Sobre capitalismo y Estado

Para hablar de Economía, Sociología, Antropología, Historia, Urbanismo, Geografía, Biologia... y demás Ciencias.
El Hombre Guillotina
Mensajes: 129
Registrado: 25 Feb 2008, 20:11

Re: Sobre capitalismo y Estado

Mensaje por El Hombre Guillotina » 27 Jun 2008, 11:01

Y sobre lo que tú afirmas que “la gente cree”, debí de faltar el día que la humanidad te voto para que fueras su portavoz, recuérdame el día exacto en que se realizarán los próximos comicios para tu reelección, y así podré darme el guste de abstenme concientemente.

Si embargo, será recomendable retornar a un texto “iniciático”, uno de esos que se recomiendan cuando uno quiere empezar a tomar contacto con el Anarquismo, creo por tanto que es más que oportuno. Así nos habla del “origen de la propiedad del capitalista” Errico Malatesta en su “Entre Campesinos”:

“Pepe.- …Volvamos a nuestro pensamiento. ¿Es verdad o no que queréis apoderaros de los bienes ajenos?.

Jorge.- No es verdad; nosotros no queremos quitar nada a nadie; pero queremos que el pueblo tome los bienes de los señores, los bienes a quien los tiene, para ponerlos en común para todos. Al hacer esto el pueblo no quitaría nada a los demás, sino que entraría simplemente en posesión de lo que es suyo.

Pepe.- ¿Cómo es eso? ¿Es que son nuestros los bienes de los amos?.

Jorge.- Ciertamente: son bienes nuestros, son bienes de todos. ¿Quién ha dado esas riquezas, a los señores? ¿Cómo han hecho para ganárselas? ¿Qué derecho tenían a posesionarse de ellas y qué derecho tienen a conservarlas?.

Pepe.- Sé las han dejado sus antepasados.

Jorge.- ¿Y quién las dio a sus antepasados? ¡Cómo! Algunos hombres más fuertes y más afortunados se posesionaron de todo lo que existe, obligaron a los otros a trabajar para ellos y, no contentos con vivir ellos en el ocio, oprimiendo y condenando al hambre a la gran masa de sus contemporáneos, dejaron a sus hijos y a los hijos de sus hijos las riquezas que habían usurpado, condenando a toda la humanidad futura a ser esclava de sus descendientes, los cuales, enflaquecidos por el ocio y por el hecho de poder hacer todo lo que quieren sin dar cuenta a nadie, si no lo tuviesen todo a mano, y quisieran ahora arrancárnoslo por la fuerza como hicieron sus padres, nos causarían verdaderamente piedad. ¿Y a ti te parece justo todo esto?.

Pepe.- Si se tomaron los bienes por la fuerza, entonces no. Pero los señores dicen que sus riquezas son el fruto del trabajo, y no me parece que esté bien el quitar a uno lo que ha producido con sus esfuerzos.

Jorge.- ¡Eso es, siempre la misma historia! Los que no trabajan y no han trabajado nunca, hablan siempre en nombre del trabajo. Ahora, ¿cómo se produce y quién ha producido la tierra, los metales, el carbón, las piedras y otras cosas semejantes? Estas cosas, las haya hecho Dios o existan por obra espontánea de la naturaleza, lo cierto es que todos, al venir al mundo, las hemos encontrado; por tanto deberían servir para todos. ¡Qué dirías si los amos se quisieran apoderar del aire para aprovecharlo ellos y darnos a nosotros sólo una pequeña parte y de la más maloliente, haciéndola pagar con sacrificios y sudores? La única diferencia entre la tierra y el aire es que han hallado para la tierra el modo de apoderarse de ella y dividirla entre ellos, y para el aire no; pues si encontrasen el medio, harían con el aire lo que han hecho con la tierra.

Pepe.- Es verdad; esta me parece una razón justa; la tierra y todo lo que no ha hecho nadie, deberían ser de todos... Pero no todas las cosas se han encontrado bellas y listas.

Jorge.- Ciertamente, hay muchísimas cosas que han sido producidas por el trabajo del hombre, la tierra misma no tendría sino poco valor de no haber sido desmontada y abonada por la obra humana. Y bien, esas cosas deberían por justicia pertenecer a quien las ha producido. ¿Por qué milagro se encuentran precisamente en manos de aquellos que no hacen nada y que no han hecho nunca nada?.

