El Leninismo, ideología fascista

¿Qué tienen en común el Anarquismo y el Comunismo? ¿Qué separa y une a estas dos formas de organizar la sociedad? ¿Nuestro fin es el mismo? Stalinistas, leninistas, marxistas y marxistas libertarios. ¿En qué se diferencian entre sí? ¿Y en qué se parecen?
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desarmado
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Mensaje por desarmado » 22 Dic 2006, 09:40

A mí el texto me parece más ganas de provocar que otra cosa. Puedo estar de acuerdo en lo que dice, sin enredarme en si el fascismo viene del fascio o de Cartagena la vieja, lo que no me gusta es como lo dice.
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Gerrard Winstanley
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Mensaje por Gerrard Winstanley » 23 Dic 2006, 17:08

TAO escribió:Xagar, yo soy bombero, y no entiendo un pijo de lo que estás hablando. ¿Eso es por ser un esbirro pagado por el estado o por ser demasiado tonto?
Pues Miguel Amorós es catedrático de instituto de Matemáticas. ¿Renuncia a su sueldo (y no es el salario base, no) de funcionario del Ministerio de Educación español el Ricardo de la Cierva anarquista?

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Gerrard Winstanley
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Mensaje por Gerrard Winstanley » 24 Dic 2006, 09:09

Xagar, tan libre eres de irte como yo de responderte:

1) La ideología del fascismo no se construyó a partir de la ideología espartana o romana, aunque el fascismo afirmase sus conexiones históricas con Roma, igual que el nazismo con los antiguos germanos, los hititas, y demás pueblos indoeuropeos antiguos (en el nazismo había un componente de rechazo a las aportaciones latinas en la cultura alemana). Justo, hay que afirmar la falsedad histórica de esta conexión, para dar más base a la crítica a los fascismos.

2) No hablas de esas prácticas represoras de romanos y espartanos, por lo que no puedes fundamentar que fueran fascistas. Además: a) el fascismo, como ideología, es un todo, no porque haya una o dos correspondencias con el imperialismo romano o con el republicanismo espartano pueden calificarse a estas ideologías como "fascistas"; b) los romanos no eran muy diferentes de otros imperios, y, los espartanos, no eran imperialistas (por su concepción del republicanismo: si una república tiene un equilibrio perfecto, ampliar su territorio sólo puede romperlo al aparecer latifundistas o gestores de ese nuevo territorio), reprimirían a los ilotas pero no se mancharon las manos con la sangre de otros pueblos más que cuando amenazaron el territorio de su república.

3) Para no ser pertinentes, según tú, los ejemplos de Roma y Esparta en este tema, bien que te empecinas en volver a ellos: ¿o es que son pertinentes cuando los sacas tú, pero no cuando los sacan los demás?

4) Mi materialismo no es chato, sólo intento que sea sencillo: el régimen social viene determinado tanto por el régimen de producción e intercambios materiales (la economía) como por las relaciones de poder, que no siempre se corresponden con la económicas aunque se relacionen con ellas (ejemplo: los medios de comunicación; ejemplo: las instituciones educativas; ejemplo: la familia). Y el poder es un hecho material: pero esto es perogrullesco, poder es la capacidad de forzar a alguien contra su voluntad, ¿hay algo más material?. Del idealismo y del esencialismo es donde surgen los complejos constructos teóricos, que se derrumban como castillos de naipes ante la realidad. Cosas de catedráticos de instituto y de estudiantes universitarios (sean estos o no opositores o becarios).

5) El leninismo (yo hablo de bolchevismo: ¿o es que tú crees tambén que la Historia la hacen las "grandes individualidades"?) no tiene elementos fascistas. En este sentido, no tengo nada más que añadir.

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Xagar
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Mensaje por Xagar » 24 Dic 2006, 14:20

a ver, los espartanos no me parece que tuvieran noción de eso que tú les atribuyes como ideología, así que tu misma pretendida crítica cae en lo mismo que critica. De todas formas, mi alusión a esas civilizaciones no fue hecha en las coordenadas totalizadoras en las que tu hilvanas tu discurso.

De lo que dices me quedo con esto:
La ideología del fascismo no se construyó a partir de la ideología espartana o romana, aunque el fascismo afirmase sus conexiones históricas con Roma, igual que el nazismo con los antiguos germanos, los hititas, y demás pueblos indoeuropeos antiguos
de una manera o de otra estas sociedades contienen elementos antropológicos o llámalos como quieras de carácter fascista. y no somos ya tan tontos como para creer que el fascismo ya existía en roma o esparta.

Es cierto que dí por supuesto el conocimiento de las prácticas represoras (no lo digo en sentido político necesariamente) de espartanos y romanos, pero es que tampoco pretendo sentar cátedra sobre ello, quien no lo sepa siempre puede comprobarlo por él mismo.

Gerrard, por dios, lo que llevo diciendo desde que empecé a participar en este tema es que el fascismo es algo más que una ideología. es uno de los dos elementos constituyentes de la producción.

Y sí, tu materialismo es chato (y lo digo sin acritud) y te voy a decir por qué aunque no me pagan por ello. dices que del idealismo y el esencialismo es donde surgen los complejos costructos teóricos que se derrumban como castillos de naipes ante la realidad. pues bien, parece mentira que no des cuenta de esa realidad de la que hablas, pues en nuestra sociedad la realidad se construye desde el cerebro y proyecciones ideales. incluso al mismo Marx le cuesta desembarazarse del hegelianismo. la realidad se constituye como lo objetivo aparente. así que toda tu crítica -aunque bienintencionada- se derrumba si no explicas qué es la realidad, pues ésta contiene elementos ideales además de materiales. dije que la realidad se constituye como lo objetivo aparente; bien, esto es lo que Marx llamó falsa conciencia, es decir, ideología. por eso digo que es chato tu materialismo, aunque quizás no es que sea chato porque sea tuyo, sino por un defecto crítico de base, que es el pretender dar una explicación totalizante acerca de lo que estamos hablando en este espacio. para que se entienda mejor, el poder, por muy material que sea, cada vez es menos evidente cuál es su referente material. Observa por ejemplo el proceso de despersonalización del poder que se incoa desde la Ilustración hasta nuestros días. el poder se va diversificando por toda la estructura social del Estado, ahora, ¿es el policía -órgano represor- el que ostenta el poder? ¿es el político?... y así un proceso que ejemplifica la homónima novela de Kafka, por ejemplo.
Así que lo que dices sólo tiene sentido a partir de una determinada concepción de la realidad, que ya no es la Realidad misma, pues das por supuesto qué es ello.

Pero vayamos a lo que se estaba tratando en este tema.

Dices que el leninismo no tiene elementos que podríamos denominar 'fascistas'. pero no dices por qué.

sin embargo mi mensaje ejemplificaba -quizás demasiao sintetizadamente- los elementos 'fascistas' del leninismo. sin embargo hubo gente que lo entendió sin problema. el mensaje largo de Kolokada ejemplifica más abiertamente lo que digo.

'fascismo' -a parte del constructo ideológico que se dió históricamente- nos sirve para explicar ciertos comportamientos que no tienen porqué ser ideológicos. hablar de democracia para afuera y andar represaliando dentro a cualquiera que presenta la más mínima divergencia es un acto paranoico-fascista. y puedes estar tranquilo Gerrard, no confundimos a la ideología fascista con el fascismo de verdad.

un saludo.

Manolo Cabezahuevo
Estoy expulsado, pero soy muy pesado
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Mensaje por Manolo Cabezahuevo » 12 Ene 2007, 04:06

Chris Wright
Por qué el leninismo no es «fascismo rojo».


