Sobre capitalismo y Estado

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Jorge.
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Sobre capitalismo y Estado

Mensaje por Jorge. » 07 May 2008, 17:14

Como creo que este texto del Hombre Guilotina es interesante, lo rescato y lo planto aquí.


Mi intervención constara de un único mensaje (independientemente de las réplicas o alusiones que pueda despertar), no se trata de un “desprecio” a los “contendientes dialécticos”, se trata de que en un caso u otro, he leído y observado los argumentos expuestos por ambas (o múltiples) partes, en tal caso creo saber que se me podría refutar y tan solo pretendo “ganar tiempo” contemplado dichos contra-argumentos de antemano (ejercicio de presunción, no cabe duda).

Para empezar quiero dejar constancia de mi negativa recalcitrante de que se expulse a nadie de sitio alguno… no me importan las “políticas” de páginas u organizaciones, creo firmemente que la “expulsión”, el “destierro”, el “ostracismo”, y demás son tácticas del todo invalidas, anacrónicas y deleznables… si pretenden separar la “mies de la paja” solo conseguirán darle más fuerza a los denostados, convertirlos en “mártires” y “victimas” (tal cual he observado), la idea es refutarlos (como ya se ha apuntado), pero desde una óptica netamente Anarquista… paso ha explicarme.

La cuestión se ha planteado en torno a palabrería engañosa que los amantes de las nuevas y viejas opresiones han sabido utilizar muy bien, el asunto no es si se esta en contra del Estado y el Capital (ahora viene el momento en el que os cuestionáis mi salud mental), pues todos conocemos “liberales” de todos los colores, capitalistas de las más variadas raleas, tiranos de sombrero de copa o de birrete académico, que se oponen con todas sus fuerzas al “Estado”… el gran magnate de la Texaco puede gritar: “Muerte al Estado”, el pequeño propietario que me clava su voz en los tímpanos para que limpie más rápido su tienducha también me grita: “Muerte al Estado”, pues ese “monstruo” les arrebata una pequeña porción de sus ganancias.

Comprenden perfectamente que el Estado vela por la seguridad de sus “propiedades”, es este el que apunta con las bayonetas o rifles a esa “pobre masa proletaria” que podría arrojarse en cualquier momento sobre sus “bienes”, pero a cambio les pide una pequeña “colaboración” ante la que el propietario, grande o pequeño, se irrita, como un niño al que le obligan a compartir sus golosinas. Pero, ¿Acaso ese dinero que va a manos del Estado no se reparte entre los mismos “empresario” pues son ellos (lobbys mediante) los que manejan las riendas del poder político?... los capitalistas retratados por Dickens no están tan caricaturizados como se cree, y hacen cumplir fielmente la idea de que el millonario rompe a llorar cuando pierde un simple céntimo.

¿El problema sería entonces la impugnación del Capitalismo? Si, pero no tal y como se ha planteado. Los marxistas de todos los pelajes pueden condenar el Capitalismo de la forma más taxativa, para después, sino lo hacen renacer en la forma del “Capitalismo de Estado”, concentrarlo (y esto en el mejor de los casos) en las manos de verticales formulas de dominio y opresión, Platón, Babeuf y las primeras enunciaciones de Weitling, son buen ejemplo de ello. Desde la bancada de los tiranos con casco prusiano y de los apolillados dogmas del mecanicismo “académico” también se pide la “abolición” del Capitalismo, gritan y claman por su muerte los padres de las “democracias” y los hijos de las “dictaduras”, lo padres de la “mentira” y los hijos de la “realidad objetiva y material”.

Que los aludidos en el asunto que aquí se trata (y siento tener que recurrir a estúpidas generalizaciones, pero observando que en la mayoría de los casos suelen hablar en “plural mayestático” y que algunos de ellos se comportan como una “comandita homogénea”, no veo la necesidad de establecer “diferencias” hasta que ellos mismos lo hagan; para los que lo hayan hecho, disculpas de antemano), condenen el Estado o incluso, el Capital, es algo irrelevante pues podrían hacerlo en los mismos términos que los personajes de los ejemplos ya expuestos… lo esencial, lo imprescindible, lo ineludible es saber si ¿Condenan la Autoridad?.

Puedo oír los murmullos: “ya esta intoxicando con cuestiones filosóficas y teóricas”, “ya esta tergiversando con asuntos que no guardan relación alguna con el tema”… lejos esta de mi intención “maximizar” sobre lo que “es” o no “es” Anarquismo, para mi cada uno debe tener su propio Anarquismo, su propia y personal concepción, es eso lo que ha permitido que hayan habido innumerables corrientes, con distintos prismas sobre lo económico, lo social, lo identitario o la praxis, sin que se hayan tenido que desaparecer, “forzosamente”, las unas en detrimento de las otras. Para mi ha existido, sin embargo, un punto común que las ha hecho converger a todas en una misma barricada, le Negación, inexorable, contra toda forma de Autoridad… sea esta política, económica, racial, sexual, o individual, etc.

Lo que mueve a un Anarquista a Negar al Estado, no es más que el carácter opresivo y Autoritario de dicho organismo, ¿existe o existirá Estado alguno que no se asiente sobre la premisa de la Autoridad?, no, pues tal cosa supondría su abolición, ergo, todo Anarquista se opone a todo Estado.

Y he aquí lo verdaderamente interesante y sobre lo que me dedicare a teorizar contra los señores “capitalistas” (os llamo así pues como he dicho no habéis definido, por lo menos, con la suficiente claridad, donde empezáis unos y donde otros, así que en vez de bautizaros con este o aquel epíteto, os llamare “capitalistas”, si alguno cree desmedido o injusto dicho término, entonces simplemente que no se de por aludido pues dichas palabras no se dirigirán contra él, a no ser que en los hechos demuestre lo contrario), ¿existe o existirá forma alguna de Capitalismo que no se aposente sobre la base de la Autoridad?, no, por tanto Capitalismo y Anarquismo son términos antagónicos.

Mis credenciales han demostrado que para unos soy un “individualista furibundo” y para otros un “comunista purista”, lo mismo me da, yo me denomino Anarquista, sin más retranca, ahora bien no consentiré que ninguna abstracción se eleve sobre mi Individualidad, ni que ningún privilegio me niegue el Pan, no acataré los “mandamientos colectivos”, como tampoco respetaré la “propiedad privada”… elucubrar entonces el membrete que más os apetezca.

Las estructuras Capitalistas, su observancia sagrada, su consideración y preservación es una herramienta coactiva y lesiva de mi propio “YO”, de mis necesidades y decisiones, de mi libertad y la ajena. Pasare a exponer mi planteamiento… Han sido múltiples los pensadores Anarquistas clásicos que han considerado la “propiedad privada” como una salvaguarda de la propia “Individualidad”. Stirner clamaba contra el “comunismo” y alzaba su voz a favor de la “propiedad” pues consideraba que el comunismo autoritario pretendía convertir a todos en (según sus propios términos) “pordioseros”, colectivizar la “pobreza y miseria” dejando intacta la ganancia de los “egoístas involuntarios” (egoístas que se consideran dotados de falsos valores “altruistas”) o de los egoístas descarados y aupados en los puestos de poder (desde el mandarín, al sultán y el kaiser)… sin embargo, su defensa de la “propiedad” es harto distinta a la que hoy practican los “capitalistas”, el quería proclamar su “derecho” (palabra por él odiada) “auto otorgado”, de tener cuanto quisiera, dentro de los limites de su propia naturaleza, quería tomar de donde le apeteciera y vulnerar la “propiedad ajena”, pero ¡ojo!, invocando a los demás a que, tanto como él tomaba de los demás, ellos pudiera tomar de lo de él, perdiendo el respeto a los preceptos legales, ultrajando su “propiedad exclusiva” y adquiriendo de su haber todo cuanto quisieran y necesitaran, y ¿Acaso un mundo donde puede obtenerse de todo lo existente lo necesario para vivir, donde unos adquieren de unos y otros de otros, no es el establecimiento de una suerte de “propiedad colectiva”?, la diferencia se fue disolviendo en la semántica, aunque así no lo comprendieron algunos de sus partidarios. Sin embargo, lo términos están ahí, la “propiedad” debe pertenecerle a todos los que deseen adquirirla, sin prerrogativas ni requisitos de ninguna especie, han de ser los propios desposeídos quienes en pos de su propio bienestar desalojen a los poderosos de la poltrona y les arrebaten lo que necesitan para subsistir, arrebatándole la preeminencia a los “egoístas profesionales”.

Por su parte Joseph- Pierre Proudhon mal entendido, ayer y siempre (y no en todas las ocasiones por su propia culpa), propugnaba en un principio la abolición sistemática de la “propiedad privada” y la sustituía por la “posesión” o el “usufructo”. La diferencia es clara, la propiedad privada puede ejercerse sobre elementos que no podemos emplear, ocupar, o hacer producir por nosotros mismos, mientras que la posesión se establece solo sobre aquellos de lo que podemos encargarnos por nuestros propios medios. El ejemplo del teatro de Cicerón es muy socorrido, la propiedad es un hombre que pretende adquirir todas las butacas para el solo, aunque su cuerpo solo puede ocupar una, y la posesión es el derecho de gozar de cuantas butacas pueda ocupar nuestro cuerpo, que por lo general es solo una. Así entendidas las cosas se plantean colaboraciones, simbiosis, mutualidades entre los distintos productores y los gremios o federaciones a los que estos pertenecen para intercambiar bienes y servicios. Es esta la base del “mutualismo proudhoniano”, (los “Bancos del Pueblo” y demás son herramientas que el mismo terminó por desdeñar y que solo sobrevivieron en sus partidarios americanos y franceses, como Tolain). Con el tiempo Proudhon acabó por reconocer cierta forma de “propiedad privada” como garantía ante las “fagocitaciones estatales y capitalistas”, postergándola siempre, y más en el sistema por el vislumbrado, a los “intereses de la Sociedad”, la cual cede la “propiedad” a los productores, devolviéndola estos cuando cambien de actividad productiva, mueran o cuando se sabotee el abastecimiento “colectivo” (la sal en la tierra y demás). Como vemos solo existen diferencias de grado.

La vertiente americana, la nacida de las pioneras ideas de Josiah Warren y de la importación de las de Proudhon (incluso en el caso de Tucker con algunas de Stirner) se basaba en revalidar los planteamientos de la última etapa proudhoniana, algunos como William B. Greene, fueron proudhonianos “clásicos”, otros como Stephen Pearl Andrews y Ezra Heywood mostraban cierta afinidad entre ambos autores, especialmente hacia Warren, sobre todo por medio de su “discípulo” directo Andrews, pero sin convertir nada en un dogma cerrado. Fueron otros, principalmente Benjamin R. Tucker, el que reclamó el titulo de “campeón de la propiedad privada”, pero ¿Convertía esto a Tucker en un “capitalista”? en modo alguno, su odio hacia tal Kraken, y hacia sus tentáculos en forma de “monopolios” es bien sabido, él se denominaba (igual que sus excomulgados anarco comunistas) como “socialista libertario”. Quiere, como Proudhon, que la propiedad de los medios de producción pase a los productores, pero en calidad de “propietarios individuales”. Proudhon, con sus recelos, aceptaba el comercio mientras “no hubiera usura y carestía”, Tucker lo acepta y convoca a los obreros a vender, comprar, y enajenar sus recién adquiridos “medios de producción”… el problema del amasamiento de ingentes fortunas, de la constitución de nuevas formas de jerarquía, de la necesidad apremiante, y la idea de contratar otra vez a “mano de obra asalariada” e incluso “cuerpos de seguridad”, son amargas derivaciones que han ido emanando de sus planteamientos (pero hasta un anarcosindicalista y comunista libertario como Cornelissen hablaba de una “policía anarquista”, si, hasta esos puntos llegó cierto “fanatismo orgánico” y confusión “pragmática”). Aún así Tucker seguía bramando para que el Capital, y sus distintas categorías monopolistas, desaparecieran en loor del progreso de los trabajadores y de su derecho a conquistar los medios de producción, y la adquisición de los bienes producidos.

Ante lo expuesto las conclusiones se me antojan claras, ¿Qué es el socialismo? El sistema en el que los medios de producción les pertenecen a los propios productores, ¿Han creído muchos Anarquistas que esta idea no es incompatible con la “propiedad privada”? ciertamente, pero, ¿Han defendido alguna vez estos Anarquistas partidarios de la “propiedad privada” las formulas Capitalistas? En modo alguno, ¿Y donde reside entonces la diferencia? Eso pasaré a explicarlo ahora.

La antinomia es nítida, se defienda o no la “propiedad privada”, el Anarquismo, entre la pugna entre Capital y Trabajo, toma partido por este último. Los señores “capitalistas” no puede ser tan ingenuos como para creer que el Capital es capaz de producir por si solo, ¿no, verdad?, reconocerán entonces al Trabajo como fuente de toda riqueza. El Capital, inerme e improductivo, no serviría ni como simple “bono de cambio”, si este quedara abolido, y se reconociera como único objeto de valor material lo consumible o lo que proporciona y produce los elementos necesarios y susceptibles de ser consumidos, el dinero, a no ser que se unte en mantequilla, o se valore como un “collage artístico”, ni puede consumirse ni reproducir bienes de consumo (incluyendo todos los elementos de “ocio”, “aprendizaje” y categorías similares). Entonces, ¿Si el Capital no produce por si mismo, si es infértil y estéril, donde reside su utilidad?, se consideraba que era el “valor representativo” que servía para ahorrarse trasportar una recua de mulas, o una pira de cerdos, tal y como se hacía con las conchas o las bolsitas de sal, una especie de “pagaré” en el que se anotaba “te debo tantos animales de granja”, sin embargo, la “trasmutación se produjo”, esos papeluchos o piezas de metal no valían lo que cien cerdos, ni lo que cien mulas, pero se adquirió la idea de que tener tantos papeles era equivalente a tener tantos “bienes de valor”, así un ridículo elemento incomestible paso a adquirir un pretendido “valor”… como decía Machado: “Todo necio confunde valor y precio”.

La Propiedad Privada se estableció como garante de dichos papeluchos (o cualquier otra representación simbólica antes del fenómeno acontecido en el Tigris y el Eufrates, es decir la creación del dinero), ante la imposibilidad de dominar tantos animales, de ocupar tantas fanegadas de tierra, de poseer tantos bosques, se estableció la “propiedad privada” sobre dichas cosas mediante la atestiguación de tanto “capital” reconvertido ahora en “patrimonio”, así podría repetirse semejante disparate con el aire y el sol, ¿si se ha hecho sobre el agua y la tierra, sobre elementos vitales como el alimento, porque no iba a hacerse sobre otros elementos igual de imprescindibles?

Pero para salvaguardar dicha “propiedad” hacia falta la protección del “Estado”, con sus “Leyes” como advertencia, y sus “cuerpos armados” y crueles “castigos” como represalias.

Repito mi pregunta inicial ¿es compatible el Capitalismo con el Anarquismo? No, pues me impide tomar aquello que necesito, no, pues coarta mi libre disposición condenándome al trabajo involuntario o a la muerte por inanición, no, pues requiere que trabaje para “él” en vez de para mi, para quién me apetezca, para todos, no, pues me exige el sometimiento y la obediencia de sus leyes y prerrogativas, no, pues aún cuando no existiera el Estado seguiría representando un viejo-nuevo Poder ante el que rendir acatamiento, no, pues su esencia misma, su corrompida simiente, es la de la propia Autoridad.

Si estos señores comprenden que el Capitalismo no es fuente alguna de riqueza ¿Qué necesidad tienen de considerarse “capitalistas”?, supongamos la ficticia e hipotética circunstancia de que un pretendido sistema Capitalista, sin Estado, me proporcionara una parte alícuota de un medio de producción, imaginemos el mejor sistema capitalista posible, aquel donde está al alcance de “todos” la “iniciativa empresarial”, la “prosperidad del emprendedor”, la “adquisición de cuantiosas propiedades”, un “fantástico Capitalismo generoso”, ¿No supondría la destrucción del mismo Capitalismo pues tanto mi consumo como mi producción dependerían, en exclusiva, de mi trabajo?, ¿No acabaría acaso por abolirse completamente el dinero pues la gente intercambiaría directamente lo producido?, ¡Vaya!, el tiro les ha salido por la culata, “construyendo han destruido”, y no parece una mala propuesta… pero algo falla. ¿Acaso tendrían razón de ser un sistema Capitalista sin competencia voraz?, ¿Qué pasará con aquellas personas que por edad o impedimentos coyunturales no pudieran producir tanto para intercambiar como otros?, ¿Tendríamos que retomar el “santo ejercicio de la caridad”, para no tener que aplicar “justicia”?, ¿Sería así como subsanaríamos las “contradicciones del sistema”, tal y como se hace hoy, donde la miseria y el hambre se consideran campo exclusivo para ser subsanado por la eventual y lastimera “caridad”?, ¿Qué sería de las personas que rehuyeran la competencia, e intentaran producir solamente para vivir?, ¿Quién intercambiaría en condiciones de “igualdad” cuando otros han ido adquiriendo los medios de producción, que los ancianos, y personas con dificultades físicas, han tenido que vender pues en sus condiciones estos no les servían para producir lo necesario para su manutención?, ¿Quién podría competir con quienes han ido almacenando un monopolio que les permite “cambiar más, a cambio de menos que los demás” sin tener perdida alguna, obteniendo, al contrario, ingentes ganancias?, ¿Y que pasará cuando a esas pléyades de desfavorecidos se les acabe el dinero que les arrojó la venta de sus medios de producción? Yo os lo diré, la indigencia, la miseria, la hambruna, ¿Y que será de sus hijos, de toda esa generación de padres enfermos que han perdido su medio de subsistencia? Yo os lo diré, que tendrán que trabajar como la nueva “clase asalariada” para los que si han conseguido conservar sus medios de producción y aún más, incrementarlos. He aquí el renacer del salario, y de todas las lacras que hoy padecemos…. Aún el Capitalismo enmascarado en palabras “amables” y en premisas “benevolentes” sigue siendo un Baal devorador de carne humana, una fiera feroz que no tendrá reparos en reconstituir el Gobierno en cuanto sienta peligrar sus propiedades y beneficios ante la amenazadora presencia de las “hordas del hambre”.

