¿Cuál sería el mejor de los Estados posibles?

El Matías, de la Peña Cultural El Embarcadero (1), tras pagar la contribución de este año, se ha quedado bastante cabreado y plantea que cuál sería el menos malo de los Estados posibles, para procurar su inmediata instauración.

Evidentemente, Matías, el mejor de los Estados posibles, es el de la partida tras la siesta. El menos malo de los Estados posibles, es el que tiene un tamaño muy pequeñito.

Un Estado grande como el español, es un Estado bañado en sangre. Tiene la ventaja de ser cutre e ineficaz si se le compara con el Estado francés. Pero aún siendo un pésimo Estado, es rico y depravado. Provoca guerras (como la afgana), muertes (con las listas de espera), lava el cerebro (con el nacionalismo), etc.

Hay arquistas que plantean que la fragmentación del Estado, y la aparición de otros más pequeños (Estado vasco, catalán…), sería un acontecimiento progresista. Sin negar la posibilidad de que haya progreso en cualquier cosa, permítaseme dudar del mismo. Un Estado catalán sería mucho más eficaz a la hora de administrar la muerte que el Estado español. Eso aseguran los estadistas de esa nacionalidad: que ellos gestionarían mejor el IRPF, la Seguridad Social, la Enseñanza… Los Mossos y el Exèrcit Català serían más eficaces también que la Policía Nacional y que las Fuerzas Armadas. Una gozada... Un Estado vasco dirigido por bilbaínos el día de la Aste Nagusia sí que podría ser menos eficaz, pero no está claro.

No podemos correr riesgos Matías. Los Estados independientes deben ampliarse —como mucho—, al tamaño del municipio del Aljaraque. Han de ser tan pequeños que estén holgados en sellos de correos. ¿Tendrían viabilidad esos Estados? Se dice que un Estado pequeño no puede sobrevivir, etc. ¿Y entonces qué pasa con Liechtenstein, Mónaco, Andorra, con Islas Vírgenes, Singapur, Vaticano, Andorra…? Esos Estados no sólo son minúsculos, sino que se manejan muy bien. ¿Cuál sería entonces la dimensión de un Estado ideal?

Un Estado ideal, ha de tener el perímetro que pueda recorrer descalza en 24 horas (sin comida ni agua) una pobladora de cincuenta años, (elegida entre los vecinos por sorteo). El concurso sería anual. De esta manera surgiría una constelación de miles y miles de Estados minúsculos que tendrían que tender a la amistad y buena vecindad, los productores primarios para obtener servicios, y los de núcleos urbanos para obtener lechugas. Queda claro que así acabarían las guerras, ya que el Estado del Aljaraque con dificultades podría mantener un pregonero, conque mucho menos invadir cosa alguna. Funcionando como Comunidades de Vecinos, los Estados se distraerían en terribles e incruentas batallas internas. Y si a eso se une la posibilidad de secesión individual, la solución se me antoja aceptable (2).

Camaradas, recordad la contraseña trinitaria y circular: tantantarulo, me rasco el culo con disimulo. Lo que es de uno es de todos, lo que es de todos es de nadie, lo que es de nadie es de uno.

_________________

(1) La Peña Cultural "El Embarcadero" es el lugar donde reponen fuerzas los trabajadores asociados del Rebatiño, y se habló de ella aquí: http://www.alasbarricadas.org/noticias/?q=node/11262

(2) La posibilidad de que varios Estados operen en el mismo territorio, y que los ciudadanos puedan adscribirse a varios o a ninguno, se explora en este tema: http://www.alasbarricadas.org/noticias/?q=node/11326
En otros momentos se ha planteado la venta del Estado como forma de lograr riqueza: http://www.alasbarricadas.org/noticias/?q=node/11381

Comentarios

¡El único estado, el de embriaguez!

Protesto!! Tampoco el estado ideal es el de la siesta, como pensaba el buen Matías. De hecho el otro día me fracturé las cervicales por echar un descansito con el cuello en mala postura.

No hay estados ideales, hay estados aproximativos. Siempre sería mejor la II República que la monarquía alfonsina, aun cuando la primera no fuese lo ideal y hubiese que trabajar por la instauración del comunismo libertario.

Quizás en estados más pequeños, con menos fuerza que los grandes, sea posible la instauración del que he nombrado en la última línea del párrafo anterior. Es una posibilidad, discutible, pero posibilidad que arrojo ahí como producto del primer despertar que acabo de tener.

Un saludo, acratosaurio

Si la partidita de después de la siesta puede definirse como un estado es porque hay que estar a lo que se está. Es lo que los budistas zen llamamos Presencia, que es como hay que estar aunque las mentes simples, cuando oyen hablar de presencia, piensan en la policial. En cambio, un estado de trasposición transitoria, aunque pueda hacerte perder la mano, puede abrir la mente a la Iluminación, el nirvana. Por eso los budistas zen cabeceamos siempre que haya que prestar atención durante más de diez minutos.

Aviso Legal  |  Política de Privacidad  |  Contacto  |  Licencias de Programas  |  Ayuda  |  Soporte Económico  |  Nodo50.org