Los Anarquistas, las Naciones y la lucha por la Emancipación

Anarquismo e Independentismo vs. Nacionalismo. ¿Cómo afronta el Anarquismo la existencia de "naciones" y "movimientos de liberación nacional"?
ValleKas Libertario
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Re: Los Anarquistas, las Naciones y la lucha por la Emancipación

Mensaje por ValleKas Libertario » 22 Feb 2009, 22:29

Extraido de "La ideología anarquista" de Angel J. Cappelletti.

En la ultima parte se podría sustituir españoles mas bien por catalanes u otra cosa, porke sinceramente no creo ke esto fuese así, kizas sea por ke el autor desconozca la realidad del Estado español (en la telefonica ondeaban la rojinegra y la catalana, hasta ke el gobierno la tomó kitando ambas banderas y dejando solo la tricolor) Pero bueno, ke eso ya como lo crea y analice cada unx

9.Federalismo

En el seno de la Primera Internacional los partidarios de Bakunin solían autodenominarse "federalistas" (por oposición a los seguidores de Marx, a quienes llamaban "centralistas").
En tal contexto parece evidente que "federalista" se toma como sinónimo de "antiautoritario" y que el término "autoritario" es considerado, a su vez, como equivalente a "centralista".
Estos adjetivos que, en primer término, marcaban diferentes posiciones frente a la organización de la Internacional obrera, sirvieron inmediatamente para señalar también diferentes modos de interpretar la organización de la futura sociedad socialista.
No fueron, sin embargo, Bakunin y sus discípulos quienes primero utilizaron el concepto de "federalismo". Ya Proudhon había elaborado una teoría de la federación como contrapartida de la teoría del Estado y, al mismo tiempo, de la economía política clásica17.
El "federalismo", tal como lo entienden los bakuninistas (y, posteriormente, Kropotkin, Malatesta, etc.), no debe confundirse, en modo alguno, con el federalimso puramente político o con la mera descentralización administrativa, que muchas veces ha sido postulada por ciertos sectores del liberalismo y otras ha servido inclusive como careta de la reacción aristocrática y clerical. Recuérdese que durante la Revolución Francesa los girondinos se proclamaron partidarios de la república federal y que en nuestro siglo la Action Fran?aise defendía (no sin citar a Proudhon) la idea de una Francia federal (por oposición a la Francia centralista, que presumía de origen jacobino).
"Federalismo" significa, para los anarquistas, una organización social basada en el libre acuerdo, que va desde la base local hacia los niveles intermedios de la región y de la nación y, por fin, hacia el plano universal de la humanidad.
Así como los individuos se asocian libremente para formar comunas, las comunas se asocian libremente hasta constituir la federación local; las federaciones locales lo hacen, a su vez, para formar federaciones regionales o nacionales; éstas, por fin, se agrupan, siempre mediante pactos libremente concertados, en una federación universal. El principio federativo implica, pues, un movimiento contrario al principio estatal, que se realiza desde arriba hacia abajo. Y en este sentido sería totalmente erróneo (aun utilizando los recursos de un menguado y pueril estructuralismo) considerar que la federación defendida por el anarquismo no es sino otro modo de designar al Estado.
Por otra parte, el federalismo anarquista se refiere, ante todo, a la organización económica: la toma de los medios de producción por parte de los productores libremente asociados. Y esto supone, evidentemente, la autogestión.
La comunidad de los trabajadores, que decide con absoluta autonomía la producción, la distribución y el consumo de los bienes, decide también todos los aspectos de la vida social, de la administración, de la sanidad, de la educación, de la cultura, etc. Y desde este punto de vista sustituye a toda autoridad política18.
Se trata nada más (y nada menos), como puede advertirse, de los "soviets", que tan promisoriamente surgieron con la Revolución Rusa, en 1917, y tan lamentablemente se convirtieron pronto (ya desde 1919) en meros órganos del Comité Central del Partido Bolchevique.

10.Internacionalismo y nacionalismo

El anarquismo es esencialmente internacionalista, como lo fue, en sus orígenes, el socialismo marxista.
En la medida en que las fronteras políticas son obvia consecuencia de la existencia de los Estados, los anarquistas no pueden menos que considerarlas también fruto de una degeneración autoritaria y violenta de la sociedad.
El cosmopolitismo de los antiguos cínicos y estoicos, fundado en la idea de la humanidad como un todo natural y moral, es acogido, a través de ciertos aspectos de la ilustración, como uno de los componentes esenciales de la filosofía social anarquista.
Mientras en el marxismo la actitud internacionalista (tantas veces minimizada y negada, inclusive antes de la neoeslavofilia de Stalin) se funda en la idea de que la clase social constituye, por encima de toda frontera política y culturaI, un vínculo universal más sólido que la pertenencia a un mismo Estado o a una misma raza o nacionalidad, en el anarquismo se funda simple y absolutamente en la convicción de que no hay unidad más real (puesto que no hay ninguna más natural) que la de la especie humana19.
En el marxismo, la posición internacionalista deriva de un hecho histórico; en el anarquismo, de un hecho biológico y de una exigencia ética.
La patria es rechazada en la medida en que se vincula con el Estado nacional; en la medida en que se deja representar por un gobierno y se presenta como enfrentada a las otras "patrias"; en la medida en que exige un ejército o fuerza armada para conservar su ser y su identidad. El antinacionalismo anarquista deriva de su antiestatismo y genera, a su vez, el antimilitarismo y el pacifismo del cual hablaremos más adelante.
La literatura de propaganda anarquista ha insistido mucho, sin embargo, a semejanza de la marxista, en el usufructo de la noción de "patria" por parte de la burguesía. Y lo cierto es que el nacionalismo, en la Edad Moderna, ha estado siempre vinculado a la clase burguesa y ha sido siempre ajeno, como ideología, a la clase obrera20.
Si por nacionalismo se entiende la consideración de la nación y del Estado nacional como un valor supremo, podría verse al anarquismo como su más clara antítesis, esto es, como un antinacionalismo radical. Pero si, prescindiendo de lo ideológico, nos atenemos al plano de los sentimientos y los vínculos afectivos, ningún anarquista negará, por lo menos en la práctica, que el amor hacia la tierra que nos vio nacer (a su paisaje, a su lengua, a sus tradiciones, etc.) es, por lo menos, tan natural como el amor que sentimos por nuestros padres, hermanos e hijos. El nacionalismo, en este sentido, como bien lo veía Landauer, no es sin duda incompatible con el internacionalismo y con el repudio del Estado y de la guerra. Pocos pensadores hubo más rusos que Toistoi o más franceses que Proudhon; pocos españoles más españoles que los militantes de la FAI

bo
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Re: Los Anarquistas, las Naciones y la lucha por la Emancipación

Mensaje por bo » 22 Feb 2009, 22:53

A ver si alguien se lo explica al Jabiero:
http://www.kaosenlared.net/noticia/sobr ... n-nacional
Hay muchos problemas y pocas soluciones.
Muchas críticas, lo sé, y pocas son constructivas.
Kery James - Déséquilibre

ValleKas Libertario
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Re: Los Anarquistas, las Naciones y la lucha por la Emancipación

Mensaje por ValleKas Libertario » 22 Feb 2009, 23:36

LAS LUCHAS DE LIBERACIÓN NACIONAL. Organisation
Communiste Libertaire


“La conciencia nacional, que no es nacionalismo, es la única que puede darnos una
dimensión internacional”. F.Fanon.
Está claro que en este final del siglo XX, las dinámicas que se desarrollan en torno a un
sentimiento de pertenencia a una comunidad, en torno a una identidad étnica,
lingüística, cultural y a veces incluso religiosa, constituyen un fenómeno social
importante y universalmente presente. El número de conflictos nacidos del rechazo de
las poblaciones a pertenecer o ser dominadas por tal o cual Estado no hace más que
crecer y, en cierto modo, en un gran número de conflictos sociales – que aparentemente
no tienen nada que ver con una lucha de liberación nacional – se encuentran elementos
que los constituyen, como el de la pertenencia.
Más que hacia la “globalización” o el “universalismo” – nociones, por otra parte,
particularmente psicológicas y éticas – el mundo moderno parece orientarse hacia un
redescubrimiento de sus diferentes unidades constitutivas; es además en este escenario,
el de la relación entre civilización y cultura nacional, donde se desarrolla a menudo el
enfrentamiento por el poder de clases y grupos antagonistas en el seno de toda
formación social – nacional. En el corazón de este proceso encontramos el imperialismo
y los movimientos nacionales y esto de manera mucho más amplia que en el clásico
espacio “tricontinental”: también en Europa y sobre el territorio de las dos grandes
potencias, los EEUU y la URSS. En este marco tiene lugar y se ejerce a menudo la
lucha de clases; y lo novedoso no es tal vez el hecho en sí, sino que comienza a ser
tenido en cuenta.
La Nación no puede reducirse ni a una noción jurídica, ni a un espacio limitado, ni
mucho menos a un Estado. El ejemplo más frecuentemente citado a este respecto es el
de las Naciones Indias. La nación es pura y simplemente un conjunto de personas que se
reconocen como pertenecientes a él (y a menudo se es consciente de una pertenencia
cuando ésta es atacada o negada). Los elementos que constituyen este
autorreconocimiento conforman, en su sentido más amplio, la cultura. Son muy
diversos, y van de la organización social a las meras costumbres, de la lengua a la
religión, del modo de vida al modo de producción, de las referencias históricas al
reconocimiento de un espacio geográfico, etc.
Es una referencia colectiva compuesta de la totalidad o solamente de una parte de estos
elementos. Es una comunidad de individuos que presentan un cierto número de puntos
comunes en un momento dado, pero que se sitúa igual y es simultáneamente en el
tiempo (historia, presente, pasado y futuro) y en el espacio.
El resurgir de estos fenómenos nacionales – por otra parte, tan diversos unos de otros en
numerosos puntos, como veremos - ¿indica un regreso de la humanidad hacia una forma
de barbarie donde los enfrentamientos nacionalistas ganarían la partida a toda esperanza
de paz, de igualdad, de socialismo, de un mundo nuevo tal y como se soñaba y a veces
se puso en práctica por varias generaciones sumergidas en una visión del mundo común
a todos los socialismos?. ¿Es, por el contrario, portador de inmensas esperanzas de ver
al mundo redefinirse hacia dinámicas contrarias a las del capitalismo y la explotación
del hombre por el hombre?. Ni una cosa ni otra, verosímilmente. Nada es, y menos aquí,
blanco o negro.
Sea como fuere, tenemos que constatar que el deseo de reagrupamiento sobre bases
específicas es un fenómeno presente en toda la historia y que no está ligado a un modo
de producción particular; corresponde a una necesidad vital: la identidad y el
sentimiento de pertenencia que la acompaña. Todo proyecto de sociedad, por rupturista
que sea, que no tenga esto en cuenta está irremediablemente abocado al fracaso.
Cada nuevo modo de producción que aparece tiende progresivamente a destruir y
desestructurar las comunidades que se habían constituido en relación con el modo de
producción anterior. El capitalismo ha hecho lo mismo; y además, en el interior de su
propia historia, hecha con “crisis”, reestructuraciones, destruye por sí solo las
comunidades que había engendrado. Y estos cambios de fondo se producen ahora a una
velocidad jamás alcanzada en la historia, de forma que una generación no está segura de
instalarse a lo largo de toda su duración, con signos suficientemente estables para que
den a la vida una apariencia de solidez. Si para cierto número de personas que se
reparten el poder, estos signos existen y hacen que vivan relativamente bien, no se trata
más que de una ínfima minoría al lado de la parte más grande para la que raramente
existen las comunidades solidarias, vivientes y soportables. Y como se trata de una
necesidad fundamental, la lucha por reencontrar o reconstruir una se sitúa en el corazón
de todos los movimientos sociales, de todas las resistencias.
El movimiento obrero (no distinguiremos aquí las representaciones que se hayan dado
voluntariamente o no, en su conjunto) ha intentado, en el transcurso de su historia, dar
un alma a la comunidad obrera; indicaba así que un movimiento colectivo y
revolucionario no podía construirse más que sobre la base de una solidaridad concreta,
ligada al mismo tiempo a un modo de vida comunitario y a un proyecto político (el
espacio: la ciudad, el barrio obrero, y el tiempo: el socialismo futuro).
Pero, con la regresión, podemos descubrir varias insuficiencias, incluso “errores”:
La comunidad obrera ha ignorado demasiado lo que la constituye también fuera de la
fábrica. El sindicalismo (excepto, en parte, el anarcosindicalismo – y es eso lo que hace
su especificidad) ha reforzado progresivamente esta tendencia. De hecho, se han negado
numerosos problemas muy reales y constitutivos de esta comunidad (relaciones
extralaborales, urbanismo, sexualidad, espacio, dimensión cultural...) y se han
descartado del centro de preocupaciones del movimiento obrero. La primera
consecuencia fue la exclusión de aquellos que no se encontraban dentro de la fábrica y
que sin embargo pertenecían a la misma clase: una parte importante de las mujeres, de
los niños, de los ancianos, y de todos aquellos que se clasifican con los términos de
“desviados”, “marginados” o ahora “precarios” (La película La sal de la tierra es
absolutamente explícita sobre esta verdad).
La segunda consecuencia es la puesta en práctica de la teoría de los frentes principales y
los frentes secundarios.