El Capital en todas sus formas no es más que Autoridad, obliga a someterte a sus mecanismo para poder respirar, obliga a trabajar en lo que no quieres para poder comer, obliga a obedecer las ordenes de los “propietarios” a fin de conservar el estatus de “esclavo” que te permite vivir, obliga a respetar lo que otros “amasan” para poder existir, obliga a que renuncies a tu Individualidad, te apercolla y amenaza so pena de usar su fuerza bruta y armada, impidiéndote definitivamente que puedas “ser” lo que realmente desearías “Ser”.

Alguno ha hablado despectivamente sobre “la toma del montón”, ¿Sabrá que las primeras criticas a dichas propuestas vinieron de los “colectivistas españoles” y de las teorías, comunistas “estructuradas y transitorias” de Malatesta?, Sin embargo, y no tengo empaque en reconocerlo, yo propugno la absoluta libertad económica de Todo Individuo. Hago mías muchas palabras de Déjacque, padre del “comunismo libertario”, y aún muchos (criticables, para algunos, por lo excesivamente optimistas) planteamientos de Kropotkin y su “comunismo libérrimo” (quedándoseme algunas de sus propuestas incluso demasiado cortas), el reafirmado por Faure, Galleani, Ciacabilla, y tantos otros, según el cual “cada uno debe hacer según sus fuerzas y recibir según sus necesidades”. Vieja, y para algunos carcomida “máxima”, pero dicha “fórmula”, y que tomen buena nota los supuestos defensores de la “libertad económica”, no viene más que a decir que nadie esta obligado a hacer más que cuanto quiera y pueda, y que nadie esta obligado a renunciar a todo aquello que necesite.

Muchos dirán, desconfiando de la autonomía individual, que tal sistema sería un “caos”, ¿No se quejan acaso los “capitalistas” de cómo se representa (tal y como yo he hecho) su “idílico y futuro” Capitalismo?, sin embargo entra aquí una incógnita nueva que el Capitalismo se niega a recoger en su ecuación, la ausencia absoluta de Autoridad, y la libre determinación de todo sujeto para producir cuanto quiera, y consumir cuanto necesite, siendo dueño absoluto, como todos los demás, de los medios de producción. Mientras no se elimine la “propiedad privada”, mientras haya un ficticio “derecho” (pues los derechos que se compran son “privilegios”, y los que se otorgan simples “certificados de esclavitud”) que limite y coarta mi voluntad para trabajar y crear según cada uno decida, según las necesidades de todos y cada uno, mientras en base a tal “normativa” se neutralice mi capacidad de obtener todo aquello que necesito para garantizar mi supervivencia, mientras deba “respeto” y “observancia ciega” a una ley que constata la riqueza de unos en detrimento de la igualdad, o la simple subsistencia de los demás, mientras se establezca cualquier tipo de “arancel”, lesivo con mi capacidad creativa, con mi determinación productiva, con mi trabajo voluntario, y mis energías libertarias, mientras se ejerza cualquier forma de control autoritario sobre mi capacidad de elegir y decidir, sobre mi irrenunciable disposición a consumir aquello que prolongue mi propia vida, nadie será LIBRE… que Nadie pueda establecerle limite alguno, sea legal, moral, económico o político, para tomar lo que a todos los productores nos pertenece. Esto era lo que defendían los primeros “comunistas libertarios”, los que en España eran llamados “extravagantes” e “individualistas”, los que no conocían más Voluntad que la propia, ni más sistema que el que saciaba el hambre ajena.

Retomando la cuestión inicial, y volviendo al “asunto práctico” que se ha planteado en este debate, lo que los sujetos aludidos deberían plantearse es si ¿Apoyan o no la Autoridad?, si la respuesta es abiertamente negativa, deben desterrarla no solo de sus conceptos económicos sino también políticos, si la respuesta es positiva, no hará falta gastar más saliva.

Respondan lo que respondan, la reflexión no tiene porque ser pública. Si se oponen a la Autoridad, también a la del Capital, llámenseles “mutualistas o individualistas económicos”, la diferencia estriba tan solo en un criterio sobre la organización de un futuro sistema económico, que en último y primer término, solo le corresponderá decidir a los afectados ¿Para que enzarzarse ahora en vacuos duelos sobre tal o cual concepto “quimérico”? expongamos ideas, digamos como nos gustaría que fuera y como no, lo que esperamos y lo que tememos, pero que no se “peleé agriamente” por un incierto proyecto… yo personalmente preferiría poder ver realizadas todas las opciones para poder decidir, sobre el terreno, cual es más apetecible.

Pero si aceptan la Autoridad, esta vez disfrazada tras el antifaz del Capital, son simplemente los conservadores de ayer y hoy, los hijos de Smith, Ricardo, Malthus, de Bastiat y Say, los “liberales” liberticidas, los opresores vocacionales, los capitalistas de viejo o nuevo cuño, los que usan el amparador nombre de “Anarquistas” para encubrir su descompuesta naturaleza reaccionaria.

No se como se actuará generalmente cuando alguien entre a darles vivas a Stalin, a Hitler o a Rockefeller (tres pintorescos tipos de totalitarismo), yo jamás solicitaría la expulsión de nadie, sean tirios o troyanos, pero si alguna vez se ignora, se ridiculiza, se ataca, se responde, se alza una voz airada contra semejantes energúmenos (tal y como espero que se haga en la calle), que se reproduzca tal procedimiento (yo por lo menos lo he intentado) aquí y ahora. Yo no propugno la “expulsión” de los reaccionarios que pisan estos suelos para arrojarlos allén de los mares, recluidos en la isla perdida de alguna Guayana, yo pido tan solo, que la gente tenga ganas (y a ser posible tiempo) de aplastarlos con su verbo o de dedicarles el más hirientes silencio, fuera como fuese, cuando ya no puedan llamar la atención se irán.

En cuanto a los “interesados directos”, ya me he explayado bastante, si condenan la Autoridad Capitalista, y sus repugnantes herramientas, tan solo existe una cuasi salvable diferencia de grado. Si la aceptan, propugnan y apuntalan, tan solo están haciendo el ridículo al malgastar su tiempo y esfuerzos precisamente con aquellos que desprecian sus conceptos opresivos, y sus formulaciones autoritarias… sus cabriolas, malabarismos con vidas y sensibilidades humanas, les podrán divertir si están en una “torre de marfil”, pero con los pies en el suelo, oliendo el sudor y oyendo los llantos ajenos, se percatarían de que su tan “amado” sistema, es el que padecemos y sufrimos en el presente, el que provoca genocidios alimentarios y profusas esquilmaciones emotivo-psicológicas… que les quede claro que si algún día conseguimos derribar las columnas de la Autoridad, ellos, encima el edificio, caerán desde las cúspides contra el suelo marmóreo, y el Engendro-Capital, ese Golem sin sentimientos ni ideas propias, será reducido a escombros, por el nervio Anarquista, con palabras y titánicos actos que aún quedan por esculpirse y, sobre todo, realizarse.

No tengo nada más que decir al respecto, sintiendo la “longitud”, Salud.

Osvaldo Aceves
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Re: Sobre capitalismo y Estado

Mensaje por Osvaldo Aceves » 07 May 2008, 23:43

Es demasiado ideológico y amañado ese texto de H Guillotina. Poner 'Capital' con mayúscula indica claramente que su intención es denigrar al capitalismo y sus amigos. Sus argumentos anticapitalistas son tan comunes y fáciles de contestar, que no creo que valga la pena perder tiempo en ello. Sólo responderé a uno:

Dice
Los señores “capitalistas” no puede ser tan ingenuos como para creer que el Capital es capaz de producir por si solo, ¿no, verdad?, reconocerán entonces al Trabajo como fuente de toda riqueza. El Capital, inerme e improductivo, no serviría ni como simple “bono de cambio”, si este quedara abolido, y se reconociera como único objeto de valor material lo consumible o lo que proporciona y produce los elementos necesarios y susceptibles de ser consumidos, el dinero, a no ser que se unte en mantequilla, o se valore como un “collage artístico”, ni puede consumirse ni reproducir bienes de consumo (incluyendo todos los elementos de “ocio”, “aprendizaje” y categorías similares). Entonces, ¿Si el Capital no produce por si mismo, si es infértil y estéril, donde reside su utilidad?,

Respuesta, capital (con minúscula) es simplemente el conjunto de máquinas, herramientas, conocimientos y relaciones sociales que hay en torno a cualquier actividad productiva. Así entendido, el capital es claramente MUY PRODUCTIVO. Sin esas máquinas, herramientas, conocimientos y relaciones sociales, las producción de un trabajador físico es BASTANTE MENOR. Por consecuencia, una gran parte de la producción se debe al capital (con minúscula). Ahora, si esa producción es propiedad de fulano o mengano, o de la clase zutana o perengana, ésa es otra cuestión. Los anarcocapitalistas (contra quienes va el texto de H Guillotina) NO decimos que el capital debe pertenecer a fulano, mengano, zutano o perengano. Sólo decimos que conviene dejar en libertad a esos cuatro personajes para que ellos pacten o se arreglen como mejor les plazca o mejor les convenga. Y también decimos que deben existir leyes claras que faciliten esos pactos privados, junto con tribunales y sanciones claras para quienes no cumplan esos pactos. Si esto nos convierte en autoritarios, está bien, pero así tiene que ser: el que no cumpla su palabra tiene que pagar los daños y perjuicios que cause al otro. Lo mismo sucedería bajo el anarcocomunismo: si un individuo afecta a la comunidad, o viceversa, el culpable tiene que pagar.

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Jorge.
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Re: Sobre capitalismo y Estado

Mensaje por Jorge. » 08 May 2008, 13:22

Sigue hablando el Hombre Guillotina:

"Dad mi “promesa” de no intervenir más en este tema por “rota”, prefiero quebrantar una “promesa” públicamente, ante los demás, que quebrantar la fidelidad que me debo a mi mismo.

Soy el primero que se opone a vuestra “expulsión”, no por lo que “sois” ideológicamente, en cuyo terreno -y lo digo sin ninguna acritud- vuestras premisas me causan las más sincera repugnancia -espero que la nausea sea reciproca-, si no porque nunca apoyaré la expulsión de nadie, sea loco o cuerdo, fantoche o pretendido sabio.

Pero lo que es innegable es que no es licito reclamar vuestro derecho a “intoxicar el ambiente” sin recibir mi parte correspondiente de “humo y toxinas”.

Esto no es general, excluyo a los que con su comportamiento y su sensibilidad se han demarcado de estos “capitalistas”. Eso si, a los que condenáis la autoridad, también cuando esta se esconde detrás de la sombra del capital, igual que si se escondiera detrás del más “obrero de los soviets”, os rogaría que rompierais amarras, que trazarais una línea divisoria, que ratifiquéis vuestras marcadas diferencias e impidáis que se os siga relacionando y empotrando contra los que quieren encubrir la autoridad de siempre bajo una formula vetusta como si fuera un invento nuevo. Bien es verdad que, si nos os conocías antes, podéis haber hecho “causa común” porque se os metió en el mismo saco, quizás eso fuera un error inicial que debería haberse cuidado cuando se abordó el tema, pero vuestra actitud posterior, “confundiéndoos”, “mimetizándoos”, no ha ayudado en nada… purgar de vuestro lado a quienes en pos de un nuevo fetiche, llámesele Estado, Capital o “Comité Supremo”, pretenden dominar la libertad, la producción y el consumo de la gente. Si sois mutualistas decidlo alto, si sois “individualistas económicos” también, si odiáis el Capitalismo, como antes lo hicieron Proudhon y Tucker, pues adelante, pero no os mezcléis con los nuevos enyugadores de las energías individuales y colectivas.

El Mutualismo de Proudhon y el Individualismo de Tucker no tienen nada que ver con el Capitalismo. El primero, en su ¿Qué es la Propiedad? de 1840, llegaba a bosquejar como factible -aún postergándola a tiempos más halagüeños- la “abolición del dinero”, y la sustitución del “bono moneda”, por el producto integral intercambiado de forma directa, calculando el “valor de cambio” de acuerdo al “valor de uso” (junto no solo a la “utilidad”, sino a las personas que habían colaborado en la producción -pues según Proudhon la “plusvalía” que a los economistas se les había olvidado señalar era la que guardaba relación con el número de “fuerzas colectivas empleadas”, pues se paga el “salario” de un obrero en solitario, sin tener en cuenta que él solo no podría levantar un pesado “obelisco”- además de, paralelamente a Warren, cierta cuantificación del “tiempo”) y en base a eso se sabía cuantas “sillas correspondían a tantas mesas”. El 48 y su Revolución, su oposición a los Talleres Nacionales, le hizo bosquejar algunas medidas prácticas, y fue para tal acontecimiento (su propuesta parlamentaria del “Banco del Pueblo”) para lo que adecuó, paulatinamente, el concepto de “propiedad”, sin que el tema del salario, o la “obtención retributiva de lo producido”, distara mucho de los “colectivistas” posteriores.

Sin embargo, he aquí una muestra de lo expuesto, de su “mutualismo integral”, de su primera gran “memoria”, un opúsculo de “consumo masivo”, el primer aporte socialista contemporáneo que establece que solo la “propiedad” sobre lo trabajado garantizará la manutención y el futuro de los trabajadores, desacralizando el salario capitalista como fuente de “subsistencia proletaria”, propugnando la “abolición de la propiedad privada” sustituyéndola por la “propiedad colectiva”, solo que ajena a cualquier “sistema comunista”, pues lo distribuido responde a la “posesión” individual (usufructo) por la “sociedad federada de los obreros”… como veis no me baso en burdas simplificaciones o “frasecitas sesgadas”, especialmente para quiénes clamáis por la falaz y liberticida idea de “la esclavitud voluntaria”, atentos a las palabras que dedica al respecto, también las que inserta en el lomo del capital como ficticio “creador” y sobre todo a la demolición de la “propiedad privada”… Dejad de invocar el nombre de Proudhon si antes por lo menos no os habéis molestado en conocer sus planteamientos

“Jamás se hubieran desposeído, ni aniquilado, ni enriquecido unos a costa de otros: es el derecho del más fuerte el que ha consumado el acto del despojo.

También por el derecho del más fuerte, el industrial consigue en los salarios la reducción que quiere, y el comerciante rico y el propietario aprovisionado venden sus productos al precio que les place. El industrial dice al obrero: -Eres dueño de prestar en otra parte tus servicios y yo también soy libre de aceptarlos; te ofrezco tanto. El comerciante dice a sus clientes: Sois dueños de vuestro dinero como yo lo soy de mi mercancía; o tomarla o dejarla; quiero tanto por ella. ¿Quién cederá? El más débil.

Por tanto, sin la fuerza, la propiedad sería impotente contra la propiedad, ya que sin la fuerza no podría acrecentarse por la aubana. Luego, sin la fuerza, la propiedad es nula […]

La causa primera de la paralización comercial e industrial es, por tanto, el interés de los capitales, ese interés que la antigüedad designó con el infamante nombre de usura cuando sirve para pagar el precio del dinero, pero que nadie se ha atrevido a condenar bajo las denominaciones de alquiler, arriendo o beneficio, como si la especie de las cosas prestadas pudiese nunca legitimar el precio del préstamo, el robo […]

Quien trabaja se convierte en propietario. Este hecho no puede negarse, con arreglo a los principios actuales de la economía política y del derecho. Y al decir propietario, no entiendo solamente, como nuestros hipócritas economistas, propietario de sus sueldos, de sus jornales, de su retribución, sino que quiero decir propietario del valor que crea, el cual sólo redunda en provecho del dueño.