Pepe.- Pero los amos dicen que sus antepasados han trabajado y ahorrado.

Jorge.- Y deberían decir, en cambio, que sus antepasados han hecho trabajar a los demás sin pagarles, lo mismo que se hace ahora. La historia nos enseña que las condiciones del trabajador han sido siempre miserables y que, lo mismo que ahora, el que ha trabajado sin explotar a otros, no sólo no ha podido hacer nunca economías, sino que no ha tenido siquiera bastante para aplacar el hambre. Observa los ejemplos que tienes ante los ojos: todo lo que producen los trabajadores, de mano en mano, ¿no va quizá a manos de los patronos que se contentan con mirar? Hoy uno compra por poco dinero una parcela inculta y pantanosa; pone allí hombres a quienes apenas da lo necesario para que no se mueran de hambre de golpe, y queda en el ocio de la ciudad. Después de algunos años aquel pedazo inútil de tierra se ha convertido en un jardín y vale cien veces más de lo que valía al comienzo. Los hijos del amo, que heredarán ese tesoro, dirán que disfrutan por los sudores de su padre y los hijos de los que han trabajado y sufrido realmente continuarán trabajando y sufriendo. ¿Qué te parece?.

Pepe.- Pero si verdaderamente, como tú dices, el mundo ha marchado siempre como ahora, no hace falta decirlo, a los amos no les correspondería absolutamente nada.

Jorge.- Pues bien, quiero suponer todo a favor de los amos. Dejemos sentado que los propietarios fuesen todos hijos de gente que ha trabajado y ahorrado y los trabajadores hijos todos de hombres holgazanes y malgastadores. Ten presente que es un absurdo lo que digo, pero sin embargo, aunque las cosas estuviesen así, ¿habría por eso tal vez mayor justicia en la actual organización social?. Si tú trabajas y yo hago de vagabundo, es justo que sea castigado por mi holgazanería; pero no es justo por esto que mis hijos, que podrán ser buenos trabajadores, tengan que reventar de cansancio y morir de hambre para mantener a tus hijos en el ocio y en la abundancia.

Pepe.- Cosas son esas en las que no puedo menos que darte la razón; pero entretanto los señores poseen los bienes, y al fin y, al cabo debemos darles las gracias, porque sin ellos no se podría vivir.

Jorge.- Sí; poseen los bienes porque los han obtenido con la violencia y los han aumentado apropiándose el fruto del trabajo de los demás. Pero del mismo modo que nos los han quitado, pueden dejarlos. Hasta hoy en el mundo los hombres se han hecho la guerra unos a otros, han buscado el modo de quitarse el pan de la boca y cada uno ha hecho lo posible para someter a su Semejante y servirse de él como una bestia. Pero ya es tiempo de que esto concluya. En hacernos la guerra no ganamos nada; el hombre, precisamente, sólo ha ganado miseria, esclavitud, crímenes, prostitución y, además, de tanto en tanto, alguna de esas sangrías llamadas guerras o revoluciones. Si, al contrario, nos pusiéramos de acuerdo, amándonos y ayudándonos los unos a los otros, no existirían tantos males, no habría quien tuviera mucho y otros poco, y se buscaría la manera de estar todos lo mejor posible. Sé bien que los ricos, que se han habituado a mandar y a vivir sin trabajar, no querrán saber nada cuando se trate de cambiar de sistema. Veremos lo que dicen. Si quisieran comprender por las buenas o por miedo, que el odio y la superioridad entre los hombres no deben existir y que todos deben trabajar, tanto mejor; pero si, por el contrario, quieren continuar gozando del fruto de la violencia y del robo de sus antepasados, entonces la solución es fácil. Por la fuerza se han apropiado de todo lo que existe; pues por la fuerza nosotros se lo quitaremos. Si los pobres se ponen de acuerdo ellos son los más fuertes.

Pepe.- Pero, entonces, cuando no hubiera ya más señores, ¿cómo haríamos para vivir? ¿Quién nos daría trabajo?.