FRENTES PRINCIPALES Y FRENTES SECUNDARIOS

Esta teoría pretende privilegiar a los sectores-frentes en lucha que se sitúan en el mismo
terreno de la producción, en detrimento de los otros; por consiguiente, la fábrica, lo
económico, la clase obrera, en detrimento de lo que concierne al proletariado en general,
de las formas de explotación y de opresión más amplias o exteriores al trabajo, etc. Esta
teoría se basa en la constatación de que son las relaciones de producción las que
determinan en parte la relación de la fuerza general entre clases, y en consecuencia
permiten a las otras luchas, a los otros frentes, construirse e introducirse en los espacios
que de este modo quedan libres por un reparto de fuerzas global. Hasta aquí,
consideramos que eso es exacto. El problema es que algunos (sobre todo los marxistas)
han llegado a considerar que lo que no podía tener éxito en establecer una relación de
fuerzas global (las luchas que no se dan sobre el terreno de la producción) era
“secundario”, vale decir sin importancia, incluso despreciable. El problema no se debe
plantear así; en efecto, si las luchas en la escuela, las de las mujeres, de los
homosexuales, las luchas culturales, etc, no consiguen ellas solas establecer una relación
de fuerzas social, se puede considerar también que sin ellas, las luchas en el terreno de
la producción “pierden su alma”, su misma razón de ser, ya que ya no serían portadoras
de utopía, ni de la expresión de TODAS las razones que hay para rebelarse contra la
sociedad capitalista. No se puede hablar por tanto de luchas secundarias. Son igual de
principales e importantes. El problema es llegar a que se compenetren unas y otras.
Señalemos también que la lógica de la distinción entre frentes principales y frentes
secundarios conduce a no preocuparse más que de las luchas políticas – en el mal
sentido del término – es decir, de la toma institucional del poder, en detrimento de todas
las tentativas de grupos sociales por reapropiarse de un poder cualquiera sobre su vida.
Una razón más para rechazar esta concepción.
El movimiento obrero se construyó, en la segunda parte del siglo XIX y al principio del
XX, en un periodo en que se consolidaba la construcción de los Estados – Nación; el
nacionalismo que se expresaba entonces era esencialmente portador de chovinismo, de
racismo, de guerra, y el movimiento obrero, que se fraguó contra esos valores, no podía
hacer otra cosa que rechazar violentamente, y con toda la razón, ese nacionalismo.
El hecho nacional (las características de cuya época veremos más adelante) pensó poder
sustituirlo el movimiento obrero por la pertenencia universal de clase. Ahora bien, es
obligatorio constatar que las previsiones que concernían a la universalización de la clase
obrera a corto plazo entrañaban la interiorización de un sentimiento de pertenencia
vinculado a la condición de trabajador, y no a un territorio o a una cultura, se han
revelado como erróneas, al menos hasta ahora.
Hay que recalcar que el movimiento obrero se forjó en el seno de la cultura occidentaleuropea,
es decir en el seno del imperialismo. Como reacción, en efecto, a este último,
pero también imprimiéndole inconscientemente algunos esquemas ideológicos y
culturales. De esta forma, el modelo de Obrero era el obrero europeo o americano de las
grandes unidades de producción, y se pudo pensar entonces que la proletarización de
otras partes del globo fabricaría obreros con el mismo modelo. Nada de eso sucedió.
Este esquema cultural europeo tiene su origen en la ideología republicana de 1789: tanto
el anarquismo como el marxismo están impregnados de la ficción del “hombre
universal” como el único capaz de liberar al mundo. Sin embargo, este concepto que se
pretende totalizador (¡en totalizador podemos leer totalitario!) no puede, en definitiva,
sino posicionarse contra el “hombre real”, aquel que vive, que quisiera ser dueño de una
realidad, un espacio que él conoce y al que puede finalmente referirse. Olvidar esto y no
referirse más que a un universalismo abstracto – aun impregnado de humanismo – es
hacer un favor a los estados, a las estructuras autoritarias, únicas en condiciones de
dominar – o de hacerlo creer así – las entidades que escapan al común de los mortales.
Hay que comprender que el nacionalismo patriotero y belicista, vinculado al nacimiento
de los Estados – Nación, desempeñaba una función vital y necesaria – la de la
pertenencia y el arraigo -, pero desviándola: una especie de neurosis.
La pertenencia a nivel mundial a una misma y única comunidad de clase, de todos los
trabajadores, por justa que sea ideal y teóricamente, no correspondía más que a una
ausencia de realidad vivida por la mayor parte de ella. Noción intangible, no podía
incluir el conjunto de lo que las personas buscan en la necesidad de identidad; por
consiguiente, ante los primeros ataques de la burguesía esta referencia se vino abajo y el
movimiento obrero, casi en su totalidad, se precipitó a la guerra y al patriotismo,
entregándose a otra abstracción, pero más próxima y con más medios para seducir, el
Estado – Nación.
El internacionalismo proferido por el movimiento obrero ha sido demasiado a menudo
negador del hecho nacional, lo que ha contribuido, como consecuencia, a reforzar sus
efectos perversos. Del mismo modo que la negación del hecho nacional suele esconder
mal el imperialismo de una nación, tras el internacionalismo se ha ocultado demasiado a
menudo la dominación de modelos geográfica e ideológicamente concentrados y
limitados. De este modo se ha podido pasar del famoso “los trabajadores no tienen
patria” a la siniestra “patria de los trabajadores”. Y, más que en una mala “dirección
política”, es aquí donde hay que ver la consecuencia de la impregnación de un
pensamiento profundamente burgués, del que se puede rastrear una filiación que va del
hombre universal del ideal republicano al obrero – masa de los años 70.
Ciertamente se pueden encontrar impulsos auténticamente internacionalistas en la
historia: de las Brigadas Internacionales en España a la solidaridad con Polonia; del
movimiento de apoyo a Sacco y Vanzetti al – aunque débil – de los mineros ingleses.
Manifiestan sin duda que sectores importantes de trabajadores sienten – y actúan en
consecuencia – que existen más intereses comunes con los explotados del otro extremo
del mundo que con su propia burguesía nacional.
Pero estos impulsos – tan sinceros como interesados – encuentran pronto sus límites si
no están anclados con fuerza en un movimiento local y más limitado, que se apropie de
su territorio, de su cultura, al mismo tiempo que de sus medios de producción. Si no, se
convierten en asunto exclusivo de militantes, de políticos, de grupos de presión que se
deslizan rápidamente a una elección de campo de clase... a una elección de Estado –
Nación... y entonces revierte hacia el patrioterismo y el espíritu guerrero.
Así pues, hay que comprender perfectamente, y extraer de ello las consecuencias, que la
forma como se vive la pertenencia de clase no es universal y no depende solamente de
la posición dentro de la división del trabajo; que entran en juego aspectos geográficos,
lingüísticos, culturales, que subordina de manera lineal al modo de producción es
extremadamente simplista.
A este respecto, se debe considerar positivo este despertar del hombre real frente a las
abstracciones totalizadores/totalitarias. Despertar que encontramos tanto en la toma en
consideración de todos los problemas que constituyen la vida cotidiana bajo todos sus
ángulos como en la emergencia de pueblos que habían sido negados hasta el presente.
Este despertar ha dejado en un mal lugar a los viejos esquemas inoperativos y ha
permitido tomar en consideración todos estos problemas en lugar de mandarlos sin
juicio al vertedero de la historia.
Pero si este despertar se traduce a menudo como reacción – y es comprensible – en un
repliegue individualista y “apolítico”, hay que considerar que no es más que un
momento y que será necesario que estas experiencias desatasquen de nuevo lo
“colectivo” y lo “positivo”.
Además, nosotros mismos nos hemos dado cuenta de cuántos problemas de pertenencia
eran importantes en el propio seno de las luchas que, a priori, no tienen mucho que ver
con las luchas de liberación nacional: lo nuclear, las luchas en la siderurgia, la vida en el
campo, los movimientos de inmigrados, de mujeres, de homosexuales, las comunidades,
etc... están impregnados de ellas. Cuanto más se nieguen e incluso combatan unos esta
dimensión y más contestación opongan los otros, los interesados, más aspectos
reaccionarios presentarán (sectas, racismo, interclasismo, retrocesos...)
Así es como nos planteamos el apoyo a las luchas de liberación nacional. En una
relación de reciprocidad, de internacionalismo real. No como desfiles con algunos
eslóganes sobre “la justa lucha de tal o cual pueblo”, sino poniendo en evidencia hasta
qué punto esa lucha tiene un papel positivo para nosotros, y de qué forma también
pueden ayudar nuestras propias luchas a tal o cual movimiento.
Por ejemplo, por qué apoyar a los independentistas kanakos. Por supuesto, porque el
derecho de autodeterminación, la lucha contra el colonialismo, son fundamentales y no
se discuten. Pero también porque es una manera de atacar a nuestros enemigos en la
Francia continental; y porque nosotros también tenemos que desarrollar nuestras propias
capacidades de autonomía y de independencia.
Las luchas de liberación nacional son, actualmente, importantes trabas en la estrategia
de los Estados y en la reestructuración de las relaciones Este/Oeste y Norte/Sur , y quizá
especialmente contra la ideología del consenso que es ahora mismo nuestro enemigo
número uno. Todas estas luchas atacan por el flanco al Estado y al centralismo.
Pero, atención, lo que nosotros apoyamos son las luchas y no sólo un principio. Hace
falta que la reivindicación de independencia sea realmente emprendida por la gente, por
un movimiento; tal es el caso, por ejemplo, de Kanaky, de la Guadalupe, de Irlanda, de
Córcega, de Euskadi; no es el de Occitania donde, por el momento, la reivindicación
autonomista agitaría un mero fantasma y donde previamente es necesario acometer un
trabajo de recomposición social y cultural.
A este respecto, se puede constatar que sólo han sobrevivido, tras el reflujo de la ola de
1968, los movimientos que existían antes; los que se han creado en esta época casi han
desaparecido... probablemente porque surgieron más de la ideología que de la necesidad
y del interés.
ALGUNAS CONSIDERACIONES HISTÓRICAS SOBRE EL ESTADO – NACIÓN
Un punto capital en la creación del Estado – Nación y del sentimiento nacional en los
viejos países de Europa parecen ser los procesos económicos que se precedieron y
siguieron a la revolución industrial (y a la revolución política en Francia). Es la época
en que, en la dinámica del capitalismo, las viejas ciudades, los antiguos centros
mercantiles, dejan de ser el polo esencial del desarrollo capitalista, relevadas a partir del
siglo XVII por estos grandes estados territoriales. En ese momento se convierten éstos
en mercados internos, nacionales y relativamente autónomos; y para ello había que
introducir en la “economía nacional” a todas las pequeñas ciudades y burgos y, al
campesinado, en los circuitos mercantiles. Lo que poco a poco empieza a materializarse,
y desde antes de la revolución industrial, es una entidad de tres polos: el Estado, el
mercado, la Nación. El Estado debe convertirse en el fundamento, el guardián del
mercado nacional. Se establece una relación muy cerrada, muy estrecha, entre estos
niveles. Cuando la burguesía “se hace con el poder”, ha pasado ya mucho tiempo desde
que el sistema funciona según sus intereses. El sentimiento nacional, el patriotismo de
los estados – nación del siglo XIX, a través del Estado de derecho, la ciudadanía, el
servicio militar obligatorio, la escuela laica que enseña la moral, la instrucción cívica y
la historia “nacional”, se puede hablar realmente de la burguesía como la clave que
instrumentaliza el aparato de Estado y la ideología nacional en beneficio de sus
intereses.
Teniendo en cuenta esta simbiosis muy sólida: Estado, mercado, nación, hay
verdaderamente para la burguesía una esfera de acción posible, una práctica posible y
eficaz en un espacio unificado y ampliamente autónomo. Este vínculo entre los
imperativos económicos, la ideología y la dominación de clase fue subrayado en el
artículo de R.Furth que apareció en el nº 5 de Interrogation, “La guerre contre les
idiomes” (La guerra contra los idiomas). Lo desarrollará la Escuela de la III República
(n de t: francesa) con todo el arsenal ideológico tomado en préstamo de la Revolución.
Sin duda, el proceso de uniformización estaba en curso desde el siglo XVIII bajo la
presión de la necesidad de cambios económicos en el desarrollo del capitalismo. Pero
será obligación de la escuela inculcar un “francés elemental” que prepare al futuro
trabajador en la lengua del contrato de trabajo y de la autoridad; que lo prepare también
para desplazarse siguiendo las leyes del mercado de trabajo. Esta lengua unificada, que
vehicula los valores de la nación, del centralismo, del trabajo y de la disciplina, excluye
además, lógicamente, cualquier mención positiva de las formas de oposición obreras y
de las luchas sociales. Al mismo tiempo, se difunde también una historia elemental que
tiene como misión expurgar de la memoria colectiva las huellas de una historia no
francesa, es decir, no burguesa.
Se entiende que en aquel momento una de las reacciones del movimiento obrero fuese la
de desarrollar tanto como fuera posible, una conciencia internacionalista susceptible de
oponerse a este “nacionalismo” del que la burguesía, en cierta forma, se había
apropiado. Esta idea de internacionalismo tal y como la vemos en práctica, por ejemplo
cuando la retoman los grupos bolcheviques, no es otra cosa que la caricatura de lo que
pasaba en el siglo pasado. Entonces, la idea de territorialidad de un pueblo, de
comunidad, es sustituida por la idea de comunidad obrera, con su cultura, sus territorios
(barriadas de las ciudades), sus referencias, su historia, sus pertenencias (véase, por
ejemplo, la Comuna de París).
Sabemos también hasta que punto, después de la revolución rusa, el desplazamiento de
esta idea ha podido convertirse en una verdadera catástrofe con la noción de “patria de
los trabajadores”.
Sabemos también que la realización de esta idea de comunidad obrera jamás se operó
completamente. Amplios sectores de los movimientos obreros aceptaron la escuela, el
servicio militar, partiendo de que estaban en los códigos jurídicos de la ciudadanía, de la
igualdad jurídica... Sabemos también del fracaso de famosas proclamaciones de huelgas
generales hechas al estallar algunas guerras. En cierto sentido, las clases obreras de las
grandes metrópolis estaban profundamente unidas al sentimiento de identidad cultural y
nacional.
