Las barricadas deben ser retiradas

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confuso
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Las barricadas deben ser retiradas

Mensaje por confuso » 18 Nov 2011, 21:34

Las barricadas deben ser retiradas

El fascismo de Moscú en España


Paul Mattick. 1937

El 17 de mayo de 1937 la C.N.T.-F.A.I. de Barcelona emitía la siguiente orden: "¡Las barricadas deben ser retiradas! Las horas de crisis han pasado. Hay que restablecer la calma. Pero están circulando rumores por la ciudad que contradicen los informes de una vuelta a la normalidad como la que ahora estamos ordenando. Las barricadas están contribuyendo a esa confusión. Ya no necesitamos las barricadas ahora que la lucha ha acabado. Las barricadas no tienen objeto ahora, y la continuación de su existencia puede dar la impresión de que deseamos volver al anterior estado de cosas —y eso no es verdad. Camaradas, cooperemos en el total restablecimiento de la vida civil normal. Todo lo que la impide volver a la normalidad debe desaparecer."

Y entonces comenzó la vida normal es decir, el terror de los fascistas de Moscú. El asesinato y el apresamiento de los obreros revolucionarios. El desarme de las fuerzas revolucionarias, el silenciamiento de sus periódicos, emisoras, la eliminación de todos los puestos que habían alcanzado con anterioridad. La contrarrevolución triunfaba en Cataluña, donde, como aseguraban a menudo los líderes anarquistas y del POUM, se avanzaba hacia el Socialismo. Las fuerzas contrarrevolucionarias del Frente Popular fueron bien acogidas por los líderes anarquistas. Las víctimas aclamaban a sus verdugos. "Cuando hubo un intento de hallar una solución y restablecer el orden en Barcelona", leímos en un boletín de la C.N.T.: "la C.N.T. y la F.A.I. fueron las primeras en ofrecer su colaboración, fueron las primeras en pedir el alto el fuego e intentar la pacificación de Barcelona. Cuando el Gobierno Central asumió el orden público, la C.N.T. estuvo entre las primeras organizaciones que pusieron a disposición de los representantes del orden público todas las fuerzas bajo su control. Cuando el Gobierno Central decidió enviar fuerzas armadas a Barcelona con el fin de controlar las fuerzas políticas que no obedecían a las autoridades públicas, la CNT fue una vez mas la única en ordenar a todos los distritos facilitar el paso de aquellas fuerzas, para que pudieran llegar a Barcelona y restablecer el orden."

Sí, la C.N.T. ha hecho todo lo posible para ayudar a la contrarrevolución del Gobierno de Valencia en Barcelona. Los obreros detenidos pueden agradecer a sus líderes anarquistas su apresamiento, que conduce a los pelotones de fusilamiento de los fascistas de Moscú. Los obreros muertos son apartados de en medio junto con las barricadas; son silenciados para que sus líderes puedan continuar hablando. ¡Qué excitación por parte de los neo-bolcheviques! “Moscú ha asesinado a trabajadores revolucionarios", gritaron. "Por primera vez en su historia, la Tercera Internacional está disparando desde el otro lado de las barricadas. Antes, solamente había traicionado la causa, pero ahora está combatiendo abiertamente contra el comunismo." ¿Y qué esperaban de la Rusia capitalista de estado y de su Legión Extranjera estos airados vocingleros? ¿Ayuda para los trabajadores españoles? El capitalismo en todas sus formas tiene solamente una respuesta para los trabajadores que se oponen a la explotación: la muerte. Un frente unido con los socialistas o con los "comunistas" de partido es un frente unido con el capitalismo, que sólo puede ser un frente unido por el capitalismo. Es inútil regañar a Moscú, no tiene sentido criticar a los socialistas: ambos han de ser combatidos hasta el fin. Pero ahora, los trabajadores revolucionarios deben reconocer también que los líderes anarquistas, que también los "apparatchiks" de la C.N.T. y F.A.I. se oponen a los intereses de los trabajadores, pertenecen al bando enemigo. Unidos al capitalismo tenían que servir al capitalismo; y donde las frases no valían para nada, la traición se convirtió en el orden del día. Mañana pueden ser ellos quienes disparen contra los trabajadores rebeldes como disparan hoy los verdugos "comunistas" del cuartel "Karl Marx". La contrarrevolución se extiende desde Franco a Santillán.

