Aznar y la derecha latinoamericana.
Publicado: 14 Feb 2006, 12:26
Aznar y la derecha latinoamericana
Rafael Morales
Ha vuelto a meter la pata. Debe espantar en América Latina incluso a las empresas españolas, por ejemplo Repsol, que intentan adaptarse a los gobiernos de centro izquierda para digerir sus nuevas y legítimas exigencias. José María Aznar se propone a sí mismo como líder de una lucha épica por salvar a los latinoamericanos de las tentaciones “populistas” y conducirlos a la buena senda del “centro derecha”. El ex presidente español, y agente directo de Washington en la región, ofreció una entrevista al diario chileno El Mercurio que carece de desperdicio.
Aznar dibuja el mismo fantasma que tango gusta agitar al Departamento de Estado. La “marea populista” es una tentación en la que ya han caído o están a punto de caer “Venezuela, Cuba, Bolivia y quizás Argentina”. El criterio para sacar a los uruguayos y a los brasileños de tan terrible lista en la que sí aparece Argentina resulta un misterio que no aclara este predicador venido a menos. Habla sobre una gente equivocada que “busca atajos” al desarrollo pero se aleja “del primer mundo” con su política. Hay que regresar al camino del centro derecha, ideología que “ha creado más trabajo, más prosperidad y más justicia que cualquier otra”. ¿En América Latina? Aznar no encuentra ejemplo en algún país donde situar tales avances. Posiblemente le parezcan poco adecuados paradigmas como Colombia, Perú o el conjunto centroamericano. Por qué Colombia corre hacia el primer mundo y Venezuela navega en sentido contrario resulta otro galimatías indescifrable.
Nuestro hombre mantiene la compostura a pesar todo. Inasequible al desaliento, dice que “la derecha está callada, desaparecida y acomplejada. Espero que la marea populista se detenga. Alguien la tiene que parar, alguien tiene que decir que ese no es el camino”. ¿Adivinan quién está disponible para encabezar esta nueva cruzada del siglo XXI? “Yo estoy dispuesto a hacerlo -dice Aznar- y sé que hay muy buenos amigos (¿quiénes son?) en Iberoamérica dispuestos a trabajar también. Entonces vamos a ver si nos organizamos y lo hacemos”. Ya saben. Millones de latinoamericanos, pobres ignorantes que eligen “fórmulas mal pensadas”, estarán pendientes a partir de ahora del aspirante a propagandista privilegiado de Bush y sus fórmulas bien pensadas que tanto progreso siembran en la región.
Bajo la dirección del conquistador neoliberal José María Aznar, la derecha criolla superará su silencio, su desaparición y sus complejos, se pondrá en marcha y acabará con los gobiernos de centro izquierda más o menos nacionalistas que nuestro predicador llama en forma despectiva “populistas”. El Gobierno de Evo Morales ha decidido que quien termine una carrera universitaria tendrá que alfabetizar unos 25 o 30 bolivianos antes de recibir el título. ¿Populismo o una medida para solucionar un problema ancestral que sus amigos jamás abordaron, señor Aznar? Asombra tanta desmesura en un hombre que apenas se representa a sí mismo y poco más. Por negarse a aprender, olvida hasta su propio fracaso cuando intentó, y entonces ejercía como presidente, que todos los países latinoamericanos con representación en el Consejo de Seguridad de la ONU votaran a favor de la agresión contra Irak. Una aventura militar que reivindicó otra vez durante sus declaraciones a El Mercurio, además de sumar una personal y simulada amenaza contra el supuesto poder nuclear iraní.
Boberías poco solemnes de Aznar aparte, la derecha latinoamericana debe andar cuesta abajo para ofrecer cancha a este tipo de dirigentes tan alejados de su realidad. Estará muy preocupada, además, por los acontecimientos políticos que este año recorrerán la región. Habrá elecciones en Perú, Colombia, México, Venezuela, Brasil, Ecuador y Nicaragua. Tampoco faltarán movilizaciones populares. Aparte quizá de Perú o Colombia, un infierno para los derechos humanos, la derecha amiga de José María Aznar cuenta con muy pocas posibilidades de avanzar y recomponerse. Habrá que dedicar atención a los movimientos de Aznar durante los próximos meses, suponiendo que lleve al terreno práctico su pequeña amenaza. Un entretenimiento, el de seguirle los pasos, como otro cualquiera.
