lo que buscamos expresar. Más bien, utilizamos el par femenino/masculino, y tratamos de rescatar un lenguaje “en femenino”, para criticar en profundidad la secular centralidad de la producción de capital – masculino-dominante – como marco pretendidamente universal de intelección de la vida social, que desatiende, desconoce y menosprecia los conocimientos, prácticas, riquezas y experiencias heredadas y constantemente reactualizadas en el amplio y complejo mundo de la reproducción de la vida en condiciones de creciente agresión y hostigamiento.
(…) De ahí el esfuerzo hacia la producción colectiva de una política en femenino para poder hablar de lo común, para nombrar y visibilizar lo que desde otras miradas queda oculto, para relanzar la comprensión de la politicidad de procesos cotidianos y extraordinarios de defensa y cuidado de la vida, de las dificultades y fortalezas anidadas en ello. En femenino, pues, entendido como un lenguaje subversivo y desafiante: como aquella actividad humana esencialmente común, creativa y fluida, donde se asignan significado a los eventos y experiencias que los hablantes comparten, se nombra aquello que existe y que guarda relevancia para quienes comparten y hablan tal lenguaje.