Como todo esto se relaciona con la teoría de los salarios y de la distribución de los productos, y esta materia no ha sido aún razonablemente esclarecida, me permite insistir en ello; esta discusión no será del todo inútil a mi causa. Muchas gentes hablan de que se conceda a los obreros una participación en los productos y en los beneficios, pero esta participación que se reclama para ellos es pura caridad, simple favor. Jamás se ha demostrado, y nadie lo ha supuesto, que sea un derecho natural, necesario, inherente al trabajo, inseparable de la cualidad de productor hasta en el último de los operarios.
He aquí mi proposición: El trabajador conserva, aun después de haber recibido su salario, un derecho natural de propiedad sobre la cosa que ha producido.

El dinero invertido en jornales para los obreros apenas equivale a unos cuantos años de la posesión perpetua que ellos abandonan. El salario es el gasto necesario que exige el sostenimiento diario del trabajador. Es un grave error ver en él el precio de una venta. El obrero nada ha vendido; no conoce su derecho, ni el alcance de la cesión que hace al capitalista, ni el espíritu del contrato que se pretende haber otorgado con él…

[A continuación utiliza un ejemplo para demostrar lo argumentado, en el refleja como un grupo de obreros levantan de la nada un “pueblo”, dotado de todos los recursos, incentivados por las propuestas de un capitalista que a cambio les ofrece comida y salario, y después de dicha exposición ofrece a continuación sus conclusiones]

…¿Puede creerse que hay estómagos necesitados capaces de resistir a semejante oferta? Los más hambrientos siguen al que formula la proposición, y ponen manos a la obra; el atractivo de la sociedad, la emulación, la alegría, el mutuo auxilio, multiplican las fuerzas; el trabajo avanza visiblemente; se vence a la Naturaleza entre alegres cantos y francas risas; en poco tiempo el suelo está transformado; la tierra, esponjada, sólo espera la semilla. Hecho esto, el propietario paga a sus obreros, que se marchan agradecidos recordando los días felices que pasaron a su lado. Otros siguen este ejemplo, siempre con el mismo éxito, y una vez obtenido, los auxiliares se dispersan, volviendo cada uno a su cabaña. Sienten entonces estos últimos la necesidad de vivir: Mientras trabajaban para el vecino, no trabajaban para sí, y ocupados en el cultivo ajeno, no han sembrado ni cosechado nada propio durante un año. Contaron con que al arrendar su esfuerzo personal sólo podían obtener beneficio, puesto que ahorrarían sus provisiones, y viviendo mejor, conservarían aún su dinero. ¡Falso cálculo! Crearon para otro un instrumento de producción, pero nada crearon para ellos. Las dificultades de la roturación siguen siendo las mismas, sus ropas se han deteriorado, sus provisiones están a punto de agotarse, pronto su bolsa quedará vacía en beneficio del particular para quien trabajaron, puesto que sólo él ha comenzado el cultivo. Poco tiempo después cuando el pobre bracero está falto de recursos, el favorecido, semejante al ogro de la fábula, que huele de lejos su víctima, le brinda un pedazo de pan. Al uno le ofrece ocuparle en sus trabajos, al otro comprarle mediante buen precio un pedazo de ese terreno perdido, del que ningún producto puede obtener; es decir, hace explotar por su cuenta el campo del uno por el otro. Al cabo de veinte años, de treinta individuos que primitivamente eran iguales en fortuna, cinco o seis han llegado a ser propietarios de todo el territorio, mientras los demás han sido desposeídos filantrópicamente.

En este siglo de moralidad burguesa en que he tenido la dicha de nacer, el sentido moral está de tal modo debilitado, que -nada me extraña que muchos honrados propietarios me preguntasen por qué encuentro todo esto injusto e ilegítimo. Almas de cieno, cadáveres galvanizados, ¿cómo esperar convenceros si no queréis ver la evidencia de ese robo en acción? Un hombre, con atractivas e insinuantes palabras, halla el secreto de hacer contribuir a los demás a establecer su industria. Después, una vez enriquecido por el común esfuerzo, rehúsa procurar el bienestar de aquellos que hicieron su fortuna en las mismas condiciones que él tuvo a bien señalar. ¿Y aún preguntáis qué tiene de fraudulenta semejante conducta? Con el pretexto de que ha pagado a sus obreros, de que nada les debe, de que no tiene por qué ponerse al servicio de otro abandonando sus propias ocupaciones, rehúsa auxiliar a los demás en el cultivo de igual modo que ellos le ayudaron a él. Y cuando en la impotencia de su aislamiento estos trabajadores se ven en la necesidad de reducir a dinero su participación territorial, el propietario, ingrato y falaz, se encuentra dispuesto a consumar su expoliación y su ruina. ¡Y halláis esto justo! Disimulad mejor vuestra impresión, porque leo en vuestras miradas el reproche de una conciencia culpable más que la estúpida sorpresa de una involuntario ignorancia […]

¿Cuál es el fondo de explotación del que arrienda sus servicios? La necesidad que el propietario tiene de ellos y su voluntad, gratuitamente supuesta, de dar ocupación al obrero. De igual modo que en otro tiempo el colono tenía el campo por la munificencia del señor, hoy debe el obrero su trabajo a la benevolencia y a las necesidades el propietario; es lo que se llama un poseedor a título precario. Pero esta condición precaria es una, injusticia, porque implica una desigualdad en la remuneración. El salario del trabajador no excede nunca de su consumo ordinario, y no le asegura el salario del mañana, mientras que el capitalista halla en el instrumento producido por el trabajador un elemento de independencia y de seguridad para el porvenir.

Este fermento reproductor, este germen eterno de vida, esta preparación de un fondo y de instrumentos de producción, es lo que el capitalista debe al productor, y lo que no le paga jamás, y esta detentación fraudulenta es la causa de la indigencia del trabajador, del lujo del ocioso y de la desigualdad de condiciones. En esto consiste, especialmente, lo que tan propiamente se ha llamado explotación del hombre por el hombre.

Una de tres: o el trabajador tiene parte en la cosa que ha producido, deducción hecha de todos los salarios, o el dueño devuelve al trabajador otros tantos servicios productivos, o se obliga a proporcionarle siempre trabajo. Distribución del producto, reciprocidad de servicios o garantía de un trabajo perpetuo: el capitalista no puede escapar a estas alternativas. Pero es evidente que no puede acceder a la segunda ni a la tercera de estas condiciones; no puede ponerse al servicio de los millones de obreros que directa o indirectamente han procurado su fortuna, ni dar a todos un trabajo constante. No queda más solución que el reparto de la propiedad. Pero si la propiedad se distribuyese, todas las condiciones serían iguales, y no habría ni grandes capitalistas ni grandes propietarios […]

¿Qué puede quedar a esos hombres, si a medida que han creado han ido abandonando sus obras a los propietarios? Mientras el capitalista, bien asegurado, merced al concurso de todos los trabajadores, vive tranquilo sin temor de que le falte el pan ni el trabajo, el obrero sólo puede contar con la benevolencia de ese mismo propietario, al que ha vendido y esclavizado su libertad. Por tanto, si el propietario, fundándose en su sobra de producción y alegando su derecho, no quiere dar trabajo al obrero, ¿de qué va a vivir éste? Habrá preparado un excelente terreno y no lo sembrará; habrá construido una casa confortable y magnífica y no la habitará; habrá producido de todo y no disfrutará de nada.

Caminamos por el trabajo hacia la igualdad. Cada paso que damos nos aproxima más a ella, y si la fuerza, la diligencia, la industria de los trabajadores fuesen iguales, es evidente quelas fortunas lo serían también. Si como se pretende, y yo creo haber demostrado, el trabajador es propietario del valor que crea, se deduce:
1º. Que el trabajador adquiere a expensas del propietario ocioso. 2º. Que siendo toda producción necesariamente colectiva, el obrero tiene derecho, en proporción de su trabajo, a una participación en los productos y en los beneficios. 3º. Que siendo una verdadera propiedad social todo capital acumulado, nadie puede tener sobre él una propiedad exclusiva.

Estas consecuencias son irrebatibles. Sólo ellas bastarían para trastocar toda nuestra economía y cambiar nuestras instituciones y nuestras leyes. ¿Por qué los mismos que establecieron el principio rehúsan, sin embargo, aceptar sus consecuencias? ¿Por qué los Say, los Comte, los Hennequin y otros, después de haber dicho que la propiedad es efecto del trabajo, tratan a continuación de inmovilizarla por la ocupación y la prescripción?

Pero abandonemos estos sofistas a sus contradicciones y a su ceguedad. El buen sentido del pueblo hará justicia a sus equívocos. Apresurémonos a ilustrarle y a enseñar el camino. La igualdad se acerca; estamos ya a muy corta distancia de ella y no tardaremos en franquearla”"

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Jorge.
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Re: Sobre capitalismo y Estado

Mensaje por Jorge. » 08 May 2008, 13:26

Y igue el Hombre Guillotina:

"Tucker, por su lado, inspirado en la “Tienda del Tiempo” de Warren (un local donde Josiah, que además era inventor, se encargaba de que la gente intercambiara directamente, sin que fuera imprescindible el uso del dinero, sus productos y manufacturas, estableciendo el valor en función de “el tiempo que hubieran tardado en elaborarlos”, así 5 horas para un par de zapatos era equivalente a 10 platos de cerámica hechos en las mismas 5 horas), y también en el Mutualismo, no concibió, en contra del “primer” Proudhon, la propiedad sobre los medios de producción como una cuestión de “sesión” de la sociedad que, en función de sus profesiones o preferencias laborales, estos reclamaban y obtenían en “usufructo”. Él, como Paine y Jefferson, concebía la propiedad privada como una garantía contra el Estado. Sin embargo, como demuestran todas sus diatribas contra el Capitalismo, especialmente en la comparativa que realiza con el titulo de “Socialismo de Estado y Anarquismo”, define que el Capitalismo que “conocemos y padecemos actualmente” encuentra su mejor representación en las “doctrinas marxianas”, pues él fue, precisamente uno de los que colaboró a darle el nombre de “Capitalismo de Estado” al “marxismo”, igualando la “usura y salvaje especulación y carestía capitalista” y su absorción de las voluntades individuales con las que realizaría “la autoridad comunista si esta llegara a concretarse”, demostración más que suficiente de la poca estima que le tenía al sistema Capitalista, es decir, al Capital como preeminencia dotada de una categoría superior, y no como un elemento coadyuvado al Trabajo.

En un texto que, en este foro, se ha mencionado mucho, pero del que solo los Anarquistas anti-capitalistas han sabido extraer reflexiones e interpretaciones, se define la postura de Marx, Warren y Proudhon (interpretándolas muy libremente) para, por medio de dicho contraste, poder exponer su propio punto de vista, en el texto que ya se ha citado:

“Del principio de Smith de que el trabajo es la verdadera medida del precio -o, como lo expresó Warren, que el costo es el límite apropiado del precio- estos tres hombres extrajeron a las siguientes conclusiones: que el salario natural del trabajo es igual a su producto; que este salario, o producto, es la única fuente legítima de ingresos (dejando de lado, por supuesto, los regalos, las herencias, etc.); que todos los que derivan ingresos de cualquier otra fuente lo sustraen directa o indirectamente del natural y justo salario del trabajo; que este proceso de substracción generalmente toma tres formas, - interés, renta y lucro; que estas tres formas constituyen la trinidad de la usura, y son simplemente diferentes métodos de imponer un tributo por el uso de capital; que siendo el capital simplemente trabajo almacenado que ha recibido ya su pago completo, su uso debe ser gratuito, bajo el principio que el trabajo es la única base del precio; que el prestamista de capital se merece el retorno intacto de la cantidad que prestó, y nada más; que la única razón por la cual el banquero, el accionista, el terrateniente, el fabricante, y el mercader están capacitados para extraer usura desde el trabajo yace en el hecho de que están respaldados por privilegios legales o monopolios, y que la única manera de asegurar que el trabajo reciba el salario natural -es decir, su producto íntegro- consiste en derribar los monopolios […]

Cuando Warren y Proudhon prosiguieron su búsqueda de justicia para el trabajo y se enfrentaron cara a cara con el obstáculo de los monopolios de clase, se dieron cuenta de que esos monopolios se basaban en el principio de Autoridad, y concluyeron que lo que había que hacer no era fortalecer la Autoridad y, por lo tanto, crear un monopolio universal, sino desenraizar por completo la Autoridad y dar rienda suelta al principio opuesto, el de la Libertad, haciendo a la competencia, antítesis del monopolio, universal. Vieron en la competencia el gran nivelador de los precios hasta alcanzar el costo de producción del trabajo, en lo que coincidían con los economistas clásicos. En ese momento, la cuestión que naturalmente se presento ante ellos fue ¿porqué los precios no coinciden con el costo del trabajo?; ¿donde se generan los espacios para adquirir ingresos fuera del trabajo?; en una palabra, ¿porque existen el usurero, el receptor de intereses, renta, y lucro? La respuesta fue encontrada en el actual desequilibrio de la competencia, en su carácter unilateral. Descubrieron que el capital ha manipulado la legislación para permitir una competencia ilimitada en el suministro de la fuerza de trabajo, manteniendo los salarios de hambre o en un puro nivel de subsistencia; que una gran competencia es permitida en el suministro del trabajo de distribución, o el trabajo de las clase mercantil, manteniendo así, no los precios de los bienes, sino el lucro que los mercaderes derivan de esos bienes muy próximo a la justa recompensa por el trabajo de esos mercaderes; pero que, por el contrario, no se permite casi ninguna competencia en el suministro de capital, de cuyo apoyo dependen tanto el trabajo productivo como el distributivo para su poder adquisitivo, manteniendo así la tasa de interés del dinero, el alquiler o renta de viviendas y bienes inmuebles y el alquiler o renta de la tierra a un precio tan alto como las necesidades de la gente puedan soportarlo […]

(Y he aquí la declaración de intenciones de su revista)

El Estado, que rebaja al hombre, prostituye a la mujer, corrompe al niño, pisotea el amor, ahoga el pensamiento, monopoliza la tierra, limita el crédito, restringe los intercambios, aumenta el poder del Capital ocioso y, a través de los intereses, las rentas, el lucro y los impuestos, roba sus productos al trabajo duro y honesto.

Cómo el Estado hace estas cosas y cómo se le puede impedir hacerlas es lo que Liberty se propone mostrar con más detalle a medida que avance en la prosecución de sus objetivos. Baste por ahora con decir que el monopolio y el privilegio deben ser destruidos, que la oportunidad existe y que el reto nos anima. Este es el trabajo de Liberty y "¡Abajo la Autoridad!" su grito de guerra.”

Como ya se ha señalado el propio Tucker deslegitimo e invalido las aseveraciones más cerradas de dicho texto, incluso aquellas que servían como puntales de sus argumentos (publicación que por cierto Aparicio en el muy poco mencionado “En lugar de un Libro”) sin embargo, ¿Qué nos quería decir Tucker con esto y aún con muchas otras cosas? Para él, originariamente, el Capitalismo se asentaba sobre cuatro distintos monopolios de clase: “el monopolio del dinero, el monopolio de la tierra, el monopolio de los aranceles o tarifas, y el monopolio de las patentes”

El primero es el que establecen los propietarios, en connivencia con el estado, que controlan determinados “medios de producción” y “bienes de consumo”, por medio de: “tasas de interés, el precio de los alquileres de las casas y edificios, y los precios de los bienes y mercancías en general”, banca incluida, y demás medios de usura.

El segundo es el que se establece sobre los “medios de producción” agrícola, en beneficio esta vez de los intereses “rentistas”.

El tercero son los impuestos estatales que castigan a los que producen en a un “precio más bajo” para impedir que se abarate y “facilite” el acceso a los mismos.

Y el cuarto es el que se establece sobre avances tecnológicos y la “propiedad intelectual”.

Muchos Anarquistas posteriores han aplaudido, sin hacer demasiado hincapié en ningún carácter obsoleto, la simplificación que Tucker hizo con su dedo acusador de los citados monopolios, pero ¿Cómo se plantea superarlos? He aquí el problema…

Para él tanto el Capital como el Producto, y todos los derivados del Trabajo deben pertenecer a los propios trabajadores (consiguiendo así invalidar el papel falsamente prioritario del Capital como “fuente de riqueza”, y por tanto la principal premisa de los defensores del Capitalismo, que aún reconociendo -pues no hay que presumir que sean inmanentemente estúpidos- que la producción depende del Trabajo, creen sin embargo que es el Capital y su acumulación, la piedra angular del desarrollo económico, trasfiriéndole, por tanto, el valor real que ostenta lo producido, al valor ficticio y representativo de lo almacenado, es decir, como si consideráramos que un campo de trigo dorado y la cosecha que, gracias al trabajo, este produce valiera menos que la adjudicatura por medio de una representación simbólica de origen legal (fuerza coactiva) que un individuo haya podido comprar y arrogarse).