Rafael Morales
Ha vuelto a meter la pata. Debe espantar en América Latina incluso a las empresas españolas, por ejemplo Repsol, que intentan adaptarse a los gobiernos de centro izquierda para digerir sus nuevas y legítimas exigencias. José María Aznar se propone a sí mismo como líder de una lucha épica por salvar a los latinoamericanos de las tentaciones “populistas” y conducirlos a la buena senda del “centro derecha”. El ex presidente español, y agente directo de Washington en la región, ofreció una entrevista al diario chileno El Mercurio que carece de desperdicio.
Aznar dibuja el mismo fantasma que tango gusta agitar al Departamento de Estado. La “marea populista” es una tentación en la que ya han caído o están a punto de caer “Venezuela, Cuba, Bolivia y quizás Argentina”. El criterio para sacar a los uruguayos y a los brasileños de tan terrible lista en la que sí aparece Argentina resulta un misterio que no aclara este predicador venido a menos. Habla sobre una gente equivocada que “busca atajos” al desarrollo pero se aleja “del primer mundo” con su política. Hay que regresar al camino del centro derecha, ideología que “ha creado más trabajo, más prosperidad y más justicia que cualquier otra”. ¿En América Latina? Aznar no encuentra ejemplo en algún país donde situar tales avances. Posiblemente le parezcan poco adecuados paradigmas como Colombia, Perú o el conjunto centroamericano. Por qué Colombia corre hacia el primer mundo y Venezuela navega en sentido contrario resulta otro galimatías indescifrable.
Nuestro hombre mantiene la compostura a pesar todo. Inasequible al desaliento, dice que “la derecha está callada, desaparecida y acomplejada. Espero que la marea populista se detenga. Alguien la tiene que parar, alguien tiene que decir que ese no es el camino”. ¿Adivinan quién está disponible para encabezar esta nueva cruzada del siglo XXI? “Yo estoy dispuesto a hacerlo -dice Aznar- y sé que hay muy buenos amigos (¿quiénes son?) en Iberoamérica dispuestos a trabajar también. Entonces vamos a ver si nos organizamos y lo hacemos”. Ya saben. Millones de latinoamericanos, pobres ignorantes que eligen “fórmulas mal pensadas”, estarán pendientes a partir de ahora del aspirante a propagandista privilegiado de Bush y sus fórmulas bien pensadas que tanto progreso siembran en la región.
Bajo la dirección del conquistador neoliberal José María Aznar, la derecha criolla superará su silencio, su desaparición y sus complejos, se pondrá en marcha y acabará con los gobiernos de centro izquierda más o menos nacionalistas que nuestro predicador llama en forma despectiva “populistas”. El Gobierno de Evo Morales ha decidido que quien termine una carrera universitaria tendrá que alfabetizar unos 25 o 30 bolivianos antes de recibir el título. ¿Populismo o una medida para solucionar un problema ancestral que sus amigos jamás abordaron, señor Aznar? Asombra tanta desmesura en un hombre que apenas se representa a sí mismo y poco más. Por negarse a aprender, olvida hasta su propio fracaso cuando intentó, y entonces ejercía como presidente, que todos los países latinoamericanos con representación en el Consejo de Seguridad de la ONU votaran a favor de la agresión contra Irak. Una aventura militar que reivindicó otra vez durante sus declaraciones a El Mercurio, además de sumar una personal y simulada amenaza contra el supuesto poder nuclear iraní.
Boberías poco solemnes de Aznar aparte, la derecha latinoamericana debe andar cuesta abajo para ofrecer cancha a este tipo de dirigentes tan alejados de su realidad. Estará muy preocupada, además, por los acontecimientos políticos que este año recorrerán la región. Habrá elecciones en Perú, Colombia, México, Venezuela, Brasil, Ecuador y Nicaragua. Tampoco faltarán movilizaciones populares. Aparte quizá de Perú o Colombia, un infierno para los derechos humanos, la derecha amiga de José María Aznar cuenta con muy pocas posibilidades de avanzar y recomponerse. Habrá que dedicar atención a los movimientos de Aznar durante los próximos meses, suponiendo que lleve al terreno práctico su pequeña amenaza. Un entretenimiento, el de seguirle los pasos, como otro cualquiera.