La ambigüedad de fondo de los movimientos de finales del siglo XIX y principios del
XX es que se producían en una época en que la Europa política no estaba modelada en
su división territorial, en particular en todo el centro de Europa, y que el capitalismo
debía proveerse de estructuras “administrativas” más adecuadas y más estables que las
viejas monarquías. Los movimientos nacionalistas participaban en este remodelado y a
menudo encontraban en él motivo para una salida política. Los movimientos
nacionalistas del siglo XIX tenían ante sí “un terreno del que apoderarse”, “una nación
que crear” y, en esa época, eso significaba un mercado nacional que construir; de ahí la
práctica hegemonía de las tendencias burguesas en el interior de esos movimientos. Los
movimientos nacionalistas del siglo XIX, el “derecho de los pueblos a disponer de sí
mismos”, servían naturalmente a los intereses de las clases dominantes.
Pero mientras que Europa se remodelaba políticamente en función de la organización
capitalista triunfante, las premisas de otras luchas de liberación nacional se iban
perfilando. En efecto, desde el final del siglo XIX a la segunda Guerra Mundial, nos
encontramos en el período del colonialismo triunfante. La vieja Europa organiza
metódicamente el pillaje de África y Asia, logra desestructurar las comunidades
autóctonas, perfecciona su sistema administrativo de gestión de las colonias. Por
supuesto, ni se plantea para estos inmensos territorios explotados la posibilidad de
independencia, ni de crear un estado, ni siquiera de su reconocimiento como Nación. A
menudo, apenas considerados seres humanos, se somete a sus habitantes a las peores
degradaciones que se puedan imaginar.
Después de la segunda Guerra Mundial, unas transformaciones importantes van a
afectar la sagrada trinidad Estado – Mercado – Nación.
1. La descolonización va a cubrir la Tierra de nuevos Estados – nación, por
ejemplo en África. Hasta el presente, al mundo capitalista no le afectaba la
cuestión nacional más que en su centro, esencialmente en Europa; las colonias
no participaban en el gran juego. Entonces, después de 1945, todo lo que pudo
convertirse en un Estado – Nación lo hizo. Pero al mismo tiempo, estos estados
del Tercer mundo son completamente aberrantes. Son meras burocracias
parásitas del todo incapaces de crear instituciones que reagrupen, en un mismo
mercado relativamente autónomo, una nación ideológicamente unificada.
Construidos en función de simples delimitaciones coloniales, estos estados
agrupan a poblaciones totalmente heterogéneas a las que no une ningún
sentimiento de identidad. Por otra parte, estos países son completamente
dependientes económicamente de las metrópolis capitalistas y por consiguiente
en las antípodas de crear nada que se parezca a un mercado unificado. Estados
aberrantes, puras ficciones jurídicas o pandillas de parásitos sirven de recaderos
a los países industrializados
2. La mitad de Europa pasa a estar bajo el yugo del imperialismo militar soviético.
La política de rusificación en la propia URSS y el peso de la dominación fuera
de ella comienzan a segregar resistencias (Polonia, la aparición de un
antimilitarismo en la RDA...)
3. En los propios antiguos países industrializados, el Estado burgués del siglo XIX
se ha transformado profundamente durante el periodo de crecimiento de los años
45-70. Anteriormente, el Estado jurídico, administrativo, militar, policial,
ideológico, no intervenía más que en el terreno económico y sólo para codificar
los movimientos del capital; este Estado se hace bulímico, en parte por el efecto
de las luchas de clase. Por mediación de los servicios públicos, de las
nacionalizaciones, él mismo se convierte en un actor económico. A través del
mecanismo de redistribución de las rentas sociales (jubilaciones, subsidios, paro,
seguridad social, pensiones...) ha entrado en proceso de
“socialdemocratización”. Estado – bienestar, Estado – providencia, como se
quiera. Gracias a éste se dio lugar al consumo de masas cuando se convirtió en
una necesidad para el sistema. Y hoy, estas funciones se han vuelto prioritarias
en la mentalidad de las personas. Ya no se espera la reconquista de alguna
Lorena, sino el crecimiento de las jubilaciones. Ahora bien, este Estado actual,
debido a la crisis económica, es cada vez más incapaz de satisfacer las
necesidades que, por otra parte, ha contribuido a crear.
4. El factor esencial que sin duda cataliza la crisis depende sobre todo de la
liquidación del antiguo espacio autónomo que era el mercado nacional. En el
desarrollo del capitalismo que sigue a la guerra, las economías de los estados
van a salir de sus fronteras. En Francia, a partir de 1958, la economía francesa
poco a poco deja de vivir en un compartimento relativamente cerrado,
movimiento que irá acelerándose, y hoy está del todo inmersa en el mercado
mundial, en la economía mundial. El mercado vierte, un poco más cada día, en
un mero agente técnico al servicio de los movimientos internacionales del
capitalismo. Dicho de otro modo, la síntesis realizada en el siglo pasado entre el
Estado, el mercado y la nación está disolviéndose.
Los movimientos nacionalistas del siglo pasado eran fundamentalmente portadores de
valores burgueses en la medida en que pretendían construir este Estado nacional de
valores burgueses en la medida en que pretendían construir este Estado nacional al
servicio de los intereses económicos de una clase dominante nacional, para la
realización del beneficio, en un cuadro unificado ideológica y económicamente. Ahora
bien, ya no es éste el caso. Europa, todo el planeta, ha sido delimitado, repartido, y a
toda disidencia nacional le cuesta encontrar un espacio del punto de vista territorial, y
sobre todo un espacio capitalizable y sostenible políticamente por una nueva burguesía
nacional. En estas condiciones, en este mundo en que todo lo que podía llegar a ser
Estado – Nación lo ha hecho, incluso las formas monstruosas de estados del Tercer
Mundo, este Estado, profundamente transformado, es incapaz de satisfacer las
exigencias que él mismo en parte produce. Su autonomía no es más que técnica en el
interior del marco dominante del capitalismo mundial y de la subcultura de masas made
in USA; las disidencias nacionalistas dejan de estar ineluctablemente volcadas a servir a
los intereses de una burguesía. Por tanto están, más a menudo que otras antes (no
siempre), en ruptura de hecho con el consenso político y económico, y especialmente
cuando emergen en el seno de los viejos escenarios de los estados – nación seculares.
Con la creciente inestabilidad que resulta de la crisis actual, la necesidad de una
identidad colectiva no puede hacer otra cosa que crecer. Y ya no es posible mantener,
frente a estas realidades profundamente modificados en relación con el siglo anterior, un
discurso chapado al género “reivindicación nacional = reivindicación de un Estado”.
Por supuesto, no hay que entonar los eslóganes contrarios, “apoyo total a las luchas de
liberación nacional”. Pero hemos entrado en un área de incertidumbre en que las cosas y
los procesos ya no se determinan automáticamente como pudo haber parecido antes.
Sabemos que el repliegue sobre un sentimiento de pertenencia, cualquiera que sea, es
susceptible de engendrar el rechazo de otros. La triste realidad del sionismo o de la
revolución iraní demuestra que lo peor sigue siendo posible. Pero las luchas indias de
Bolivia, los movimientos polaco, vasco, irlandés, indican que en torno a un sentimiento
colectivo de pertenencia a un pueblo, a una nación, a una lengua... puede engranarse un
proceso de lucha y situarse a fin de cuentas sobre el terreno de la lucha de clases.
QUE ACTITUD TOMAR ANTE LAS LUCHAS DE LIBERACIÓN NACIONAL
Existe una crítica llamada “de izquierdas” que se basa en el carácter habitualmente
frentista de estas luchas.
Esta crítica retoma en parte, pero sistematizándolas o deformándolas, las reticencias de
una parte del movimiento obrero en sus orígenes, y de las que ya hemos hablado para
criticarlas en la primera parte de este texto. Volvamos a ellas rápidamente, no obstante.
Por supuesto, ejemplos del carácter frentista de una lucha de liberación nacional no
faltan (Argelia, Vietnam...) y a buen seguro no faltarán en el futuro. Debemos hacer
notar que esto no es patrimonio exclusivo de este tipo de luchas, y que las luchas
obreras tradicionales, y otras, no evitaron el escollo del frentismo, de estas alianzas de
clase que entrañan automáticamente el predominio de la burguesía nacional (formada o
en formación) en el frente, y la subordinación de los intereses de las clases explotadas
en su trabajo. Aquí como en cualquier otro lugar, no se esquiva el escollo evitando la
lucha. Comprobamos que hay varias orientaciones posibles y que se lucha
estratégicamente por una de ellas y tácticamente para debilitar a la otra.
Es muy poco probable que una lucha de liberación nacional lleve, hoy día, a una
sociedad sin Estado, ¡del mismo modo que una lucha obrera no lleva más que muy raras
veces a la abolición del trabajo asalariado!.
Lo que este tipo de crítica oculta más a menudo es que:
- Las luchas de liberación nacional, aunque se multiplican por el mundo, no
presentan sino características extremadamente diversas: entre las luchas de los
pueblos africanos o asiáticos dejadas de lado por la absurda división
neocolonial, las luchas de las nacionalidades del imperio soviético, las de los
pueblos aún colonizados de la manera más clásica, de pueblos que ni siquiera
tienen un territorio y están diseminados, las que atacan a Europa en su mismo
centro, las de los pueblos cuyos estados están dominados por el imperialismo
americano o soviético, y muchas otras, las diferencias son grandes. Hay un único
punto en común, no obstante: el derecho de autodeterminarse, el derecho a la
dignidad. Las estructuras económicas de estos pueblos son también muy
diversas: presencia o no de una clase obrera, tradición o no de una naturaleza de
las fuerzas opresoras, etc. Todas estas diferencias hacen que, evidentemente, las
oportunidades de que se desarrollen unas características que se ajusten a nuestras
referencias libertarias son extremadamente desiguales; en consecuencia, no
podemos sacar partido de un apoyo en función del programa oficial de tal o cual
grupo de resistencia; por el contrario, debemos analizar las dinámicas internas o
externas creadas por tal o cual movimiento y ver si lo que sucede en ellas va más
en un sentido que en otro: y, es obvio, las dinámicas kanakas o vascas, por
ejemplo, no van en el mismo sentido que las de los ayatollahs en Irán
- Contrariamente a lo que piensan algunos, las dinámicas de luchas de liberación
nacional pueden situar a las personas en una relación de apertura con el exterior,
de intercambio, de debate, que abren unas perspectivas tan internacionalistas
como nacionalistas.
Por consiguiente, ser libertario en una lucha de liberación nacional ¡no es luchar a
cualquier precio para que la abolición del Estado o el comunismo libertario formen
parte del programa!. Sabemos, entre otras por la experiencia española de 1936, que esto
no sería de ningún modo una garantía ¡y que unos antiestatales bien pueden acabar en el
Gobierno!
La cuestión más bien es ésta:
Si la soberanía se conquista y el Estado la sanciona, ¿cómo hacer para que éste sea lo
más débil posible frente a un pueblo lo más fuerte posible? Se trata por tanto, aquí como
en otros casos, de una estrategia dedicada a reforzar y consolidar la relación de fuerzas
de los explotados: agudizar la lucha de clases. Tácticamente, en la lucha de liberación
nacional, existen unos ejes fundamentales que defender:
- Liquidación, por supuesto y en primer lugar, de la dominación extranjera
- Revolución social, es decir, eliminación de la burguesía nacional y del poder de
clase con una reorganización de la vida social y de la producción orientada hacia
la satisfacción de las necesidades expresadas por las clases explotadas y no en
función de los imperativos del mercado y del beneficio.
Esto significa concretamente multiplicar las estructuras de poder popular que se
hagan a cargo de todos los aspectos de la vida, que deberán ser al mismo tiempo
órganos de lucha en el presente y en el futuro.
Por consiguiente, se deberán combatir las tácticas de integración en las
instituciones y preservar la autonomía de las estructuras de contrapoder que se
creen.
El concepto de revolución nacional y social (ya presente en 1920 en el
movimiento majnovista de Ucrania) aparece en un cierto número de
movimientos. Hay que intentar introducirlo allí donde no exista, estudiando
sobre qué puede articularse y construirse poco a poco; mantenerlo de forma
vigilante allí donde sea tenido en cuenta, es decir, luchas contra las tendencias
que quieran acordar una preeminencia de lo “nacional”
- También hay que combatir las formas de reivindicación o de lucha que tiendan a
reforzar el peso de una futura o actual burguesía o de unos notables. Y esto es
particularmente importante para todo lo que concierne a las formas de desarrollo
económico
Y, en fin, mantener para con la lucha armada, cuando exista, el papel que le
conviene, es decir, de prolongación de las luchas sociales políticas y culturales,
y controlar que no adquiera un papel de dirección.
- Luchas para que la pertenencia a una lucha tenga tanta importancia como la
pertenencia étnica. Dicho de otro modo, que el vínculo voluntario sustituya al
vínculo de sangre. Favorecer en el sistema de pertenencia aquello que se
adquiere (lengua, lucha...) en detrimento de lo que se recibe (raza, filiación...).
Es así como el movimiento vasco ha sabido integrar en su seno a trabajadores
“extranjeros” o como en el FLNKS podemos encontrar no kanakos de origen,
wallisianos, asiáticos o incluso blancos.
En lo que respecta a la cultura, se ha considerado muchas veces que las luchas
regionales o nacionales estaban orientadas hacia el pasado. En realidad no lo
están más que en función de un modelo que se pretendió dominante y universal
y que, por lo tanto, está considerado como representante del futuro... ¡ lo que,
como acabamos de ver, está lejos de ser verdad!. Es evidente que nada es
definitivo y que, más en este sentido, queda todo por jugar (...)Para terminar, nos
limitaremos a una cita de F.Fanon:
“Pensamos que la lucha organizada y consciente emprendida por un pueblo
colonizado para restablecer la soberanía de la nación constituye la
manifestación más plenamente cultural que existe... la propia lucha, en su
devenir, en su proceso interno, desarrolla las diferentes direcciones de la
cultura y esboza las nuevas. La lucha de liberación nacional no restituye a la
cultura nacional su valor y antiguos contornos. Esta lucha que apunta a una
redistribución fundamental de las relaciones entre los hombres no puede dejar
intactas ni las formas ni los contenidos culturales de un pueblo. Tras la lucha,
no se dará solamente la desaparición del colonialismo sino también la
desaparición del colonizado...”