La Idea de que tanto el Capital como el Trabajo deben pertenecerle a los productores ya fue lanzada por Bakunin, así nos habla en su discurso de Basilea para la AIT: “Queremos también la igualación de los derechos políticos y socioeconómicos de las mujeres y los hombres, y queremos que la tierra pertenezca a las comunidades agrícolas que la trabajen y el capital y los instrumentos de producción a los obreros, unidos en asociación.”

Y en la compilación de artículos de Maximoff: “Restitución total a los trabajadores: todo el capital, las fábricas, y todos los instrumentos de trabajo y materias primas deben ir a los trabajadores, y la tierra a los que la cultivan con sus propias manos”.

Exactamente las mismas palabras que Tucker, la abolición del Capitalismo, mediante la subordinación del Capital a la voluntad de los productores, el “trasvase” del Capital ostentado por los monopolistas a manos obreras, la destrucción del Capital monopolizado por las “elites de clase”, a favor de “socializar sus efectos y hacer su uso beneficioso para todos en lugar de un medio para empobrecer a muchos y enriquecer a unos pocos”.

Sin embargo, y como ya hemos dicho la fractura se inicia 1º cuando se plantea como llevar esto a la practica, y 2º cuando Tucker quiere realizar tan proyecto mediante la “propiedad privada” ejercida por los productores, y el resto de Anarquistas mediante la “propiedad colectiva”, socializando no solo los “efectos” sino también “las causas”.

Contrariamente a lo que se piensa los anarco individualistas económicos de la línea Tucker no eran “asociales”, ha diferencia de muchos anarco individualistas filosóficos que existía en Europa, así nos hablaba Tucker: “[Lo que plantean los Anarquistas] es una cuestión de conveniencia, de conocimiento, de ciencia; de la ciencia de vivir juntos, la ciencia de la sociedad. La historia de la humanidad no ha sido sino el descubrimiento largo y gradual del hecho de que el individuo es beneficiado por la sociedad exactamente en la misma proporción en que la sociedad es libre y de la ley que señala que la condición de una sociedad estable y armoniosa es la mayor cantidad de libertad individual compatible con la igualdad de la libertad”.

Aún creyendo en la “solidaridad” erró, desde mi punto de vista, el “tiro” estrepitosamente en cuanto a la praxis que ofrecía como solución para la cuestión económica. Su propuesta: La Competencia…

Él creía que la Competencia, practicada por todos los individuos detentadores en adelante del propio capital, puesto ahora al servicio de las personas, y convertido en producto del trabajo de los obreros, reduciría y mitigaría los efectos y desigualdades que él mismo Capital provoca cuando solo existe en su forma monopolística, pues piensa que se garantiza, en la confrontación, la bajada constante del importe del consumo para que este pueda ser accesible a los salarios, dinámica que no puede pararse hasta que, textualmente: “se alcance un precio de costo, o sea, libre de usura”.

Propone así: “la destrucción de estos monopolios y su sustitución por la más libre y amplia competencia”, el actual sistema Capitalista quedaría “barrido”, pues el capital sería solo una “causa-efecto” incapaz de “reproducir cosas negativas”, al verse supeditado al arbitrio de todos y cada uno.

Como vemos no era capitalista tal y como proponen nuestros interlocutores, cosa distinta es que sus planteamientos, en vez de debilitar el monopolio capitalista, acabaran por reforzarlo. Él, tan celoso de la prioridad del Individuo, tan mirado por sus “derechos”, tan observador de su situación, se olvidó, sin embargo, de contemplar la singularidad, características especiales, circunstancias personales, necesidades diferenciadas y fuerzas irregulares de los propios Individuos. La idea de que todos los obreros parten de “iguales condiciones” si, teniendo los medios de producción a su alcance, se dedican a emplear la Competencia, como elemento presuntamente “igualador” de observada importancia, es absolutamente falsa, más cuando de lo que hablamos es de obtener alimentos y otras necesidades básicas. Imaginemos una regata en un río, y al final, en la meta, colgadas de la rama de un árbol, penden, de una rama que da al agua, 10 relucientes manzanas. Contamos con 5 participantes que deben tratar de cogerlas, la idea de Tucker, aún con la mejor de sus intenciones, es conseguir que todos puedan alimentarse (pues hay manzanas de sobra) y además que, esforzando por llegar antes que los demás puedan conseguir tener acceso a una manzana “extra”. Para él es la propia dinámica de la competencia, el afán que tendrán todos por conseguir una manzana de más, el que impedirá que solo 1 pueda quedarse con las 10, pues todos pugnaran por conseguir su parte proporcional… para que tal cosa sea factible, el propone que todos inicien la carrera con idénticas piraguas, se les proporcionan así las piraguas igual de veloces. Comienza la carrera y termina la carrera, y el resultado es que 2 han llegado los primeros y se han repartido entre ellos las 10 manzanas ¿Por qué?... muy sencillo, se creía que dándoles a todos las mismas herramientas (medios de producción) podrían obtener los mismos resultados, se creía que la competencia les haría “esforzarse” para alcanzar simultáneamente la meta y repartirse en igualdad de condiciones las manzanas, se creía esta garantizaría que nadie pudiera acaparar más que los demás… ¡Craso Error!, aún teniendo los mismos medios ¿tenían todos la misma capacidad y disposición para utilizarlos?, ¿tenían todos las mismas necesidades?, ¿padecían todos las mismas circunstancias vitales?, No, ¿Como se pretendía entonces obtener resultados homogéneos de elementos dispares?, podría dárseles a todos el mismo tipo de piragua, pero mientras uno carezca de brazos, otro sea muy anciano para realizar tamaños esfuerzos y el otro, bien porque no sabía utilizar la embarcación, bien por que le parecía mezquino participar en dicho evento, y se negó a competir, no habrá “igualdad de condiciones”.

La igualdad no se basa en darle a “todos una misma cosa”, de lo contrario ¿Tendríamos que tener todos sillas de ruedas aunque no nos hicieran falta?, ¿Acaso en pos de una atención clínica igualitaria, deberíamos de recibir todos quimioterapia aún sin padecer ningún cáncer?, ¿O Acaso en pos de el equitativo acceso a los alimentos todos deberíamos estar obligados a comer carne aún sido muchos vegetarianos? La igualdad no es eso, la igualdad es que cada uno obtenga, según sus personales condiciones, aquello que necesite, la igualdad es tener acceso a aquello que me es imprescindible sin que nadie pueda impedírmelo aduciendo motivo discriminador alguno, la igualdad es saber con seguridad que, cuando en un futuro lo necesite, tendré el mismo acceso que los demás a las cosas que ahora no necesito.

La igualdad se basaba por tanto en darle a todos los competidores, no solo las mismas herramientas para llegar a las manzanas, sino las mismas posibilidades fácticas de alcanzarlas, y mientras se compita no todos tendrán las mismas posibilidades, mientras solo nos conformemos con poner en “común” los medios de producción, no todos podremos alcanzar los elementos necesarios para vivir, pues no todos compartimos la misma naturaleza para producir. Tucker se equivocó de forma absoluta, la solución para que todos puedan saciar igualitariamente sus necesidades básicas no es solo darles las mismas herramientas, pues nunca podrán utilizarlas de igual modo, ni hacerlos competir, pues tampoco nunca podrán hacerlo con igual eficacia, no solo había que entregar a los trabajadores los medios de producción, bien socializándolos, bien por medio de la “propiedad privada”, lo que había que poner en “común” no eran las piraguas, sino las manzanas, lo que hay que entregar a todos por igual no es solo los medios de producción sino el producto de lo que han elaborado, todos tienen que poder tomar aquellos bienes que necesiten para vivir, sin la prescripción de ningún Estado, ningún Comité, ninguna Ley, ningún Sistema, ninguna Propiedad, ni ninguna Competencia… es esa mi concepción del “Comunismo Libertario”.

Pero ¿Significa esto que Tucker sea un “Capitalista” como así lo reclaman sus “ilegítimos epígonos”? En modo alguno, el sistema de Tucker dista, aunque sea potencial, teórica, e intencionalmente, de lo propuesto por los Capitalismos. Si tuviera que retomar el ejemplo de antes para explicarlo, diría que la diferencia diametral con el Capitalismo estriba en que este no hubiera repartido iguales embarcaciones (medios de producción) para todos, contemplando así como algunos irían con lanchas, y otros en patera o simplemente nadando, a su vez el dueño de la lancha hubiera obligado al resto de participantes (conscientes de que sus embarcaciones, y circunstancias físicas, imposibilitan cualquier posibilidad de igualdad, y que por tanto han “perdido” de antemano) a convertirse en su tripulación, quedándose en la meta con 9 manzanas y ½ , y repartiendo la otra mitad entre ”su tripulación”… esto es el Capitalismo, una competencia imposible, amañada, y siempre, injusta, unos ostentan los medios de producción y aducen que “los demás también podrían tenerlos si quisiera”, solo deben “competir”, pero por supuesto solo unos pocos (monopolio de clase) tienen acceso a esos “medios de producción” que posibilitan la competencia, es hay donde se termina el Capitalismo y empiezan otras “hipótesis”, las que, como ya hemos repetido hasta la saciedad, alegan que se nos debe “permitir” adquirir en igualdad de condiciones dichas “herramientas productivas”, sin tener en cuenta que no todos tendríamos la misma posibilidad de producir al mismo ritmo competitivo.

Capitalismo como deliberada forma de engaño, e Individualismo insuflado de buenas intenciones que mientras se asiente en las premisas de la “competencia” y (desde mi punto de vista) la “propiedad privada” no hará más que desvirtuarse y hacerle el “caldo gordo” a los Capitalistas… a las pruebas de este foro me remito, seguro que entre esas dos opciones encontramos las más amplias gamas. Así que si, como parece, habéis leído a Tucker ¡Comprendedlo! O dejar compulsivamente de tajarlo.

Tucker comprendió “deficientemente” muchos de los planteamientos de Proudhon sobre comercio, salario y competencia, sin embargo, muchas propuestas posteriores a Proudhon acabaron por establecer nueva cuotas dentro del pensamiento radical en base a la “justa distribución” y la “igualitaria repartición de las riquezas”, que hicieron empequeñecer al pionero de Besaçon. Tucker en economía, aporto bastante de su genio, copio mucho (a veces “más mal que bien”) de Proudhon (sobre todo del último y más agotado), y con todo ello, sus aportes más importantes se hayan en los “filosófico”, fuera de su tan trillado terreno de la “economía”

Sus planteamientos críticos con el totalitarismo estatal marxista, contra “la usura capitalista y su aguijón monopolístico” (que el pensaba ver destruidos antes de morir, sufriendo una gran decepción, pues según sus propias palabras: “Los monopolios capitalistas, lejos de debilitarse, como yo auspiciaba, se han fortalecido como venenosas Hidras”), y su impugnación de la autoridad, nos siguen siendo hoy útiles, sin embargo, para muchos, sus conceptos económicos se han desdeñado, se ha percibido que podrían facilitar el establecimiento de nuevos privilegios y jerarquías, incluso, con su equívoco verbo, de una nueva “casta policial” (esas ideas de “forma una potencia grande y numerosa”, “alíate, y si hay millones detrás de ti, nadie podrá dañarte” parecen cogidas de Stirner, con la mala interpretación de establecer esto en base a supuestos “acuerdos voluntarios” en los que mediaba el “dinero” -rara forma de voluntariedad esa y más cuando es para contratar un “ejercito policial”-, pues al final todo se reducía a “la compra venta de la seguridad” como “una categoría económica más”, dependiente de las leyes de “la oferta y la demanda”).

Sin embargo, estos son, según mi propio criterio, los errores que cometió Tucker, ¿Hemos entonces de tirarnos de cabeza sobre ellos, abrazarlos ciegamente, y olisquear con nuestra nariz todo lo que haya enterrado, independientemente de que sea “trufas o piedras”, tan solo porque haya salido de la boca de Tucker? He ahí, permitidme que os diga, donde vuestro pretendido “halo anarquista” se desvanece. El Anarquismo, y lo repetiré una y mil veces, no impugna tal o cual sistema por mera pose, no niega a Estado por el simple hecho de negarlo, porque, sin más, este sea un “ente” merecedor de “odio”, lo niega porque encarna la Autoridad, ¿Podéis comprender que si yo condiciono la alimentación y libertad de la gente, su trabajo y su ocio, a mi voluntad, a la de “una asamblea” de obligado cumplimento, a la del Estado, o al número de horas que hayan trabajado, a las fuerzas con las que lo hayan hecho, a lo productivos que hayan sido, o al dinero con los que les obligo a laborar, y con el que después les permito comer, no estaré más que cometiendo un flagrante acto de Autoridad?"

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Jorge.
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Re: Sobre capitalismo y Estado

Mensaje por Jorge. » 08 May 2008, 13:28

Y aúna más del Hombre Guillotina

"Y visto que ni aún dosificándome vais a rebatir ninguna argumentación teórica troncal, pues solo os interesan las manidas citas de papel de azucarillo, que repetís, sin comprender, y con demasiado prolijidad, aquí va el resto de mi mensaje… mientras el Capitalismo que pretendéis construir sea tan “fuerte” como vuestros “argumentos”, y tan “serios” como vuestras “fórmulas”, los Anarquistas de todas las tendencias estamos tranquilos, no suele inspirarnos miedo aquello que solo sabe movernos a la risa).

Alguno de vosotros ha venido a decir, con todo el acento fanático: “Esto es Anarquista porque lo ha dicho Tucker”, y esto es a lo que antes hacía referencia, lo que convierte en evanescencia vuestras “ínfulas de libertarios”. A favor del trabajo asalariado no solo estuvo el Proudhon más moderado, o Tucker, lo estuvo incluso Bakunin, pues esa es la máxima del “cada uno según sus fuerzas y cada uno según sus meritos”, es decir tantos haces, tanto tienes, he ahí el “producto integro de tu trabajo”, la abolición de la propiedad privado sobre los medios de producción, pero la manutención de la propiedad privada sobre los “bienes de consumo” (esto le sonara de algo a algún compañero). Tened en cuenta que solo Joseph Déjacque y Ernest Couderoy (con más acierto el primero que el segundo) habían hablado, más allá de los años cuarenta del XIX, de la destrucción de la propiedad privada en todos los ámbitos, también sobre los “bienes de consumo”, y hubo que esperar a Dumartheray, Kropotkin y Herzig para que, después de la muerte de Bakunin, el Comunismo Libertario empezará a tener aceptación popular.


La idea del “trabajo asalariado” no solo fue mantenida por algunos de los primeros Anarquistas (incluyendo las objeciones del Proudhon más radical, tanto como las de los ya citados), todo el socialismo de la época, desde el cabetismo, el fourerismo, el saint-simonismo, y especialmente el Marxismo, se basa en la retribución por lo producido mediante el salario, “estatalizando”, nacionalizando” o (en el mejor de los casos, según las propuestas libertarias) “colectivizando” y “socializando” los medios de producción, pero dejando intacta la propiedad privada sobre “los bienes de consumo”.


Escuchadme bien, ¿Planteáis acaso la falacia de que como “tal” o “cual” planteamiento fue defendido por “tal o “cual” personaje debe ser acatado por determinado colectivo de personas? Quién así habla no tiene ninguna fibra de Individualidad en su cuerpo, ni una diástole Anarquista en los latidos de su corazón, (no pongo ni quito “togas”, solo determino lo que, según mi propio criterio, es “luz, oscuridad y niebla”). ¿Os dais cuenta de que planteáis el más absurdo sofisma?... “Tucker era Anarquista”, “Tucker elaboraba teorías”, ergo= “Todas las teorías que elaboraba Tucker eran Anarquistas”… ya os han contestado dándoos gráficos ejemplos sobre Proudhon y demás, pero la cuestión no es solo esta, veréis sobre lo que se fundamenta la impugnación del “principio de autoridad”, es sobre la idea de que no existe credo alguno que sea de obligado cumplimiento. Nosotros arrojamos nuestra mirada a través de los vértices de la historia y encontramos las palabras de múltiples compañeros, las escuchamos, las comprendemos y tanto podemos coincidir y usurparlas como propias como desdeñarlas y arrojarlas al olvidado pozo sin fondo de la espiral histórica.


Nosotros escucharemos a los compañeros ya citados, Tucker, Proudhon, Bakunin y muchos más, ¿pero aceptaremos como meros peleles sus palabras pues estas son “sacras emanaciones de “Anarquía”? La Anarquía la fundamos y refundamos nosotros cada día, si algunos de ellos nos llaman en alguna ocasión a la esclavitud económica, sexual o racial, aplastaremos dichas ideas con un sonoro puntapié, aprovecharemos lo valido, y reconoceremos el merito de quienes portaron una antorcha de luz en estos milenios de sombras, pero ¡Nom de Dieu! (en castellano Me Cago en Dios), Somos Anarquistas, carajo, no rendiremos culto a personalidad alguna, no nos someteremos a ninguna formula preconcebida, ni enajenaremos nuestra voluntad en beneficio de ningún “prócer”… quienes repetís: “Esto es la verdad, porque “fulanito” lo dijo”, “Esto es la Anarquía porque tal Anarquista lo dijo”, no sois más que esbirros vocacionales, aspirantes a libertos, esclavos satisfechos o tiranos taimados, tintados, simplemente, de Rojo y Negro.