Jorge.- ¡Parece imposible! ¿Cómo? Lo estáis viendo todos los días; sois vosotros quienes caváis, sembráis, segáis, trilláis y lleváis el grano al granero; sois vosotros quienes hacéis el vino, el aceite, el queso, ¿y me preguntas cómo haríais para vivir sin los señores? Pregunta más bien: ¿cómo vivirían ellos si no fuésemos nosotros, pobres imbéciles, trabajadores del campo y de la ciudad, que somos los que les alimentamos, vestimos y... suministramos nuestras hijas para que puedan divertirse?
Hace poco querías agradecer a los amos porque nos dan con qué vivir. ¿No comprendes que son ellos los que viven de nuestros esfuerzos y que cada pedazo de pan que se llevan a la boca es quitado a nuestros hijitos? ¿Que todo regalo que hacen a sus mujeres representa el hambre, la miseria, el frío, tal vez la prostitución de las mujeres nuestras?
¿Qué es lo que producen los señores? Nada. Por consiguiente todo aquello que consumen es quitado a los trabajadores. Figúrate que mañana desaparecieran todos los trabajadores del campo; no habría quien trabajase la tierra y se morirían de hambre; si desaparecieran los albañiles, no se podrían hacer casas, y así en todos los demás ramos; por cada clase de trabajadores que faltara, se suspendería un ramo de producción, y el hombre tendría que privarse de objetos útiles y necesarios.
¿Pero qué daño sufriríamos si desapareciesen los señores? Sería como si desapareciese la langosta.

Pepe.- Sí, está muy bien; nosotros producimos todo; pero ¿cómo hago para producir el grano si no tengo tierras, ni animales, ni semillas?
Vamos, te digo que no hay manera de arreglarlo; por fuerza hay que estar sujeto a los amos.

Jorge.- Pero, Pepe, ¿nos entendemos o no? Me parece que ya lo he dicho; necesitamos desposeer a los amos de todo aquello que sirve para trabajar y vivir: la tierra, los instrumentos, las semillas y todo lo demás. Sé muy bien que mientras la tierra y los instrumentos de trabajo pertenezcan a los amos, el trabajador estará sujeto siempre y no tendrá más que esclavitud y miseria. Por eso, y retenlo bien en la memoria, lo primero que habrá que efectuar es quitar los bienes a los señores; si no el mundo no se arregla

[Te preocupa, no obstante, que se te quite “el fruto de tu esfuerzo personal”, así responde Malatesta a tu “pavor”.-Nota de EHG]

Pepe.- No obstante, hay una cosa; quitar los bienes a los señores que han robado y empobrecido a la pobre gente, está muy bien, pera si uno, a fuerza de trabajar y ahorrar, hubiese logrado arrinconar cuatro céntimos y hubiese comprado un trozo de tierra o abierto una tienducha, ¿con qué derecho podríais quitarle aquello que verdaderamente es fruto de su trabajo?

Jorge.- La, cosa es muy fácil, porque con el propio trabajo, sólo con el propio trabajo, hoy que los capitalistas no nos quitan los mejores productos, no se pueden hacer economías, y me parece que tú debes saberlo, pues con tantos años de continuo trabajo, continúas siendo tan pobre como al principio. Además, ya te he dicho que cada uno tiene derecho a las primeras materias, y a los instrumentos de trabajo; así es que si uno tiene un trozo de tierra, mientras él mismo se lo trabaje con sus propios brazos, puede muy bien guardárselo y aun se le darán los utensilios perfeccionados, los abonos y todo lo demás que sea necesario para sacar el mejor y mayor producto posible de aquella tierra. Ciertamente que sería preferible que lo pusiera todo en común; pero para ello no hay necesidad de forzar a nadie porque el mismo interés aconsejará a todos el sistema de la comunidad. Con la propiedad y el trabajo común se estará mucho mejor que trabajando solos, tanto más cuanto que con la invención de las máquinas el trabajo aislado resulta más impotente.”

[Te recomiendo también En el Café, del propio Malatesta, también una buena aproximación a estas cuestiones, podría reproducirte aquí fragmentos de la citada obra pero no quiero ser “excesivo”]

Como ya se ha aclarado en otro tema veo innecesario volver a aclararte lo del “costo”, soy un Anarquista sin más, sin otro adjetivo, en economía sin embargo concibo, sin sectarismo alguno, como más justa, igualitaria, equitativa y libre la teoría del Comunismo libertario, ergo, para mi la tasación del precio carece de importancia, como ya he dicho si este no puede tasarse, necesariamente debe abolirse, reconocer tal premisa pero para incrementarlo hasta el firmamento es solo la obra de un Tirano.

