Sus artículos

Empezaré por el principio: Salimos a las dos la madrugada del viernes-sábado para Madrid, en uno de los buses y ya empecé a apuntar en una libretica que me llevé el inicio del viaje, pero la libretica la he perdío así que te voy a contar, sin haber podido dormir aún en orden, de memoria. 

 

Hace unos días os comentaba que es algo propio de nuestra especie, el jerarquizar, el clasificar, el agrupar y el excluir. Creamos el “nosotros”, y lo contrastamos con el “ellos”, y pensamos de un modo o de otro, que “ellos son siempre peores que nosotros”.  Más o menos, esto es así en condiciones normales, y no digo que sea un pensamiento universal, porque no sabemos qué piensan los marcianos. 

 

Fastidiado, recibo veinte mensajes de Hombres Resentidos&Asociados, que no sé qué diablos le pasa a eso que llaman red social del faceboock, que parece que se han vuelto todos locos, y me inundan con tenebrosos mensajes que afirman que caminamos hacia el exterminio del hombre bajo la confabulación femenina. ¿Que qué me parece que hoy sea el día de las mujeres? Estupendo. Más gorda tendría que ser la cosa.

Anda la cosa revuelta en el mundo de las contradicciones, con golpes de Estado en Ucrania para derribar a la derecha y poner en el poder a la derecha, o en Venezuela con estudiantes fachas que quieren derribar al gobierno de izquierdas… Nada, que no hay manera que a alguien se le ocurra derribar al Gobierno de una vez.

¿Qué es más digno? ¿Trabajar, Robar o Mendigar? Engels, en su panfleto sobre ·”el papel del trabajo en la transformación del mono en hombre”, nos explicó que el trabajo tiene un papel en la transformación del mono en hombre. Pero claro, nunca explicó Engels dónde había trabajado el mono: si en una fábrica, si en una oficina, si en una mina o si en un koljós. Tampoco ha quedado demostrado que la vagancia transforme al hombre en mono, diga lo que diga Engels.

Con un punto de melancolía, he estado repasando la página de la Federación Anarquista de Gran Canaria, que no se renueva desde abril de 2013.

Por suerte o por desgracia, en alguna ocasión habrán alcanzado a contemplar una película americana de esas en la que los protagonistas intercambian sus cuerpos, y por arte de birbiriloque la madre se mete en el cuerpo de la hija, el perro en el del amo, el hombre en el de la mujer, etc., ocasionando divertidas situaciones de anomia.

A ver. Del artículo anterior (1) parece deducirse que eso de formarse es inútil, y que es mejor ser un burro revolucionario que un ilustrado reaccionario. Y no es así. Por ejemplo, el que escribe estas palabras ha recibido formación  académica como matricero y sexador de pollos. Ha viajado y conoce al dedillo montones de polígonos industriales, y asiste habitualmente a conferencias gratuitas en el local de la Comunidad China.

Vamos a ver porque con esto hay un gran malentendido. Hay gente que considera que para llevar a cabo el cambio social, ha de crearse un hombre nuevo, tiene que surgir una especie de persona buena, solidaria, combativa y bella, capaz de poner en funcionamiento la Utopía. Personas como Durruti, pero pasando por corporación dermoestética. Porque resulta -dicen- que este mundo tan insano, corrupto y egoísta, hace que las personas se vean incapacitadas para hacer la revolución.

Todo sistema puede ser entendido como un campo de fuerzas, donde el flujo de estímulos hace que circule la energía, en unos puntos se acumule, y en otros se disipe..., siendo el "grado de energía cero" el de la muerte. No me preguntéis qué cuernos quiere decir eso. Se me acaba de ocurrir.

 

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