Habéis mencionado también a Anselme Bellegarrigue, verdaderamente vuestra capacidad para tergiversar a quienes (me remito a vuestras palabras) solo conocéis por el nombre es “escandalosa”.


He aquí una muestra de lo que el “socialista Individualista” (pues así se definía él, “socialista en base a la repartición de los medios de producción; e individualista, en lo “filosófico”) nos decía:


“La verdad es que yo, en este terreno -que es el de un hombre libre, extraño a la ambición, tenaz en el trabajo, despreciativo del mando, rebelde a la sumisión-, desafío a todo argumento del funcionarismo, a todos los lógicos de la marginación y a todos los defensores del impuesto -monárquico o republicano-, ya se llame progresivo, proporcional, territorial, capitalista, sobre la posesión o sobre el consumo […]


El pueblo es impasible como el derecho, altivo como la fuerza, noble como la libertad; los partidos son turbulentos como el error, iracundos como la impotencia, viles como el servilismo.


No hay partido que no aspire al poder, porque un partido es esencialmente político y se forma, en consecuencia, de la esencia misma del poder, origen de toda política. Ya que si un partido cesara de ser político, cesaría de ser un partido y entraría de nuevo en el pueblo, es decir, en el orden de los intereses, de la producción, de la actividad industrial y de los intercambios.


No hay poder que no sea enemigo del pueblo, porque cualesquiera que sean las condiciones en las cuales se pone, cualquiera que sea el hombre que está investido de él, de cualquier modo como se lo llame, el poder es siempre el poder, es decir, el signo irrefutable de la abdicación de la soberanía del pueblo y la consagración de un dominio supremo. La Fontainelo ha dicho antes que yo: el patrón es el enemigo.


El poder es el enemigo en el orden social y en el orden político. En el orden social:
Porque la industria agrícola, sustento de todas las industrias nacionales, es aplastada por los impuestos con que la grava el poder y devorada por la usura (desembocadura fatal del monopolio financiero), cuyo ejercicio es garantizado por el poder a sus discípulos o agentes.


Porque el trabajo, es decir la inteligencia, es expropiado por el poder, ayudado de sus bayonetas, en provecho del capital (elemento tosco y estúpido en sí), que sería lógicamente la palanca de la industria si el poder no impidiera la asociación directa entre capital y trabajo. Y que de palanca se convierte en féretro debido al poder que lo separa de éste, poder que no paga sino la mitad de lo que debe y que, cuando no paga en absoluto, tiene -por su uso de las leyes y los tribunales-, alguna institución gubernativa dispuesta a aplazar por muchos años la satisfacción del apetito del trabajador perjudicado.


Porque el comercio está amordazado por el monopolio de los bancos -del cual el poder tiene la llave- y estrechamente atado por el nudo corredizo de una reglamentación entorpecedora -producto también del poder-. Y este comercio debe enriquecerse indirectamente, en forma fraudulenta, sobre la cabeza de mujeres y niños, mientras le está prohibido arruinarse bajo pena de infamia (contradicción ésta que sería un certificado de idiotismo si no fuera porque existe en el pueblo más espiritual de la tierra)”


¿Qué quería trasmitirnos?, ¿Acaso no es la vieja proclama ya escuchada en Proudhon, Bakunin y Tucker, a favor de que la propiedad de los medios de producción deber ser patrimonio de los trabajadores?, ¿Acaso no es el postulado del “socialismo clásico”?, ¿Acaso no es la consigna, ya anacrónica, pero ajena a todo Capitalismo, de que el comercio solo es justo si esta exento de usura?, ¿No son las palabras de Proudhon y Tucker en contra de todo “interés abusivo”, aldabonazo de los “rentitas” y creador del “monopolio”, no es lo que el primero impugnaba por medio de la intervención de la “sociedad”, y el segundo por medio de la unión de los trabajadores convertidos en “propietarios privados” que en base a su tan manido concepto de “autodefensa -invalidando la violencia solo cuando se concebía como “ataque”- darían respuesta a los “usureros”?, y en la profundidad de sus planteamientos, aún olvidando la cháchara decimonónica tan vilipendiada por algunos, ¿No es la “Idea suprema” de que solo el Pueblo puede resolver sus propios asuntos?, ¿De que ningún Individuo puede plegarse ante poder alguno y dejar de consumir y producir tal y como guste?, ¿ No es la idea de que nada ni nadie, sea Estado o Capitalismo, puede arrogarse ninguna patente sobre el Individuo libre?.


En otro orden de cosas, creo que desconocéis diametralmente lo que significa el concepto de “Voluntariedad”… voluntario, queridos, es aquello que se hace sin que medie coacción, obligación, premio o castigo de ninguna especie, voluntario es todo aquello que, si no tuvieras ninguna presión externa para realizarla, harías igualmente.


Habláis de la prostitución y demás con una legua tan insensible como vuestra capacidad para deducir los efectos de las causas, ¿Queréis saber si una mujer u hombre pueden “prostituirse voluntariamente”? entonces abolid el “salario”, desterrar la coacción a la que se es sometido por el hambre, la sed, el abrigo y el refugio, dotad a todos los individuos de todo aquello que necesiten para realizar sus propias vidas, barred un sistema patriarcal y decadente, destruid hasta sus cimientos una educación putrefacta y cargada de roles y clichés, y abolid definitivamente el dinero… y aún así, teóricamente, vuestra mente seguiría sumergida en los lodos que conciben que una forma de “esclavitud” que responde únicamente a la obtención de una renumeración que permite saciar las “necesidades básicas” podrá ser alguna vez una “practica voluntaria” cuando a cambio, “tan solo”, obtenemos Prolongar Nuestra Vida.


Eliminad el dinero y el sistema de salarios, y entonces los hombres y mujeres que se acuesten con otros lo harán por gusto, por deseo, por placer, por amor, y no por comida, por dinero, por medicarse, o por no recibir una certera cuchillada. Permitid que todo el mundo tenga acceso a los productos que calmaran su hambre, que saciaran sus maltrechas tripas, que llenaran los vientres famélicos e insanamente hinchados de sus hijos, y estos esos hombres y mujeres que se acuestan con los demás, aún sin necesitarlo y sin que medie nada “a cambio”, serán seres libres, llamadlos “promiscuos” si queréis, cargad vuestra moralina pretendidamente “inmoral” contra las pulsiones ajenas, pero no os atreváis a decir que lo que alguien no haría en una circunstancia libre de coacciones es Voluntad.


¿Queréis comprobarlo?, acudid a cualquier persona sobre la que se ejerza la prostitución y preguntadle: “¿Si no te pagaran, querrías martirizar tus carnes de la misma forma?”, Si la respuesta es negativa no es fruto de su Voluntad, es Violada, Asesinada y Destruida en pos de una Voluntad ajena, y gracias al auspicio de vuestra hipocresía… si la respuesta es positiva, entonces que sea libre de practicarla como una mera emanación de su “Yo”, que no se vea obligada a convertirlo en una férrea “categoría económica”, que deje de formar parte de los regulado, administrado y evaluable por Sociedad o Poder alguno, y solo le pertenezca, en absoluta propiedad, al Reino de sus Ocios y Pulsiones.


Repetid la misma operación con cualquier otra persona que prostituya su cuerpo, que alquile o venda sus fuerzas de trabajo o el volumen de su cuerpo, esos a los que llamamos “trabajadores”, reformula la pregunta, y descubriréis que nadie acudiría a los “tajos”, a la fabricas, empresas y calles, si encontraran otra forma mejor de vivir, de producir lo que necesitan, de obtener mejores condiciones existenciales, de consumir cuanto requieren, de trabajar para ellos y no para la “Aristocracia del Capital”… abolid este sistema injusto y el mundo podrá ser de todos, cada uno “Gobernante” de su propio mundo, cada quién “Propietario” de su propia vida, sin tener porque limitar, lesionar o ingerir en los mundos y vidas ajenas.


Ese mundo, así contemplado, vosotros no podéis verlo, tenéis la apremiante necesidad de someter las cosas a vuestra pacata mirada, queréis creer en la “esclavitud voluntaria” porque es la única manera de anestesiar, calmar y limpiar vuestras conciencias, si las mujeres a las que sometéis lo han hecho “voluntariamente” a cambio del mero tramite de “proporcionarles el dinero sin el que ellas y sus hijos no podrían vivir”, dejareis de aparecer ante vuestros ojos como vulgares violadores, antropófagos de los más débiles, caníbales de cuello blanco… de igual modo, justificando que el “asalariado”, es oprimido “por su propio gusto”, porque “goza” con los grilletes, vuestras abominables proclamas dejan de antojarse como un llamado a la “ley del más fuerte”, a la “guerra social en la que los ricos domesticaran y someterán a los pobres”, como una suerte de “genocidio económico”, de “eugenesia pecuniaria”, de “darwinismo social” y aristocráticos vómitos de Cálices… vuestro sincrónicos aplausos ante los “grandes emprendedores”, “adalides de la rivalidad”, que usan a los desposeídos como banquillo para sus pies, vuestros vítores hacía la idea de que la victima se trasmuta en “colaborador” y el verdugo en “guía y libertador”, es la del victoriano cazador que pretende usarnos de porteadores, la del impotente tirano que arrima su fétido aliento ante la mirada del más orgulloso salvaje, la del Ídolo antiguo que pide dadivas de sangre al Individuo convertido en única realidad latente, sois la maquinaria capitalista que exige su tributo, barnizándose ahora en consignas demasiado estúpidas para ser creídas, pero en palabras, como Anarquía y Libertad, demasiados bellas para surgir de tan horribles y fatuos monstruos… volved a vuestra pantanosa ciénaga, ha caído la careta, sois Capitalistas, con dientes de oro negro y el blasón falsificado de la “Libertad”… Pero a nosotros no nos engañáis, desinfectaremos el mundo del efecto de vuestras encías, y descubriremos vuestras vacuas credenciales pues dicha cedula ya ha sido reducida a un mero detritus; el estandarte de la Libertad aún no ha sido hurtado del campo de batalla Anarquista. "

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Re: Sobre capitalismo y Estado

Mensaje por Jorge. » 08 May 2008, 13:29

Y un poquitín más del Hombre Guillotina:

"Esto es lo que dice TEXTUALMENTE Tucker en su texto“Socialismo de Estado y Anarquismo. “El monopolio que consideraron más importante [Warren y Proudhon], debido a sus nocivos efectos, era el monopolio del dinero, que consiste en el privilegio dado por el gobierno a ciertos individuos, o a quienes detentan ciertos tipos de propiedad, a poner en distribución los medios de cambio, un privilegio que es actualmente fiscalizado en este país por una impuesto nacional de 10%, sobre cualquier otra persona que intente poner en circulación un medio de cambio, y por leyes estatales que consideran un delito la distribución de moneda. El resultado es que los beneficiarios de este privilegio controlan las tasas de interés, el precio de los alquileres de las casas y edificios, y los precios de los bienes y mercancías en general, - las primeras directamente, y los dos últimos de forma indirecta”.

Todo lo que he afirmado sobre Tucker se basa en sus propias opiniones, las que no e puesto literalmente solo las he simplificado, nadie ha hablado de que el defendiera la “expropiación”, he dicho, y creo que se a entendido claramente, que el defendía que los “medios de producción” debían pertenecerlo a los propios productores, y como Proudhon se oponía a los cataclismo violentos (Proudhon oscilo entra ratificar la Revolución y condenar que podría ser una “noche de San Bartolomé”, pero Tucker, aun solidario con algunos revolucionarios, siempre, como Armand y otros individualistas –aunque en el caso de estos últimos era por una suerte de pacifismo- se opuso a la táctica revolucionaria), por lo que él medio para conquistar medios de producción, capitales, y finalmente el “producto” era La Competencia, bien fuera desde la “banca libre”, a las “cooperativas” y demás, estableciendo estructuras alternativas al Monopolio Capitalista y al estado, el pensaba que se podía trasformar el orden social, esa es la exposición de las ideas que, el Tucker más joven y activo, había lanzado y yo he recogido… a su vez las he refutado, pues aun considerando que esas ideas siguen estando infinitamente más lejos del Capitalismo que aquí se defiende, que de las corrientes individualistas económicas que circulan y circularon por el Anarquismo, sigue pensado que lejos de conseguir su propósito, debilitar y hacerse tambalear al Moloch Capitalismo, y a su patrocinador, el Estado, tiende, aún sin quererlo, ha fortalecerlo y proporcionarle nuevas energías y savia revigorizante.

En cuanto a su idea de que capital y trabajo, efecto y causa, forman parte de un todo ¿cambia eso algo de lo que yo afirmo que él expone? En su artículo sobre el impuesto único de Henry George lo dejaba bien claro, según él: “[El] capital en unas únicas manos, lejanas, esquivas, a la de todos los productores, es privilegio y esclavitud; y el trabajo al que se le niega su producto integro, su compensación, tampoco se desvía de este orden”.

O bien no lo habéis leído, o bien sois incapaces de comprenderlo.

Tucker estaba errado, y mucho, pero no era un “Capitalista voraz” a pesar de que el cristianismo que procesan muchos de sus “falsos apóstoles” pretende resucitarlo como un nuevo “Cristo” con corona de “oro”, y cruz de “caoba”… las espinas y el madero carcomido, se lo reservan, por supuesto, a los obreros."

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Re: Sobre capitalismo y Estado

Mensaje por Jorge. » 08 May 2008, 13:30

Y sigue la saga del Hombre Guillotina:

"La idea de los medios de producción aglutinados en pocas manos es la base del principio monopolístico de mercado, la especulación del capital que este arroja para ganar y ampliar nuevas cotas de mercados es la base de toda “corporación”, su posibilidad de expansión más allá de las fronteras, y su interactuación estatal por medio de las concesiones del “monopolio” dinero, crédito y a cambio de poder ejecutivo para efectuar especulaciones, “restricciones”, aranceles y carestías es la base de Toda “megacorporación”… la idea de que el capital, y los medios y útiles de producción se estratifiquen en determinadas manos, lejos de la idea socialista de que los “medios de producción han de pertenecer a los trabajadores” supone la punta de lanza del “clasismo real” (no habla del el circuito de ideas cerrado en el que se pueden adscribir las ideologías), hablo de la idea de que unos producen, y otros reciben el rédito de lo producido, de unas clase poseedora y otra desposeída, de que unos mandan y otros obedecen… Opresores y Oprimidos ¡Te suena la antinomia?

Suprimís todo concepto de la teoría individualista pues ni con dificultad sabéis donde empieza las ideas atomistas, los no importe qui, el amorfismo, las pugnas contra el gregarismo, las ideas del individuo como núcleo social, y aún en la economía solo sabéis realizar vanos intentos de manipulación… amparados en “autores” como “capa protectora” no habéis mencionado al autarca de los cínicos, los planteamientos solipsisticos de Stirner, su Único, el Hedonismo de Armand, la filosofía pro-Epitecto de Han Ryner, el recelo organizativo de Croiset, el “individualismo altruista” de Palante, la iconoclasia e ilegalismo de Albert Libertad, la misantropía sesible y melancólica de Zo d´Axa…

Hablas, moviendo con dificultad y flacidez tus neuronas, para decir ¿Qué solo existe un tipo de Individualismo actual dentro del anarquismo?, tal necedad es merecedora de las mandíbulas más batientes, Tu engendro Capitalista no engendra ni por un segundo el rico elenco Individualista que a través de las décadas ha subsistido en el Anarquismo… ¿Quién te nombro Dios sobre los hombres e ideas para definir su existencia e inexistencia? A parte de los que gustan bautizarse con nombres ajenos, los stirnianos, los armandistas y demás existe este rico elenco, y pudo mencionarte ingentes nombres propios de personas que así se motejan, personas que así se motejan, existen el Individualismo Filosófico, Egoísta, Nihilista, Vitalista, Hedonista, Sentimentalista o Voluntarista, y Económico, y no podrás con tu enclenque dedo tapar su Sol.

En cuanto a tu mención sobre Bellegarrigue, trasciende por los causes del ridículo para llegar a las costas, como naufrago, de la estulticia más obtusa.

Deja de leer a Bellegarrigue a través de enciclopedias, de simplifaciones, de reseñas interesadas o simplemente mediocres, cita alguna frase en la que Bellegarrigue afirme tales cosas y no te contestes con embaucar con tu raquítico vaho.