OCL. 1987

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Jorge.
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Re: Los Anarquistas, las Naciones y la lucha por la Emancipación

Mensaje por Jorge. » 27 Sep 2009, 09:43

Unas palabras sobre la cuestión nacional en Ucrania

Nestor Makhno


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En los albores de la abolición del despotismo zarista, con la revolución de 1917 se abrieron perspectivas de relaciones sociales nuevas y libres para el mundo del trabajo, hasta entonces bajo el violento yugo del Estado ruso. La noción de una autodeterminación integral, incluyendo una ruptura completa con el Estado ruso, se abrió paso de modo natural entre la población. Aparecieron multitud de grupos que propagaron todo tipo de ideas entre la población ucraniana: cada uno de ellos tenía su propio punto de vista e interpretaba la idea de la autodeterminación de acuerdo a sus intereses fraccionales. Pero las masas trabajadoras de Ucrania no se identificaron con ninguno de estos grupos ni se unieron a ellos.

Han pasado más de siete años desde entonces y la noción de autodeterminación se ha desarrollado entre los trabajadores ucranianos y ha aumentado la comprensión que tienen de ella. Ahora se identifican con ella y lo demuestran a menudo en su vida cotidiana. Por ejemplo, reclaman su derecho a usar su propio idioma y su derecho a su propia cultura, algo considerado tabú con anterioridad a la revolución. También reclaman su derecho a vivir su vida de acuerdo a sus propios usos y costumbres. A ciertos señores estatistas, que abrigan el propósito de construir un Estado ucraniano independiente, les gustaría apropiarse de estas manifestaciones de la realidad ucraniana, contra las cuales los bolcheviques, por cierto, con toda su omnipotencia, son incapaces de luchar. Sin embargo, estos señores estatistas no parece que consigan atraerse a las amplias masas de trabajadores con ellos y mucho menos movilizarlas para luchar contra el opresivo partido bolchevique. Los sanos instintos de los trabajadores ucranianos y su vida opresiva bajo el yugo bolchevique hacen que sean conscientes del peligro de cualquier Estado. Por esta razón, rechazan las tendencias chovinistas y no las mezclan con sus aspiraciones sociales, al tiempo que buscan su propia vía hacia la emancipación.

Hay materia aquí para una seria reflexión sobre el rol de los revolucionarios ucranianos, y de los comunistas libertarios en particular, si realmente desean desarrollar un trabajo consistente entre los trabajadores ucranianos.

Ese trabajo no puede desarrollarse sobre los mismos ejes que en 1918-1920, porque la realidad del país ha cambiado mucho. En aquel entonces, el pueblo trabajador ucraniano, que había tenido un papel tan destacado en el aplastamiento de todos los mercenarios de la burguesía (Denikin, Petliura y Wrangel) no podía ni siquiera imaginarse que, al final de la revolución, se encontraría tan ignominiosamente engañado y explotado por los bolcheviques.

Aquellos eran los días en los que todos luchábamos contra la restauración del régimen zarista. No había demasiado tiempo para analizar e investigar a todos los intrusos que se unían a la lucha. La fe en la revolución orillaba todo pensamiento secundario sobre estos intrusos o las cuestiones que podrían haber surgido respecto a ellos, como si debían ser considerados amigos o embaucadores. Al mismo tiempo, los trabajadores estaban en lucha frente a la contrarrevolución, centrándose sólo en combatir a quienes aparecían como parte de las filas enemigas, enfrentándose con arrojo a la muerte en defensa de la revolución.

Más tarde, la mentalidad de los trabajadores ucranianos cambió mucho: habían tenido tiempo de familiarizarse a más no poder con estos intrusos y en lo sucesivo se mostrarían más críticos a la hora de evaluar lo que habían ganado con la revolución o, al menos, lo que quedaba de ello. Reconocieron en estos intrusos a sus enemigos mortales: aunque se hubieran "ucranianizado" y levantaran la bandera del socialismo, vieron que en realidad obraban de tal modo que se unían a la explotación del mundo del trabajo. Tienen claro que fue esta casta de socialistas, voraces explotadores, la que les arrebató sus conquistas revolucionarias. Resumiendo, están convencidos de que bajo la máscara de los bolcheviques se encuentra algo parecido a la ocupación austro-húngara.

Esta ocupación encubierta predispone a las masas a cierta reacción chovinista dirigida contra los intrusos. No en vano los señores bolcheviques gobiernan Ucrania desde Moscú, escondiéndose tras sus testaferros ucranianos: es el creciente odio de las masas ucranianas el que marca este hecho. Es la verdadera naturaleza del despotismo bolchevique lo que está llevando a los trabajadores ucranianos a buscar el modo de sacárselos de encima y avanzar hacia una nueva sociedad realmente libre. Los bolcheviques tampoco se duermen en los laureles y están tratando de adaptarse a toda costa a la realidad ucraniana. En 1923 marchaban a la deriva: desde entonces han modificado sus tácticas y no han tardado en asir la realidad ucraniana.

Además, no han dudado en asociar el destino del bolchevismo con el del nacionalismo y, en consonancia con ello, han añadido artículos al respecto en la "Constitución de la URSS", reconociendo a todo pueblo el derecho de autodeterminación, hasta llegar a la secesión. Todo ello es, por supuesto, una completa farsa. ¿Cómo va a desarrollarse la actitud de los bolcheviques? Los años siguientes lo dirán. El análisis anarquista de la realidad actual de Ucrania debe tomar buena nota de estos nuevos factores: el odio de los trabajadores ucranianos hacia los intrusos del bolchevismo nacionalista. En cuanto a nosotros, nuestra principal tarea hoy consiste en explicar a las masas que la raíz de todo mal no está en un puñado de autoridades intrusas, sino en toda autoridad. La historia de los años recientes aporta un argumento de un peso considerable, ya que Ucrania ha contemplado un desfile de todo tipo de autoridades y, a la hora de la verdad, se han parecido todas como un guisante a otro. Debemos demostrar que un poder estatal "intruso" y un poder estatal "independiente" vienen a ser lo mismo y que los trabajadores no ganan nada con ninguno de ellos: deben orientar sus esfuerzos se encuentren donde se encuentren a destruir el aparato estatal y reemplazarlo por organismos obreros y campesinos de autogestión social y económica.

A pesar de todo, al abordar la cuestión nacional no debemos olvidar los últimos acontecimientos de Ucrania. Ahora se habla el ucraniano y en virtud de las nuevas tendencias nacionalistas, los forasteros que no hablen la lengua local apenas serán escuchados. Ésta es una cuestión que nos tiene que quedar bien clara. Si los anarquistas han gozado de una débil audiencia entre el campesinado ucraniano ha sido porque se han concentrado principalmente en torno a las ciudades y, sobre todo, porque no se han expresado en el lenguaje del campo ucraniano.

La vida ucraniana está plena de todo tipo de posibilidades, especialmente de potencial para un movimiento revolucionario. Los anarquistas tienen una gran oportunidad de influenciar este movimiento, hasta de convertirse en sus mentores, a condición de que aprecien la diversidad de la vida social y adopten una posición clara de lucha abierta y frontal contra todas las fuerzas hostiles a los trabajadores (…) Este es un cometido que no puede ser llevado a la práctica sin una organización anarquista ucraniana grande y potente. Es tarea de los anarquistas ucranianos empezar a ponerla en pie desde ya mismo.

Dielo Truda N°19, Diciembre 1928

Traducido por Manu García

http://www.nestormakhno.info/spanish/natquest.htm

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Re: Los Anarquistas, las Naciones y la lucha por la Emancipación

Mensaje por ValleKas Libertario » 07 Ene 2010, 17:13

Un independentismo enfocado desde una perspectiva libertaria tiene un gran potencial transformador.