Si Lenin, en su obra más “libertaria”, defiende de hecho un tipo de capitalismo “de Estado”, ¿qué es lo que concluímos del Bolchevismo? Muchos, en los círculos anarquistas y marxistas libertarios se refieren al leninismo como “fascismo rojo”, pero a mí me parece que esto es muy equivocado en importantes sentidos. No porque el leninismo no matase la revolución rusa; no porque Trotsky no fuese un autoritario, sino porque el leninismo ha jugado en relación al capitalismo un papel claramente diferente del que ha jugado el fascismo.

Necesitamos pensar claramente sobre qué fue el fascismo. Yo pienso que esta cita de la recensión de Werner Bonefeld del “Fascismo sin revisión” de Johannes Agnoli señala algunos puntos interesantes de manera sucinta:

“En conclusión, Agnoli ve el Fascismo como una fuerza contrarrevolucionaria que busca deshabilitar a las masas (proletarias) ‘dependientes’ y repeler sus aspiraciones emancipatorias a través de una política preventiva de ‘pacificación’ terrorista y, una vez así domesticadas, a través de una política de despolitización efectuada a través de la institucionalización y legalización de la ‘cuestión obrera’. El fascismo, argumenta él (pág. 111), no sólo atacó a la clase obrera revolucionaria. Tal ataque pertenece a la ‘normalidad’ de la política del Estado burgués. El fascismo también atacó al movimiento obrero reformista y enfocó la integración de la clase obrera en el ‘sistema’ burgués hacia temas tales como el Volk (pueblo) donde los ‘amigos’ recíprocos ganan una existencia material no sólo a través de los ‘viajes de placer’ organizados por el Estado, sino también, y más importante aún, a través de la persecución mortal del ‘enemigo’.

El fascismo italiano, en contraste con la concepción volkista alemana de lo ‘nacional’, se enfocó hacia la incorporación de la ‘clase’, buscando subsumir lo potencialmente subversivo bajo la obligación de la responsabilidad. Por supuesto, sólo los sindicatos fascistas fueron invitados -y fueron los únicos a los que se permitía invitar- a participar en las discusiones tripartitas. Como Agnoli muestra, los esfuerzos de los patrones por reafirmar su derecho a gestionar no estaba de ninguna manera disminuido, más bien fue fortalecido a través de la política de incorporación. Dentro del armazón corporativista, los patrones se endosaron como los productores y el papel del trabajo era el de un dependiente que conoce su posición ‘natural’, que se les atribuye a aquellos sin propiedad desde los tiempos romanos: la posición natural del obrero en el corporativismo italiano era la de la plebe. Agnoli resume esto con la metáfora del un barco nacional: la mayoría rema, la minoría navega.

En suma, se entiende el fascismo histórico como un esfuerzo por manejar la reproducción de la sociedad burguesa.”

Si el fascismo es un ataque terrorista contra la clase obrera, el leninismo difícilmente jugó tal papel en Rusia antes de asumir el poder estatal. El leninismo, de hecho, perseguía la organización de la clase obrera para el derrocamiento del capital y el establecimiento del comunismo, una idea que ningún fascista sostiene, ni incluso los fascistas de izquierda discutidos por Agnoli. Ahora, el leninismo puede formular la política de liberación de todo tipo de maneras autoritarias, pero lo hace desde dentro del movimiento obrero histórico, no desde fuera de él. El leninismo en el poder se convirtió en la vanguardia del desarrollo del capitalismo (el capitalismo “de Estado”) en Rusia. Y el leninismo en el poder condujo ciertamente a un régimen completamente asesino que usó todas las formas de terror contra la clase obrera. Pero, a diferencia del fascismo, esta bestia procedía del movimiento obrero mismo, de sus propias contradicciones y limitaciones.

Si acaso, el leninismo puede entenderse mejor como lo que siempre se le acusó de ser: jacobinismo. Pero esto lo digo en el sentido literal, de que el leninismo se convirtió en la vanguardia del desarrollo capitalista, pero que originalmente había sido la expresión de los deseos radicales de las masas. Esta combinación de luchas obreras y desarrollo capitalista no debe ser nada nuevo en esta lista. Que el bolchevismo deviniese jacobinismo no es ninguna sorpresa; el leninismo era el matrimonio de Marx, el movimiento obrero y la ideología revolucionaria burguesa, especialmente en sus concepciones de la ciencia, la organización y el comunismo, que venían de Engels, Lassalle, Blanqui y Bakunin. Que el jacobinismo del siglo XX se tornase en Thermidor no es ninguna sorpresa. Esta es una parte de Trotsky que es efectivamente bastante sagaz, excepto porque el leninismo siempre fue una teoría de la revolución burguesa (simplemente se necesita considerar el contenido efectivo de la fórmula de Lenin: ‘dictadura democrática de los obreros y los campesinos’), pero planteada desde dentro del movimiento obrero de un país menos desarrollado. Otro modo de decir esto es que el leninismo era el reformismo socialdemócrata en una situación que hizo revolucionarias las demandas democráticas burguesas.

Ante una clase obrera real y un mundo del capital y de revueltas obreras, el jacobinismo y el Thermidor, que ya se habían introducido extensivamente en el terror durante la Revolución francesa, se repiten a una escala desconocida hasta ese momento. Pero, ¿es esto fascismo? ¿Eran los jacobinos fascistas porque usaron el terror para establecer el capitalismo? ¿Qué queda del significado del término fascismo llegado aquí? Ciertamente, para aquéllos para quienes el comunismo ha sido siempre posible en cualquier sociedad, el jacobinismo y el fascismo pueden ser la misma cosa, pero yo rechazo eso por completo. Ésta sería una línea divisoria entre cierto tipo de utópicos y Marx.

Por otra parte, consideremos por un momento de qué era parte la Revolución rusa. El bolchevismo luchó con sus propias contradicciones, pero hasta la muerte de Lenin la mirada siempre había estado en la extensión de la revolución. Que el leninismo emplease medios que eran anatema para la revolución es sólo decir que el leninismo estaba tan limitado como el jacobinismo en Francia, que también extendiera la revolución y qué también tuvo que dejar paso al Thermidor debido a su desconfianza en las masas. No quiero reducir el bolchevismo a “desconfiar de la clase obrera en el mismo momento que se deposita su confianza en ella”, pero no es precisamente inexacto ¿no es así? Después de todo, los revolucionarios bolcheviques no afrontaron prisiones, exilio, pobreza y muerte por la causa del orden, sino por el derrocamiento del zarismo y el capitalismo. El leninismo vivió una contradicción de la que la recurrencia “leninismo=fascismo rojo” simplemente no puede dar cuenta, y peligrosamente además. Confunde a los jacobinos con el Thermidor y el bonapartismo*.

El fascismo, por su parte, no inspiró levantamientos revolucionarios en ninguna otra parte, ni hizo decir a las masas de trabajadores radicales “¡quiero ser un fascista!”. No, ellas se juntaron a lo que pensaban que era el partido de la revolución internacional, y muchacho, estaban equivocados: pero no porque fuesen secretamente fascistas. Se juntaron a lo que, en los países capitalistas desarrollados, agrupaba a un reformismo muy militante que podría contribuir a la inestabilidad del capitalismo, pero que tenía una política que no hizo más que dejar a la clase obrera vulnerable al fascismo, el keynesianismo y la guerra.

Yo aborrezco llamar al maoísmo o a los otros nacionalismos, usando el nombre de Lenin, “leninismos”, sólo porque estaban basados, a diferencia del bolchevismo, en el campo y utilizaron medios y métodos muy diferentes del leninismo, que era una parte integrante del movimiento obrero europeo. El maoísmo, el castrismo, el guevarismo, etc., reflejan todos una base social muy diferente, a la que podemos referirnos como un campesinado propiamente dicho, un campesinado todavía no subordinado a la relación capital-trabajo, y por tanto unas fuerzas no obreras. Todos ellos se comprometieron en el alzamiento militar y la conquista de las ciudades, con el aplastamiento inmediato de toda insurgencia del trabajo. Y con todo, es algo cuestionable cuánto se dilató el leninismo en el poder.