Una vez más, como tan a menudo antes, los decepcionados trabajadores revolucionarios denuncian la cobardía de sus líderes, y buscan nuevos y mejores líderes para una organización mejorada. Los "Amigos de Durruti" rompen con los líderes corruptos de la C.N.T. y la F.A.I. con el fin de restaurar el anarquismo original, para salvaguardar el ideal, para mantener la tradición revolucionaria. Han aprendido algo, pero no lo suficiente. Los obreros del POUM están profundamente decepcionados de Gorkin, Nin y compañía. Esos leninistas no fueron suficientemente leninistas, y los miembros del partido buscan mejores Lenines. Han aprendido, pero muy poco. La tradición del pasado pesa como una losa en torno a su cuello. Con un cambio de hombres y una revitalización de la organización no hay bastante. Una revolución comunista no la hacen los líderes y las organizaciones; sino los trabajadores, la clase. Una vez más los trabajadores esperan cambios en el Frente Popular que puedan llevar hacia un giro revolucionario. Largo Caballero, descartado por Moscú, puede volver a hombros de los miembros de la U.G.T. que han aprendido y han visto la luz. Moscú, defraudada porque no encuentra la ayuda apropiada de las naciones democráticas, puede volverse otra vez radical. ¡Todo esto no tiene ningún sentido! Las fuerzas del "Frente Popular", Largo Caballero y Moscú, son incapaces, incluso aunque quisieran, de derrotar el capitalismo en España. Las fuerzas capitalistas no pueden tener una política socialista. El Frente Popular no es un mal menor para los trabajadores, es simplemente otra forma de la dictadura capitalista que se suma al fascismo. La lucha debe ser contra el capitalismo.

La actitud actual de la C.N.T. no es nueva. Hace pocos meses el presidente catalán, Companys, dijo que la C.N.T.: "no tiene la intención de perjudicar el régimen democrático en España, sino mantener la legalidad y el orden". Como las otras organizaciones antifascistas españolas, la C.N.T., no obstante su fraseología radical, ha limitado su lucha a la guerra contra Franco. El programa de colectivizaciones, en parte realizado por las necesidades de la guerra, no perjudica los principios capitalistas o al capitalismo como tal. En lo que alcanza el objetivo final declarado por la C.N.T., recuerda a alguna forma modificada de capitalismo de Estado en la que la burocracia sindical y sus filosóficos amigos anarquistas tendrían el poder. Pero incluso este objetivo era para un futuro lejano. No se dio ningún paso real en esa dirección, pues un paso real, incluso hacia un sistema de capitalismo de Estado habría significado el final del Frente Popular, habría significado las barricadas en Cataluña y una guerra civil en el seno de la guerra civil. La contradicción entre su "teoría" y su "práctica" la explicaban los anarquistas a la manera de los farsantes: "que la teoría es una cosa y la práctica otra, y que la segunda nunca es tan armónica como la primera". La C.N.T. se dio cuenta de que no tenía un plan real de reconstrucción de la sociedad, se daba cuenta, además, de que no tenía a las masas españolas tras ella, sino solamente una parte de los trabajadores en una parte del país, se daba cuenta de su debilidad nacional e internacional, y su frases radicales estaban destinadas a ocultar la total debilidad del movimiento en las condiciones creadas por la guerra civil.

Hay muchas excusas posibles para la posición adoptada por los anarquistas, pero no hay ninguna para su programa de falsificación que oscureció el movimiento obrero y favoreció a los fascistas de Moscú. Intentando hacer creer que el socialismo estaba funcionando en Cataluña y que ello era posible sin romper con el Gobierno del Frente Popular, demostraban hasta qué punto el fortalecimiento del Frente Popular era capaz de hacer cumplir sus dictados a los trabajadores anarquistas españoles. El anarquismo en España aceptaba una forma de fascismo, disfrazado como movimiento democrático para ayudar a aplastar al fascismo franquista. No es cierto, como los anarquistas actualmente intentan hacer creer a sus seguidores, que no había otra altemativa y que, por eso, cualquier crítica contra la C.N.T. es injustificada. Los anarquistas, que habrían intentado, después del 19 de julio de 1936 establecer el poder de los trabajadores en Cataluña, también podían haber intentado aplastar las fuerzas del Gobierno en Barcelona en mayo de 1937. Podrían haber marchado tanto contra los fascistas franquistas, como contra los fascistas de Moscú. Muy probablemente habrían sido derrotados, posiblemente Franco habría vencido y habría destrozado a los anarquistas, así como a sus competidores del "Frente Popular". La abierta intervención de los capitalistas puede que se hubiera producido. Pero había también otra posibilidad, aunque mucho menos probable. Los obreros franceses podrían haber ido más allá de la simple declaración de huelga; su intervención podría haber llevado a una guerra en la que todas las potencias se hubieran visto involucradas. La lucha habría tomado, de una vez por todas, un claro cariz entre Capitalismo y Comunismo. Cuales quiera que hubieran sido los acontecimientos, una cosa es segura: las caóticas condiciones del mundo capitalista se habrían vuelto aún más caóticas. Y sin catástrofes ningún cambio es posible en la sociedad. Cualquier ataque real contra el sistema capitalista podría haber acelerado una reacción, pero la reacción se producirá de todos modos, aunque con algún retraso. Este retraso costará más vidas obreras que cualquier otro intento prematuro para aplastar el sistema de explotación. Pero un ataque real contra el capitalismo podría haber creado unas condiciones más favorables para la acción internacional por parte de la clase obrera, o podría haber llevado a una situación en que habría agudizado todas las contradicciones capitalistas y, de ese modo, acelerar el desarrollo histórico hacia la quiebra del capitalismo. En el principio está la acción. Pero la C.N.T., se nos ha dicho, sintió demasiada responsabilidad por la vida de los trabajadores. Quiso evitar un baño de sangre innecesario. ¡Qué cinismo! Más de un millón de personas han muerto ya en la guerra civil. Si, de todos modos se ha de morir, mejor sería hacerlo por una causa que valga la pena.

