MUERTE DE DURRUTI: ¿ASESINATO?

Debate, información y consulta sobre la historia del Anarquismo.
Ina

Mensaje por Ina » 13 Abr 2005, 21:30

Ademas, la muerte de durruti, fue el principio de la caida de la fuerza de la cnt fai, pues era el pilar, que la mentenia. Eso, mas la falta de armas a las milicias anarquistas, que iban a morir sin armas, mientras los comunistas disfrutaban de favoritismos. Que es mas probable, que el lider revolucionario, que planteaba y estaba llebando a cabo, no el solo, pero el como portavoz, y como voz que guiaba a los trabajadores, una colectivizacion por donde pasaban sus milicias. El cual, dejo claro, que hasta su muerte lucharia contra la propiedad privada y contra el anarquismo. De verdad es ma facil, una muerte accidental,¿ a un asesinato?¿ cuantos lideres revolucionarios han sido muertos por su torpeza, y cuantos asesinados? no hace falta contar.. diria que todos, salbo los que se corrompen, y aceptan intereses superiores.
que probabilidades tiene un arma al caer,de que se dispare, solo por el hecho de caer, y cause una herida mortal?¿ porque chofer no vio el arma en el suelo rota, como supuestamente paso? Porque las milicias anarquistas, fueron situadas, en los sitios mas sangrientos, siendo las que mas bajas tubieron, en esos dias?
Ami me suena, a una preparacion, para la militarizacion, a la que durruti ya se habia opuesto. De paso, se hizo un martir... triste, incomprobable pormi, pero creo que es lo mas razonable.

PD: soy el de antes!

Stormx

No se...

Mensaje por Stormx » 13 Abr 2005, 22:35

No creo que la muerte de Durruti fuera parte del declive de la CNT/FAI...acaso no conoces a Federica Montseny, a los hermnaos Ascaso, a García Oliver?

Además, anteriormente no hubo Durruti, y la CNT ya era fuerte. Creo que la gran culpa del declive anarquista la tuvieron toda o casi toda los comunistas (a excepción del POUM)

Invitado

Mensaje por Invitado » 13 Abr 2005, 22:40

precisamente, los comunistas estaban interesados en ello, ya reunire los datos ke tengo marcados en los libros, y en casa, que estoy lejos de mis libros, con nombres y apellidos lo completare.

Invitado

Mensaje por Invitado » 14 Abr 2005, 17:40

Aqui el primer nombre, de creo el jefe de la milicia anarquista, el nombre de esta se me a pasado lo siento. Lopez-tienda, muerto el dia 2 en mostoles, al bajarse del coche, y caerse el arma, muriendo de herida mortal producida por esta, y recogido, por un tal RCliment Ferrer, en circunstancias parecidas a la muerte de durruti por el comentario que sale en el libro de la muerte de durruti.¿ Alguien tiene datos de esto?
¿que provavilidades habia de muertes de este tipo?

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durruti_obrero
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Mensaje por durruti_obrero » 15 Abr 2005, 13:49

yo he leido, k uno de los principales sospechosos era el sargento de artilleria y ombre de confianza de el (jose manzana).
un mundo mejor no solo es posible, si no necesario

Ina

Mensaje por Ina » 15 Abr 2005, 17:23

Quien dijo que era hombre de confianza?

stormx

Mensaje por stormx » 15 Abr 2005, 20:13

Y por qué no se puede barajar la idea de que se le disparase accidentalmente el arma?

Invitado

Mensaje por Invitado » 15 Abr 2005, 21:53

no se yo creo que es mala suerte, que se les dispare el arma a tanta gente, de heridas mortales, yo que se, que le de en un brazo, una pierna, pero no.. es mucha casualidad, el que un arma caiga, se dispare sola, y cause una herida mortal, o no?

stormx

Mensaje por stormx » 15 Abr 2005, 22:02

También fue mala suerte que el Titanic se topase con un iceberg durante su primer viaje. Además, una herida de bala no es ninguna broma, y laherida de Durruti fue provocada en un sitio en el que, si disparas a matar, no apuntarías. Dónde apuntaríais vosotros si quisiérais acabar con alguien con un arma de fuego, aparte de la cabeza? Por inercia tiraríamos al pecho, hacia el corazón.