Uno de los temas de más auge en la actualidad es el nacionalismo. Disponemos de gran cantidad de información, textos y debates desde muchas perspectivas, pero sin embargo, relativamente poco desde el entorno anarquista, donde normalmente, en vez de argumentar y debatir se usa la respuesta fácil, se reduce todo a cuatro frases hechas y en ocasiones se adopta la postura del sistema imperante. Se hace necesario pues un análisis y debate más profundo sobre estos temas.

A alguien le puede parecer raro que se trate esto en Cantabria cuando aparentemente no se puede asimilar nuestra situación a Euskal Herria, Països Catalans, etc… pero sin embargo, este debate es también aquí importante e incluso más necesario y este es un pequeño aporte a él.

La nación y el nacionalismo, son conceptos modernos que se van fraguando en la primera mitad del siglo XIX con el fin del Antiguo Régimen absolutista y teocéntrico. La nación y la cultura nacional se revelan para las clases dominantes, como el nuevo modo de lograr cohesión social y legitimar el nuevo estado.

Hasta entonces los distintos pueblos tenían sus tradiciones, costumbres, historia y habla, en definitiva su cultura, que junto con el sentimiento de pertenencia comunitario, es el elemento diferenciador que los define como pueblos. Esta cultura no estaba ligada a un marco de poder estatal. Los nacionalismos asumen el papel de crear una cultura estatal homogénea que es la base para que los oprimidos se identifiquen con el estado, con la nación/estado. La nueva cultura y sentimiento identitario se basa en alguna o varias de las culturas populares y es impuesta a los distintos pueblos que puedan conformar el estado. Esta imposición ahoga su identidad propia. Esto mismo sucede también con el pueblo del cual tomó la cultura popular. Al igual que el pueblo son los oprimidos y no los opresores, la cultura estatal no es la popular, es una perversión de esta. La cultura popular nace del pueblo y vive en él, la cultura estatal viene del poder y nunca podrá ser propia de una comunidad, siempre será algo impuesto.

Este fenómeno de cultura estatal “normalizadora” se da tanto en los nacionalismos que han logrado el estado/nación como en aquellos en que este solo es un proyecto. Como libertarios tenemos que recuperar el sentimiento comunitario al margen de todo poder y defender la cultura popular, que bebe de la tradición, pero también es espontánea, libre y creativa.

En muchos de los pueblos que hoy en día están oprimidos, se están desarrollando luchas de liberación nacional. Estas luchas se pueden diferenciar en dos corrientes principales: una nacionalista burguesa y otra nacionalista revolucionaria o socialista. Las diferencias de los acratas con ellas son obvias ya que ambas son estatalistas entre otras cosas. Sin embargo, dentro de la última, si que hay reclamaciones y conceptos que están relacionados con el anarquismo aunque con matices. Conceptos como soberanía, autodeterminación, independencia y como no el afán de destruir el estado español en este caso.

La ruptura con toda forma de dominación es desde siempre una prioridad anarquista. Por tanto, proclamarse independentista y libertario, no es ninguna incongruencia. Se puede entender el independentismo como otro modo de articular el discurso anarquista, tan válido o incluso mejor que el obrerismo. Un independentismo que no traslade el problema a un marco territorial más reducido sino que lleve la soberanía y la autodeterminación hasta el individuo. La libre organización en base a criterios comunitarios naciendo estos en nuestro ámbito más próximo.

Llegados a este punto, se puede apreciar una diferenciación entre nacionalismo e independentismo. Las razones de esta diferenciación de términos son varias:

El peligro del interclasismo en el nacionalismo. Es fácil encontrar las luchas nacionalistas desde un enfoque burgués dejando en segundo plano u ocultando completamente la lucha por la liberación social. Esto, en definitiva, solo significa una defensa de los intereses de una burguesía frente a otra, hecho que no tienen nada de revolucionario ni de liberador. La lucha independentista debe ir pareja a la lucha social o no será independentista. Si no es de este modo, seguirá existiendo la opresión que se manifiesta no solo como opresión al pueblo ya sea esta identitaria o cultural, sino también como opresión laboral, represiva, desarrollista o pedagógica.

El estatismo. Los nacionalistas oponen al estado opresor (en nuestro caso el español) la construcción de un estado nacional que se vería como propio. No conciben la liberación fuera del estado y de hecho, sin eliminación del estado aunque este sea socialista, no existe independencia ni liberación de ningún tipo. La opresión siempre se ha visto por el pueblo como algo externo y ajeno a sí mismo. Por tanto, mientras los esquemas represivos perduren, el pueblo seguirá experimentando la dominación, estará subyugado. No puede existir pues, tal cosa llamada “estado propio”.

La pretensión de fundamentar la soberanía en una idea de nación justificada en conceptos identitarios como la lengua o la cultura. La soberanía y el derecho a secesión son básicos y no necesitan de otros pretextos o justificaciones. Por tanto el objetivo es basar el proyecto colectivo no en función de habla, cultura u origen, sino en el sentimiento comunitario.

Basarse en reivindicaciones sociales y no simbólicas. Potenciar el aspecto cercano y comunal frente al simbolismo y mitificación de la nación en que caen los nacionalismos. Tanto esto como el anterior punto, está intimamente ligado con la oposición a una cultura estatalista.

Suelen ceñir la liberación nacional a un marco definido inamovible. Un marco estático ahoga la independencia ya que niega a las unidades más pequeñas la soberanía. El camino a recorrer no es de arriba hacia abajo si no al contrario. Es en la previa autonomía total y radical de lo más pequeño dónde reside la independencia. El proyecto comunitario, debe ser algo abierto, solidario y no excluyente. La riqueza está en la pluralidad. Aquella gente que se siente parte y participa en la construcción de la vida colectiva es la que forma lo comunitario y en su autonomía reside la soberanía.

Confrontación entre el derecho de autodeterminación y el derecho de autodeterminación de los pueblos. El segundo de ellos lleva aún en su seno la dominación. La previa independencia de las unidades más pequeñas es indispensable para la liberación y la independencia. Libertad total de los individuos de cada comunidad de pertenecer a un determinado proyecto colectivo o a otro.

Un independentismo enfocado desde una perspectiva libertaria tiene un gran potencial transformador. Es una lucha antiautoritaria, antidominación. Lleva la autodeterminación hasta el individuo. Es la lucha por la autonomía radical, por la soberanía. La lucha independentista y libertaria es el sendero hacia la independencia total y la anarquía sin límites.

Publicado en Agitación Rural Fanzine, nº 2. Cantabria.

Oc
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Re: Los Anarquistas, las Naciones y la lucha por la Emancipa

Mensaje por Oc » 11 Ene 2012, 11:27

http://www.anarkismo.net/article/21652

Reflexiones filosóficas sobre el anarquismo y las luchas nacionales en un país colonial
Damián Hernández Marrero - La Acción Libertaria

El siguiente artículo de Damián Hernández, militante de la organización puertorriqueña La Acción Libertaria, entrega un valioso aporte para la reflexión de cara a la participación anarquista en las luchas de liberación nacional, en Puerto Rico y en todos los países sometidos al yugo imperialista.

Imagen
Movilización contra la explotación laboral de Starbucks en Puerto Rico

Prólogo introductorio a la situación anarquista y la idea “patria”

El principio básico de la solidaridad, que en el anarquismo se relaciona directamente con la practica de la libertad, nos lleva a simpatizar con cualquier situación que intente y/o busque la emancipación –compréndase, que se persiga o se obtenga en grados mayores o menores la libertad socioeconómica y política—, tanto del ser humano como de la sociedad en un país particular o en la esfera global. Pero cuando comprendemos que esa emancipación esta cargada de un sentimiento nacionalista y no socialista, sea libertario o no, nos encaminamos a un estado de reflexión, que va mas allá de la pura idea de solidaridad. Nos detenemos, y pretendemos no ser participes de una lucha que no llevará a los seres humanos de un país o del mundo a la libertad que consideramos es la más cercana a la real: la Anarquía. La pregunta que nos asfixia moralmente es: ¿al participar de una lucha como ésta, traiciono mis ideas anarquistas o al no participar traiciono a la misma idea de libertad, que es la finalidad principal del anarquismo; en cierto modo, no es la misma idea que buscan los hombres y mujeres que luchan por la emancipación colonial que los aflige, aunque esto no los lleve a una transformación cualitativa del sistema que los oprime?

En nuestra actualidad, es decir, en Puerto Rico, la situación colonial es realmente palpable. No sólo podemos llamarnos la colonia más vieja del mundo, sino que en América somos el único país en no obtener, aunque sea una vez, la independencia. Llevamos desde el 1492, fecha infame que marca el comienzo de la conquista y cristianización de las primeras sociedades americanas, el adjetivo de colonia. La fase colonial tradicional que la monarquía española impuso, comenzó a partir del 1508, con la llegada de Juan Ponce de León a la isla, no se ha detenido con la derrota del imperio español en la guerra Hispano-Cubana, sino que ese mismo año, 1898, la isla fue invadida militarmente por los Estados Unidos y se mantuvo, como es lógico, la colonia, pero de una de tipo clásico pasaron a una colonia moderna militar, que tras el uso de los juegos legalistas y lingüísticos, se disfrazó al poder colonial, con un velo de autonomía, en un país incorporado, que para el 1952 le llamaron el Estado-libre-Asociado-de-Puerto Rico.

Aunque la destrucción de la sociedad amerindia es un hecho innegable en nuestro país, no podemos hacernos la idea de que la sociedad que se gestó para el siglo XVI es una sociedad fruto de un proceso colonial, ya que si seguimos las teorías de Kropotkin sobre el sentimiento o principio de sociabilidad (apoyo mutuo) lo que se demarca es una consecuencia lógica con el que se organiza una especie para sobrevivir las circunstancia materiales y psicológicas en la naturaleza (entiéndase las concepciones políticas sociales de un grupo de individuos que interactúan en un lugar determinado). La sociedad puertorriqueña no es una construcción de los reyes católicos de España, sino todo lo contrario, la sociedad puertorriqueña es el proceso evolutivo de una parte de la humanidad que llevó a cabo la tarea de mejorar, aunque sea en principio, su condición material. Claro está, no podemos ser ingenuos, todo progreso concibe en sí la esencia de las costumbres adquiridas de sus antiguas etapas, tanto buenas como malas. Parte de la cultura puertorriqueña es un proceso de evolución inconsciente de los hábitos de los hombres y mujeres españoles, africanos, holandeses, ingleses, alemanes, daneses, corsos, italianos, moros, canarios, vascos, portugueses, en fin de una gran gama de hombres y mujeres que por circunstancias diversa fueron a parar al archipiélago puertorriqueño. Es por ello que hablar de una construcción de sociedad es un disparate, es mejor decir que la sociedad puertorriqueña, tras su proceso evolutivo de varios siglos (siglo 16 a 20) de reorganización de una parte de la especie humana, fue oprimida por la concepción ideológica (monárquica, mercantil y burguesa capitalista) de un pequeño grupo (el imperio español y el republicanismo liberal de los Estados Unidos) de hombres que dominados por el lucro del poder, impusieron un modelo de cultura que desnaturalizó al grupo de humanos que emigró a la isla.

Cuando un grupo de seres humanos se asienta y se reconoce como parte integral de un lugar (hablamos de un territorio físico: un país) este no podrá nunca aguantar que se le robe y se usurpe el lugar en el que vive. Por otro lado, no podrá soportar que se le esclavice y robe el fruto del trabajo que hace –es decir que se le robe el producto que creo en el lugar o gracias a los recursos del lugar (la tierra) — en dicho país. Es aquí, donde aparece el sentimiento patrio, un sentimiento de pertenecía a un pedazo de tierra, que se demarca por divisiones contractuales o ambientales, o un sentimiento de pertenecía por afinidades sociales en un lugar definido, que vinculan aspectos culturales, como el idioma, las tradiciones y una conducta moral, o una satisfacción individual y hasta ideológica. Todo esto, choca con la teoría anarquista que aspira y pretende cambiar las mentalidades conscientes que rondan sus filas revolucionarias. Los anarquistas quieren la destrucción del Estado y con ello toda idea de nacionalismos que proyectan las fuerzas de poder. Pero, el sentimiento de pertenencia no es un carácter necesario para el sentido de la palabra nacionalismo, sino un principio mayor que se relaciona, en la opinión de un anarquista, erróneamente con el nacionalismo estatista. Todos los hombres y mujeres, sean internacionalistas, por el lado anarquista o socialista estatista, o no, tienen en grados el sentimiento de pertenencia. Cada uno, reconoce que es de un lugar al que pertenecen, sea por nacimiento o por afinidad.