Mejor que contestarte yo, es que te conteste él, quedaras en ridículo cuando oigas que no propone como los “jeffersonianos moderados” la “menor existencia del Estado2, si no su inexistencia absoluta… a Bellegarrigue se le conoce a partir del 48, antes no se tiene noticia de él, sus experiencia, y su viaje a America le llevó a idealizar las “libertades democráticas americanas”, como señala Nettlau, pero su primer Manifiesto, los artículos de su periódico L`Anarchie, “¡A por ellos! Con todos los medios a nuestro alcance, dan buena cuenta del primer y más enérgico Bellegarrigue, atento a sus latigazos:

“Si me preocupara el sentido atribuido comúnmente a ciertas palabras y dado que un error vulgar ha hecho de "anarquía" el sinónimo de "guerra civil", tendría horror del título con que he encabezado esta publicación, porque tengo horror a la guerra civil.
Al mismo tiempo, me honra y me complace no haber formado parte nunca de un grupo de conspiradores ni de un batallón revolucionario; me honra y me complace porque esto me sirve para establecer, por una parte, que he sido bastante honesto para no engañar al pueblo, y, por la otra, que he sido bastante hábil para no dejarme engañar por los ambiciosos. He visto pasar, no puedo decir que sin emoción, pero al menos con la mayor calma, a fanáticos y charlatanes, sintiendo piedad por los unos y sumo desprecio por los otros. Y cuando, después de esas luchas sanguinarias -habiendo constreñido mi entusiasmo a no moverse sino en el estrecho marco de un silogismo-, he querido hacer cuenta del bienestar que había traído cada cadáver, he encontrado cero en el total; y cero es nada.

Me horroriza la nada; también me horroriza la guerra civil.

Por eso, si he escrito ANARQUÍA en la portada de este diario, no puede ser para adjudicar a esta palabra el significado que le han dado -muy equivocadamente, como explicaré en breve- las sectas gubernamentalistas, sino por el contrario, para restituirle el derecho etimológico que le conceden las democracias.

La anarquía es la negación de los gobiernos. Los gobiernos, de los que somos pupilos, naturalmente no han encontrado nada mejor que hacer que educarnos en el temor y el horror a su destrucción. Pero como, a su vez, los gobiernos son la negación de los individuos o del pueblo, es racional que éste, despertando a las verdades esenciales, paulatinamente se sienta más horrorizado por su propia anulación que por la de sus maestros.

Anarquía es una vieja palabra, pero esta palabra expresa para nosotros una idea moderna, o más bien un interés moderno, porque la idea es hija del interés. La historia ha calificado de "anárquico" el estado de un pueblo en cuyo seno se encuentran varios gobiernos en competición; pero una cosa es el estado de un pueblo que, queriendo ser gobernado, carece de gobierno precisamente porque tiene demasiados, y otra el de un pueblo que, queriendo gobernarse a sí mismo, carece de gobierno precisamente porque no lo quiere. En efecto, antiguamente la anarquía ha sido la guerra civil, y esto no porque ella expresara la ausencia de gobiernos, sino la pluralidad de éstos, la competición, la lucha de clases gubernamentales. El concepto moderno de verdad social absoluta o de democracia pura ha abierto toda una serie de conocimientos que invierten radicalmente los términos de la ecuación tradicional. Así, la anarquía, que, confrontada con el término monarquía significa guerra civil, desde el punto de vista de la verdad absoluta o democrática no es nada menos que la expresión verdadera del orden social.

En efecto:
quien dice anarquía dice negación del gobierno;
quien dice negación del gobierno, dice afirmación del pueblo;
quien dice afirmación del pueblo, dice libertad individual;
quien dice libertad individual, dice soberanía de cada uno;
quien dice soberanía de cada uno, dice igualdad;
quien dice igualdad, dice solidaridad o fraternidad;
quien dice fraternidad, dice orden social.

Al contrario:
quien dice gobierno, dice negación del pueblo;
quien dice negación del pueblo, dice afirmación de la autoridad política;
quien dice afirmación de la autoridad política, dice dependencia individual;
quien dice dependencia individual, dice supremacía de clase;
quien dice supremacía de clase, dice desigualdad;
quien dice desigualdad, dice antagonismo;
quien dice antagonismo, dice guerra civil;
por lo tanto, quien dice gobierno dice guerra civil.
No sé si lo que acabo de decir es nuevo, excéntrico, o espantoso. No lo sé ni me preocupo por saberlo […]

Sí, la anarquía es el orden, mientras que el gobierno es la guerra civil.

Cuando mi inteligencia penetra más allá de los miserables detalles en los que se apoya la dialéctica cotidiana, encuentro que las guerras intestinas que, en todos los tiempos, han diezmado a la humanidad, están ligadas a esta única causa, exactamente: la destrucción o la conservación del gobierno.

En el campo político, sacrificarse por la conservación o el advenimiento de un gobierno siempre ha significado destriparse y degollarse. Mostradme un lugar donde el hombre se asesina en masa abiertamente, os haré ver un gobierno a la cabeza de la carnicería. Si buscáis explicaros la guerra civil de otra forma que como un gobierno que quiere llegar o un gobierno que no quiere irse, perdéis vuestro tiempo; no encontraréis nada.

La razón es simple.

Un gobierno es creado. En el mismo instante en que el gobierno es creado tiene sus criaturas, y, en consecuencia, sus partidarios; y en el mismo momento en que tiene sus partidarios, tiene también sus adversarios. Y este solo hecho fecunda el germen de la guerra civil, porque es imposible que el gobierno, investido de todo su poder, obre del mismo modo respecto a sus adversarios que a sus partidarios. Es imposible que aquéllos no se vean favorecidos y que éstos no sean perseguidos. Por lo tanto, también es imposible que de esta desigualdad no surja pronto o tarde un conflicto entre el partido de los privilegiados y el partido de los oprimidos. En otras palabras, una vez que el gobierno se ha constituido, es inevitable el favoritismo que funda el privilegio, que provoca la división, que crea el antagonismo, que determina la guerra civil.

Por lo tanto, gobierno es guerra civil.

Pero dejar de atacar o de defender al gobierno para hacer imposible la guerra civil, no es nada menos que no tenerlo en cuenta, ponerlo entre los desperdicios, suprimirlo a fin de fundar el orden social.

Ahora, si suprimir el gobierno es, de un lado, establecer el orden, y del otro, fundar la anarquía; entonces, el orden y la anarquía son paralelos.”

Es solo un ejemplo, no quiero destriparte todo el “documento”, consíguelo y léetelo entero (si ya lo has hecho, ¡Horror! es una alarmante prueba de que eres el más pésimo de los exégetas), yo, personalmente, no quiero ni humillarte, ni darte “lecciones”, pero entonces renuncia a tus ínfulas, lee sobre aquello en lo que aún no eres aprendiz, y no hagas de ti mismo lo que los demás rehusamos por nuestro “pudor”."

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Re: Sobre capitalismo y Estado

Mensaje por Jorge. » 08 May 2008, 13:32

El Hombre Guillotina habla de nuevo

"Tal y como están estipuladas las cosas ¿No sentís los mutualistas, tanto los seguidores del primer Proudhon, como los que escogéis las formulas que Tucker desarrollo en America, bajo el nombre de “individualismo”, de sacudiros de vuestro lado a todo esos Capitalista redomados, de viejo o nuevo cuño, integrales, confesos y sinceros, o taimados y ocultos bajo discretas formulas “semióticas”?, Os quejáis porque vuestro discurso no se reconoce como Anarquista ¿No habéis pensado que puede ser por lo extraños compañeros de cama que habéis hecho? Si queréis que vuestro verbo pueda ser firmemente Anarquista, que no pueda cuestionarse su innegable compromiso de abolir Toda autoridad, alejaos de los “neo-capitalistas”, y entonces se os vera tal cual sois.

En América, Wlliam B. Greene era partidario de las primeras consignas de Proudhon, Andrews de Warren, y Tucker de una simbiosis entre ambos, ¿Conocéis el encono con que los tres atacaron a Custom y Peabody cuando ambos intentaron infiltrar en sus grupos conceptos autoritarios maltusianos? (No me refiero al neo-maltusianismo de Paúl Robin y compañía sino al “original”).

¿Por qué no reunís los arrestos necesarios y a todos esos Capitalistas que dicen que como trabajadores debéis de estar subordinados, como socialistas invalidados, y como Anarquistas mutilados, les dais en sus oídos un contundente grito de enérgica Libertad?, ¿Por qué no les arrojáis de vuestro lado con el contundente empujón que se merecen antes de que acabéis sacrificados en el altar de un “Capitalismo mayestático”?, ¿Por qué no demostráis vuestras pulsiones Libertarias evitando que Autoridad alguna, sea Comunal o Individual, Estatal o Capitalista, os ahogue en su propios estertores? "

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Re: Sobre capitalismo y Estado

Mensaje por Jorge. » 08 May 2008, 13:33

Y algo más de la cosecha del "Hombre Guillotina"

¿Quienes de los aludidos para ser “expulsados” consideran al Capitalismo incompatible con el Anarquismo?, ¿Cuántos consideran que el Mutualismo e individualismo económico nada tiene que ver con el Capitalismo?, intentad responder esa pregunta con la máxima sinceridad hacía vosotros mismos, y veréis que son absurdas las premisas antitecas sobre las que algunos han intentado establecer el debate.

Proudhon y Tucker son considerados por mi como Anarquistas ¿Acaso el sentir mayoritario de los Anarco comunistas, societarios o sin Adjetivos, es el de “excomulgarlos”? los que se hayan molestado en leerme se habrán dado cuenta de cómo defiendo la integridad de su pensamiento como Anarquista (independientemente de mis lógicas objeciones) muchos han participado en el debate con la “mirada limpia”, si sacar la “navaja dialéctica”, intentado enseñar, aprender y contrastar.

Aquiles, Telmo, Marco Arrieta, AaA ¿Consideráis el Capitalismo, sean sus nuevas o viejas formulaciones, como un elemento Anarquista?, ¿Consideráis que Mutualismo e Individualismo es sinónimo de Capitalismo?

(¡Ojo! No me refiero a la propiedad privada, como he dicho muchos Anarquistas han considerado que, sobre todo en cuanto a los bienes de consumo se refiere, esta si es compatible con el Anarquismo, por mucho que yo discrepe… así que sobre lo que os pregunto es sobre el Capitalismo en si mismo)

AaA, me refiero a todos los que os consideréis mutualistas o individualistas, si ese es el caso, solo tu puedes definir si lo eres o no. Por lo demás me parece ilógico que hayas podido bucear en muchas de las discusiones que ha habido en Comunismo y Anarquismo, sin percatarte del los duros ataques que se la dedicado a las “escuelas marxistas”, solo puedo ofrecerte mis humildes opiniones al respecto de tal antinomia, te recomiendo este pequeño artículo dedicado al autoritarismo estatal: viewtopic.php?f=8&t=33854

Tu acusación -y lo digo sin ninguna acritud- han sido tan absurda como acusar al ascua de tibia…

Mirad los esfuerzos dedicados ha demoler la aberración del “Estado Popular”, la línea continúan que desde Stirner, Proudhon, Bakunin y Tucker hemos seguido algunos para acabar “Con el más grande de los Monopolios: El Estatal”, mirad nuestras maldiciones contra el “Capital” que se enmascara en el “Capitalismo de estado”, y si no has dicho esas palabras ante la faltas de argumento, podrás contemplar el gigantesco dolmen sobre el que hemos tratado de sepultar al “comunismo autoritario”, “marxismo” y a todo dogma “progubernamental”.

Con el mismo ímpetu, porque queremos que el individuo sea libre, económica y vitalmente, comprendemos que el capitalismo es un impedimento, tanto como el Estado para culminar tal objetivo, aborrecemos la Autoridad, ¿no lo haremos acaso se encuentre donde se encuentre?

Nos os dejéis arrastrar por las excoriaciones de este sistema vertical…

Nihilo lo refleja a la perfección, le molesta la retórica, el lirismo y el “harpa”, pero intenta meter en un mismo saco conceptos incompatibles he irreconciliables como Capitalismo (yo no le añado el “anarco”) junto a Mutualismo Anarquista y Anarco Individualismo. Desconoce totalmente de lo que habla, se ha convertido en el gurú de una doctrina de monosílabos, de frases hechas e hipótesis rancias. Solo su ignorancia a superado su desfachatez, y eso tan solo porque ha intentado manejar conceptos que no controla, sobre los que no ha leído (lo cual no sería defecto alguno si no se arrogara la condición de "sumo sacerdote" de máximas y aseveraciones hueras), sobre los que no ha entendido una palabra, y a los que solo dedica palabras gruesas y recortes teóricos... insensible, sus palabras se han convertido en un quebradizo cascaron vacío… más que mi “retórica” y mi “harpa”, debería molestaros su burdo ruido de zambomba y pandereta, pues si le resulta gracioso que los demás argumenten, ahora entiendo porque a los demás nos dan pena que él sea incapaz de hacerlo.

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Re: Sobre capitalismo y Estado

Mensaje por Jorge. » 08 May 2008, 13:35

Y más y más del Hombre Guillotina

Faure decía: “Dejad de afirmar y yo dejaré de negar”… escudándome en mi ingenua idea de que en este tema quedaba algo del socialismo Proudhoniano y Tuckeriano, de que el Mutualismo que se enarbolaba podía guardar alguna diferencia con el que, en base al “terror” de que el Individuo pudiera ser absorbido por obligatorias “estructuras colectivas”, había movido a uno a establecer la idea de la Posesión y el Intercambio, y al otro el del Individualismo económico y la “circulación simbiótica”, me he dado cuenta de que solo existen unos nombres bien definidos, pero a los que se les achacan las más inconsistentes, incoherentes y contradictorias teorías. Es una “bola amorfa” a la que se le suman términos tan incompatibles entre si como mutualismo, propiedad privada, individualismo, capitalismo, lucro, voluntariedad, riqueza, socialismo… cuando donde existen la mayoría de ellos deja de existir el resto.

Como Faure, no puedo dejar de “negar”.

Vuestro concepto de “propiedad” no es como la del último y más conservador Proudhon, ni como la del primer y más hermético Tucker, aún en esos extremos, siguen siendo más radicalmente libertarios que muchos de vosotros, no se si se debe a la manipulación capitalista que cogiendo nombres e ideas ajenas, elementos que le son extraños, y no ha sabido manejar, y que tiende a aglutinar para auparse sobre un pedestal establecido y que no sea sospechoso de “reaccionarismo”, engañándoos por consiguiente, o si disididamente conocéis la “estafa” y os habéis conjurado a “propagarla”.

Si afirma, con la mayor abyección conocida que “solo existe el Individualismo Anarquista, dentro del capitalismo” (seguiré llamando así a lo que algunos siguen defendiendo, y tan solo uno ha sabido establecer la diferencia… No quiero lanzar grandes párrafos históricos, pero el Individualismo dentro del Anarquismo, surge desde su origen, desde Godwin y su idea de la “desobediencia individual” (él, societario, moralista y amante de la “teoría de la necesidad” –postura contraría a la existencia del libre arbitro-, propugno sin embargo que: “Si los individuos no tienen derechos, tampoco los tiene la sociedad, la cual no posee sino aquello que los individuos han aportado en conjunto”, o incluso: “Todo individuo está obligado a resistir cualquier acción injusta de parte de la comunidad ¿Pero quién será juez de esa injusticia? La cuestión se contesta por sí misma: el criterio personal de cada uno”, siendo además eminentemente socialista, solo reconociendo la propiedad privada sobre los “bienes de consumo” y la “creación intelectual y artística”), desde Stirner (cuyas teorías sobre la propiedad ya he expuesto), a Proudhon, vademecum del socialismo francés (cuyas teorías también he expuesto, pero veo que tendré que volver a hacerlo), su contemporáneo Bellegarrigue, partidario del “socialismo”, enemigo de la “violencia revolucionaria”, pero partidario de la retribución del Individuo por lo producido: “Pues es el Individuo la medida de todas las cosas”, esas eran sus palabras, antagonista, declarado y férreo, de todo estado, apologaza por su destrucción de la misma manera que Stirner, desobedeciéndolo, ignorándolo, impugnándolo, hasta que dejara de tener poder sobre nosotros, la diferencia es que en vez de la “rebelión de francotiradores”, que propugnaba el primero, el llamaba a “todo el pueblo” a ignorarlo, algunos ha dicho, cargado de soberbia ignorancia, que solo quería “minimizar” al estado, y no negarlo, dejo aquí solo una muestra de sus juicios:

“Los gobiernos, de los que somos pupilos, naturalmente no han encontrado nada mejor que hacer que educarnos en el temor y el horror a su destrucción.”
“Las guerras intestinas que, en todos los tiempos, han diezmado a la humanidad, están ligadas a esta única causa, exactamente: la destrucción o la conservación del gobierno.”

“Mostradme un lugar donde el hombre se asesina en masa abiertamente, os haré ver un gobierno a la cabeza de la carnicería.”

“Si suprimir el gobierno es, de un lado, establecer el orden, y del otro, fundar la anarquía; entonces, el orden y la anarquía son paralelos.”

