¿Transversalidad ante las próximas elecciones? ; Autómatas.
AUTÓMATAS
El descontento social que había estallado en los últimos años, fruto de las diferentes medidas tomadas por el capitalismo para su persistencia, ha sido reconducido por vías para nada impredecibles.
Vías que quedan evidenciadas en las declaraciones nacionalistas y militaristas de la nueva izquierda.¿Cómo se fusiona con el endurecimiento de las nuevas medidas legales contra las migrantes? ¿Y con los ensayos que actualmente están llevando a cabo los ejércitos españoles en materia de antidisturbios? La defensa de la nación, la democracia y el Estado por sobre todas las cosas.
En el proyecto de la nueva izquierda se vislumbra todo aquello de este mundo que los antiautoritarios odiamos: personalismos, jerarquías, poder. En definitiva, en su forma se palpa el modelo que buscan, por el cual existen, un modelo de mundo que en nada se distingue del actual. Los primeros ejemplos que nos vienen a la mente son los de Podemos, a nivel estatal, y Guanyem Barcelona, a nivel de la metrópolis de Barcelona. La diferencia entre ambos es que el primero no es nada más ni nada menos que una lavada de cara de la izquierda autoritaria de toda la vida y los segundos son una agrupación cuyos miembros, en apariencia, no vienen de la política clásica institucional sino de los llamados movimientos sociales.
Este último caso deja una sensación extraña en el paladar: ¿cómo es posible que quienes apuestan por la autonomía hagan un giro radical y en bandada? Quizás sea menos ingenuo ver en ese espectro amorfo que se define como «movimientos sociales» un posible trampolín para muchos aspirantes a la política institucional; apoyado con ideas de «mal menor» y de necesidad de «legitimidad social» cimentadas en los mismos códigos y bases de aquel sistema que decimos querer combatir y erradicar, dejando de lado la necesidad de análisis, discursos, y prácticas propias. La nueva izquierda poco a poco va abandonando la retórica inicial para dirigir toda la energía del descontento hacia la búsqueda de una «buena» gestión.
Y como el pasado nos enseña, cualquier idea de gestión política es un síntoma de derrota. Pero Podemos no nos habla de izquierda, sino que prefiere hablar de transversalidad. En este sentido hacen muy buenas migas con las propuestas de UpyD (que fueron quienes comenzaron a hablar de transversalidad en sus pro-gramas) o el partido italiano M5S, que es capaz de juntar lo peor de ambos extremos de la linealidad política en un mismo programa. Y recientemente Raimundo Viejo, un miembro común de Guanyem y Podemos y antiguo militante de Izquierda Unida, aseguraba que «en Podemos cabe todo, el nacionalismo y el patriotismo». Más allá de la revalorización de valores como los de la nación y el Estado (con sus fronteras, sus agentes represivos, sus cárceles, etcétera), el mayor logro de toda esta izquierda, como decíamos al principio, es haber arrancado el descontento social desde las calles hacia lo institucional —logro en el peor sentido que podamos imaginar— y hasta haber borrado en muchas personas la idea de lucha. Pero si no hay lucha, no seremos más que autómatas, pudiendo dar así por concluido el proceso de alienación.
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