La lucha contra el capitalismo, esa lucha que la C.N.T. quería evitar, es inevitable. La revolución obrera debe ser radical desde el comienzo, o se perderá. Era necesaria la total expropiación de las clases propietarias, la eliminación de todo poder que no fuera el de los trabajadores armados, y la lucha contra los elementos opositores. Al no hacer eso, las jornadas de Mayo de Barcelona y la eliminación de los elementos revolucionarios en España eran inevitables. La C.N.T. no se planteó nunca la cuestión de la revolución desde el punto de vista de la clase trabajadora, sino que su principal preocupación ha sido siempre la organización. Intervenía en favor de los trabajadores y con la ayuda de los trabajadores, pero no estaba interesada en la iniciativa autónoma y en la acción de los trabajadores independientes de intereses organizativos. Lo que contaba no era la revolución, sino la C.N.T. Y desde el punto de vista de los intereses de la C.N.T. los anarquistas tenían que distinguir entre Fascismo y Capitalismo, entre la Guerra y la Paz. Desde ese punto de vista, se vio forzada a participar en políticas nacional-capitalistas y tuvo que pedir a los trabajadores que colaborasen con un enemigo con el fin de aplastar a otro, con el fin de ser más tarde aplastados por el primero. Las palabras radicales de los anarquistas no se pronunciaban para que fueran seguidas; simplemente servían como un instrumento para el control de los trabajadores por el aparato de la C.N.T.; "sin la C.N.T.", escribían orgullosos, "la España antifascista sería ingobernable". Querían participar en el gobierno y la dominación de los trabajadores. Sólo pedían su parte del botín, una vez que reconocieron que no podían obtenerlo entero para ellos mismos. Al igual que los bolcheviques, identificaban sus propias necesidades organizativas con las necesidades e intereses de la clase trabajadora. Lo que decidían era lo correcto, no había necesidad de que los trabajadores pensaran y decidieran por sí mismos, ya que eso sólo contribuiría a perturbar la lucha y a crear confusión; los trabajadores simplemente tenían que seguir a sus salvadores. No hubo ningún intento de organizar y consolidar el poder real de la clase obrera. La C.N.T. hablaba en anarcosindicalista y obraba como bolchevique; es decir, como capitalista. Con el fin de dirigir, o de participar en la dirección, tenía que oponerse a cualquier iniciativa autónoma de los trabajadores y así tuvo que apoyar la legalidad, el orden y el Gobierno.

Pero hubo otras organizaciones en liza, y no hay identidad de intereses entre ellas. Cada una lucha por la supremacía contra las otras, por obtener el dominio exclusivo sobre los trabajadores. La cuota de poder que cada una obtenga no acaba con la lucha entre ellas. A veces todas las organizaciones se ven obligadas a colaborar, pero es sólo una manera de posponer el ajuste de cuentas final. Un grupo debe tener el control. Mientras los anarquistas iban de "éxito en éxito", su posición se iba socavando y debilitando. La afirmación de la C.N.T. en el sentido de que no quería imponerse a las demás organizaciones, ni combatirlas, era en realidad una excusa para no ser atacada por las otras, era el reconocimiento de su debilidad. Al estar comprometida en la política capitalista junto con sus aliados del Frente Popular, dejó a las grandes masas la posibilidad de escoger a sus representantes de entre los elementos burgueses. El que más ofreciera, era el que tenía mayores posibilidades. El fascismo de Moscú se puso de moda incluso en Cataluña. Las masas vieron en el apoyo de Moscú la fuerza necesaria para deshacerse de Franco y de la guerra. Moscú y su gobierno del Frente Popular significaban el apoyo del capitalismo internacional. Moscú se hizo más influyente, pues las grandes masas de España aún estaban a favor de mantener la sociedad de la explotación. Y se afirmaron en esta actitud porque los anarquistas no hicieron nada para aclarar la situación; es decir, mostrar que la ayuda de Moscú no significaba más que luchar por un capitalismo que complacía a algunas potencias imperialistas, aunque contrariaba a otras.