(Esta en base a su credo económico y filosófico, el mismo que muchos quieren “reclamar” como “utilitarismo capitalista” y que ha sido ratificado y certificado por Proudhon, Malatesta, Kropotkin, Ingenieros, Barret, Ghiraldo, Ryner y tantos otros, la idea de que “la sociedad no puede tener un derecho que no contenga o se le reconozca a un individuo”, la idea de que “el poder de uno sobre muchos es tanta opresión, como el poder de muchos sobre uno”, simple y claro Anarquismo) “La sociedad es la consecuencia inevitable de la agregación de individuos; el interés colectivo es, a igual título, una consecuencia providencial y fatal de la agregación de los intereses personales. El interés colectivo sólo se realizará plenamente en la medida en que quede intacto el interés personal; porque, si se entiende por interés colectivo el interés de todos, basta que, en la sociedad, sea dañado el interés de un solo individuo para que inmediatamente el interés colectivo ya no sea más el interés de todos y, en consecuencia, haya dejado de existir”.

(Pues no era “asocial”, he aquí la muestra) “La sociedad es un hecho providencial e indestructible… Los hombres, como todos los animales de costumbres sociales, viven en sociedad por naturaleza. El estado natural del hombre es en sí el estado de sociedad.” (cosa que por cierto yo no comparto)

(Más muestras de su individualismo, ajeno ha toda esa caterva de sandeces económicas que algunos vomitan) “La abnegación es la esclavitud, la vileza, la abyección; es el rey, es el gobierno, es la tiranía, es el luto, es la guerra.

El individualismo, al contrario, es la redención, la grandeza, la hidalguía; es el hombre, es el pueblo, es la libertad, es la fraternidad, es el orden.”

“No se puede llamar gobierno aquello sobre lo cual pesa la influencia individual; se llama gobierno a aquellos que aplasta a los individuos bajo el peso de su influencia.”

“No hay duda de ello, es notorio que la sumisión de seis, siete u ocho millones de individuos a uno o más hombres comporta mi propia sumisión a éste o a estos mismos hombres.”

“El poder es instituido; vosotros os habéis puesto (todo el país se ha puesto, gracias a vuestro adorables consejos e iniciativas) a disposición de algunos hombres. Estos hombres usan de la fuerza que les habéis dado; la usan contra vosotros ¿Y vosotros os compadecéis? ¿Qué pensabais? ¿Que se servirían de ella contra sí mismos? No pudisteis pensar esto; por tanto, ¿de qué os quejáis? El poder debe necesariamente ejercitarse en provecho de aquellos que lo tienen y en perjuicio de los que carecen de él; no es posible ponerlo en movimiento sin dañar a una parte y favorecer a la otra.

¿Qué haríais vosotros si fueseis investidos de él? O no lo usaríais para nada (lo cual equivaldría pura y simplemente a renunciar a la investidura), o lo usaríais en vuestro beneficio y en detrimento de aquéllos que lo tienen ahora y que no lo tendrían más. Entonces cesaríais de lamentaros, de lloriquear y de pedir clemencia para asumir el rol de aquéllos que os insultan y para pasarles a ellos el vuestro. Pero, ¿qué me importa a mí que la cosa se dé vuelta? A mí, que nunca tengo el poder y que sin embargo lo hago; a mí, que pago dinero al opresor, cualquiera que sea y de dondequiera que venga; que, de alguna manera, soy siempre el oprimido. ¿Qué me importa a mí este columpio que alternativamente abate y exalta la cobardía y la abyección? ¿Qué tengo que decir del gobierno y de la oposición, sino que ésta es una tiranía en formación y aquél una tiranía de hecho? ¿Por qué despreciaré más a este campeón que al otro, cuando ambos no se ocupan sino de edificar sus placeres y sus fortunas sobre mis dolores y mi ruina?”

“Es criminal quien no oye, ve, habla, escribe, piensa ni actúa tal como el poder le impone oír, ver, hablar, escribir, pensar, actuar.”

( Y he aquí las citas en lo referente a su “antipopulismo”) “El pueblo es impasible como el derecho, altivo como la fuerza, noble como la libertad; los partidos son turbulentos como el error, iracundos como la impotencia, viles como el servilismo.”

“No hay poder que no sea enemigo del pueblo, porque cualesquiera que sean las condiciones en las cuales se pone, cualquiera que sea el hombre que está investido de él, de cualquier modo como se lo llame, el poder es siempre el poder, es decir, el signo irrefutable de la abdicación de la soberanía del pueblo y la consagración de un dominio supremo.”

“Y el pueblo, que de rebote sufre las medidas opresivas provocadas por la agitación de los ambiciosos -y cuya alma generosa se abre a las tribulaciones de los oprimidos-, suspende sus asuntos, marca un alto en el camino progresivo que recorren se informa de lo que se dice, de lo que se hace, se calienta, se irrita y finalmente presta su fuerza para contribuir a la caída del opresor.

Pero el pueblo, al no haber peleado por sus propios intereses, ha vencido sin provecho -amén que, como explicaré más adelante, el pueblo no tiene necesidad de combatir para triunfar-. Puesto al servicio de los ambiciosos, su brazo ha empujado al poder a una nueva pandilla en lugar de la anterior. Poco después, al convertirse a su vez los antiguos opresores en oprimidos, el pueblo -que, como antes, vuelve a recibir el contragolpe de las medidas provocadas por la agitación del partido vencido, y cuya gran alma, como siempre, se abre a las tribulaciones de las víctimas-, suspende de nuevo sus asuntos y termina por prestar su fuerza a los ambiciosos una vez más.

En definitiva, en este juego brutal y cruel, el pueblo no hace más que perder su tiempo y agravar su situación; se empobrece y sufre. No avanza un solo paso.”


¿Os suena, a algunos de los que me leéis, igual el verbo de Bellegarrigue que el de los “capitalistas”? Decía Bellegarrigue: “El pueblo es inocente de todas las brutalidades que se cometen en su nombre y en su perjuicio”, el Individualismo también es inocente de todas las brutalidades que los capitalistas estáis cometiendo en su nombre y en su perjuicio.
En cuanto a lo que Woodcock decía de Bellegarrigue a esto se resume: “Es un personaje peculiar, casi único dentro del Anarquismo, un “hibrido”, no muy original en sus concepciones económicas -eclipsadas por Proudhon, también por su estilo “paradójico”-… en París trato de establecer una “Asociación de Libre Pensadores”, viviendo de forma comunitaria, ajenos a la propiedad y con tendencias naturistas”. Nos habla después de su desaparición en centro América, donde fue profesor en honduras y quizás ocupando otro puesto de funcionario –y donde por cierto tuvo un hijo al que conoció personalmente Nettlau-. En cuanto a sus ideas nos relata textualmente: “Bellegarrigue esta muy cerca del espectro individualista de Stirner, su vocabulario era el de el “egoísmo solipsista”… Sobre su relación con Proudhon nos dice: “Lo trataba con muy poco respeto, no reconociendo nunca todo lo que le debía en el campo de las ideas, y la fuerza del influjo de su influencia”. En economía (y esto sorprenderá a más de uno): “Si sistema de organización ideal era la comunidad, pues su expresión social no podía ser más que la “Comuna”, constituida, no como una constricción artificial sino como un “organismo fundamental… en la “Comuna” circularía sin embargo, no la propiedad privada, sino la posesión al estilo Proudhoniano, esto le alejaba, por supuesto de la tendencia del comunismo anarquista y aún del colectivismo, sin embargo, su concepto de la “posesión” excluye totalmente la persistencia de estado capitalista”.

Y esto es lo que nos dice Nettlau en su “Anarquía a través de los tiempos”: Fue, sobre la base de su experiencia americana del mínimo de gobierno central y de la vida local autónoma de entonces, un repudio completo del gubernamentalismo francés, que floreció en República, como había florecido en monarquía. Apeló como medio para paralizar el organismo gubernamental a la abstención completa, a lo que se ha llamado más tarde huelga política y que él llama en un período en que la democracia quería obrar revolucionariamente… Discutió poco las cuestiones sociales, tal vez porque todo lo que sentía contra el gubernamentalismo político lo sentía también contra el gubernamentalismo social. Estaba muy contento de la actitud antiestatista del viejo Lamennais en 1850 en La Réforme (París). Se puede reprochar a Bellegarrigue una exageración de las libertades americanas - del género de Paris en Amérique de Edouard Laboulaye (1862) - aunque su novela lo muestra observador realista. Pero fue verdaderamente afectado por el inmenso apego al poder de los hombres y de los partidos que, en Francia, por la revolución de febrero de 1848, fue intensificado y privó de toda esperanza de vida libre popular; y nadie, según su opinión, ni siquiera Proudhon, era defensor consecuente de la libertad. Según él no se escapa a la brutalidad de este dilema ínexorable: la libertad ilimitada o la presión hasta la muerte, hasta la hoguera; no hay término medio, como no lo hay entre la vida y la muerte”.

Espero que esto calle algunas bocas.

Como veo que esto me esta quedando largo, después continuare sobre la semblanza histórica sobre un Individualismo que, muy distinto al que vosotros creéis defender, ha tenido, y aún sigue teniendo, vigencia en el Movimiento Anarquista. Salud.

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Jorge.
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Re: Sobre capitalismo y Estado

Mensaje por Jorge. » 08 May 2008, 13:36

Y tiene más que decir el Hombre Guillotina

"En cuanto al resto de clásicos anarquistas, no hay uno en el que no haya encontrado un fuerte apego por la individualidad (de hecho he realizado una gran compilación de citas al respecto, las cuales creo innecesario trascribir a no ser que se me requieran), A Bakunin lo llamaban “individualista radical” y discípulo de Stirner desde la bancada marxista (sin ser ninguna de esas dos cosas), a Malatesta “voluntarista a-científico”, a Kropotkin “comunista extravagante, espontaneista, caótico, y patrocinador del egoísmo” (él que tanto defendió el “apoyo mutuo”, fue insultado por los marxistas cuando en su articulo sobre la Moral Anarquista hablaba, como Guyau, de “egoísmo y altruismo natural”, ya había sido insultado por los “darwinianos políticos” cuando había contra puesto el concepto de “colaboración colectiva y apoyo mutuo” como fuente de desarrollo, al concepto de “la lucha por la vida”).

Tenemos a Tolstoy, convencido de que: “La libertad es la ausencia de trabas. El hombre es libre, solamente cuando nadie le prohíbe, bajo la amenaza de la violencia, ejecutar ciertos actos. He aquí por qué en la sociedad donde los derechos de las personas están definidos de una manera u otra y donde se exige o prohíbe bajo pena de castigo, ciertos actos, en semejante sociedad los hombres no pueden ser libres”, acusado también de Individualista. Los conceptos de Tucker emergieron de esa diversa conjunción ya antes señalada (exposición que como la de Proudhon, hará falta repetir), del Individualismo stirniano que compartió con John Henry Mackay como nexo entre ambos continentes. Nace entonces el fuerte individualismo de la Belle Epoqué, el Zo d´Axa y su L´Ende hors, del que se impregnó todo una generación, con gotas de ilegalismo, surgió L´Anarchie de Albert Libertad, de Javal y Lorulot, Individualismo matizado por filosofía, y la contraposición del centifismo de unos contra el sentimentalismo de otros y ¡ojo! Ni una micra de este Individualismo aprobaba la propiedad privada, ni la existencia de capital y el dinero. Así nos hablaba Libertad: “Miren, Yo escupo en sus ídolos; escupo sobre Dios, escupo en la Patria, escupo a Cristo, escupo a las Banderas, escupo al Capital y al Becerro de oro, escupo a las Leyes y a los Códigos, a los Símbolos y las Religiones: son juguetes, me burlo de eso, me río de eso...”

Vendría, después de la muerte de Libertad, una nueva hornada, esta sí, partidaria de la propiedad privada, estos son los Armand y Mauricius, así nos expone Armand su opinión al respecto: “El anarquismo individualista se diferencia del comunista de la Federación Jurasiana y sus continuadores, en que considera la propiedad del medio de producción y la libre disposición del producto como la garantía esencial de la libertad individual, que no puede existir sin esa plena posesión de los resultados del esfuerzo de cada uno y de los objetos de placer que forman una prolongación de la personalidad, quedando bien entendido que esta propiedad se limita sólo a la posibilidad de hacer valer siempre la extensión de la tierra o los útiles de producción indispensables a sus necesidades, bajo reserva para el poseedor de no poder disponer por ningún concepto del esfuerzo ajeno en la evaluación de sus facultades”.


Sin embargo, he aquí otras de sus afirmaciones: “Una minoría que posee la facultad de hacer producir y consumir, o la posibilidad de existir a título parasitario bajo diversas y numerosas formas, y en frente una inmensa mayoría que no tiene más que sus brazos, o su cerebro, u otros órganos productivos, que se ve forzosamente obligada a alquilar, o prostituir, no solamente para procurarse lo indispensable a fin de no morir de hambre, sino también para permitir a este pequeño número privilegiado, detentador de la potencia propiedad, o valor de cambio, de vivir a costa del esfuerzo ajeno, más o menos beatíficamente […]He aquí cómo se resume: siendo admitidos ciertos principios cívicos, morales, económicos, etc., que rigen a las sociedades, se trata de formular una regla de aplicación que determine las circunstancias en que el ciudadano afianza o atenta a dichos principios. Sea, por ejemplo, el principio de propiedad, piedra angular del derecho civil. la ley en él consistirá no sólo en confirmar los derechos de los poseedores, sino en protegerlos contra todo ataque; determinará las condiciones en que la propiedad se adquiere, se pierde y se trasmite; las infracciones y castigos, o la significación jurídica de los hechos calificados de violencia, estafa, fraude, dolo. No irá más allá; no se ocupará de saber si es justo o no que la propiedad o el capital esté concentrado en unos cuantos y si de este acaparamiento no nace precisamente toda la materia penable”.

Pues tal y como nos decía Mauricius: “No nos engañábamos, sabíamos bien que la liberación total del individuo en la sociedad capitalista era imposible y que la realización de su personalidad podría hacerse sólo en una sociedad razonable, de la que el comunismo libertario nos parecía ser la mejor expresión”.

Pues tal y como he afirmado, dentro del individualismo, su corriente mayoritaria a principios de siglo, lejos de Norteamérica, era el “individualismo comunista” que se extendía por todos los países de habla latina y aún en Inglaterra (aunque allí seguía teniendo cierto eco Tucker, pues Ambrose Caston Cuddon era partidario de su Individualismo y nuevo-mutualismo, su voz era desconocida en el continente, y aún así, en la isla, seguía quedando Wilde, convencido Individualista, a la par que socialista, opuesto al capitalismo y aún a la propiedad privada).

Así nos retrata Malatesta (con sus dosis de ironia) la coexistencia de ambas corrientes: “La desarmonía, el antagonismo de intereses, son consecuencias de las instituciones presentes. Destruid el Estado, respetad la completa libertad de comercio, de la banca, de la casa de moneda; que el derecho de posesión de la tierra esté limitado por la obligación de cultivarla; que sea libre, comple¬tamente libre la competencia, dicen los anarquistas individualistas de la escuela de Tucker, y la paz reinará en el mundo: la renta económica, o sea la diferencia de valor, por productividad y por posición, de las varias partes del suelo desaparecerá naturalmente y la competencia nos conducirá natural¬mente a la más provechosa utilización de las fuerzas naturales a beneficio de todos.

Destruid el Estado y la propiedad individual -dicen los anarquistas indi¬vidualistas de la escuela comunista- y todo marchará bien; todos estarán naturalmente de acuerdo; todos trabajarán porque el trabajo es una necesi¬dad fisiológica; la producción corresponderá siempre y naturalmente a los pedidos de los consumidores y no habrá necesidad de pactos ni de reglas porque... haciendo cada uno lo que quiera se hallará que sin saberlo ni que¬rerlo habrá hecho lo que querían los demás”.

Pero ¿Qué venia a decirnos este “Individualismo Comunista”? he aquí un bosquejo en labios de Wilde: “Es inmoral usar la propiedad privada a fin de aliviar los terribles males que resultan de la misma institución de la propiedad privada. Es a la vez inmoral e injusto…
Por el otro lado, el Socialismo por sí mismo será valioso simplemente porque conducirá al Individualismo.