El mismo Bakunin habla del patriotismo como un grado necesario para el camino de la emancipación social. Bakunin en Carta circular a mis amigos de Italia nos aclara la idea de patria y lo natural de tal sentimiento en la vida humana. Por un lado, cuando nos dice: “El Estado no es la patria; es la abstracción, la ficción metafísica, mística, política y jurídica de la patria”[1], nos pone en contexto que la patria como una manifestación del sentimiento de pertenencia no tiene nada que ver con el Estado, ése que para el siglo XIX los políticos de Francia, Prusia y Rusia elaboraron para aplastar el principio de Liberad, Igualdad y Fraternidad, no es para nada parte necesaria de los comportamientos naturales de los seres humanos con respecto a sus asentamientos territoriales o afinidades sociales que demarcan la toma de posición en el mundo. Una toma de posición que no vincula un apoderamiento sino un posicionamiento necesario para la vida de un grupo de seres humanos que comparten el mismo interés y la pertenencia en un mismo lugar (país).

Nos dice Bakunin:

"La gente sencilla de todos los países ama profundamente a su patria; pero éste es un amor natural y real. El patriotismo del pueblo no es sólo una idea, es un hecho; pero el patriotismo político, el amor al Estado, no es la expresión fiel de este hecho: es una expresión distorsionada por medio de una falsa abstracción, siempre en beneficio de una minoría explotadora."[2] (p.94)

Bakunin es muy claro y enfático al hacer la distinción de patria natural del de patria política, que es sinónimo de Estado. La “gente sencilla” es el sinónimo del ser humano que al amar a esa patria natural, no porque se les obligue a ello, sino porque se siente parte de un grupo o lugar físico, será capaz de dar su vida para mantenerse en el lugar en donde se relaciona y vive. Por el contrario, cuando nos topamos con la idea de patria política se esta refiriendo a nacionalismo estatal. La patria política pasa hacer la estructura de dominio de un territorio, de una idiosincrasia y de una economía, y es entonces, donde la idea patria se desnaturaliza, es decir, se separa de la natural tendencia a amar a la patria (entiéndase se oculta forzosamente el sentimiento de permanencia que los seres humanos tiene ante un lugar o sociedad-cultura). Por consiguiente, ¿cuál es la esencia de la patria o la nacionalidad en el pensamiento bakuniano, que influencia directamente en el amplio pensamiento anarquista? Para Bakunin es:

"Una patria representa el derecho incuestionable y sagrado de cada hombre, de cada grupo humano, asociación, comuna, región y nación a vivir, sentir, pensar, desear y actuar a su propio modo; y esta manera de vivir y de sentir es siempre el resultado indiscutible de un largo desarrollo histórico"[3].

Hasta ahora sólo hemos hablado de la idea del sentimiento de pertenencia material (un territorio, país, comunidad, etc.), pero también existe el sentimiento de pertenencia por afinidad. Éste se da cuando un individuo se conecta a una serie de hechos histórico-sociales que le satisfacen grandemente y que le inspiran un sentir amoroso por la cultura y vida social de un lugar (país) o ideas afines (por ejemplo, la idea de la federación antillana, la ideas bolivarianas y la concepción de federación mundial libertaria, donde el sistema socioeconómico es el anarco-comunismo). Esta característica del sentimiento de pertenencia por afinidad se presenta en grados: entre más grande es el sentimiento, mayor será el amor patrio (patria natural) que envolverá al individuo. Es por ello por lo que nos podemos encontrar un noruego viviendo en indochina o un extranjero, por ejemplo, el general San Martín, dando su vida por la independencia de todo un continente[4]. De igual forma, podremos entender como un puertorriqueño del siglo XIX, como Juan Rius Rivera[5], fue capaz de dar su vida en la guerra de los 10 años en Cuba. Éste actúo por la afinidad de ideas, porque comprendió que la lucha por la independencia de tal país es idéntica y necesaria para la independencia de su país (Puerto Rico), que se define en términos generales en que Rius Rivera luchaba en Cuba por la libertad de la especie que vivía momentos idénticos de opresión colonial. Aunque la afinidad en este caso no es vinculante a sólo un país, la afinidad de ideas que relacionan la idea de libertad de los países lleva al individuo a tomar como suya la lucha social, como si se es tuviera dándose en su propio país. Sin ir más lejos, el ejemplo de la guerra civil en España fue la manifestación material del sentimiento de pertenencia por afinidad de ideas que circunscribe de mejor forma como los seres humanos de gran parte del mundo dieron su vida por una causa realmente noble, la lucha contra el fascismo. Para un anarquista la revolución española del 36 es el ejemplo de solidaridad internacional mas grande que se ha dado en toda la historia del anarquismo, pero si profundizamos en los hombres y mujeres que fueron a tal guerra, sin importar que fueran anarquistas o no, lo que se soslaya es que un sentimiento mayor (el sentimiento de pertenencia por afinidad), que es regido por una ley natural (la ley general de apoyo mutuo), influencio en la decisión de los individuos para ir y dar su vida por la lucha de los españoles para que así el fascismo no llegara a tomar el poder en España y se fortaleciera, por consecuencia, en toda Europa. Como podemos ver, más que un acto preñado de ideologías políticas, como lo es una guerra civil o guerra de independencia, que comúnmente se hacen para acabar con el colonialismo, se dan bajo un impulso dado inconscientemente por el sentimiento de pertenencia, tanto material como por afinidad. Para más detalles, sólo hay que leer detenidamente la historia de las independencias de América y darse cuenta como el discurso no se individualizaba, sino que se generalizaba para que todo el que se sentía oprimido en América se solidarizase con cualquier intento de revolución, ya que todas llamaban a las ideas de Patria, Justicia y Libertad.

Pero, dónde encontramos el problema que nos llevó a hacer la pregunta inicial. Es muy bien sabido que los anarquistas de todo el mundo siempre se han insertado en todas las luchas, sean coloniales, de independencia o luchas sociales –por no decir socialista, porque realmente no hemos tenido nunca un a revolución socialista—, que les han parecido prometedoras. Y no estamos dudando de ello. Pero, durante la historia nos hemos percatado que los anarquistas han colaborado en todas las luchas sociales, pero tan sólo hemos escuchado: el anarquista tal y no el sector organizado anarquista que se unió completamente a la lucha por la eliminación de un gobierno colonial, imperial, monárquico, etc.; siempre es un(o) anarquista. Un ejemplo único que explica la crítica, pero nos ayuda para contestar la pregunta, es la Confederación Nacional del Trabajo (CNT) que es un grupo organizado legendario en España, que luchó como cuerpo anarquista en la defensa de la República azotada por las filas del fascismo franquista para el 1936 al 1938. Pero la CNT es un ejemplo muy particular, las tensiones que se estuvieron dando durante los años de la República fue aprovechadas por el sector sindical del anarquismo español para concretizar la revolución social libertaria. Acuérdense de Oviedo, de Casas Viejas y de las huelgas generales en Barcelona y Madrid antes del 36. Realmente la CNT-FAI (Confederación Nacional del Trabajo-Federación Anarquista Ibérica) estaba haciendo una revolución social y libertaria a la par que participaban de la lucha contra el fascismo franquista que azotaba a España. ¿Cuál es la crítica y cuál es el fondo que une a ambas ideas en una sola? La CNT es española y vela por hacer de España un país, por medio del sindicalismo, cada vez más anarquista. Por otro lado la FAI es un grupo organizado de españoles, portugueses y franceses –muchos de ellos son españoles exiliados— que buscaban con la guerra del 36 comenzar el plan anarquista de transformar la sociedad. En el fondo ambos grupos estaban manifestando ese sentimiento patrio al luchar por el lugar (España y Portugal) al que pertenecen, no por obligatoriedad sino por ese impulso natural de los animales gregarios a asentarse en un territorio que reconocen como idóneos para vivir. Claro está, cada uno con grados distintos de manifestación. Pero, concretemos el asunto moral que la pregunta nos hace. La CNT-FAI, aunque manifestaban el sentimiento de pertenencia por el lugar en el que ejecutaban los intentos de transformación, no pretendieron nunca luchar por España, como nación-estado, sino por hacer de España el inicio de la transformación internacionalista de una nueva sociedad mundial. Nunca traicionaron sus ideales anarquistas y nunca faltaron a la idea de protección de su terruño patrio (patria natural, como la entendió Bakunin). Dado, este ejemplo y reflexión, podremos los anarquistas puertorriqueños analizar la circunstancia colonial que sufre país, que es el lugar donde pertenecen por el resultado del desarrollo de la especie humana que se posicionó siglos antes.

La identidad nacional, la colonia y la independencia

La identidad nacional es la manifestación lingüística para presentar de forma tergiversada el sentimiento de pertenencia, llevado por grupos que sólo toman como correcta el término de patria política. Pero, ahora conscientes del término patria natural como la manifestación inconsciente del sentimiento de pertenencia que tiene un individuo en su relación social con otros individuos que se encuentran en un lugar especifico (país), podremos entonces recuperar la identidad nacional tal como debería ser entendida y así hacer una descripción de la idea de la nacionalidad para la isla de Puerto Rico.

Pero antes sería correcto comprender como el anarquismo percibe la idea de lo nacional, y en específico la idea de liberación nacional en los pueblos sometidos a opresión colonial. Bakunin siempre ha concebido “la idea de revolución social íntimamente ligada a la liberación nacional de los pueblos sometidos”[6], es por ello por lo que proclamó la idea del paneslavismo como forma de emancipación de los pueblos eslavos que sufrían los yugos imperialistas de Rusia, Austria, Prusia y Turquía. Este paneslavismo tiene como base a la libertad e igualdad absoluta de todos los individuos que se consideran parte del pueblo eslavo[7]. Cada país que está bajo la opresión de otro tiene el derecho inviolable a tomar las armas, si es necesario, para acabar con la negación de la libertad, que toda ideología progresista de izquierda o moderada exige para sí mismo. Si cada individuo perteneciente a un grupo determinado rechaza que se le usurpe y robe el trabajo que ha hecho para darle cuerpo al lugar que llama país, ese que no sólo le da lo necesario para vivir, sino que refleja la personalidad modelada por el progreso evolutivo de años de convivencia, tiene lo que llamamos comúnmente una identidad nacional. La identidad nacional es una manifestación psicológica que es adquirida bajo la convivencia y el aprendizaje de un individuo que nace o se introduce en una sociedad-país. Las relaciones de convivencia pueden encontrarse manifestadas por aspectos sociales, como las tradiciones culturales, las políticas públicas y, en casos reales, las ideas religiosas; y por otro lado, el especto económico, como los es la división de clase y las ideas gestoras de la economía que mueve a un país, concretizan, mas en nuestra actualidad, estas relaciones de convivencia que son parte de la identidad nacional. Pero, la separación de la dualidad económico-social haría que la comprensión de la identidad nacional real (natural) se perdiera y tendiera a caer en la representación conservadora capitalista nacional, que lleva años imponiéndose, haciendo que los socialistas rechacen las luchas nacionales como necesarias para la emancipación social, que es en nuestra actualidad, la practica necesaria para dar con el socialismo.

¿Cómo podemos seguir pensando que solamente las relaciones económicas son la base de la sociedad actual? Sí es cierto que las relaciones económicas son una gran parte del proceso histórico que forma la gran idea de sociedad, pero la economía no puede ser la causa principal que haga que los seres humanos se unan para formar sociedad. Hay una serie de hechos y causas que preceden las relaciones socioeconómicas de la actual sociedad capitalista. En los párrafos anteriores ya hemos mencionado las reglas de solidaridad, que es la manifestación de ley natural y factor de la evolución: el Apoyo Mutuo. Y como consecuencia de tal regla surge el sentimiento de pertenencia, que es uno de los factores principales para el surgimiento de la sociedad y luego del país (una patria). Para que haya sociedad debió haber antes un proceso de transformación (evolución) en la mentalidad de los seres humanos que se relacionaron en un lugar determinado y, luego, cuando se concretizan los modos de relacionarse de un grupo de individuos es donde podemos hablar de cómo se relacionaran económicamente los individuos de ese lugar, ahora como país, y como lo hacen con otros países.