Eso sí, un tiro en la barriga provoca una muerte horrible y muy dolorosa, pero no hay tanta probabilidad de mortalidad como un disparo hacia órganos como los respiratorios o los circulatorios.

Invitado

Las casualidades no existen

Mensaje por Invitado » 17 Abr 2005, 19:30

Hay ciertos señores que siempre asesinan el 11 o el 20, que tienen el mismo valor cabalistico.

Como el 11-09 que suma 20; ya sea el atentado de las torres o el asesinato de Allende.
O el 11.03.2004, que suma 20; en Madrid.
O el 20.11 que asesinan a Primo de Rivera, Durruti y se escogería como día de la muerte de Franco.
O el 22.11 (22 = 11x2) que se asesina a Kenedi.

Hace pocos años, la chaqueta de Durruti, le fué entregada a la viuda; y el tiro era a quemarropa; él que la tomó prestada durante el resto de la contienda, tapó el tiro con una medalla.

Invitado

Mensaje por Invitado » 19 Abr 2005, 18:40

el tal manzana no era experto de tiro? es tan experto y ganador de tiro olimpico que no sabe sujetar un arma? el disparo de durruti, era mortal, eso dijeron los medicos.

Invitado

Mensaje por Invitado » 24 Abr 2005, 14:38

Amigo/a cabalista: 4 ejemplos sobre 1000 casos históricos se llama: CASUALIDAD

madrid
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No pudo ser manzana

Mensaje por madrid » 22 Nov 2005, 12:30

Es muy fácil echarle el muerto al sargento manzana cuando no se puede hallar otra explicación. Ciertamente Manzana era campeón de tiro y ex- militar profesional pero también es cierto que llevó junto al chófer el cuerpo herido de durruti al hospital, que llevó sus restos a barcelona y que la viuda de durruti va cogida de su brazo en el funeral, asi puede verse en muchas fotografias, por cierto habéis olvidado un gran detalle que declara a manzana totalmente inocente, el brazo derecho del sargento estaba vendado y lo llevaba en cabestrillo por las heridas sufridas dos dias antes en madrid esto tambien se puede comprobar por las fotografias historicas. Manzana nunca hubiera podido manejar el naranjero que hirió a durruti. Ni Manzana ni el chófer ni durruti portaban ese tipo de arma, el que le disparó fue otra persona, y no fue una conspiración, la verdad la sabréis pronto camaradas, cualquier aclaración que deseéis no teneis mas que preguntarla

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Dino
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Mensaje por Dino » 28 Nov 2005, 13:35

Una más:

¿Por qué debía morir Durruti?
Martes 18 de enero del 2005.
¿Por qué mataron a Durruti?: Discurso radiofónico de Durruti del 4 de noviembre. Muerte de Durruti en el Frente de Madrid el 20 de noviembre. Enierro de Durruti en Barcelona el 22 de noviembre (de 1936).


HABLA DURRUTI

(Del 4 de noviembre al 22 de noviembre de 1936) por Agustín Guillamón.

Cui prodest scelus is fecit. Aquel a quien aprovecha el crimen es quien lo ha cometido. Séneca, Medea.

Los anarquistas podemos ir a la cárcel, morir como murieron Obregón, Ascaso, Sabater, Buenaventura Durruti y Peiró, cuyas vidas son dignas de ser cantadas por un Plutarco. Podemos morir en el exilio, en los campos de concentración, en el maquis, o en el hospicio, pero ostentar el cargo de ministro, eso es inconcebible. Jaime Balius:"Por los fueros de la verdad". Solidaridad Obrera/Le Combat Syndicaliste (2-9-1971).