El Socialismo, el Comunismo, o como uno quiera llamarlo, al convertir la propiedad privada en riqueza pública, y al reemplazar la competencia por la cooperación, restituirá a la sociedad su condición de organismo sano, y asegurará el bienestar material de cada miembro de la comunidad. Dará a la Vida una base y un medio adecuados. Pero algo más se necesita para que la Vida en su desarrollo completo, logre su más alta forma de perfección. Se necesita el Individualismo. Si el Socialismo es Autoritario; si hay Gobiernos armados de poder económico, como lo están ahora de poder político; si, en una palabra, llegamos a Tiranías Industriales, entonces la condición del hombre sería peor que la actual…

Estas dos afirmaciones serían perfectamente ciertas. La posesión de propiedad privada resulta a menudo extremadamente desmoralizadora y ésta es por supuesto, una de las razones por las cuales el Socialismo quiere librarse de esta institución. En realidad, la propiedad resulta un estorbo. Años atrás hubo gente que recorría el país afirmando que la propiedad genera obligaciones; la proclamaban tanto y en forma tan tediosa que, al final, la Iglesia comenzó a decirlo a su vez. Se escucha ahora desde cada púlpito. Es perfectamente cierto. La propiedad tiene obligaciones y tiene tantas, que poseer propiedades resulta una carga. Genera constantes reclamaciones, interminable atención a los negocios, perpetuos malestares. Si la propiedad sólo ofreciera placeres, la podríamos soportar; pero sus obligaciones la hacen insoportable. En el propio interés de los ricos, debemos desembarazarnos de ella. Las virtudes de los pobres pueden reconocerse fácilmente, y mucho deben lamentarse. Con frecuencia se nos dice que los pobres están agradecidos a la beneficencia. Algunos de ellos lo están, sin duda, pero los mejores entre los pobres nunca están agradecidos. Están descontentos, desagradecidos, son desobedientes y rebeldes. Y tienen mucha razón de sentirse así. Sienten que la caridad es un modo ridículamente inadecuado de restitución parcial, o una limosna sentimental, acompañada habitualmente por un impertinente intento por parte del sentimentalista de tiranizar sus vidas privadas.

¿Por qué sentir agradecimiento por las migajas que caen de la mesa del rico? Debieran estar sentados compartiendo la mesa, y lo están empezando a saber. Y en cuanto a estar descontentos, un hombre que no lo estuviera en ese medio y llevando tan baja forma de vida, sería un perfecto bruto. La desobediencia, a los ojos de cualquiera que haya leído historia, es la virtud original del hombre. A través de la desobediencia es que se ha progresado, a través de la desobediencia y a través de la rebelión…

Queda claro, entonces, que ningún sistema de Socialismo Autoritario servirá. Bajo un sistema industrial cuartelario, o bajo un sistema de tiranía económica, nadie tendría libertad. Debe lamentarse que una parte de nuestra comunidad viva prácticamente en la esclavitud, pero es infantil proponer que se resuelva el problema con la esclavitud de toda la comunidad. Cada hombre debiera ser libre para escoger el propio trabajo. No debiera ejercerse sobre él ninguna compulsión. Existiendo compulsión, el trabajo no será bueno para él, no será bueno en si mismo, y no será bueno para los demás. Y por trabajo me refiero simplemente a cualquier tipo de actividad…
Confieso que muchos de los puntos de vista socialistas con los que me he encontrado, parecen estar manchados por ideas de autoritarismo, cuando no de cruel compulsión. Por supuesto, autoridad y compulsión, quedan fuera de toda cuestión. Toda asociación debe ser voluntaria. Es únicamente en asociaciones voluntarias que el hombre puede sentirse realmente bien.

Podrá preguntárseme cómo es que el Individualismo, que prácticamente depende de la existencia de la propiedad privada para su desenvolvimiento, pudiera beneficiarse con la abolición de la misma. La respuesta es muy simple.

El beneficio será éste. Bajo las nuevas condiciones, el Individualismo será mucho más libre, más bello y más intenso que ahora. No estoy hablando del gran Individualismo imaginativamente realizado por poetas tales como los que he mencionado, sino del gran Individualismo real, latente y potencial del género humano en general. Pues el reconocimiento de la propiedad privada ha dañado realmente al Individualismo, y lo ha oscurecido, confundiendo al hombre con lo que él posee. Ha desviado totalmente al Individualismo. Ha hecho su finalidad de las ganancias, y no del desarrollo. De manera que el hombre creyó que lo importante es tener, y no supo que lo importante es ser. La verdadera perfección del hombre reside, no en lo que el hombre tiene sino en lo que el hombre es. La propiedad privada ha destrozado el verdadero Individualismo, y establecido un Individualismo que es falso. Ha prohibido a una parte de la comunidad alcanzar su individualidad, haciéndola morir de hambre. Ha prohibido a la otra parte de la comunidad llegar al Individualismo, colocándola sobre un camino erróneo y poniéndole obstáculos. En realidad, la personalidad del hombre ha sido tan completamente absorbida por sus posesiones que la ley inglesa trata las ofensas contra la propiedad de un hombre con mucha más severidad que las ofensas contra su persona, y la propiedad es todavía la prueba distintiva de completo derecho cívico. También muy desmoralizadora es la industria necesaria para hacer dinero. En una comunidad como la nuestra, donde la propiedad confiere inmensa distinción, posición social, honor, respeto, títulos y otras agradables cosas semejantes, el hombre que es naturalmente ambicioso, hace suya la meta de acumular esta propiedad, y sigue tediosamente acumulándola largo tiempo después de haber conseguido mucho más de lo que desea, o puede usar, o gozar, o quizás aún conocer. El hombre se matará trabajando a fin de asegurarse propiedades y, verdaderamente, considerando las enormes ventajas que trae la propiedad, uno no puede sorprenderse. Lo que uno puede lamentar es que la sociedad esté construida sobre bases tales que el hombre se vea encasillado sin poder desarrollar libremente todo lo maravilloso, fascinante y exquisito que hay dentro suyo; con lo cual, en verdad, pierde el verdadero placer y alegría de vivir. Se encuentra también muy inseguro bajo las condiciones existentes. Un comerciante rico puede estar -a menudo lo está- en cada momento de su vida a merced de las cosas que no quedan bajo su control. Si el viento sopla demasiado, o si el tiempo cambia de repente, o si sucede algo trivial, su barco se puede hundir, sus especulaciones pueden fallar, y se convierte en un hombre pobre, con una posición social que se le fue. Nada debiera poder dañar a un hombre más que él mismo. Lo que un hombre tiene realmente, es lo que está dentro suyo. Lo que está afuera no debiera tener importancia.
Con la abolición de la propiedad privada tendremos, entonces, un verdadero, hermoso, sano Individualismo. Nadie perderá su vida en acumular cosas y los símbolos para las cosas. Se vivirá. Vivir es la cosa menos frecuente en el mundo. La mayoría de la gente existe, eso es todo.”


Helo aquí, el verbo repetido por Voltairine de Cleyre, y por todos los que han concebido el Individualismo como ajeno, mejor dicho, como enemigo mortal de la Propiedad Privada y el Capitalismo…

Ya que he expuesto que históricamente existe un Anarco individualismo ajeno a los conceptos económicos, tendremos que refrendar que también actualmente existe… yo me considero, sin más, Anarquista, y no me importan las extrañas palabrejas que os adjudiquéis o queráis adjudicar, pero haré de “abogado del diablo” y defenderé a cualquier concepto antiautoritario que cualquier grupo de “opresores emboscados” traten de usurpar o sepultar bajo sus mil etiquetas y tergiversados aforismos, y eso es lo que pienso que intentáis hacer con el Individualismo, económico o no, y con el Mutualismo, ergo, siendo yo una persona muy mirada por su independencia personal, y un firme defensor de su Individualidad y Voluntad, además de un consagrado impugnador de la propiedad privada, y un profanador de toda vuestra retahíla de recetas capitalistas, me decido a defender, contra vosotros ambos conceptos.

Hablemos de Voluntariedad, y sobre el sangrante tema de la “prostitución” –de una u otra categoría- dentro del sistema capitalista –sea el que finge una cara amable, o el que se nos muestra con sincero cinismo- hace varios mensajes dedique andanadas al tema y nadie me a contestado, así que lo sesgaré le haré una “autopsia” y aplicándole el escalpelo, o mejor, la guillotina, extraeré lo más “asequible”.

Aquí esta.

En otro orden de cosas, creo que desconocéis diametralmente lo que significa el concepto de “Voluntariedad”… voluntario, queridos, es aquello que se hace sin que medie coacción, obligación, premio o castigo de ninguna especie, voluntario es todo aquello que, si no tuvieras ninguna presión externa para realizarla, harías igualmente.


Habláis de la prostitución y demás con una legua tan insensible como vuestra capacidad para deducir los efectos de las causas, ¿Queréis saber si una mujer u hombre pueden “prostituirse voluntariamente”? entonces abolid el “salario”, desterrar la coacción a la que se es sometido por el hambre, la sed, el abrigo y el refugio, dotad a todos los individuos de todo aquello que necesiten para realizar sus propias vidas, barred un sistema patriarcal y decadente, destruid hasta sus cimientos una educación putrefacta y cargada de roles y clichés, y abolid definitivamente el dinero… y aún así, teóricamente, vuestra mente seguiría sumergida en los lodos que conciben que una forma de “esclavitud” que responde únicamente a la obtención de una renumeración que permite saciar las “necesidades básicas” podrá ser alguna vez una “practica voluntaria” cuando a cambio, “tan solo”, obtenemos Prolongar Nuestra Vida.


Eliminad el dinero y el sistema de salarios, y entonces los hombres y mujeres que se acuesten con otros lo harán por gusto, por deseo, por placer, por amor, y no por comida, por dinero, por medicarse, o por no recibir una certera cuchillada. Permitid que todo el mundo tenga acceso a los productos que calmaran su hambre, que saciaran sus maltrechas tripas, que llenaran los vientres famélicos e insanamente hinchados de sus hijos, y estos esos hombres y mujeres que se acuestan con los demás, aún sin necesitarlo y sin que medie nada “a cambio”, serán seres libres, llamadlos “promiscuos” si queréis, cargad vuestra moralina pretendidamente “inmoral” contra las pulsiones ajenas, pero no os atreváis a decir que lo que alguien no haría en una circunstancia libre de coacciones es Voluntad.


¿Queréis comprobarlo?, acudid a cualquier persona sobre la que se ejerza la prostitución y preguntadle: “¿Si no te pagaran, querrías martirizar tus carnes de la misma forma?”, Si la respuesta es negativa no es fruto de su Voluntad, es Violada, Asesinada y Destruida en pos de una Voluntad ajena, y gracias al auspicio de vuestra hipocresía… si la respuesta es positiva, entonces que sea libre de practicarla como una mera emanación de su “Yo”, que no se vea obligada a convertirlo en una férrea “categoría económica”, que deje de formar parte de los regulado, administrado y evaluable por Sociedad o Poder alguno, y solo le pertenezca, en absoluta propiedad, al Reino de sus Ocios y Pulsiones.


Repetid la misma operación con cualquier otra persona que prostituya su cuerpo, que alquile o venda sus fuerzas de trabajo o el volumen de su cuerpo, esos a los que llamamos “trabajadores”, reformula la pregunta, y descubriréis que nadie acudiría a los “tajos”, a la fabricas, empresas y calles, si encontraran otra forma mejor de vivir, de producir lo que necesitan, de obtener mejores condiciones existenciales, de consumir cuanto requieren, de trabajar para ellos y no para la “Aristocracia del Capital”… abolid este sistema injusto y el mundo podrá ser de todos, cada uno “Gobernante” de su propio mundo, cada quién “Propietario” de su propia vida, sin tener porque limitar, lesionar o ingerir en los mundos y vidas ajenas.

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Comunista integral
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Re: Sobre capitalismo y Estado

Mensaje por Comunista integral » 08 May 2008, 14:00

Osvaldo Aceves escribió:Es demasiado ideológico y amañado ese texto de H Guillotina. Poner 'Capital' con mayúscula indica claramente que su intención es denigrar al capitalismo y sus amigos. Sus argumentos anticapitalistas son tan comunes y fáciles de contestar, que no creo que valga la pena perder tiempo en ello.
En mi experiencia nada tiene más de ideológico (de ideología burguesa, para ser preciso) que la defensa del capitalismo. Nunca, NUNCA, los defensores del capitalismo pueden defender al capitalismo concreto, siempre defienden al capitalismo en abstracto.

Y eso es pan comido, porque sólo hay que recurrir a la doctrina ya memorizada y su coherencia lógica interna. Es por eso que te resulta tan "fácil" contestar, porque solamente comparas lo que dijo HG con tus ideas (lo cual sólo requiere buena memoria, un buen manejo de los conceptos, tácticas de argumentación, etc.), y no a lo que dijo HG con la realidad (lo cual requiere la capacidad de observar la realidad lo más objetivamente posible y adaptar nuestras ideas de la realidad a la realidad efectiva, en vez de pretender hacer lo contrario).
Osvaldo Aceves escribió:
Los señores “capitalistas” no puede ser tan ingenuos como para creer que el Capital es capaz de producir por si solo, ¿no, verdad?, reconocerán entonces al Trabajo como fuente de toda riqueza. El Capital, inerme e improductivo, no serviría ni como simple “bono de cambio”, si este quedara abolido, y se reconociera como único objeto de valor material lo consumible o lo que proporciona y produce los elementos necesarios y susceptibles de ser consumidos, el dinero, a no ser que se unte en mantequilla, o se valore como un “collage artístico”, ni puede consumirse ni reproducir bienes de consumo (incluyendo todos los elementos de “ocio”, “aprendizaje” y categorías similares). Entonces, ¿Si el Capital no produce por si mismo, si es infértil y estéril, donde reside su utilidad?,
Respuesta, capital (con minúscula) es simplemente el conjunto de máquinas, herramientas, conocimientos y relaciones sociales que hay en torno a cualquier actividad productiva.
Esa es la típica concepción del capital desde la economía burguesa. Un conjunto ahistórico de mercancías puestas en movimiento para una actividad productiva también ahistórica. Ya aquí se huele desde lejos la ideología burguesa, que no considera al capital históricamente. La ideología burguesa considera a capital y medios de producción como sinónimos, porque no concibe una sociedad donde los medios de producción no sean capital, es decir, conjunto de mercancías movilizadas para crear ganancia.
Osvaldo Aceves escribió:Así entendido, el capital es claramente MUY PRODUCTIVO. Sin esas máquinas, herramientas, conocimientos y relaciones sociales, las producción de un trabajador físico es BASTANTE MENOR.
Sin máquinas la producción del trabajo humano es bastante menor, de acuerdo. Pero sin el trabajo humano la producción de las máquinas es CERO.
Osvaldo Aceves escribió:Por consecuencia, una gran parte de la producción se debe al capital (con minúscula).
El ser humano no le debe nada de la producción a otro que a sí mismo. Todos los medios de producción que, en las relaciones sociales capitalistas, conforman el capital, son productos del trabajo humano.
Osvaldo Aceves escribió:Ahora, si esa producción es propiedad de fulano o mengano, o de la clase zutana o perengana, ésa es otra cuestión.
Esa es LA cuestión.
Osvaldo Aceves escribió:Los anarcocapitalistas (contra quienes va el texto de H Guillotina) NO decimos que el capital debe pertenecer a fulano, mengano, zutano o perengano.
Correcto. Lo que ustedes dicen es que el capital debe seguir existiendo. En cambio nosotros decimos que no debe seguir existiendo. O sea, que los medios de producción sólo existan en tanto medios de producción, y no como capital (mercancía puesta en movimiento para generar ganancia).
Última edición por Comunista integral el 08 May 2008, 16:16, editado 2 veces en total.
Para todas las ocasiones en que lo amerite (y no son pocas):

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Re: Sobre capitalismo y Estado

Mensaje por AaA » 08 May 2008, 14:02

Lo siento Jorge., pero como le he dicho a él, si no va un poco más al grano, yo por lo menos no puedo entrar a debatir esos textos. El tiempo es un bien escaso y preciado y, pudiendo discutir los argumentos no voy a entrar a descifrarlos en ese mar de retórica. Lo digo para que no parezca que no los contesto por irrebatibles (como alguien creo que ha insinuado en el otro topic).
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regan
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Re: Sobre capitalismo y Estado

Mensaje por regan » 08 May 2008, 15:01

Si te refieres a mí no lo he insinuado, lo he afirmado.
Curiosas son las gafas que se compran los neoliberales, que donde los anarquistas vemos verdades como puños ellos ven retórica.
Nunca es el lugar, nunca son las formas. No es que no tengais respuestas, no. Es que no teneis tiempo, nuestros textos son muy largos, si concretamos y ponemos ejemplos es porque hacemos demagogia. Y así hasta el infinito.

Encima que nos molestamos en buscar respuestas a vuestras preguntas, desagradecidos.
Última edición por regan el 08 May 2008, 15:05, editado 1 vez en total.
mira lo que ha hecho
la guarra de tu hija

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Jorge.
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Re: Sobre capitalismo y Estado

Mensaje por Jorge. » 08 May 2008, 15:05

Bueno, es que el conocimiento, como todo lo que se conquista, ha de venir del esfuerzo. El mundo de lo social es un mundo complicado. Y muchas cosas complicadas sólo pueden decirse de manera complicada. No es que a mí me gusten las complicaciones, pero lo que dice está argumentado, fundamentado y está claro. Otra cosa es que no puedas responderle por falta de tiempo.

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