Los anarquistas se convirtieron en propagandistas de la versión del fascismo de Moscú, en servidores de esos intereses capitalistas que se oponen a los planes actuales de Franco en España. La revolución se convirtió en el terreno de juego de los rivales imperialistas. Las masas tenían que morir sin saber por quien o para qué. La situación dejó de ser un asunto de los trabajadores. Y ahora, también ha dejado de ser un asunto de la C.N.T. La guerra puede finalizar en cualquier momento mediante un acuerdo entre las potencias imperialistas. Puede acabar con la victoria o la derrota de Franco. Este puede abandonar a Italia y AIemania y volverse hacia Francia e Inglarerra. O aquellos países pueden perder su interés por apoyar a Franco. La situación en España se puede ver decisivamente modificada por la guerra que se incuba en el Extremo Oriente. Hay otras muchas probabilidades que se suman a la más probable: la victoria del fascismo de Franco. Pero ocurra lo que ocurra, a menos que los trabajadores no levanten nuevas barricadas también contra los Leales, a menos que no ataquen realmente al capitalismo, cualquiera que sea el resultado de la lucha en España, no tendrá una real significación para la clase obrera, que continuará explotada y oprimida. Un cambio en la situación militar en España, podría forzar una vez más al fascismo de Moscú a ponerse el traje revolucionario. Pero desde el punto de vista de los intereses de los trabajadores españoles, al igual que el de los trabajadores del mundo, no existe diferencia entre el fascismo de Franco y el de Moscú, por muchas que sean las diferencias existentes entre Franco y Moscú. Las barricadas, si se levantasen otra vez, no deberían ser retiradas. La consigna revolucionaria para España es: "Abajo los fascistas, y también los Leales". Por inútil que pueda resultar el intento de luchar por el comunismo, dada la situación mundial actual, sigue siendo el único camino para los trabajadores. "Más vale seguir un camino verdadero, aunque aparentemente inútil, que desgastar las energías en falsos caminos. Al menos, preservaremos nuestro sentido de la verdad, de la razón a toda costa, aunque sea a costa de su inutilidad".
-Muéstreme su pasaporte
-Mire, no lo tengo aquí
-Muéstreme sus credenciales
-Sin credenciales nací

Fermín Valencia


Ith
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Re: Las barricadas deben ser retiradas

Mensaje por Ith » 19 Nov 2011, 02:14

Este texto me recuerda a El anarquismo y la Revolución Española de otro comunista de consejos, Helmut Wagner. En él también se critica el papel del anarcosindicalismo ibérico en la revolución y se viene a decir lo mismo. Por un lado, hay que tener en cuenta que estos señores no veían con buenos ojos al sindicalismo, pero por el otro me parece que la crítica está bien hecha. Yo creo que parte del problema estaba en la elección de los delegados, que no debería hacerse por votación sino por una lista en la cual a cada afiliado se le diese un número y así cada vez le tocase a uno, por un período breve de tiempo. Otra de las causas es la que se cita en el texto, de colaborar con el gobierno existente en vez de tratar de derribarlo... Pero eso era algo difícil... Si se hacía, el Bando Nacional ya habría ganado la guerra en 3 días al tener enfrentados a republicanos-socialistas-bolcheviques por un lado, contra anarquistas y trostkistas por el otro... Aunque esto al final acabó pasando... En fin, salud.

Volin
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Re: Las barricadas deben ser retiradas

Mensaje por Volin » 20 May 2012, 05:52

Nadie dice nada mas¿¿?? Joer, yo mientras leía el texto pensaba que estaría plagado de respuestas y debate.