Cuando en el socialismo[8] se habla de que las luchas nacionales o de independencia no son importantes para la emancipación de la clase oprimida[9], es porque tales luchas no se dan bajo el análisis de las relaciones económicas de producción. Donde la producción se considera, como también el intercambio económico, como aspectos que se dan en el capitalismo bajo el ámbito internacional y no bajo un marco nacional. Por lo tanto, es por lo que el socialismo tiende a una lucha mas internacional, ya que los problemas económico por lo que se ha de luchar son mas amplios que las circunstancias nacionales que sólo delimitan las necesidades inmediatas que una nación necesita. El anarquismo ha pecado, perdonando la expresión, de demasiado internacionalismo. Las ideas de revolución social y de la guerra contra el Estado y el capitalismo son correctamente luchas internacionales, pero esto no quiere decir que en lo internacional no se implique a sus matices regionales o nacionales. Lo internacional se da cuando una situación o fenómeno implica a todos los sectores del planeta. Hay explotación en Puerto Rico como en la República Popular China y hay capitalismo aquí como en Corea del Norte; y hay la misma necesidad de revolución social en todas estas partes del planeta. Es decir, ambos son problemas que afectan internacionalmente a todos los trabajadores del mundo, pero cada trabajador se encuentra en un país particularmente distinto al otro y éste tiene que lidiar con los matices socioculturales de su país, para dar con la lucha mas acertada contra los mismos problemas.

“Pero seguramente el error más cínico ha sido plantear la liberación nacional como un obstáculo para una liberación internacional. No se puede concebir ésta sin la liberación previa de cada una de las unidades más pequeñas. Se ha confundido el internacionalismo, el cual se ha de basar en la solidaridad entre las comunidades nacionales, con un interestatismo, el cuál reproduce fielmente el marco territorial, el marco patriótico del estado”[10].

El anarquista Bonanno es de los que plantea que la lucha internacional libertaria no puede tener éxito si los anarquistas no consideran las luchas nacionales como partes importantes de desarrollo revolucionario para la construcción del federalismo libertario de la sociedad.

“Los anarquistas deben proporcionar todo su apoyo, concretamente en la participación, teóricamente en los análisis y estudios, a las luchas de liberación nacional. Esto debe empezar desde las organizaciones autónomas de los trabajadores, con una visión clara de las posiciones enfrentadas de clase, que ponga a la burguesía local en su correcta dimensión de clase, y prepare la construcción federalista de la sociedad futura que vendrá tras la revolución social”[11].

Por otro lado, en el texto de Independentismo y Anarquismo expresan: “[…] es necesario ver que si la clase trabajadora no es independentista, actualmente tampoco es anticapitalista”[12]. Las condiciones de los independentistas como de los anarquistas y socialistas estatistas son las mismas dentro de una colonia. Mientras, el país en el que viven y luchan este bajo el yugo de un país imperialista, remitámonos a Puerto Rico y el dominio colonia que tiene los Estados Unidos sobre él, no podrán para nada seguir adelante la tarea de la revolución social. Primero, porque los países opresores provocan la alienación de los pobladores, tanto económico como culturalmente, haciendo que se oscurezca el sentimiento de pertenencia (la patria natural) que se refleja por medio de la tradiciones, el idioma y las costumbre morales, para así imponer la tergiversada idea de patria política como significado de nación y así impedir que los seres conscientes del país no promueva cambios sociales que los lleve a perder el territorio que usurpan. Segundo, el gobierno opresor, que en Puerto Rico como país colonial, impone el sistema de explotación capitalista, construye una estructura de poder estatal fuerte en el que se le permita obtener el plusvalor mayor del trabajo que los ciudadanos (puertorriqueños) producen en el país. Aún más, en el caso de Puerto Rico, el gobierno de los Estados Unidos creó las condiciones para que las empresas, especialmente estadounidenses, pudieses explotar a los trabajadores y sacar el plusvalor (ganancia) mayor, sin tener que invertir mas del mínimo requerido, y así enriquecerse a costa del trabajo y del esfuerzo de los puertorriqueños. José Elías Torres, en su libro Filiberto Ojedas Ríos: su propuesta, su visión, nos resume el trabajo opresor que los países imperialistas y capitalistas hacen para debilitar a los ciudadanos del país que colonizan:

“Por un lado, encontramos las fuerzas de naturaleza colonial que impone un sistema socioeconómico y político. Estas fuerzas, a su vez, generan unos procesos sociales afines a sus estructuras de dominación y opresión. De esta manera aseguran la explotación económica, la subordinación política y psicológica y la desintegración cultural y nacional. Todo esto, unido al control absoluto de los mecanismos represivos del estado, les permite evitar cualquier cambio en el sistema actual”[13].

Es por tanto, por lo que algunos compañeros anarquistas, como los catalanes de Grupo Ikaria, en el libro citado de Independentismo y Anarquismo, nos expresan que la clase proletaria, tiene que ser independentista para ser anticapitalista. Es entendible tal preposición. Si un grupo de personas no se incomoda por su situación colonial, no podrá para nada pensar en sentirse explotada y en consecuencia luchar contra la estructura superior que es el capitalismo. En Puerto Rico, tras la imposición de ELA[14], que no es sino el disfraz del colonialismo moderno, se produjeron programas que enfriaron las ideas independentistas de la mente de la mayoría de la clase pobre. El proyecto de Manos a la Obras y las ayudas económicas federales (los subsidios o cupones) que el Partido Popular Democrático (PPD)[15] promovió como parte del progreso, no son más que Baile, Botella y Baraja. Mientras un pueblo no tenga físicamente problemas económicos, éste no tendrá intenciones de sublevarse; aunque reconozcan que el status en el que viven no es realmente el más natural (por natural debemos entender el estadio que Kropotkin relacionaba con la libertad y la igualdad o equidad). Es por tanto, por lo que los grupos anarquistas tienen la tarea de insertarse en las luchas independentistas o nacionales, porque tiene que educar al pueblo de que el orden social en que viven no es la panacea, por el mero hecho de ganar dos pesos más que la media pobre. Es aquí donde se funde, se sintetiza el internacionalismo y el nacionalismo (como forma no estatista). Para que un país colonizado, como Puerto Rico, pueda en el futuro ser anarquista, los revolucionarios tienen que hacer comprender y luchar por la liberación de los pueblos oprimidos, primero desde un punto nacional y luego, ligarlo a la transformación social y política del país, que tenga como finalidad la recuperación de la esencia de la libertad que tanto fomentamos: esa libertad, nosotros los anarquistas, la exponemos y materializamos bajo la federación libertaria de los pueblos del mundo. Es decir, para desarrollar el Comunismo Libertario. Resumiendo, los anarquistas que viven en países colonizados, como Puerto Rico, los países catalanes, vascos y canarios, y muchos otros, tienen un deber ético revolucionario que es participar de las luchas nacionales, pero con la finalidad de que “[…] la liberación nacional va más allá de la simple descolonización interna”, sino que la liberación nacional es un ataque directo al “[…] imperialismo del desarrollo capitalista, poniendo el objetivo de la destrucción del Estado político en una dimensión revolucionaria”[16]. Es por lo que “la necesaria síntesis entre anarquismo e independentismo supone la liquidación del estado en cualquiera de sus acepciones”[17].

Sin embargo, es de suma importancia decir que hay muchos compañeros ortodoxos, desde el s. XIX hasta hoy, que rechazan ésta idea de lucha[18]. Es por ello por lo que esta reflexión tuvo la intención de aparecer. Desde el s. XIX existe esta discrepancia: lucha nacional –vs— lucha internacional. La historia del anarquismo en Cuba nos sirve como punto de apoyo para dar cuenta de esta necesidad que tienen todos los anarquistas de cada país colonizado en insertarse en las luchas nacionales. Así también demostramos como el anarquismo ha errado sobre este asunto durante mucho tiempo, aunque ya Bakunin estaba bien claro de que sin una lucha nacional lo internacional no se podrá dar en los países coloniales. Los anarquistas cubanos, quienes fueron criticados por los compañeros barceloneses en el periódico Tierra y Libertad, para el 1890, les hacen claro que aunque persigan las mismas ideas, cada país es distinto y tiene particularidades regionales que se tiene que tener en cuenta a la hora de llevar a cabo las acciones para la construcción de la revolución social. Es por ello por lo que los cubanos del Productor[19] de la Habana les dijeron: “Estamos de acuerdo, en cuanto a los principios, pero ¡ah colega! media entre nosotros una distancia de 1500 leguas, y ya comprenderéis que si Cuba no es Barcelona, de algunos medios hemos de valernos para poder propagar las ideas que nos alientan”[20]. El anarquista cubano del s. XIX tenia conciencia de esta necesidad, para el 1890 un impresor anarquista escribió; “El obrero, jamás debe olvidar su patria, porque ese amor es innato a todo ser racional[21]” y en una edición del Productor de la Habana se dijo, con el propósito de hacer claro la necesidad de acabar con el autoritarismo del colonialismo español: “Ningún pueblo que tenga la menor conciencia de su personalidad, puede consentir la permanencia a su frente de tirano alguno, y se ha visto con frecuencia [...] amotinarse los pueblos”[22]. La mejor demostración histórica que apoya nuestra reflexión es la propuesta que apareció en el congreso obrero que se dio en 1892 en Cuba donde los anarquistas presentaron una propuesta que hacia claro y firme la necesidad de ser parte de la lucha independentista que nació tras el tiranizante gobierno colonial de Cánovas-Polavieja. La propuesta dice: “[…] aunque sólo una revolución social de signo colectivista podía emancipar la clase trabajadora , la propagación del anarquismo colectivista entre la masa trabajadora de Cuba no podía ser un nuevo obstáculo para el triunfo de las aspiraciones de emancipación de este pueblo, por cuanto sería absurdo que el hombre que aspira a su libertad individual se opusiera a la libertad colectiva de un pueblo, aunque la libertad a que ese pueblo aspire sea esa libertad relativa que consiste en emanciparse de la tutela de otro pueblo”[23].

En conclusión, todo anarquista que se encuentre en un país colonizado, como lo es Puerto Rico, tiene el deber moral revolucionario de participar de las luchas por su emancipación nacional y emancipación social. Por tanto, si rechaza la lucha nacional está rechazando sus propios principios de libertad. Pero, es aquí donde entran los distintos métodos. Participar de la lucha por la independencia no es asumir de antemano que el fin de la emancipación o independencia es la implantación de un gobierno estatal que siga con las mismas estructuras económicas de explotación[24]. He aquí la distinción de un nacionalista que tergiversa el término de patria por patria política y el de un anarquista que comprende por la palabra patria, el sentimiento natural –patria natural— que un individuo tiene por un lugar, donde vive socialmente hablando con otros individuos, o tiene afinidad socio-cultural por las costumbres de un lugar específico (país).

“La independencia es la ruptura con toda la forma de dominación, la no delegación de la propia capacidad de decisión y actuación. Es por eso que la independencia es esencialmente individual, antes que nacional, y, por descontado, mucho antes que estatal. Tomamos al individuo cómo base de un proyecto federativo que vaya articulando libremente las diferentes unidades poblacionales (comuna, comarca, región...) a partir de la previa independencia de las unidades más pequeñas.

”Esta es una independencia total, porque va hasta el final, hasta el individuo. Llegados a este punto, coincide con la anarquía. Pero se diferencia del proyecto anarquista y del independentista en que no parte de modelos estereotipados, como “federalismo de los pueblos de España”, “federalismo ibérico” o “reunificación de los Països Catalans”, sino que considera que la federación es el resultado de unas necesidades y aspiraciones colectivas, que se expresan libremente de forma espontánea y que reviste múltiples ramificaciones. Los Països Catalans no son para nosotros un marco patriótico (estatista) obligado. Son una propuesta hecha a partir de unos lazos étnicos lingüísticos”
[25].

Puerto Rico es una colonia del “imperio más poderoso del mundo”, los Estados Unidos. El colectivo de la Accion Libertaria, siendo en la actualidad el único grupo anarquista organizado de la isla debería promover, así como todos los grupos anarquistas de los países coloniales del mundo, la reflexión sobre la situación colonial y proclamar como fin primario la revolución social junto a la lucha por la emancipación colonial de sus países. Como anarquista, llevaré hasta las últimas consecuencias la libertad, proclamar la destrucción del Estado y fomentar la estructura descentralizada de comunismo libertario, pero sin olvidar las peculiaridades del lugar al que pertenezco. Es por ello que, como anarquista puertorriqueño tengo que sintetizar la lucha nacional, como parte del plan de revolución social para Puerto Rico, con las ideas internacionales de la federación mundial libertaria (El Comunismo Libertario) que es la finalidad material que central al ideal anarquista.

Damián Hernández Marrero
(Miembro del colectivo anarquista La Acción Libertaria)



Notas:

[1] Bakunin, Mijail A. (1990). Escritos de Filosofía Política Vol. 2, compilación de G. P. Maximoff. Madrid: Editorial Alianza. P. 94.