Que el desarrollo capitalista del siglo XX tendió hacia la masificación del Estado, es decir, el Estado tomando el papel de banquero, empresario, asistente social, ante el poder masivo de la clase obrera (algo que el fascismo ayudó poner en marcha), y hacia el Estado como ‘capitalista del desarrollo’, es ciertamente evidente. Que el capitalismo “de Estado” representó la tendencia predominante en la lucha contra el capital es también evidente. Lo que está menos claro, parece, es que el leninismo no era fascismo. El leninismo, en un sentido, es el fracaso de la clase obrera para derrocar el capitalismo, un fracaso cuyo verdadero contenido todavía ayudó a exponer el marxismo ‘científico’, de ahí las críticas realizadas por los comunistas de consejos y los marxistas hegelianos, pero que también expresaba el pliegue del movimiento obrero a sus propias contradicciones. El fascismo no es nada de eso. El fascismo fue un garrote, un arma. El fascismo no derrocó NADA. Esto es por lo que yo insisto en que cualquiera que piense en el fascismo como en un movimiento obrero de masas no entiende nada.

En un sentido, hay una ruptura entre el leninismo y el estalinismo, una ruptura basada en la aniquilación final de los jacobinos por el Thermidor y la institucionalización del bonapartismo. No es, sin embargo, una contrarrevolución en el sentido normal, dado que el leninismo bajo Lenin era ya Thermidor, tanto como que el jacobinismo ya contenía aspectos de Thermidor; es una nueva fase de desarrollo en la que la exuberancia juvenil y la violencia de masas han de ser deshechadas y el derecho del control social devuelto al Estado. La revolución burguesa tenía que dejar paso a la estabilidad burguesa, una estabilidad que cuesta mucha más violencia porque tenía que imponerse no sólo a una clase embrionaria con un pequeño poder social comparada con la masa de pequeños propietarios (la Revolución francesa), sino a una clase obrera poderosa con dimensiones internacionales (la Revolución rusa.)

En cuanto a hoy, el leninismo mantiene estas contradicciones. Yo no me opongo al leninismo como un tipo de “fascismo rojo”, sino como un tipo de reformismo militante, como un reformismo que ha producido personas cuya profesión es el control social total (a la Debord.) Como tal, son agentes del capital en el mismo grado que los burócratas sindicales y otros elementos enemigos dentro de la clase obrera, con la siguiente diferencia: los sindicatos han sido institucionalizados como órganos de gestión, mientras que el leninismo, por lo menos en los EE.UU., no ha logrado este status. La situación es algo distinta en países como Francia e Italia, donde los Partidos Comunistas son los principales partidos institucionales e incluso los leninistas “revolucionarios” (léase: sectarios) son muchos más y más influyentes. ¿Significa eso que podrían convertirse en la vanguardia del fascismo? Lo dudo realmente. Pienso que el leninismo como oposición revolucionaria está, de hecho, casi muerto y que ha sido así durante muchos años, quizá décadas.

El leninismo puede servir para desorientar a la gente que busca las ideas revolucionarias, puede desencaminar las luchas. Los leninistas pueden actuar, en otras palabras, como reformistas pro-lucha de clases. Pero el leninismo no será capaz, en los países desarrollados, de dirigir el Estado excepto como un tipo de reformismo recuperador y parlamentarista. La base social del bolchevismo (como vanguardia estatista de la transformación de la subsunción formal a la subsunción real) se ha debilitado y reducido, y aspectos del bolchevismo han sido subsumidos en el capital (y en ese sentido el bolchevismo continúa). La vuelta al fascismo, como uso del terrorismo para salvar al capital, es de hecho mucho más probable y muy distinta.

Notas

* L@s comunistas antibolcheviques podemos asumir perfectamente estas distinciones, así como las que Wright menciona más adelante, contraponiendo el leninismo a sus versiones “campesinas” (maoísmo, castrismo, guevarismo). Pero entendemos dichas diferencias como de carácter teórico y político y debidas a un contexto histórico-social diferente al de Rusia, no como diferencias esenciales que impidan considerar todas esas tendencias como formas o derivaciones ‘nacionales’ del bolchevismo. El autor critica el bolchevismo más desde el punto de vista de sus contradicciones teóricas -como parte del movimiento obrero europeo (lo que sólo es cierto parcialmente)-, que desde el punto de vista de su esencia de clase -como movimiento constituido y dirigido por la pequeñaburguesía radicalizada. Nota de R. Ferreiro.

marxistaanarco
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Re: El Leninismo, ideología fascista

Mensaje por marxistaanarco » 17 Abr 2007, 03:35

EnArmas escribió:El leninismo, ideología fascista
x Miguel Amorós. Publicado en klinamen.org




La existencia de sectas inmovilistas más o menos virtuales que se reclaman de Lenin es hoy un asunto más relacionado con las neurosis que acechan a los individuos inmersos en las condiciones modernas del capitalismo que con la lucha por las ideas que sostienen los rebeldes contra los ideólogos de la clase dominante.



“¡Liberar a la Humanidad del yugo bienhechor del Estado! Es extraordinario hasta qué punto los instintos criminales anidan en el hombre. Lo digo claramente: criminales. La libertad y el crimen van tan íntimamente liados, si usted prefiere, como el movimiento de un avión y su velocidad. Si la velocidad del avión es nula, permanece inmóvil, y si la libertad del hombre es nula, no comete crímenes. Está claro. El único medio de librar al hombre del crimen es librarlo de la libertad.”
Evgeni Zamiatin, Nosotros, 1920.