Sencillamente excepcional el texto, dejo aquí algunos textos mas del autor, que me ha causado tan buena impresión que he buscado un poco su obra:

http://cai.xtreemhost.com/consejistas/m ... indice.htm

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salvoechea
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Re: Las barricadas deben ser retiradas

Mensaje por salvoechea » 20 May 2012, 10:54

Ya, es que una cosa es predicar y otra dar trigo.
Não sou nada.
Nunca serei nada.
Não posso querer ser nada.
À parte isso, tenho em mim todos os sonhos do mundo.
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Lebion
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Re: Las barricadas deben ser retiradas

Mensaje por Lebion » 20 May 2012, 11:06

Es que los anarquistas que malos que eran...
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_nobody_
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Re: Las barricadas deben ser retiradas

Mensaje por _nobody_ » 20 May 2012, 11:53

No deja de tener razón Mattick. El problema es que en España no había consejistas. Y los comunistas de izquierda eran un puñado. No llegaban a 100 los bordiguistas que llegaron a las columnas italianas. Incluso los troskistas de la sección bolchevique-leninista eran 4 y el tambor dentro de un POUM que -igual que la CNT- participó en todos los gobiernos que pudo con los partidos burgueses que criticaba. Aquí ninguno puede dar lecciones de pureza. Los hechos son tozudos y la realidad es que había una guerra que ganar. Y por ganar esa guerra todo lo bonito de la revolución se fue al garete.
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AXIONDIREKTA
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Re: Las barricadas deben ser retiradas

Mensaje por AXIONDIREKTA » 09 Jul 2012, 04:25

Es un buen texto el de Mattick. Yo creo que ya a estas alturas justificar el rol jugado por la CNT en base a que era lo único que se podía hacer no tiene mucho sentido. Hubo críticas explícitas a sus políticas en específico como a la generalidad de las lógicas dentro de las que actuaba. Y críticas prácticas también; ahí están los hechos de mayo del '37. Peor aún es seguir reivindicando con escasa o nula autocrítica dichas prácticas hoy en día.

Nobody, yo no creo que el problema pase porque no hubieran consejistas o bordiguistas en españa (de hecho, la mayoría de estos últimos llamaban directamente a la no participación en la guerra). Las razones son más profundas. La culpa no es ni la "traición" estalinista ni cenetista. Hay cuestiones más profundas que analizar. Y desde luego este escrito de Mattick por lo menos enuncia algunas o marca el camino para desarrollar una crítica revolucionaria y útil.

Recomiendo igual "Cuando las insurrecciones mueren", de G. Dauvé.

Aquí un fragmento:
¿Colectivizar o comunizar?

Desde los tiempos de la Primera Internacional, el anarquismo ha contrapuesto la apropiación colectiva de los medios de producción a la estatización socialdemócrata. Ambas visiones, sin embargo, comparten el mismo punto de partida: la necesidad de una gestión colectiva. Pero el problema es: ¿gestión de qué? Por supuesto, lo que la socialdemocracia llevaba a cabo desde arriba, y burocráticamente, los proletarios españoles lo practicaron desde la base, armados, con cada individuo responsable ante los demás, y de esta manera quitando la tierra y las fábricas de las manos de una minoría especializada en la organización y la explotación de otros. En resumen, lo opuesto a la co-gestión de la Junta de Carbón por parte de los sindicalistas socialistas o estalinistas. Sin embargo, el hecho de que una colectividad, en vez del Estado o una burocracia, tome la producción de su vida material en sus propias manos no suprime, por sí mismo, el carácter capitalista de aquella vida.

El trabajo asalariado significa el pasaje de una actividad, independientemente de la que sea, arar un campo o imprimir un periódico, por la forma del dinero. Este dinero, mientras hace posible a la actividad, también es expandido por ella. Igualar los salarios, decidir todo colectivamente, y sustituir el dinero por cupones nunca fue suficiente para erradicar el trabajo asalariado. Lo que está unido por el dinero no puede ser libre, y tarde o temprano el dinero se convierte en su amo.

La sustitución de la asociación por la competencia en una base local fue una receta garantizada para el desastre. Porque, si bien la colectividad abole realmente la propiedad privada dentro de sí misma, también se establece como una entidad distinta y como un elemento particular en la economía global, y por lo tanto como una colectividad privada, obligada a comprar y vender, a comerciar con el mundo exterior, convirtiéndose de esta manera en una empresa que, guste o no, tiene que jugar su rol en la competencia regional, nacional y mundial, o desaparecer.

Uno sólo puede alegrarse de que una parte de España haya implosionado: lo que la opinión dominante llama “anarquía” es la condición necesaria para la revolución, como escribió Marx en su propio tiempo. Pero estos movimientos hicieron su impacto subversivo sobre la base de una fuerza centrífuga. Los rejuvenecidos lazos comunitarios también sirvieron para encerrar a cada uno en su pueblo y su barrio, como si el punto fuera descubrir un mundo perdido y una humanidad degradada, contraponer el barrio obrero a la metrópoli, la comuna autogestionada a los vastos dominios capitalistas, el campo de la gente sencilla a la ciudad comercializada, en pocas palabras el pobre al rico, el pequeño al grande y lo local a lo internacional, olvidando que una cooperativa es a menudo el camino más largo al capitalismo.