[2] Bakunin; p. 94.

[3] Bakunin; p.95.

[4] El General San Martín, un argentino de nacimiento (criollo), fue uno de los grandes libertadores de Suramérica, luchó por la gran patria de América libertando a Chile, Bolivia y Perú del imperio español.

[5] Juan Rius Rivera fue uno de los puertorriqueños en participar activamente en la guerra de los mámbies para darle la independencia a Cuba. Perteneció al comité revolucionario cubano llegando a ser el segundo al mando de la revolución, y en algún momento se le mencionó como posible presidente de Cuba.

[6] Tomado de El Baifo, nº 5, pp. 14-19. Diciembre de 1991. Impreso de la Internet.

[7] El Baifo, nº 5.

[8] Debe quedar claro que no estamos haciendo crítica únicamente al socialismo marxista, sino a toda la gama del socialismo, desde la socialdemocracia hasta el socialismo libertario y estatista.

[9] Para el s. XIX, específicamente, la clases oprimida fue la obrera, en el s. XX y XXI las clases mas oprimidas han crecido y se han dividido por circunstancia nacionales e internacionales (los indígenas en América del Sur y Central, por ejemplo); todas estas divisiones y subdivisiones se dan por las mismas circunstancias socioeconómicas, pero con características sólo vinculantes a un lugar o grupo específico. Aunque podemos hablar de nuevas divisiones de clase, como lo es por edad: el sector juvenil[9] se siente oprimido y rechazado por una clase adulta, que tiene el control del poder, y no vela por su bienestar e integración en la sociedad-estado. Tenemos que tener en cuenta los recientes casos: los indignados en España, la huelga estudiantil de Chile, la huelga universitaria en Puerto Rico; como ejemplos donde el sector joven del mundo es marginado y llevado a plantearse la idea de que es una nueva división, es decir, una subdivisión de la clase oprimida por el poder económico político (sea capitalismo, neoliberal y hasta capitalismo de estado –el modelo chino—).

[10] Este texto, titulado Independentismo y Anarquismo, es un resumen, hecho por el Grupo Ikaria, de otro texto titulado “Por la independencia total y la anarquía sin límites”, que, a su vez, es una síntesis en castellano del libro: “Anarquisme i alliberament nacional”.

[11] Bonanno, A. M. Anarquismo y lucha de liberación nacional

[12] Independentismo y Anarquismo.

[13] Torres, José Elías ed. (2006). Filiberto Ojedas Ríos: su propuesta, su visión. Puerto Rico: Ediciones Callejón; p.143.

[14] Estado Libre Asociado de Puerto Rico.

[15] Este partido debe comprenderse como un partido colonizado, que trabaja para mantener el “status quo”, es decir, la colonia y sus estructuras socioeconómicas de estado. Bajo el mandato de Luis Muños Marin, fundador del partido PPD, se cometió la infamia de eliminar el ansia de libertad de la mente de los puertorriqueños. Se recurrió a llenar le los la barriga a los pobres y a hacerles creer que todo va hacia el progreso. Se repartieron tierras como si nunca hubiese sido de los puertorriqueños y se les hizo creer que con el trabajo que generaron las fabricas extranjeras el país saldría de la pobreza. Pero nunca se les dijo que el costo era permanecer como colonia y no intentar buscar la soberanía.

[16] Bonanno, A. M.

[17] Independentismo y Anarquismo.

[18] En el libro que el grupo catalán Ikaria resumió para la Internet, Independentismo y Anarquismo, ponen en evidencia como muchos compañeros en vez de perseguir la libertad imponen un dogmatismo religioso cuando hablan de práctica libertaria: “Cuando hemos planteado asumir la liberación nacional desde una perspectiva anarquista, hemos desencadenado la furia doctrinal de los sacerdotes anarquistas. Si esto sirve para que salgan de su letargo devocional ya está bastante bien: un movimiento sólo avanza a partir de herejías. Establecer unas líneas rígidas que tiene que seguir una idea que quiere liquidar cualquier poder, significa incurrir en una grave contradicción, dado que establecer este rigidismo no es otra cosa que dictar unos límites, unas prohibiciones, un nuevo poder. Y cuando una idea empieza a parecerse a una religión, es que el movimiento que la encarna está en franca descomposición”.

[19] Periódico obrero de tendencia anarcosindicalista para el s. XIX en Cuba.

[20] Casanovas Codina, Joan (¿). Movimiento Obrero y Lucha Anticolonial en Cuba después de la Abolición de la Esclavitud; p.28. Obtenido en el Internet.

[21] Casanovas Codina, Joan; p.34. Esta frase es semejante a lo que Bakunin dijo a los amigos italianos: “La gente sencilla de todos los países ama profundamente a su patria; pero éste es un amor natural y real”.

[22] Casanovas Codina, Joan; p.34.

[23] Casanovas Codina, Joan; p.39.

[24] “El programa anarquista en lo que respecta a la lucha de liberación nacional es, por tanto, claro: no debe dirigirse hacia la constitución de un “estadio intermedio” en la revolución social a través de la creación de nuevos estados nacionales. Los anarquistas rechazan participar en frentes de liberación nacional; participan en frentes de clase que no deben involucrarse en luchas de liberación nacional. La lucha debe dirigirse a establecer estructuras económicas, políticas y sociales en los territorios liberados, basado en la organización federalista o libertaria”; A. M. Bonanno en Anarquismo y lucha de liberación nacional. Hay que estar claro que cuando Bonanno nos habla de lucha nacional, se refiere a la luchar de independencia que los burgueses o estatistas buscan, pero para nosotros es muy comprensible que el anarquista Bonanno es muy conciente de la distinción entre patria natural de la patria política o estatal.

[25] Independentismo y Anarquismo.

Related Link: http://la-accion-libertaria.blogspot.com/

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Re: Los Anarquistas, las Naciones y la lucha por la Emancipa

Mensaje por UnSolPost? » 11 Ene 2013, 09:50

Pablo (A) escribió:
Netchaev, en [i]El Catecismo Revolucionario[/i], escribió:...sin considerar los así llamados derechos históricos[/b]...
Finalmente, enlazo la obra Nacionalismo y Cultura, de Rudolf Rocker: http://www.antorcha.net/biblioteca_virt ... ndice.html
.

Naoemi Klein, "La doctina del Shock" diu:

"Un estado de shock no es sólo lo que ocurre....si o también cuando perdemos nuestra narrativa o nuestra história, cuando nos desorientamos"

Això que li expliquin a les cultures originàries que encara existeixen a pesar de l'impuls homogenitzador occidental.

No és recurrent l'esforç de l'opressor al llarg del temps d'intentar que la seva víctima es desorienti i s'homogeneitzi?

http://www.mapuexpress.net/?act=publications&id=7312
Última edición por UnSolPost? el 13 Ene 2013, 08:24, editado 1 vez en total.
softcatala.org/traductor

"S'ha suggerit que l'origen de cilis i flagels va ser simbiogenètic, encara que sense proves". Occident, darwinista abans que Darwin i per a consagració d'ell, sempre ha tingut dificultats per trobar-les. La ciència, summum cognitiu de la nostra cultura, mai les ha buscades amb la vehemència que busca les altres.

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Re: Los Anarquistas, las Naciones y la lucha por la Emancipa

Mensaje por UnSolPost? » 11 Ene 2013, 23:58

Tot i que no sóc partidari de tractar els temes així, en abstracte, sense experiències de vida horitzontals auto-organitzades al darrera, car podem caure fàcilment en la dinàmica escolàstica d'omplir un paper (web en aquest cas) d'éssers onto-metafísics relacionats entre ells segons li plagui a la nostra imaginació i així, com Sant Anselm, acabar demostrant, per exemple, l'existència de Déu, donaré un argument històric.

També és ben coneguda la manipulació de l'historia que que es fa des del guanyador, tot i que en aquest cas que vaig a exposar, l'argument va en contra del guanyador i, això, si més no, el fa ni que sigui una mica menys sospitós de tendenciós.

Al gra, el que vull aportar en relació al tema del fil, és un text de Miroslva Hroch contingut en el seu llibre “La Naturalesa de la nació” on al meu entendre es posa de manifest com diferents tendències opressores al llarg de l'historia han vetllat per l'eradicació de la diferència i, per tant, per l'homogeneïtzació, tant lingüística com també cultural, com a condició “si ne qua non” per a la consecució de la seva ambició dominadora.

http://books.google.es/books?id=0Qighe- ... B3&f=false


Aquesta fou una bona plataforma per al desenvolupament de posteriors totalitarismes, on l'homogeneïtzació és qüestió indiscutible.

Rodrigo Mora ens munta les peces del trencaclosques en forma de nou tesis:

http://es.scribd.com/doc/118942662/TESI ... N-18-11-12

Per no allargar-me, torno a dir, crec que si no ens posem a l'estudi i, sobretot a l'acció, junt amb formes de viure horitzontals auto-organitzades que hagin demostrat viure mil·lennis en harmonia amb el medi, estarem fent una mena d'escolàstica que a l'únic que contribuirà és a l'enfortiment d'una burocràcia servil, a una orfebreria del rococó entorn a una escolàstica que si algú té temps i recursos per alimentar-la via una ben nodrida “intel·lectualitat” són les elits dominants.
softcatala.org/traductor

"S'ha suggerit que l'origen de cilis i flagels va ser simbiogenètic, encara que sense proves". Occident, darwinista abans que Darwin i per a consagració d'ell, sempre ha tingut dificultats per trobar-les. La ciència, summum cognitiu de la nostra cultura, mai les ha buscades amb la vehemència que busca les altres.

Katubaltz
Estoy expulsado, pero soy muy pesado
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Re: Los Anarquistas, las Naciones y la lucha por la Emancipa

Mensaje por Katubaltz » 16 Ene 2013, 01:24

Partamos, compañerxs, de unas cuantas realidades: Se podria argumentar que el liberar cualquier territorio para despues aplicar el principio de revolucion social es una buena idea. De acuerdo, pero...
Por un lado, la comunidad internacional nunca aceptara nuevas naciones independientes que no acepten el estatus quo internacional,mucho menos en el marco europeo; y si asi fuere estos nuevos paises-estados-naciones(como prefirais)cumplirian con todos y cada una de las imposiciones internacionales. En ningun caso, en este contexto historico, se crearia un estado libertario, ni tan siquiera socialista autoritario (asi les gustaria a los mandamases de esas izquierdas independentistas Bildu-ERC) Y lo que es mas importante, y por desgracia, la inmensa mayoria del pueblo se opondria a este tipo de gobiernos izquierdistas. La gente quiere independizarse por orgullo patrio,y quizas algunos con vistas a una mejor economia. Y estos no son(o no deberian ser,me parece)nuestros ideales.

Conclusion: En una supuesta independizacion nacional de tal o cual territorio, tranquilos que ya se bajarian bien los pantalones todos esos partidos revolucionarios....

Una cosa es estar con el pueblo y defender su lucha, y otra muy diferente perder el tiempo en debates esteriles vacios de contenido libertario. El sentimiento nacional o el no sentimiento nacional de cada uno, al igual que el ateismo o teismo, son muy respetables en cuanto no conlleven actos opresores hacia los demas, mientras nos consideremos libertarios. Pero son alternativas personales y no creo que sirva de nada la independencia de este o aquel territorio si no es con la maquiavelica idea de imponer usos,cultura,lengua...
Voy a ser un poco maldito y os propongo algo a los confesos anarcoindependentistas: Y si una imaginaria tsunami hundiese el territorio que hoy se considera euskal herria? Dejaria de existir la cultura vasca?? A mi me parece que no... Deberia asimilarse la cultura vasca al territorio de acogida??
Absurdo, verdad? Tanto como hablar de naciones a lxs libres.
"Los gatos poseen una absoluta honradez emocional. Los seres humanos, por una u otra razon, pueden ocultar sus sentimientos, pero un gato nunca lo hace."
" Es una labor muy dificil ganar el afecto de un gato, sera tu amigo si siente que eres digno de su amistad, pero no tu esclavo."

Camarada Ñ
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Re: Los Anarquistas, las Naciones y la lucha por la Emancipa

Mensaje por Camarada Ñ » 26 Ago 2015, 12:38

Aquí os dejo una interesante charla sobre el nacionalismo y anarquismo que está muy bién:

https://www.youtube.com/watch?v=ZV9XxRKmjoM/

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