La existencia de sectas inmovilistas más o menos virtuales que se reclaman de Lenin es hoy un asunto más relacionado con las neurosis que acechan a los individuos inmersos en las condiciones modernas del capitalismo que con la lucha por las ideas que sostienen los rebeldes contra los ideólogos de la clase dominante. El tiempo no perdona y el fracaso final del leninismo ocurrido entre 1976 y 1980 ha llevado a los creyentes que sobrevivieron a una supervivencia esquizoide. Como ya estudió Gabel, el precio a pagar por su fe es una conciencia escindida, una especie de doble personalidad. Por un lado la realidad desmiente el dogma hasta en el menor detalle, y por el otro, la interpretación militante ha de retorcerla, encorsetarla y manipularla hasta el delirio para amoldarla al dogma y fabricar un relato maniqueo sin contradicciones. Como si de una Biblia se tratase, en dicho relato están todas las respuestas. El cuento leninista suprime la angustia que en el creyente engendran las contradicciones de la práctica, lo que constituye una poderosa arma para escapar a la realidad. El resultado sería patético para el resto de los seres vivos si los debates abundaran en el seno de un proletariado combativo como el de los años setenta, pero dado el estado actual de la conciencia de clase, o lo que es lo mismo, dada la inversión espectacular de la realidad, donde “lo verdadero es sólo un momento de lo falso”, la presencia de sectarios leninistas en las escasas discusiones de base no contribuye sino a la confusión reinante. El papel objetivo de las sectas consiste en falsificar la historia, ocultar la realidad, desviar la atención de los verdaderos problemas, sabotear la reflexión sobre las causas del triunfo capitalista, bloquear la formulación de tácticas de lucha adecuadas, impedir en fin el rearme teórico de los oprimidos. Los leninistas fosilizados de hoy ya no son (porque no pueden) la vanguardia de la contrarrevolución de hace treinta años o de hace sesenta, pero su función sigue siendo la misma: trabajar para la dominación como agentes provocadores.
Dada la descomposición actual de la ideología quizás conviniese hablar de leninismos, pero lejos de perdernos en los matices que separan las distintas sectas intentaremos agrupar las características afines, que son las que mejor las definen, a saber, la negación rotunda de que en 1936 hubiera una revolución obrera, la afirmación igual de rotunda de la existencia de una clase obrera en constante avance y la creencia en el advenimiento del partido dirigente, guía de los trabajadores en la marcha hacia la revolución. Lo primero les viene, bien de los análisis derrotistas y capituladores de la revista belga “Bilan”, bien de los dictados triunfalistas del Komintern y del PCE. Si en un caso era cuestión de una guerra imperialista, en el otro, se trataba de una guerra de la independencia; en ambos, el proletariado debía dejarse machacar. En el universo leninista Lenin es la Virgen María; la clase obrera de la que hablan es como la cristiandad. Un chiíta del leninismo, es decir, un bordiguista, se lamentaba en la web: “¿Si nos quitan la clase obrera, qué nos queda?” En efecto, para los leninistas la clase obrera tiene una función ritual, terapéutica si se quiere, psicológica. Es un ente ideal, una abstracción, en nombre de la cual ha de tomarse el poder. No es que no exista, es que nunca ha existido. Inventada por Lenin a partir del modelo ruso de 1917, una clase obrera minoritaria en un país feudal de población eminentemente campesina asequible a una dirección exterior compuesta por intelectuales organizados como partido, no es precisamente algo que veamos todos los días. Pertenece a un pasado caduco. Es un ideal utópico, antihistórico. Sin bromas, la secta trotsquista posadista creyó haberla encontrado entre los extraterrestres de una galaxia lejana desde donde enviaban a La Tierra platillos volantes con mensajes socialistas. Los mensajes de los ovnis debieron cundir porque el proletariado leninista aparece en toda sopa planetaria; según la prensa leninista su epifanía puede suceder en cualquier acontecimiento, por ejemplo, en la guerra civil de Irak, en las movilizaciones de estudiantes franceses, o en la constitución de una “izquierda” sindical, aunque lo más frecuente sea en los conflictos laborales. Como no hay historia para el leninismo después de la toma del Palacio de Invierno, desde la Revolución Rusa parece que no hayan habido ni derrotas ni victorias significativas, a lo sumo algún traspiés dentro de una línea evolutiva invariable que conduce a una clase obrera impoluta, esperando a los curas de la iglesia, sus líderes, miembros por derecho del “partido”. Porque el verdadero sujeto histórico para los leninistas no es la clase sino el partido. El partido es el criterio absoluto de la verdad, que no existe por sí misma sino dentro de él, en las sagradas escrituras correctamente interpretadas. Dentro de el partido, la salvación; fuera, la condenación eterna. Ese vanguardismo alucinado es el rasgo más antiproletario del leninismo puesto que la idea de partido único mesiánico es ajena a Marx; proviene de la burguesía masona y carbonaria. Marx llamaba partido al conjunto de fuerzas que luchaban por la autoorganización de la clase obrera, no a una organización autoritaria, luminada, exclusiva y jerarquizada. Es revelador que los leninistas vean hoy los intereses económicos particulares como intereses de clase, cuando ya no lo son, y que, en los setenta, cuando lo eran, los trataban como asuntos sindicales, “tradeunionistas”. La diferencia radica en que entonces el proletariado luchaba a su modo, con sus propias armas, las asambleas. Eso es lo que transformaba la reivindicación parcial en exigencia de clase. Pero los leninistas desprecian las formas realmente proletarias de organización y de lucha: las asambleas, los comités elegidos y revocables, el mandato imperativo, la autodefensa, las coordinadoras, los consejos... Y las desprecian porque en tanto que formas de poder obrero ignoran los partidos y disuelven al Estado, incluido al Estado “proletario”. Por eso han ocultado tanto como los medios de comunicación la existencia del Movimiento Asambleario durante los setenta, porque son enemigos de una clase obrera real que no se parece en nada a la suya y odian por razones evidentes sus formas organizativas específicas. Al contrario de Marx, para los leninistas el ser no determina la conciencia, por lo que hay que inculcarla mediante el apostolado de los líderes. Los obreros no pueden alcanzar, según Lenin, más que una conciencia sindicalera y deben plegarse al papel de simples ejecutantes; los sindicatos que los encuadran y controlan son por lo tanto la correa de transmisión del partido. Eso no es óbice para que los leninistas alaben las asambleas y los consejos si ello les permite ejercer alguna influencia y reclutar adeptos. Durante los setenta llegaron a apoyarlas pero tan pronto como se sintieron fuertes las traicionaron, tal como, salvando las diferencias, hizo Lenin con los Soviets.

La revista “Living Marxism”, animada por Paul Mattick, lanzaba la consigna de que “la lucha contra el fascismo comienza por la lucha contra el bolchevismo”. Durante la década de los cincuenta el capitalismo de los ejecutivos evolucionaba hacia los modos totalitarios del capitalismo de Estado soviético. Hoy, cuando la clase burocrática comunista se ha convertido al capitalismo y el mundo es arrastrado hacia la dominación fascista por la vía tecnológica, la ideología leninista es residual, polvorienta y museográfica. No estudia al capitalismo porque éste no es su enemigo, y por supuesto no quiere luchar contra él. Simplemente hace como el ajo, se repite. La labor principal de sus sectas consiste en competir unas con otras señalando “un punto particular que las distingue del movimiento de la clase” (Marx). La batalla teórica contra los leninistas es pues un combate menor, algo así como dar puntapiés a los muertos vivientes, pero en tanto que armazón primario de nuevas ideologías de la contrarrevolución como el hardt-negrismo no conviene descuidarla, y con este objetivo recordamos algunas banalidades de base acerca del leninismo que cualquiera podrá encontrar en las obras de Rosa Luxemburgo, Karl Korsch, los consejistas (Pannekoek, Gorter, Rülhe) o los anarquistas (Rocker, Volin, Archinoff). El leninismo a través de Negri y sus acólitos, como antes a través del estalinismo, su forma extremada, efectúa un retorno completo al pensamiento y a los modos de la burguesía, concretamente en la fase globalizadora totalitaria, manifiesto en su defensa del parlamentarismo, de los compromisos políticos, de la telefonía móvil y del espectáculo movimentista. El negrismo sostiene ideológicamente las fracciones débiles, perdedoras, de la dominación, la burocracia político administrativa, el aparato sindicalista y las clases medias, interesadas en un capitalismo intervenido por el Estado. Pero el leninismo no es diferente. Siempre defendió intereses contrarios al proletariado.
Tú análisis me ha gustado más que desagradado. Mi desagrado es con tú final. Dices que siempre defendió el leninismo intereses contrarios al proletariado. En vez de insinuar traiciones conscientes mejor sería decir que no ha sabido defenderlos. La dictadura del proletariado es el error que Bakunin combatió y procede de Marx. Ahora bien, no soy acrata porque pienso que los organismos vivos pluricelulares viven en común y a mayor tamaño., mayor cerebro,gobierno, aunque éste también parece estar influido por el número habitual de individuos con los que interactua un individuo. Lo ví en un documental.Las sociedades son como un ser vivo y necesitan cerebro, corazón, sectores públicos, sectores privados autogestionados, etc.El corazón debe bombear recursos a toda la sociedad y especialmente a los más necesitados y nunca prescindibles como individuos. También la sociedad necesita hormonas que estimulen crecimientos o los detengan en el momento debido. Pareciendonos en algunos temas vitales a nuestro propio cuerpo, alcanzaremos una sociedad más justa y equilibrada.La naturaleza también tiene un corazón, el sol. Una de las labores que realiza para los seres que pisamos tierra firme es la de generar con su calor nubes y viento. Sin éste último, no veriamos ni gota de agua. Ël es el encargado de transportar las nubes a tierra firme y de que estás puedan precipitar sobre los campos y darle vida. El corazón de la sociedad puede ser que las funciones que ejercen los mayoristas en la sociedad y que en muchos casos genera un 24% de las ganancias que generan las mercancias, las asuma la sociedad o el estado, como prefiramos llamarlo.
Marx pretendía que las mercancias tuviesen un precio de cambio objetivo y asumido por todos como un convencionalismo social. Meditando en ese hecho, llegó a la conclusión que sus propósitos deben tomarse en cuenta y convertirlos en realidad. Continuaré.