El 4 de noviembre de 1936 había mucha expectación por escuchar el imprevisto discurso de Durruti por Radio CNT-FAI, que sería trasmitido a toda España por las emisoras barcelonesas. Ese mismo día la prensa daba fe de la toma de posesión del cargo de Ministro por cuatro anarquistas en el gobierno de Madrid: Federica Montseny, Juan García Oliver, Juan López y Joan Peiró. La Columna Durruti no había conseguido tomar Zaragoza. Las dificultades de aprovisionamiento de armamento eran la principal dificultad del frente. Durruti había recurrido a todos los métodos a su alcance para conseguir armas. Incluso había enviado un destacamento de milicianos, a principios de septiembre, en una expedición punitiva sobre Sabadell, para obligar a que le entregaran las armas que habían sido almacenadas con vistas a la formación de una Columna Sabadell que no había llegado a constituirse. Además, el 24 de octubre la Generalidad había aprobado el Decreto de militarización de las Milicias, que ponía en vigor el antiguo Código de Justicia Militar a partir del uno de noviembre. Tanto amigos como enemigos esperaban con atención qué iba a decir Durruti. Ya antes de la alocución la gente se aglomeraba en las proximidades de los altavoces instalados en los árboles de Las Ramblas, que solían trasmitir canciones revolucionarias, música y noticias. En cualquier lugar de la ciudad de Barcelona donde hubiera una radio se esperaba con impaciencia que el locutor anunciara: "Habla Durruti". El Decreto de militarización había sido apasionadamente discutido en la Columna Durruti, que había decidido no admitirlo, porque no podía mejorar las condiciones de lucha de los milicianos voluntarios del 19 de julio, ni resolver la crónica falta de armamento. Durruti firmó, en nombre del Comité de Guerra, un escrito de rechazo a la militarización que dirigió al "Consejo" de la Generalidad, fechado significativamente en el Frente de Osera ese mismo uno de noviembre en el que se reponía el odiado Código Militar. La Columna negaba la necesidad de una disciplina de cuartel a la que oponían la superioridad de la disciplina revolucionaria: "Milicianos sí; soldados nunca". Durruti, como delegado de la Columna, quiso hacerse eco de la indignación y protesta de los milicianos del frente de Aragón ante el curso claramente contrarrevolucionario que se estaba abriendo paso en la retaguardia. A las nueve y media de la noche empezó a radiarse el discurso de Durruti:

"Trabajadores de Cataluña: Me dirijo al pueblo catalán, a ese pueblo generoso que hace cuatro meses supo deshacer la barrera de los militarotes que querían someterle bajo sus botas. Os traigo un saludo de los hermanos y compañeros que luchan en el frente de Aragón a unos kilómetros de Zaragoza, y que están viendo las torres de la Pilarica. A pesar de la amenaza que se cierne sobre Madrid, hay que tener presente que hay un pueblo en pie, y por nada del mundo se le hará retroceder. Resistiremos en el frente de Aragón, ante las hordas fascistas aragonesas, y nos dirigimos a los hermanos de Madrid para decirles que resistan, pues los milicianos de Cataluña sabrán cumplir con su deber, como cuando se lanzaron a las calles de Barcelona para aplastar al fascismo. No han de olvidar las organizaciones obreras cuál debe ser el deber imperioso de los momentos presentes. En el frente, como en las trincheras, hay un pensamiento, sólo un objetivo. Se mira fijo, se mira adelante, con el sólo propósito de aplastar al fascismo. Pedimos al pueblo de Cataluña que se terminen las intrigas, las luchas intestinas; que os pongáis a la altura de las circunstancias; dejad las rencillas y la política y pensad en la guerra. El pueblo de Cataluña tiene el deber de corresponder a los esfuerzos de los que luchan en el frente. No tendrá más remedio que movilizarse todo el mundo; y que no crean que se han de movilizar siempre los mismos. Si los trabajadores de Cataluña han de asumir la responsabilidad de estar en el frente, ha llegado el momento de exigir del pueblo catalán el sacrificio también de los que viven en las ciudades. Es necesaria una movilización efectiva de todos los trabajadores de la retaguardia, porque los que ya estamos en el frente queremos saber con qué hombres contamos detrás de nosotros. Me dirijo a las organizaciones y les pido que se dejen de rencillas y de zancadillas. Los del frente pedimos sinceridad, sobre todo a la Confederación Nacional del Trabajo y FAI. Pedimos a los dirigentes que sean sinceros. No es suficiente con que nos envíen cartas al frente alentándonos, y con que nos envíen ropa, comida y cartuchos y fusiles. Es necesario también darse cuenta de las circunstancias, prever el avenir. Esta guerra tiene todos los agravantes de la guerra moderna y está costando mucho a Cataluña. Se tienen que dar cuenta los dirigentes de que si esta guerra se prolonga mucho, hay que empezar por organizar la economía de Cataluña, hay que establecer un Código en el orden económico. No estoy dispuesto a escribir más cartas para que los compañeros o el hijo de un miliciano coma un trozo de pan o un vaso de leche más, mientras existen consejeros que no tienen tasa para comer y gastar. Nos dirigimos a la CNT-FAI para decirles que si como organización controlan la economía de Cataluña, deben organizarla como es debido. Y que no piense nadie ahora en aumentos de salarios y en reducciones de horas de trabajo. El deber de todos los trabajadores, especialmente los de la CNT es el de sacrificarse, el de trabajar lo que haga falta. Si es verdad que se lucha por algo superior, os lo demostrarán los milicianos que se sonrojan cuando ven en la Prensa esas suscripciones a favor suyo, cuando ven esos pasquines pidiendo socorro para ellos. Los aviones fascistas nos tiran en sus visitas, diarios en los que pueden leerse listas de suscripciones para los que luchan, ni más ni menos que hacéis vosotros. Por esto tenemos que deciros que no somos pordioseros y, por lo tanto, no aceptamos la caridad bajo ningún concepto. El fascismo representa y es, en efecto, la desigualdad social, si no queréis que los que luchamos os confundamos a los de retaguardia con nuestros enemigos, cumplid con vuestro deber. La guerra que hacemos actualmente sirve para aplastar al enemigo en el frente, pero es éste el único: no. El enemigo es también aquel que se opone a las conquistas revolucionarias y que se encuentra entre nosotros, y al que aplastaremos igualmente. Si queréis atajar el peligro, se debe formar un bloque de granito. La política es el arte de la zancadilla, el arte de vivir [como zánganos], y éste debe suplantarse por el arte del trabajo. Ha llegado el momento de invitar a las organizaciones sindicales y a los partidos políticos para que esto termine de una vez. En la retaguardia se ha de saber administrar. Los que estamos en el frente queremos detrás una responsabilidad y una garantía, y exigimos que sean las organizaciones las que velen por nuestras mujeres y nuestros hijos. Si esa militarización decretada por la Generalidad es para meternos miedo y para imponernos una disciplina de hierro, se han equivocado. Vais equivocados consejeros, con el decreto de militarización de las milicias. Ya que habláis de disciplina de hierro, os digo que vengáis conmigo al frente. Allí estamos nosotros que no aceptamos ninguna disciplina, porque somos conscientes para cumplir con nuestro deber. Y veréis nuestro orden y nuestra organización. Después vendremos a Barcelona y os preguntaremos por vuestra disciplina, por vuestro orden y por vuestro control, que no tenéis. Estad tranquilos. En el frente no hay ningún caos, ninguna indisciplina. Todos somos responsables y conocemos el tesoro que nos habéis confiado. Dormid tranquilos. Pero nosotros hemos salido de Cataluña confiándoos la Economía. Responsabilizaos, disciplinaos. No provoquemos, con nuestra incompetencia, después de esta guerra, otra guerra civil entre nosotros. Si cada cual piensa en que su partido sea más potente para imponer su política, está equivocado, porque frente a la tiranía fascista sólo debemos oponer una fuerza, sólo debe existir una organización, con una disciplina única. Por nada del mundo aquellos tiranos fascistas pasarán por donde estamos. Esta es la consigna del frente. A ellos les decimos: "¡No pasaréis!". Y a vosotros os corresponde gritar: ¡No pasarán!"."