No hay revolución sin la destrucción del Estado. ¿Pero cómo? Terminando con las bandas armadas, deshaciéndose de hábitos y estructuras estatales, estableciendo nuevas maneras de debatir y decidir – todas estas tareas son imposibles si no van de la mano con la comunización. No queremos el “poder”; queremos el poder de cambiar toda la vida. Como proceso histórico que se extiende por generaciones, ¿puede uno imaginar seguir pagando salarios para la comida y la vivienda todo ese tiempo? Si la revolución es supuesta como política antes que social, esto crearía un aparato cuya única función sería la lucha contra los partidarios del viejo mundo, es decir una función negativa de represión, un sistema de control que no descansaría en otro contenido que su “programa” y su voluntad para realizar el comunismo el día en que las condiciones finalmente lo permitan. Así es como una revolución se ideologiza a sí misma y legitima el nacimiento de un estrato especializado al que se le asigna la supervisión de la maduración y la expectativa del siempre radiante pasado mañana. La misma esencia de la política es la incapacidad y la falta de deseo para cambiar algo: reconcilia lo que es separado sin ir más lejos que eso. El poder está allí, gestiona, administra, supervisa, adormece, reprime: es.

La dominación política (en la cual una escuela entera de pensamiento ve el problema NÚMERO UNO) fluye de la incapacidad de los seres humanos para hacerse cargo de ellos mismos, y de organizar sus vidas y su actividad. Esta dominación persiste sólo a través del desposeimiento radical que caracteriza al proletario. Cuando cada uno participa en la producción de su existencia, la capacidad para la presión y la opresión ahora en las manos del Estado dejará de ser operativa. Es porque la sociedad del trabajo asalariado nos priva de nuestros medios de vida, de producción y de comunicación, faltando muy poco para la invasión del -alguna vez- espacio privado y de nuestras vidas emocionales, que el Estado es todopoderoso. La mejor garantía contra la reaparición de una nueva estructura de poder sobre nosotros es la apropiación más profunda posible de las condiciones de existencia, en cada nivel. Por ejemplo, aun si no queremos a cada uno generando su propia electricidad en sus sótanos, la dominación del Leviathan también viene del hecho de que la energía (un término significativo, pues ‘power’ en inglés también significa poder) nos hace dependientes de complejos industriales que, nucleares o no, inevitablemente permanecen externos a nosotros y fuera de cualquier control.

Concebir la destrucción del Estado como una lucha contra la policía y las fuerzas armadas es confundir la parte con el todo. El comunismo es primero que nada actividad. Un modo de vida en el cual los hombres y las mujeres producen su existencia social paraliza o reabsorbe el surgimiento de poderes separados.

La alternativa planteada por Bordiga: “¿Debemos tomar la fábrica o debemos tomar el poder?” (Il Soviet, 20 de Febrero de 1920) puede y debe ser superada. No decimos: no importa quien gestione la producción, sea un comité ejecutivo o un consejo, porque lo que cuenta es tener la producción sin valor. Decimos: mientras la producción de valor continúe, mientras esté separada del resto de la vida, mientras la humanidad no produzca colectivamente sus maneras y sus medios de existencia, mientras haya una “economía”, cualquier consejo está condenado a perder su poder en las manos de un comité ejecutivo. Aquí es donde nos diferenciamos tanto de “consejistas” como de “bordiguistas”, y el por qué los primeros nos llaman bordiguistas y los segundos, consejistas.
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_nobody_
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Re: Las barricadas deben ser retiradas

Mensaje por _nobody_ » 09 Jul 2012, 11:55

Mierda, tenía una respuesta larga y la he perdido... Resumo

Cuando hablaba de que las cosas eran complicadas, lo hago para comprender su situación personal de tener que tomar estas decisiones. No comparto sus decisiones. Logicamente ver las cosas a toro pasado hacen que se vean desde una postura cómoda.

Cuando la CNT hace su Congreso de Zaragoza, se dejan bien claros sus "principios" y sus objetivos (el comunismo libertario; incluso lo definen), pero dejan en el aire la estrategia a seguir. Algunos grupos anarquistas se preparan para el previsible golpe de estado militar. Por ejemplo el grupo Nosotros en BArcelona. Y los Comités de defensa van preparando el control militar de cada barrio de cara a los acontecimientos. Entonces llega el golpe militar y vencen al ejército en Barcelona, Madrid, Asturias, País Vasco, Valencia, etc. Esta victoria pone en sus manos el control de los barrios, pueblos e incluso de comarcas y regiones enteras. Pero es el pueblo en armas quien controla estas zonas, no ninguna organización. En el caso de la CNT son los comités de defensa quienes han encabezado la respuesta miliciana al golpe. Pero los comités son comisiones (grupos de trabajo) que han sido nombrados por los sindicatos para una determinada tarea (en este caso, encabezar la defensa proletaria contra la reacción). Estos comités deben su razón de ser a los sindicatos.