He situado un artículo, en el tema de Comunismo Libertario, de origen argentino. En él se habla de la administración mínima y yo lo llamo estado mínimo. El ser humano considera que el estado, o la administación, es necesario. Lo que se discute es el tamaño de éste, su burocracia y servicios que debe prestar. Si la economía debe estar centralizada o descentralizada a nivel de empresa y de individuos, en el caso del trabajo autónomo.La autogestión obrera es la descentralización económica más propicia para el socialismo, aunque sin renunciar a las empresas públicas. La palabra estatal produce a muchos urticaria y enseguida los prejuicios se apoderan del cerebro de los alérgicos
Sin socialismo no hay democracia, sin democracia no hay socialismo.
Mi ideario político y económico en mi blog:
http://blasapisguncuevas.blogcindario.c ... alista.pdf Modificado en los dos últimos meses. Más de 1400 artículos de lo más diverso.

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Re: El Leninismo, ideología fascista

Mensaje por marxistaanarco » 17 Abr 2007, 03:35

EnArmas escribió:El leninismo, ideología fascista
x Miguel Amorós. Publicado en klinamen.org




La existencia de sectas inmovilistas más o menos virtuales que se reclaman de Lenin es hoy un asunto más relacionado con las neurosis que acechan a los individuos inmersos en las condiciones modernas del capitalismo que con la lucha por las ideas que sostienen los rebeldes contra los ideólogos de la clase dominante.



“¡Liberar a la Humanidad del yugo bienhechor del Estado! Es extraordinario hasta qué punto los instintos criminales anidan en el hombre. Lo digo claramente: criminales. La libertad y el crimen van tan íntimamente liados, si usted prefiere, como el movimiento de un avión y su velocidad. Si la velocidad del avión es nula, permanece inmóvil, y si la libertad del hombre es nula, no comete crímenes. Está claro. El único medio de librar al hombre del crimen es librarlo de la libertad.”
Evgeni Zamiatin, Nosotros, 1920.

La existencia de sectas inmovilistas más o menos virtuales que se reclaman de Lenin es hoy un asunto más relacionado con las neurosis que acechan a los individuos inmersos en las condiciones modernas del capitalismo que con la lucha por las ideas que sostienen los rebeldes contra los ideólogos de la clase dominante. El tiempo no perdona y el fracaso final del leninismo ocurrido entre 1976 y 1980 ha llevado a los creyentes que sobrevivieron a una supervivencia esquizoide. Como ya estudió Gabel, el precio a pagar por su fe es una conciencia escindida, una especie de doble personalidad. Por un lado la realidad desmiente el dogma hasta en el menor detalle, y por el otro, la interpretación militante ha de retorcerla, encorsetarla y manipularla hasta el delirio para amoldarla al dogma y fabricar un relato maniqueo sin contradicciones. Como si de una Biblia se tratase, en dicho relato están todas las respuestas. El cuento leninista suprime la angustia que en el creyente engendran las contradicciones de la práctica, lo que constituye una poderosa arma para escapar a la realidad. El resultado sería patético para el resto de los seres vivos si los debates abundaran en el seno de un proletariado combativo como el de los años setenta, pero dado el estado actual de la conciencia de clase, o lo que es lo mismo, dada la inversión espectacular de la realidad, donde “lo verdadero es sólo un momento de lo falso”, la presencia de sectarios leninistas en las escasas discusiones de base no contribuye sino a la confusión reinante. El papel objetivo de las sectas consiste en falsificar la historia, ocultar la realidad, desviar la atención de los verdaderos problemas, sabotear la reflexión sobre las causas del triunfo capitalista, bloquear la formulación de tácticas de lucha adecuadas, impedir en fin el rearme teórico de los oprimidos. Los leninistas fosilizados de hoy ya no son (porque no pueden) la vanguardia de la contrarrevolución de hace treinta años o de hace sesenta, pero su función sigue siendo la misma: trabajar para la dominación como agentes provocadores.
Dada la descomposición actual de la ideología quizás conviniese hablar de leninismos, pero lejos de perdernos en los matices que separan las distintas sectas intentaremos agrupar las características afines, que son las que mejor las definen, a saber, la negación rotunda de que en 1936 hubiera una revolución obrera, la afirmación igual de rotunda de la existencia de una clase obrera en constante avance y la creencia en el advenimiento del partido dirigente, guía de los trabajadores en la marcha hacia la revolución. Lo primero les viene, bien de los análisis derrotistas y capituladores de la revista belga “Bilan”, bien de los dictados triunfalistas del Komintern y del PCE. Si en un caso era cuestión de una guerra imperialista, en el otro, se trataba de una guerra de la independencia; en ambos, el proletariado debía dejarse machacar. En el universo leninista Lenin es la Virgen María; la clase obrera de la que hablan es como la cristiandad. Un chiíta del leninismo, es decir, un bordiguista, se lamentaba en la web: “¿Si nos quitan la clase obrera, qué nos queda?” En efecto, para los leninistas la clase obrera tiene una función ritual, terapéutica si se quiere, psicológica. Es un ente ideal, una abstracción, en nombre de la cual ha de tomarse el poder. No es que no exista, es que nunca ha existido. Inventada por Lenin a partir del modelo ruso de 1917, una clase obrera minoritaria en un país feudal de población eminentemente campesina asequible a una dirección exterior compuesta por intelectuales organizados como partido, no es precisamente algo que veamos todos los días. Pertenece a un pasado caduco. Es un ideal utópico, antihistórico. Sin bromas, la secta trotsquista posadista creyó haberla encontrado entre los extraterrestres de una galaxia lejana desde donde enviaban a La Tierra platillos volantes con mensajes socialistas. Los mensajes de los ovnis debieron cundir porque el proletariado leninista aparece en toda sopa planetaria; según la prensa leninista su epifanía puede suceder en cualquier acontecimiento, por ejemplo, en la guerra civil de Irak, en las movilizaciones de estudiantes franceses, o en la constitución de una “izquierda” sindical, aunque lo más frecuente sea en los conflictos laborales. Como no hay historia para el leninismo después de la toma del Palacio de Invierno, desde la Revolución Rusa parece que no hayan habido ni derrotas ni victorias significativas, a lo sumo algún traspiés dentro de una línea evolutiva invariable que conduce a una clase obrera impoluta, esperando a los curas de la iglesia, sus líderes, miembros por derecho del “partido”. Porque el verdadero sujeto histórico para los leninistas no es la clase sino el partido. El partido es el criterio absoluto de la verdad, que no existe por sí misma sino dentro de él, en las sagradas escrituras correctamente interpretadas. Dentro de el partido, la salvación; fuera, la condenación eterna. Ese vanguardismo alucinado es el rasgo más antiproletario del leninismo puesto que la idea de partido único mesiánico es ajena a Marx; proviene de la burguesía masona y carbonaria. Marx llamaba partido al conjunto de fuerzas que luchaban por la autoorganización de la clase obrera, no a una organización autoritaria, luminada, exclusiva y jerarquizada. Es revelador que los leninistas vean hoy los intereses económicos particulares como intereses de clase, cuando ya no lo son, y que, en los setenta, cuando lo eran, los trataban como asuntos sindicales, “tradeunionistas”. La diferencia radica en que entonces el proletariado luchaba a su modo, con sus propias armas, las asambleas. Eso es lo que transformaba la reivindicación parcial en exigencia de clase. Pero los leninistas desprecian las formas realmente proletarias de organización y de lucha: las asambleas, los comités elegidos y revocables, el mandato imperativo, la autodefensa, las coordinadoras, los consejos... Y las desprecian porque en tanto que formas de poder obrero ignoran los partidos y disuelven al Estado, incluido al Estado “proletario”. Por eso han ocultado tanto como los medios de comunicación la existencia del Movimiento Asambleario durante los setenta, porque son enemigos de una clase obrera real que no se parece en nada a la suya y odian por razones evidentes sus formas organizativas específicas. Al contrario de Marx, para los leninistas el ser no determina la conciencia, por lo que hay que inculcarla mediante el apostolado de los líderes. Los obreros no pueden alcanzar, según Lenin, más que una conciencia sindicalera y deben plegarse al papel de simples ejecutantes; los sindicatos que los encuadran y controlan son por lo tanto la correa de transmisión del partido. Eso no es óbice para que los leninistas alaben las asambleas y los consejos si ello les permite ejercer alguna influencia y reclutar adeptos. Durante los setenta llegaron a apoyarlas pero tan pronto como se sintieron fuertes las traicionaron, tal como, salvando las diferencias, hizo Lenin con los Soviets.

