[Italia] Preparémonos para la guerra

Mientras nuestros ojos se dirigen horrorizados a Gaza, las cancillerías de Europa –la comisión europea a la cabeza– parece que hacen de todo para precipitar la guerra contra Rusia. En poco menos de un mes, hemos asistido a la vuelta del reclutamiento militar en Alemania (voluntaria, pero con la opción de obligatoria en caso no se alcance el número suficiente de reclutas); al clamor mediático –con claro lenguaje belicista– en torno al encuentro entre Putin, Xi Jinping y Kim Jong-un en Pekín; al las fake new sobre el inexistente sabotaje contra el avión de Ursula von der Leyen en espacio aéreo búlgaro; a la circular para la militarización de los hospitales en Francia (seguida recientemente de una disposición análoga en Italia)i y, por último, al episodio con drones “rusos” (comillas obligadas, porque sobre esta noticia hay más incertudumbre que certezas) en parte caídos y en parte abatidos por la defensa antiaérea polaca dentro de sus fronteras. En el mismo momento que el gobierno de Polonia convocava a los dirigentes de la OTAN activando el artículo 4ii de la alianza, Ursula von der Layen, en su quinto discurso sobre el estado de la Unión Europea, pronunciaba palabras inequívocas: «Europa debe combatir» en un «enfrentamiento por el nuevo orden mundial basado en el poder», volviendo a evocar la necesidad de una «economía de guerra». En el mismo discurso, Von der Layen declaraba que la masacre de Gaza «yo no es aceptable» –como si lo hubiera sido hasta el día anterior...– amenazando con sanciones parciales contra Israel. En muy poco tiempo, iniciaba la misión «Centinela Oriental» [bajo pretexto violación del espacio aéreo polonés], con el despliegue de 400.000 soldados polacos, además de sistemas armamentísticos de la OTAN (aviones bombarderos, fragatas, radares), en las fronteras con Rusia y Bielorrusia. Mientras se baraja una «zona de exclusión aérea» en la parte occidental de Ucrania. En ambos lados del frente se están predisponiendo y probando medios con capacidad de alojar cabezas nucleares (Francia ha desplegado cazas Rafale en Polonia, Rusia ha hecho simulado de lanzamiento de misiles Iskander).

¿Cómo interpretar este indudable crescendo de lo que, se mire como se mire, son señales dirigidas tanto a la población europea como a los distintos jerarcas del tablero internacional (y a “sus” poblaciones)?

Si bien sabemos perfectamente que en la sociedad del espectáculo el dominio persigue sus objetivos utilizando la organización de la apariencia como palanca para transformar la realidad, y que esta serie de movimientos podría tener como único objetivo llenar las arcas de los fabricantes de armas y relanzar el complejo científico-militar-industrial, también sabemos —como advertía un viejo situacionista— que no hay ilusión sin un soporte real. Una economía de guerra no puede funcionar sin la guerra misma, es decir, en la situación actual, sin relanzarla y ampliarla. Aunque solo sea por el hecho de que, para poder producirse de forma continua, las armas deben ser destruidas gradualmente en los campos de batalla.

Si a todo esto le sumamos el hecho que no sabemos cómo reaccionará el Kremlin a estas provocaciones, y que la guerra reabre siempre las cuentas pendientes de conflictos pasados (de hecho, todo el frente oriental de la Unión, desde Suecia y Finlandia hasta Polonia, con su liderazgo atlantista-nacionalista, pasando por los países bálticos, está deseando poder arremeter contra Rusia, mientras que la pacifista Rumanía ya ha sido reclutada), el espectáculo de la nueva «Gran Guerra» podría hacerse realidad de un día a otro.

En este contexto, ¿qué significa prepararse? En primer lugar, saber que la guerra se puede extender, y que no podemos contar con que se mantenga en las fronteras ucranianas cuando todo apunta a lo contrario. En segundo lugar, tener claro qué decir y qué hacer en caso que el conflicto de amplíe, denunciando con firmeza la responsabilidad cada vez más flagrante de nuestra clase dirigente: de los EE.UU que la han provocado; de la Unión Europea que coge el relevo con la baba en la boca; del gobierno italiano, esbirro de ambos; de la falsa oposición, pacifista de última hora o totalmente belicista. En tercer lugar, tener bien presente que no debe suponer ninguna diferencia para nosotros que quien cruce primero la frontera ajena sea la OTAN o la Federación rusa.

Sólo con las ideas claras podremos evitar el efecto parálisis que ya nos ha invadido en el pasado reciente (con la emergencia Covid, con la invasión rusa de Ucrania y, por fortuna en menor medida, en la primera fase de la masacre del pueblo palestino tras el 7 de octubre), y que sería aún más imperdonable en el presente. Sólo teniendo las ideas claras podemos aprovechar las oportunidades, sin regalar otra vez al enemigo ese valioso tiempo que le permitiría volver a sembrar confusión y divisiones con la intoxicación propagandística que ya hemos conocido, y endurecer aún más las medidas securitarias y represivas contra el frente interno.

