Los dictadores de lo políticamente incorrecto

Vivimos en una dictadura. No dejo de escucharlo una y otra vez muy de vez en cuando. Se trata de una dictadura invisible, y por ello, especialmente odiosa: la dictadura de lo políticamente correcto

 

Lo políticamente correcto, es una especie de saco, donde se guardan discursos: la democracia, la paz, el diálogo, la convivencia, hablarnos, querernos, abrazarnos, bla, bla, bla… Con ese discurso buenista luego van, y te machacan. Un poner: conducir un tractor sin carnet por la autovía, y que te pesquen los civiles superando los niveles de alcoholemia, acompañado de tres señoritas del Club Macumba… Al día siguiente, los periódicos te ponen a parir, tu suegro te echa de la empresa, la mujer te abandona y te mete un pleito falso que te cagas, y adiós carrera de concejal de Ciutadans en Matatuerta. Porque esas cosas de conducir bebido, ir de putas, o poner en su sitio a las tías, son políticamente incorrectas: o sea, es la dictadura gay-lesbiana-estalinista-jipi-subvencionada. Cuando en realidad, tú lo único que haces opinar, y divertirte un rato sin hacer daño a naide.

 

Eso es así. Los que se quejan de la dictadura de lo políticamente correcto, se duelen de que cuando hablan de las mujeres, o de los asiáticos, o de los gitanos, o de los maricas… Los nuevos censores morales les llaman fascistas, racistas, machistas, homófobos heteronormativos… Muy desagradable, porque alguna palabra de esas, no sabe lo que significa ni el que la dice.

 

Ellos, en cambio, se ven como personas buenas, adscritas a valores intemporales, que aman la libertad individual, y que consideran que un buen Gobierno es el que estimula las fortalezas de los ciudadanos, el que les abre el abanico de oportunidades, y no el que les potencia por sus debilidades. Los que dicen verdades incómodas ven en quienes les critican (los dictadores de lo políticamente correcto), a unos hipócritas que piensan que dar limosna para introducir pingüinos en Groenlandia, les justifica para asesinar fetos y decir cada semana lo que toca defender.

 

Los de las verdades incómodas denuncian también, que los otros están muy subvencionados: las feministas, los gays, los musulmanes, los gitanos, los judíos, los antitaurinos y los chinos de los bazares, dominan el gobierno, el parlamento, la banca, la policía, el poder judicial y los medios de comunicación. Y desde puntos de poder ocultos a las masas, no pagan impuestos, reciben pagas y casas, y trabajan de forma incansable para acabar con los hombres heterosexuales, blancos, cristianos y con la familia monógama natural formada por un varón protector, y una mujer entregada. En último término, con estas políticas, lo que busca el Estado pagando el feminismo, es volver a los hombres maricas, para seguir explotando y oprimiendo al pueblo. 

 

Este discurso de lo políticamente incorrecto, tiene muchos matices y variantes. Algunos se basan en consignas aprendidas de memoria, otros fruncen el ceño y reflexionan profundamente e incluso escriben libros. Pero, al final, tanto los reflexivos  como los iracundos, acaban diciendo alguna gilipollez como la copa de un pino.

 

Recuérdalo, que lo mismo si sueltas una andanada, y te empiezan a llamar machista, homófobo, heteronormativo y facha… ¿No será que lo eres un poquito, y que deberías pasar por el taller a revisar la ideología? 

 

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