Al cabo de unas horas de haber escuchado a Durruti se seguía comentando lo que había dicho con su acostumbrada energía y entereza. Sus palabras resonaron con fuerza y emoción en la noche barcelonesa, encarnando el genuino pensamiento de la clase trabajadora. Había sido una voz de alarma que recordaba a los trabajadores su condición de militantes revolucionarios. Durruti no reconocía dioses en los demás, ni la clase obrera en él. Daba por supuesto que los milicianos que se enfrentaban al fascismo en los campos de batalla no estaban dispuestos a que nadie escamotease su contenido revolucionario y emancipador: no se luchaba por la República o la democracia burguesa, sino por el triunfo de la revolución social y la emancipación del proletariado. No hubo en todo la arenga una frase demagógica o retórica. Eran trallazos para los de arriba y los de abajo. Para los obreros y para los jerarcas cenetistas apoltronados en cientos de cargos de responsabilidad, para los ciudadanos de a pie y para los consejeros de la Generalidad o los flamantes ministros anarquistas. Una diatriba contra las derivaciones burocráticas de la situación revolucionaria creada el 19 de Julio, y una condena contra la política del gobierno, con o sin confederados al frente del tinglado. En la retaguardia se confundía lamentablemente el deber con la caridad, la administración con el mando, la función con la burocracia, la responsabilidad con la disciplina, el acuerdo con el decreto y el ejemplo con el ordeno y mando. Las amenazas de "bajar a Barcelona" reavivaron el terror de los representantes políticos de la burguesía, aunque ya era demasiado tarde para enmendar el inexcusable e ingenuo error de julio, cuando se aplazó la revolución "hasta después de la toma de Zaragoza", por carencias teóricas y falta de perspectivas del movimiento libertario. Pero al poder no se le amenaza en vano: sus palabras, dirigidas a sus hermanos de clase, tenían todo el valor de un testamento revolucionario. Testamento, y no proclama, porque la suya era una muerte anunciada, que el endiosamiento póstumo convirtió en enigma. La consecuencia inmediata del discurso radiofónico fue la convocatoria por Companys al día siguiente, el 5 de noviembre a las once de la noche, de una reunión extraordinaria en el Palacio de la Generalidad de todos sus consejeros y los representantes de todas las organizaciones políticas y sindicales, para tratar la creciente resistencia al cumplimiento del decreto de militarización de las milicias, así como al de disolución de los comités revolucionarios y su sustitución por ayuntamientos frentepopulistas. Durruti era causa y diana del debate, aunque todos evitaban pronunciar su nombre. Companys planteó la necesidad de acabar con "los incontrolados", que al margen de cualquier organización política y sindical "lo deshacen todo y a todos nos comprometen". Comorera (PSUC) afirmó que la UGT expulsaría de sus filas a quienes no acataran los decretos, e invitó al resto de organizaciones a hacer lo mismo. Marianet, secretario de la CNT, tras ufanarse del sacrificio demostrado por los anarquistas con su renuncia a los propios principios ideológicos, se quejó de la falta de tacto al aplicar de forma inmediata el Código de Justicia Militar, y aseguró que tras el decreto de disolución de los comités, y gracias al esfuerzo de la CNT cada vez había menos incontrolados, y que se trataba no tanto de grupos a los que expulsar como resistencias que vencer, sin provocar rebeliones, y de individuos que convencer. Nin (POUM), Herrera (FAI) y Fábregas (CNT) alabaron los esfuerzos realizados por todas las organizaciones para normalizar la situación posterior al 19 de julio, y fortalecer el poder del actual Consejo de la Generalidad. Nin medió en la disputa entre Sandino, consejero de Defensa, y Marianet sobre las causas de la resistencia al Decreto