Aunque razonamientos como este, por motivos que no queremos analizar aquí, tienen mala acogida en los ambientes antagonistas actuales, sabemos que no estamos solos. Ahí fuera hay un mundo entero de explotados y oprimidos que han sufrido de todo en los últimos cinco años: restricciones, terror mediático en dosis inauditas, vacunaciones forzosas, censura; que hoy agoniza a golpe de inflación, precariedad y pobreza; y que sobre todo no quiere la guerra.

Si este mundo, en caso de escalation, vuelve a salir a la calle, la presencia de personajes ambiguos cuando no abiertamente reaccionarios y racistas no debe asustarnos. Si bien sabemos por experiencia propia que no faltan personas de buen corazón que en los últimos dos años han mirado a Gaza con la misma angustia que nosotros, hay una palabra de cuatro sílabas que mantiene alejados a los diversos Rizzo y Vannacciiii: Palestina. Más que suficiente para distinguir entre el derrotismo revolucionario internacionalista y el pacifismo reaccionario: el de quienes sólo se oponen a la guerra cuando piensan que puede llegar a casa, y por lo demás quiere que todo siga como antes (y mejor todavía, si como dice el Canciller federal alemán, Israel nos hace el trabajo sucio). Desde esta perspectiva, no parece casual que en el discurso más belicista de toda su carrera, la tecnócrata Von der Layen haya expresado por primera vez una timidísima condena a las acciones de Israel. En ausencia de la más mínima reprimenda contra un genocidio que sólo los burócratas de su calaña no llaman por su nombre, ¿cómo legitimar un conflicto nuclear en nombre de los “valores” y de la “libertad” occidentales? Mientras tanto, se ha visto en qué consistirían las fantozzianas «sanciones parciales» propuestas por la Comisión europea: simplemente negar el estatus de «socio comercial privilegiado» (es decir, tendría que pagar como los mismos impuestos que el resto de países extracomunitarios), sin mención alguna en el borrador a la prohibición de exportar armas o material bélico. A nosotros, y a quien se rebele con nosotros, corresponde reiterar que las manos que arman el genocidio son exactamente las mismas que tratan de desatar la nueva Gran Guerra, con la complicidad de la izquierda más o menos sionista y con el casco siempre preparado (PD, Avs, Cgil), que por un lado intenta «salvar Israel de sí mismo» esgrimiendo la consigna cada vez más inviable de «dos pueblos, dos Estados» en Palestina, y por el otro sopla más fuerte que nadie sobre el fuego de la guerra contra Rusia (en cuanto al Movimiento 5stelle, basta recordar que hasta ayer votaba a favor del envío de armas a Kiev para desenmascarar su falsa oposición).

Mientras el grito “¡Bloqueemos todo!” se eleva desde las calles con Gaza y desde los puertos del Mediterráneo (y desde las manifestaciones francesas contra los planes de austeridad), brindándonos finalmente una oportunidad para hacer algo concreto contra los asesinos sionistas – pero también, indirectamente, contra los planes de represión y pacificación del frente interno; mientras las atrocidades de las FDI en la ciudad de Gaza podrían hacer salir a la calle a quienes hasta ahora no se han movilizado; y mientras nos preparamos para una nueva movilización para sacar a Alfredo Cospito de la tortura del 41-bis, no dejamos de actuar ni de pensar en vista a los próximos acontecimientos.

Mientras salimos a la calle por Palestina, creamos las condiciones para poder seguir luchando, cortando el paso a la guerra y dirigiéndola contra los poderosos.

La realidad se acerca. Que nos encuentre en las barricadas.

21 septiembre 2025

asamblea Sabotiamo la guerra

 

i En Francia mediante carta del ministerio de Sanidad a las Agencias Regionales de Salud (ARS) del 18 julio.
Alemania también trabaja en un plan nacional de defensa civil que persigue preparar los hospitales para un conflicto armado de gran escala. “Plan marco para la defensa civil de los hospitales”, que busca garantizar la "resiliencia" sanitaria en tiempos de guerra. De acuerdo con este plan, la ciudad podría actuar como un centro logístico y sanitario para la OTAN, facilitando la recepción y tratamiento de heridos procedentes de los escenarios bélicos en el frente del Este, con especial atención a Ucrania y Rusia. Ha generado críticas que lo califican como una militarización encubierta de la infraestructura civil, al tiempo que se denuncia la precariedad actual del sistema hospitalario berlinés (paradoja de invertir en preparación para la guerra mientras el sistema sanitario público se desmorona)

 

iiArt. 4 del tratado: “las Partes se consultarán entre sí siempre que, a juicio de cualquiera de ellas, la integridad territorial, la independencia política o la seguridad de cualquiera de ellas se vea amenazada”.

iiiLease: Reaccionarios, racistas, rojipardos, etc.
Se refiere a la reciente alianza entre Marco Rizzo y Roberto Vannacci, respectivamente líder de “Democrazia Sovrana e Popolare” (DSP) partido autroproclamado comunista pero soberanista y rojipardo, y oficial del ejército, miembro del parlamento europeo desde julio 2024 por la Liga–.

Enlaces relacionados / Fuente: 
https://ilrovescio.info/2025/09/21/prepariamoci-alla-guerra/
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