Pero la naturaleza de los hechos sigue su curso independientemente de las previsiones. Los comités reciben una legitimidad popular enorme en las barriadas, y se amplían superando a los sindicatos que los han nombrado. Entre sus competencias destacan dos: la militar, y los abastecimientos. Primero, forman las milicias de cada barrio, que con el paso de los días irán al frente en forma de columnas; y en segundo lugar garantizan la alimentación del barrio. con estas dos competencias, y otras, con el paso de los días, tienen "todo el poder" del barrio. Pero los comités no se pueden coordinar entre sí, ya que dependen de sus organizaciones (los sindicatos únicos de la CNT). Son el embrión de los consejos obreros, pero no son los consejos. Los consejos necesitarían de una democracia obrera, una asamblea de masas que nombrara estos consejos, que por definición superarían el marco de todas las organizaciones obreras.

Por su parte, quienes tienen el control de los comités superiores de la CNT pactan con el estado. Tienen la idea de que una vez clarificada la situación tomando Zaragoza, las cosas se pondrán de su parte y lograrán tomar el poder. Pero esta toma de poder la entienden de una forma vertical. Hablan de que "no quieren imponer la dictadura anarquista" cuando en realidad los comités de defensa de barrio ya tienen el poder. Y lo hacen para justificar su colaboración con el resto de fuerzas antifascistas. Esta colaboración se plantea como una forma de utilizar el gobierno burgués para camuflar la revolución (dicho por Manuel Escorza), o para ganar la guerra (prioridad máxima en esos momentos).

Pero ocurría que nadie en CNT tenía en mente una estrategia, una teoría revolucionaria: un programa. La falta de programa hacía que se improvisara todo. Y esta improvisación hacía que se viera como buena idea la colaboración antifascista. Por que desde su punto de vista en realidad lo era. Era esperar a ganar la guerra para tomar el poder. Pensaban que sería cosa de semanas, como mucho de dos meses. La ausencia de un programa debatido y asumido por todos, hacía que hubiera varias formas de entender que cualquier pacto entre clases tendría sus consecuencias políticas. Pero en el caso de CNT -tenían el poder en la calle- este pacto supuso hacer todo tipo de concesiones (liquidar los comités, desarmar la retaguardia, deshacer las milicias, imponer la disciplina interna, convertir los sindicatos de industria en controladores de los sindicatos únicos), hasta que participaron los ministros anarquistas en el gobierno.

Yo tampoco pienso que se deba hablar de traición. Los líderes anarquistas no traicionaron a nadie. Fue la falta de un proyecto de país, claro y meditado por parte del anarcosindicalismo o del anarquismo lo que llevó a la improvisación total... les llevó a renunciar a su idea comunista libertaria por su supervivencia política. Querían "congelar" la revolución del 19 de julio y esperar a ganar la guerra. No sé si de ganar la guerra su creciente burocratismo habría dado una URSS anarcosindicalista... y cuantos más meses pasaban peor
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AXIONDIREKTA
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Re: Las barricadas deben ser retiradas

Mensaje por AXIONDIREKTA » 09 Jul 2012, 17:42

_nobody_ escribió:Mierda, tenía una respuesta larga y la he perdido... Resumo
Me acaba de pasar hace un rato... Dan ganas de destrozar el compu...

En general estoy muy de acuerdo contigo en tu análisis. No se trata ahora de culpabilizar a unos u otros posicionándose tras una trinchera sectaria, sino de evaluar su papel histórico y de discutir su validez actual. En ese sentido, yo creo que el anarcosindicalismo demostró ser reaccionario en un contexto revolucionario, a pesar de que quienes impulsaban y potenciaban dicho proceso en la práctica, se identificarán en su mayoría con tal ideología. La falta de un "programa revolucionario" no es sólo un error por falta de tiempo o un mal ordenamiento en la prioridades, es consecuencia de una determinada manera de entender los procesos. El anarquismo negaba ideológicamente el estado (no quiero afirmar lisa y llanamente que no existiera una robusta fundamentación teórica en tal sentido) pero su estrategia no pasaba de una gestión distinta (radicalmente distinta) de la estructura productiva del capital. Por otra parte, seguía existiendo una división importante entre dirigentes y dirigidos dentro de la CNT (porque comparten la visión social-demócrata de que las masas deben ser guiadas de una u otra forma). Esto último impedía ver el verdadero potencial en las bases (así como entender correctamente sus límites). Y mientras negaba la dictadura proletaria, que se manifestaba de forma real, pactaba con la representación de la burguesía y de hecho formó parte del estado. Y tal como tú lo expones, el eslogan de "hacer la revolución para ganar la guerra" parecía más bien destinado a cuadrar al proletariado bajo consignas radicales que a una estrategia real.
...les llevó a renunciar a su idea comunista libertaria por su supervivencia política.
Esa es la constante histórica de toda organización que se ve a sí misma por sobre la experiencia proletaria real. Los bolcheviques reprimieron Kronstadt, aún cuando no todos veían como directamente contra-revolucionario su programa, porque era un peligro geo-político para el naciente estado. La supervivencia de la revolución se garantizaba principalmente por mantenerse a toda costa en el poder... Y aún algunos siguen justificando la masacre en este sentido.
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Yoquese
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Re: Las barricadas deben ser retiradas