de militarización, diciendo que "en el fondo todos estaban de acuerdo" y que existía cierto temor entre las masas "por perder lo que han ganado", pero que "la clase obrera está de acuerdo en formar un verdadero ejército". Nin veía la solución al actual conflicto en la creación de un comisariado de guerra en el que estuvieran representadas todas las organizaciones políticas y sindicales. Comorera, mucho más intransigente que Companys y Tarradellas, afirmó que el problema fundamental radicaba en la falta de autoridad de la Generalidad: "grupos de incontrolados continúan haciendo lo que quieren", no sólo en la cuestión de la militarización y la dirección de la guerra o el mando único, sino también en cuanto a la disolución de comités y formación de ayuntamientos, o en lo que afectaba a la recogida de armamento en la retaguardia, o en la movilización, para la que auguraba un fracaso. Falta de autoridad que Comorera extendía incluso a las colectivizaciones "que continúan haciéndose a capricho, sin someterse al Decreto que las regula". Companys aceptó la posibilidad de modificar el Código Militar y crear un comisariado de Guerra. Comorera y Andreu (ERC) insistieron en que era necesario cumplir y hacer cumplir los decretos. La reunión concluyó con un llamamiento unitario al pueblo catalán al disciplinado acatamiento de todos los decretos de la Generalidad, y al compromiso de todas las organizaciones a declarar su apoyo en la prensa a todas las decisiones gubernamentales. Nadie se opuso a la militarización: el problema para políticos y burócratas era sólo cómo hacerse obedecer. El 6 de noviembre el Consejo de Ministros de la República decidía, mediante una unanimidad que incluía el voto de los cuatro ministros anarquistas, la huida del Gobierno de un Madrid asediado por las tropas fascistas. El desprecio de la Federación Local de la CNT de Madrid se reflejó en un bellísimo manifiesto público que declaraba: "Madrid, libre de ministros, será la tumba del fascismo. ¡Adelante milicianos! ¡Viva Madrid sin gobierno! ¡Viva la Revolución Social!". El día 15 una parte de la columna Durruti combatía ya en Madrid, al mando de un Durruti que se había resistido a salir de Aragón, convencido finalmente por Marianet y Federica. El 19 de noviembre una bala perdida, o no, le hirió en el frente de Madrid, donde falleció al día siguiente. El domingo 22 de noviembre, en Barcelona, un multitudinario, interminable, caótico y desorganizado desfile fúnebre avanzaba lentamente, mientras dos bandas musicales que no conseguían tocar al unísono contribuían a aumentar la confusión. La caballería y las tropas motorizadas que debían preceder el desfile estaban bloqueadas por el gentío. Los coches que portaban las coronas lo hacían dando marcha atrás. La escolta de caballería intentaba avanzar cada uno por su cuenta. Los músicos que se habían dispersado intentaban reagruparse entre una masa confusa que portaba pancartas antifascistas y ondeaba banderas rojas, rojinegras y atigresadas. El cortejo estaba presidido por numerosos políticos y burócratas, aunque el protagonismo del acto público fue acaparado por Companys, presidente de la Generalidad, Antonov-Ovseenko, cónsul soviético y Juan García Oliver, Ministro anarquista de Justicia de la República, que tomaron la palabra ante el monumento a Colón para lucir sus dotes oratorias ante la multitud. García Oliver anticipó los mismos argumentos de sincera amistad y confraternidad entre antifascistas que utilizaría en mayo de 1937 para ayudar a aplastar las barricadas de la insurrección obrera contra el estalinismo. El cónsul soviético inició la manipulación ideológica de Durruti al hacerle campeón de la disciplina militar y del mando único. Companys jugó al insulto más ruin cuando dijo que Durruti "había muerto por la espalda como mueren los cobardes... o como mueren los que son