La revista “Living Marxism”, animada por Paul Mattick, lanzaba la consigna de que “la lucha contra el fascismo comienza por la lucha contra el bolchevismo”. Durante la década de los cincuenta el capitalismo de los ejecutivos evolucionaba hacia los modos totalitarios del capitalismo de Estado soviético. Hoy, cuando la clase burocrática comunista se ha convertido al capitalismo y el mundo es arrastrado hacia la dominación fascista por la vía tecnológica, la ideología leninista es residual, polvorienta y museográfica. No estudia al capitalismo porque éste no es su enemigo, y por supuesto no quiere luchar contra él. Simplemente hace como el ajo, se repite. La labor principal de sus sectas consiste en competir unas con otras señalando “un punto particular que las distingue del movimiento de la clase” (Marx). La batalla teórica contra los leninistas es pues un combate menor, algo así como dar puntapiés a los muertos vivientes, pero en tanto que armazón primario de nuevas ideologías de la contrarrevolución como el hardt-negrismo no conviene descuidarla, y con este objetivo recordamos algunas banalidades de base acerca del leninismo que cualquiera podrá encontrar en las obras de Rosa Luxemburgo, Karl Korsch, los consejistas (Pannekoek, Gorter, Rülhe) o los anarquistas (Rocker, Volin, Archinoff). El leninismo a través de Negri y sus acólitos, como antes a través del estalinismo, su forma extremada, efectúa un retorno completo al pensamiento y a los modos de la burguesía, concretamente en la fase globalizadora totalitaria, manifiesto en su defensa del parlamentarismo, de los compromisos políticos, de la telefonía móvil y del espectáculo movimentista. El negrismo sostiene ideológicamente las fracciones débiles, perdedoras, de la dominación, la burocracia político administrativa, el aparato sindicalista y las clases medias, interesadas en un capitalismo intervenido por el Estado. Pero el leninismo no es diferente. Siempre defendió intereses contrarios al proletariado.
Tú análisis me ha gustado más que desagradado. Mi desagrado es con tú final. Dices que siempre defendió el leninismo intereses contrarios al proletariado. En vez de insinuar traiciones conscientes mejor sería decir que no ha sabido defenderlos. La dictadura del proletariado es el error que Bakunin combatió y procede de Marx. Ahora bien, no soy acrata porque pienso que los organismos vivos pluricelulares viven en común y a mayor tamaño., mayor cerebro,gobierno, aunque éste también parece estar influido por el número habitual de individuos con los que interactua un individuo. Lo ví en un documental.Las sociedades son como un ser vivo y necesitan cerebro, corazón, sectores públicos, sectores privados autogestionados, etc.El corazón debe bombear recursos a toda la sociedad y especialmente a los más necesitados y nunca prescindibles como individuos. También la sociedad necesita hormonas que estimulen crecimientos o los detengan en el momento debido. Pareciendonos en algunos temas vitales a nuestro propio cuerpo, alcanzaremos una sociedad más justa y equilibrada.La naturaleza también tiene un corazón, el sol. Una de las labores que realiza para los seres que pisamos tierra firme es la de generar con su calor nubes y viento. Sin éste último, no veriamos ni gota de agua. Ël es el encargado de transportar las nubes a tierra firme y de que estás puedan precipitar sobre los campos y darle vida. El corazón de la sociedad puede ser que las funciones que ejercen los mayoristas en la sociedad y que en muchos casos genera un 24% de las ganancias que generan las mercancias, las asuma la sociedad o el estado, como prefiramos llamarlo.
Marx pretendía que las mercancias tuviesen un precio de cambio objetivo y asumido por todos como un convencionalismo social. Meditando en ese hecho, llegó a la conclusión que sus propósitos deben tomarse en cuenta y convertirlos en realidad. Continuaré.

He situado un artículo, en el tema de Comunismo Libertario, de origen argentino. En él se habla de la administración mínima y yo lo llamo estado mínimo. El ser humano considera que el estado, o la administación, es necesario. Lo que se discute es el tamaño de éste, su burocracia y servicios que debe prestar. Si la economía debe estar centralizada o descentralizada a nivel de empresa y de individuos, en el caso del trabajo autónomo.La autogestión obrera es la descentralización económica más propicia para el socialismo, aunque sin renunciar a las empresas públicas. La palabra estatal produce a muchos urticaria y enseguida los prejuicios se apoderan del cerebro de los alérgicos
Sin socialismo no hay democracia, sin democracia no hay socialismo.
Mi ideario político y económico en mi blog:
http://blasapisguncuevas.blogcindario.c ... alista.pdf Modificado en los dos últimos meses. Más de 1400 artículos de lo más diverso.

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Arrocero
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Mensaje por Arrocero » 07 May 2007, 00:47

Desde un punto de vista cientifista-materialista no tiene el más mínimo sentido ninguna similitud teórica entre Fascismo y Marxismo-Leninismo.

...por que no?

El Leninismo es la adecuación teórico-práctica de los principios materialistas dialécticos a una realidad según un proceder científico. El Leninismo, para bien o para mal, supone la instrumentalización de los conocimientos y prácticas existentes a los intereses de la misma clase que los ostenta, la trabajadora.

El Fascismo es una ideología idealista que recoge aquello que interesa que maneje una clase en favor de los intereses de otra bien distinta. El Fascismo surge históricamente como la reacción ante los progresos reivindicativos de la clase trabajadora los cuales llegan a hacer peligrar el orden burgués establecido. No tiene ningún valor el Fascismo como tal sino como una adecuación puntual del aparato ideológico capitalista a un contexto de necesaria violentación de sus postulados.


Ahora... que haya individuos con perfiles psicológicos similares reivindicando estas dos etiquetas políticas no es descabellado. Recordemos que estas no son un ente vivo que selecciona sus partes, sino una herramienta puesta en determinadas manos que se ven influenciadas por muchos aspectos más que sus posturas ideológicas o de clase.
Las revoluciones sociales no las hacen los individuos, las "personalidades", por muy brillantes o heroicas que ellas sean. Las revoluciones sociales las hacen las masas populares. -- Martha Harnecker

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Gerrard Winstanley
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Mensaje por Gerrard Winstanley » 07 May 2007, 02:19

¿Marxismo-leninismo?

Dice mucho ese empecinamiento en llamar por el nombre de un teórico (o del otro) a una teoría que parte de considerar que la Historia la hacen fuerzas impersonales y colectivas. Más, si recordamos aquello de:

El marxismo no existe. Existe el materialismo histórico como método de interpretacion cientifica de la Historia.

Ya sé que lo he dicho muchas veces, pero, ¿por qué nadie (de los unos o de los otros) me da una réplica a esto?