Mensaje por Yoquese » 20 Jul 2012, 20:12

Completamente de acuerdo con los dos, especialmente con AXIONDIREKTA. Para mi si que se puede hablar de traición por parte de los líderes de la CNT: traición a la clase trabajadora a la que decían representar (ya que esta cuando se expresaba por si misma lo hacía por unos derroteros y ellos maniobraban para impedir esto), traición evidente a las ideas anarquistas al formar parte del estado, traición a la revolución en la medida en que colaboraron con otros en ahogarla, a veces por omisión y otras de forma activa. Muchas veces discuto con amigos acerca del papel de G. Oliver en la revolución y se enfadan cuando lo tildo de traidor y demás. Es cosa de la circunstancias dicen, y anteriormente hizo mucho por la revolución. Desde mi punto de vista no veo porque hay que tenerle apego a los personajes históricos, a mi me gusta el Oliver de antes de entrar en el comité de milicias y el gobierno (aunque no comparto muchos de sus planteamientos y sus tics bolcheviques), pero su actuación en la guerra y revolución me parecen nefastas, por eso me choca cuando la gente pone el video este famoso del discurso o usan su nombre para un colectivo o lo que sea (como también ocurre con Montsenys).

No se hasta que punto que puedo hacer que CNT-FAI actuase así, pero no creo que solo fuese un problema de falta de programa y de comprensión del problema del poder previa a los hechos, creo que pesó el problema de la forma de estructurarse del sindicato demasiado rígida para lo que demandaba la revolución. El sindicalismo revolucionario fue muy útil para muchas cosas, pero cuando llegó la hora de la verdad falló estrepitosamente a pesar de haber contribuido al desarrollo de la mentalidad revolucionaria de los trabajadores. Sospecho que en una hipotética derrota de Franco habría acabado generando un capitalismo de estado o incluso destruyendose a si mismo al permitir el surgmiento de un capitalismo mas en la línea de una democracia autoritaria.

Creo que lo mejor que se puede sacar de estas enseñanzas de la historia ahora mismo, además de ciertas ideas que podrían aplicarse en una situación revolucionaria, es sobre todo ver como esos procesos que se dieron de forma tan fuerte en el anarcosindicalismo de aquella puedan subsistir en el actual. Quizás esa rigidez y dogmatismo que acabaron perdiendo la revolución, llevados al extremo actualmente es lo que hace que no se genere una verdadera corriente obrera revolucionaria.

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Zaratustra666
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Re: Las barricadas deben ser retiradas

Mensaje por Zaratustra666 » 28 Jul 2014, 11:30

Pues yo creo que es un asunto serio, debemos aprender de nuestros errores pasados para avanzar en el futuro.
como dicen compañeros de arriba, una mala estructuración interna, es decir, un mal reparto del protagonismo fue lo que llevó al traste con la revolución y su consolidación.
Ese interés por sobrevivir a costa de cualquier precio fue una perdición.
Ojo, que yo soy de los que admiten que una alianza con la república era necesaria pero no como se hizo sino "tu ahí y yo aquí", habiendo una división del territorio entre zona republicana y anarquista, fuerzas armadas y estructura política-económica separadas.
Ese seria el primer paso, una alianza entre dos zonas y el siguiente una estructura descentralizada para evitar el burocratismo.
Para aquellos que dicen que lo importante era ganar la guerra les digo que para eso están las fábricas de armas, la preparación militar y las estrategias y tácticas. Para todo esto no se necesitan las alianzas.
Creo que lo mas importante era como he dicho arriba dividir las zonas, a mi se me ocurre que las zonas con mas presencia anarquista supongo que aragón, cataluña y algunas otras zonas fuesen de los anarquistas y las otras de los republicanos, asi no hay traiciones ni sorpresas, y luego las alianzas claro, todas las que quieras.

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