asesinados por cobardes". Los tres coincidieron en ensalzar por encima de todo la unidad antifascista. El catafalco de Durruti era ya tribuna de la contrarrevolución. Tres oradores, excelsos representantes del gobierno burgués, del estalinismo y de la burocracia cenetista, se disputaban la popularidad del ayer peligroso incontrolado y hoy embalsamado héroe. Cuando el féretro, ocho horas después del inicio del espectáculo, ya sin el cortejo oficial, pero acompañado aún por una curiosa multitud, llegó al cementerio de Montjuic, no pudo ser sepultado hasta el día siguiente porque centenares de coronas obstaculizaban el paso, el agujero era demasiado pequeño y una lluvia torrencial impedía ampliarlo. Quizás no sepamos nunca cómo murió Durruti, ya que existen siete u ocho versiones distintas y contradictorias; pero es más interesante preguntarse por qué murió quince días después de hablar por la radio. La alocución radiofónica de Durruti fue percibida como una peligrosa amenaza, que hayó una respuesta inmediata en la reunión extraordinaria del Consejo de la Generalidad, y sobre todo en la brutalidad de la intervención de Comorera, que apenas fue suavizada por cenetistas y poumistas, que a fin de cuentas se juramentaron en la tarea común de cumplir y hacer cumplir todos los decretos. La sagrada unidad antifascista entre burócratas obreros, estalinistas y políticos burgueses no podía tolerar incontrolados de la talla de Durruti: he ahí por qué su muerte era urgente y necesaria. Al oponerse a la militarización de las milicias, Durruti personificaba la oposición y resistencia revolucionarias a la disolución de los comités, la dirección de la guerra por la burguesía y el control estatal de las empresas expropiadas en julio. Durruti murió porque se había convertido en un peligroso obstáculo para la contrarrevolución en marcha. Y por esa misma razón a Durruti había que matarlo dos veces. Un año después, en la conmemoración del aniversario de su muerte, la todopoderosa máquina de propaganda del estalinista gobierno Negrín trabajó a pleno rendimiento para atribuirle la autoría de un eslogan, inventado originalmente por Ilya Ehrenburg, y respaldado después por la burocracia de los comités superiores de la CNT-FAI, en el que le hacían decir lo contrario de lo que siempre dijo y pensó: "Renunciamos a todo, menos a la victoria". Esto es, que Durruti renunciaba a la revolución. Ni siquiera nos queda una versión completa y fidedigna de su discurso, radiado el 4 de noviembre de 1936, porque la prensa anarquista de la época dulcificó y censuró a Durruti en vida. Una vez muerto, Durruti ya podía ser Dios. Y hasta Teniente Coronel del Ejército Popular.

BALANCE. Cuadernos de historia (2003) chbalance@wanadoo.es http://es.geocities.com/hbalance2000

Par: Balance. Cuadernos de historia

sohomadrid
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Mensaje por sohomadrid » 14 Dic 2005, 18:59

Hoy he caido por casualidad en este foro,buscando algo sobre mi abuelo,el Doctor Manuel Bastos Ansart.Don Manuel Bastos fue llamado en su época ,el padre de la traumatología moderna y aún hoy se estudian sus tratados en las facltades de medicina de medio mundo.A parte de esto,fue él ,quién efectivamente atendió a Durruti,al que herido de muerte llevaron al hospital que se había habilitado en el Hotel Ritz.Mi abuelo murió hace ya tiempo pero siempre contaba la historia de como llegó Durruti ,de como se le había disparado el naranjero,y de las pocas palabras que salieron de su boca antes de morir.Al parecer y según contaba mi abuelo,repetía ya moribundo:"que tontería,que tontería""el jodio fusil",asi ni más ni menos.No dijo nada más,pero si es cierto, al parecer, que en el momento de la muerte decidieron que nadie contaría nada de la forma tan "poco heroíca" en que murió.

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