Y el fascismo es algo más complejo que una simple reacción al avance del movimiento socialista, o de los movimientos socialistas (una tesis, que, por cierto, si no remite a la clásica explicación del fascismo como "estado de excepción del capitalismo", es muy peligrosa, porque puede usarse como un boomerang por autores en la línea de Ernst Nolte). Como explicaron autores muy distintos como Allan Bullock (Hitler y Stalin, vidas paralelas), Arno Mayer (La persistencia del Antiguo Régimen), o Faye (Los lenguajes totalitarios), fue el movimiento socialista el que tuvo que reaccionar ante el avance de un movimiento político con raíces profundas en la cultura europea (¿o el antisemitismo y los milenarismos laicos y la conspiranoia no son partes de la cultura europea, como explicaba Norman Cohn? Sacrilegio, cité a Cohn) capaz de unir a las élites tradicionales europeas cuyo poder venía del Antiguo Régimen (y que no estaban precisamente en declive en Europa, más bien al contrario, hasta el punto de que se necesitaron dos guerras mundiales para acabar con su poder: así que, lo de "amenaza a la sociedad burguesa" es más que discutible) con los nuevos derechistas tecnocráticos-burocráticos y con los populistas de derecha.

En todo caso, lo que parece claro es que "fascista" ha pasado a ser, sin más, otro insulto. De ahí que se le pueda aplicar al nazismo, al franquismo, a la Roma imperial, a la Esparta republicana, y a Don Pelayo en Covadonga.

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Tasio
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Tasio

Mensaje por Tasio » 07 May 2007, 22:41

Yo te doy réplica Gerrard.
En primer lugar el marximo no considera que la Historia la hagan fuerzas impersonales y colectivas, colectividades si, individuos también. Desde luego la oligarquía que utilizó a Hitler como punta de lanza de su proyecto de expansión tenían nombres y apellidos, al igual que el proletariado revolucionari ruso tenían nombres y apellidos. Esa afirmación es dogmática absolutamente, nada tiene que ver con que el marxismo afirme que la lucha de clases es el motor de la Historia, o que las masas sean los héroes de la Historia. ¿Fuerzas impersonales?. Una cosa es un modelo o concepto teórico abstracto y otra el objeto real concreto que es objeto de estudio o del cual extrae leyes. Es cómo "modo de producción", ¿dónde está?, no existe, "las clases"... por eso con el desarrollo del capitalismo los economicistas y empiristas se han dedicado a decir que las clases ya no existen, o que el proletariado ya no es el sujeto revolucionario porque existe una clase media. Son conceptos teóricos que sirven para expresar un sistema de relaciones al que se somete la realidad concreta.
Se dice marxismo o leninismo, darwinismo o aristotélico, porque fueron estos individuos quienes encabezaron, critalizaron, sintetizaron o desarrollaron especialmente el tema. El disparate viene con desviaciones tipo "pensamiento Gonzalo" de Sendero o grupos dogmáticos así -por no meterme en el tema. Más que nada porque el tal Gonzalo no sintetizó ninguna aportación teórica de nada, no hay ciencia, no hay tu tia. Ese es el sentido que tiene. Eran genios, seguramente si, pero nacidos 50 años antes posiblemente no hubieran sido nadie... por eso las masas son los protagonistas, porque son las que producen transformaciones de las que pueden sintetizarse leyes. Aplica lo mismo a Darwin... hay desarrollos científicos cuando se producen transformaciones sociales.
Por otra parte el materialismo histórico es solo una parte del marxismo, no es el marxismo. El marxismo tiene ideología, filosofía y ciencia; comunismo, materialismo dialéctico y materialismo histórico, o los tres o ninguno, eso es marxismo.
"Es que yo solo cojo el aspecto científico", pues serán conclusiones y desarrollos que padecerán muchas y profundas desviaciones. Por eso el marxismo es la única teoría que reconoce explícitamente que toma partido por una clase; el Humanismo también lo hace, pero no ex explícito, de hecho, dice que no existen las clases sino los hombres... "la esencia humana por encima del bien y del mal".
Respecto al fascismo, viendolo teóricamente y segun el materialismo histórico, el fascismo es una forma de dominación. Es un régimen que adopta el estado burgués cuando es necesario para defender sus intereses. Este régimen se caracteriza por imponer los intereses oligárquicos haciendo primar el aparato represivo/militar -la policía político-social especialmente-, sin reconocer al resto de clases ningún derecho a organizarse. El régimen democrático burgués utiliza el aparato militar solo como garantía interna y en el reparto o defensa de sus intereses imperialistas. Internamente permite que el resto de clases se organicen pero presentando al estado como un "arbitro neutro", cuando lo que hace en realidad es imponer los intereses oligárquicos a través del aparato jurídico-político.
Lo que ocurre es que la burguesía ha aprendido que si para generar ingentes cantidades de capital necesita el "voluntario concurso del conjunto de la sociedad" es más efectivo el régimen democrático-burgués, reservándose el régimen fascista para cuando las cosas se ponen mal.
Y otra cosa es que todo tipo de práctica, grupo o aparato aislado que ejerza la misma máxima o principio, es decir, "todo lo que sea necesario" "el fin justifica los medios" "someter a la gente por una causa superior patria/raza/nación/partido", se le califica de fascista. En definitiva porque aplica o actúa de la misma manera. ¿Cualquier cosa es fascista? no.
¿Son los procesos de Moscú fascistas? absolutamente, ¿es el leninismo fascistas? un disparate. A mi no me vale que se diga que lenin o los bolcheviques hicieron tal o cual cosa, no tengo nada que justificar como para no tener ningún problema en llamar a las cosas por su nombre, pero que se me diga una sola frase, una palabra, un párrafo donde se pueda decir "esto que es parte de la teoría de lenin es fascista".
Porque lo que si es cierto es que hay una tendencia en los movimientos "radicales" a decir "fascista" a la primera de cambio para luego tener el fascismo en la puta cara y no olerlo... sobre todo cuando se presenta vestidito de rojo o de independentista. :roll:

Un Saludo
Hay cosas que son inexplicables; esas son las que verdaderamente valen la pena. Porque si, y punto.

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Arrocero
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Mensaje por Arrocero » 07 May 2007, 23:33

Muy interesante la aportación de Tasio, si señor.

Sólo añadiría una pequeña réplica hacia lo siguiente:
Y el fascismo es algo más complejo que una simple reacción al avance del movimiento socialista, o de los movimientos socialistas (una tesis, que, por cierto, si no remite a la clásica explicación del fascismo como "estado de excepción del capitalismo", es muy peligrosa, porque puede usarse como un boomerang por autores en la línea de Ernst Nolte). Como explicaron autores muy distintos como Allan Bullock (Hitler y Stalin, vidas paralelas), Arno Mayer (La persistencia del Antiguo Régimen), o Faye (Los lenguajes totalitarios), fue el movimiento socialista el que tuvo que reaccionar ante el avance de un movimiento político con raíces profundas en la cultura europea (¿o el antisemitismo y los milenarismos laicos y la conspiranoia no son partes de la cultura europea, como explicaba Norman Cohn? Sacrilegio, cité a Cohn) capaz de unir a las élites tradicionales europeas cuyo poder venía del Antiguo Régimen (y que no estaban precisamente en declive en Europa, más bien al contrario, hasta el punto de que se necesitaron dos guerras mundiales para acabar con su poder: así que, lo de "amenaza a la sociedad burguesa" es más que discutible) con los nuevos derechistas tecnocráticos-burocráticos y con los populistas de derecha.
Primeramente, las raíces ideológicas e históricas del movimiento fascista pueden tener una complicación mucho más amplia que la de simple reacción frente a la fortaleza del movimiento obrero, desde luego que sí, pero no es sino por tal causa que dicho fenómeno alcanzó importancia en el plano político social.
Un estudio científico de cualquier movimiento social arroja una visión económica como razón primigenia de su existencia y, en caso del fascismo, la encuadración en un momento muy determinado del desarrollo de la dialéctica de clases resulta bastante evidente.
Movimientos en la misma sección de espectro social que el fascismo los hubo siempre y los habrá siempre, preguntémonos entonces por qué se hayan en auje en determinados momentos y en otros no.

Despues, que el poder en el plano objetivo lo ostentase la burguesía tradicional no es objeto discutido por mi en las anteriores afirmaciones. Lo que sí estaba más que caduco era el modelo productivo bajo el cual se desarrollaba la tónica capitalista de esos años, así como el resto de aspectos superestructurales del sistema. La respuesta al estancamiento "técnico" (en el plano sistemático) no existía más que en la forma del autoritarismo fascista.
Las revoluciones sociales no las hacen los individuos, las "personalidades", por muy brillantes o heroicas que ellas sean. Las revoluciones sociales las hacen las masas populares. -- Martha Harnecker

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Mensaje por Luis Nuevo » 09 May 2007, 10:50

De acuerdo con que el fascismo es algo muy concreto, que no se puede utilizar como insulto para todo lo que consideremos autoritario o represivo, pero el marxismo-leninismo se las trae.

Hasta en textos posteriores a Mayo del 68 donde se miden mucho más las palabras se encuentran perlas:
Marta Harnecker escribió:Nosotros sabemos que el marxismo-leninismo sostiene, por el contrario, que, abandonadas a su propio impulso, las masas tienden espontáneamente al reformismo. De ahí la necesidad de "importar" la teoría científica de Marx al movimiento obrero [...] Un partido que va mostrando a la clase obrera cuáles son sus verdaderos intereses de clase y cuáles son los pasos que deben darse para conseguir satisfacción.

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Tasio
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Mensaje por Tasio » 09 May 2007, 16:24

Luis Nuevo escribió:De acuerdo con que el fascismo es algo muy concreto, que no se puede utilizar como insulto para todo lo que consideremos autoritario o represivo, pero el marxismo-leninismo se las trae.

Hasta en textos posteriores a Mayo del 68 donde se miden mucho más las palabras se encuentran perlas:
Marta Harnecker escribió:Nosotros sabemos que el marxismo-leninismo sostiene, por el contrario, que, abandonadas a su propio impulso, las masas tienden espontáneamente al reformismo. De ahí la necesidad de "importar" la teoría científica de Marx al movimiento obrero [...] Un partido que va mostrando a la clase obrera cuáles son sus verdaderos intereses de clase y cuáles son los pasos que deben darse para conseguir satisfacción.
Pero entonces la discusión se adentra en el leninismo. Que la práctica espontánea conduce al reformismo, lo de "importar", y lo de un partido vanguardia del proletariado...
Yo que discrepo con Harnecker y no con Lenin, pienso que nada de eso tiene que ver con el fascismo. Si eso está aclarado y se propone meterse en concreto discutimos las perlas, y que tipo de perlas son. Fascistas desde luego que no.
Por mi parte le agradeceria al compañero Arrocero que se expresara en un lenguaje un poco más concreto, menos teoricista. Con todo el respeto no me he enterado de que quieres decir en tu mensaje.

Un saludo
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Gerrard Winstanley
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Re: Tasio

Mensaje por Gerrard Winstanley » 10 May 2007, 04:48

Que los componentes de un grupo social tengan nombres y apellidos no quita para el hecho de que las "grandes individualidades históricas" no sean más que representantes políticos de una clase o coalición de clases en el materialismo histórico. De ahí que caracterice a este como "impersonal". "Impersonalismo" no es "antihumanismo" (sea lo que sea que es el "humanismo" a estas alturas, ya que todas las doctrinas filosóficas de los dos últimos siglos, salvo la nietzscheana y la marxista althusseriana, reclaman serlo): es conocida la anécdota de que Lenin pasó años estudiando series de datos estadísticos antes de octubre de 1917.

La clase puede no tener una existencia material, pero sí política e ideológica. Me remito a la obra de E.P. Thompson y sus continuadores (incluido Chris Ealham, que tanto parece molestar a muchos bolcheviques, a ver si salta aquí alguno): la conciencia de clase es precondición de la clase, y se crea por las luchas sociopolíticas y por la comunidad cultural.

Darwin creo que tampoco habló de "darwinismo", sino de teoría de la evolución, que es una hipótesis científica; el "darwinismo" es una vulgarización, cuando no una deformación, como el llamado "darwinismo social".

Lo que cada vez empiezo a ver más claro es que el llamado "marxismo" es una cultura política y el materialismo histórico (de la que la dialéctica histórica es sólo una parte) un método historiográfico, sociológico y económico. Una cultura politica basada en la interpretación de los textos "proféticos" (dicho esto como una metáfora descriptiva), con cada una de las interpretaciones afirmando ser la correcta y acusando de malinterpretar los textos magistrales a las otras.

No parece, por lo demás, que el fascismo vuelva a ser el "estado de excepción del capitalismo". Parece que los "estados de excepción" futuros se harán legislando a partir de las instituciones demoliberales (no rompiendo con estas) por legisladores que, en nombre del mantenimiento del orden sociopolítico con democracia liberal y con mercado libre (y no acabando con ambos, como querían los fascistas para mantener en orden), se proclamarán interpretes del bien colectivo. Carl Schmitt está más vivo hoy día que nunca.

Lo de la relación entre desarrollo científico y cambio social, es más complejo que ver si uno es la condición del otro o al revés. Para empezar, porque el desarrollo cientifico no se basa sólo en la invención, sino en la innovación (aplicación técnica) y en la difusión de ambos. En la Grecia clásica la ciencia no tenía aplicaciones técnicas y no se difundía, se asociab sobre todo a filosofías materialistas y no salia de algunos ámbitos académicos (una idea con la que Luis Miguel Aguilera jugó en La locura de Dios).

(Los procesos de Moscú no fueron fascistas, sino un verdadero suicidio colectivo de la vanguardia, que estaba adquiriendo una autonomia excesiva como partido, en nombre del desarrollo del estado obrero, y esto vale para descalificarlos como "fascitas": no hay más que ver que los mismos acusados los acabaron aceptando, "La bandera que llevaréis a la victoria tendrá una gota de mi sangre").

Sigo en otro rato

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Luis Nuevo
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Mensaje por Luis Nuevo » 10 May 2007, 10:40

No sé que entiende Amorós por fascismo:
Amorós" escribió:Hoy, cuando la clase burocrática comunista se ha convertido al capitalismo y el mundo es arrastrado hacia la dominación fascista por la vía tecnológica
El artículo en Wikipedia sobre fascismo empieza así:
Wikipedia escribió:Exalta la idea de nación frente a la de individuo o clase; suprime la discrepancia política en beneficio de un partido único y los localismos en beneficio del centralismo. Utiliza hábilmente los nuevos medios de comunicación y el carisma de un líder en el que se concentra todo el poder. Aprovecha los sentimientos de miedo y frustración colectiva para exacerbarlos mediante la violencia, la represión y la propaganda, y los desplaza contra un enemigo común real o imaginario, interior o exterior, que actúa de chivo expiatorio frente al que volcar toda la agresividad de forma irreflexiva, logrando la unidad y adhesión (voluntaria o por la fuerza) de la población . Es expansionista y militarista, utilizando los mecanismos movilizadores del irredentismo territorial y el imperialismo que ya habían sido experimentados por el nacionalismo del siglo XIX.
¿Por que alguna práctica tenga alguna de estas características se le puede considerar fascista?. Mejor decir lo que hay, porque al final no sabemos ni a qué nos referimos.

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Gerrard escribió:el régimen social viene determinado tanto por el régimen de producción e intercambios materiales (la economía) como por las relaciones de poder, que no siempre se corresponden con la económicas aunque se relacionen con ellas (ejemplo: los medios de comunicación; ejemplo: las instituciones educativas; ejemplo: la familia).
Estoy leyendo a Harnecker y habla de tres niveles de autonomía relativa: económico, político e ideológico donde el económico es el determinante en última instancia. ¿Es admitido como algo base por cualquiera que utilice el materialismo histórico es propio de la visión estructuralista de Althusser?

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