Empecemos ahora con la Ley… eres realmente un supersticioso, estas poseído por la más burda superchería, igual que el hombre se inventa a Dios y se convierte en el esclavo de su propia obra, transfiriéndole y delegándole su propia voluntad, tú haces lo propio con la Ley, pretendes que a un simple invento humano les regalemos nuestra autonomía y en palabras de Spooner: “Que estúpidamente hagamos del pasado el juez del porvenir”. No entraré a hacerle la autopsia a ese ejemplo que con tanta repugnante frivolidad y crudeza has tratado de exponer, los argumentos que tratan de afianzarse con inocencias y huesos ajenos suelen caer por su propio peso… hablemos por tanto generalmente y entenderás cuando mis palabras son extensibles a lo que planteas. Yo me opongo a todo determinismo, no creo en la omnipotencia del medio, creo que el Individuo puede ser creador de su propio Yo, sin embargo, eso no significa que no contemple una contraposición descarnada con lo que llamamos “entorno” (en realidad un mero eufemismo para referirnos a otros individuos y sus modos de actuar), sin embargo, en contra del materialismo de corte determinista yo no creo que el Individuo sea creado por el medio, creo que es destruido por el mismo, y que solo libre de la opresión de las circunstancias ingerentes dejaría de ser esa “bomba de relojería” que suele, con lógica, estallar en las manos de la sociedad que intenta moldearlo. Si esto es hace destruyamos las trabas materiales, las económicas, políticas y legales, y una vez estas hayan desaparecido sabremos si determinados actos se cometía ante la presión del medio (la marginación, el hambre, la discriminación, el segregacionismo, la opresión, todas ellas cusas de la compresible “violencia de abajo”, como mera refracción a la “violencia de arriba”) y si siguen subsistiendo cuando nadie se vea obligado a cometerlos. Desaparecidas las coacciones externas quizás algunos actos sigan reproduciéndose, quizás estos actos agresivos, propios de alguna enfermedad psiquiátrica, de brotes psicóticos o tendencias psicópatas, no desaparecerán en un entorno libre de Autoridad como tampoco habían desaparecido con la Ley, en tal caso se nos plantean innumerables preguntas ¿Si estos actos son inevitables, tanto con Ley como sin ella, porque agravar la situación de la sociedad con la legislación?, llevamos siglos de Leyes y estas no han podido poner fin a tales actos violentos, solo han sabido sumar más violencia a la ya existente e incrementarla de arriba abajo, entonces ¿Por qué empeorar la existencia de la comunidad con castigos que redundan en la violencia y que someten a nuevas levas a unos, tanto como son inútiles y crueles contra otros?, ¿Acaso después de tantas vueltas del camino, de tantas edades pasadas, no es hora ya de comprobar los resultados de un Mundo sin Ley?, más aún, llevamos tanto tiempo bajo el peso de las Leyes que hablamos con conocimiento de causa cuando decimos que la Ley es completamente inservible a la hora de darle solución a esas violencias aparentemente “inevitables”, solo sabe empeorar la situación empleando nuevas medidas de fuerza que se aúnan a las ya producidas y cuyos efectos, por mucha venganza que se empleé, son irreversibles, solo consigue aplicar más violencia a la propia violencia, intoxicando así a la sociedad misma, y consiguiendo incrementar, o inocular, aún más violencia en la sociedad.

La única solución que da es esconder el problema en un rincón lejos de la mirada del público, así, cuando se encierra al asesino, cuando se le mete de por vida en la ergástula, o incluso se le asesina a él también, solo se consigue, que las causas que lo llevaran a matar, sean visibles, crípticas, carentes de sentido o lógica, o incluso “inexistentes”, desaparezcan con su emparedamiento o su muerte, y flaco favor se le hace a los seres queridos de las victimas –aunque horriblemente se crea lo contrario- pues así, imposibilitando que se pueda saber lo que llevaba a ese individuo a actuar como lo hacía, impidiendo que se le pueda prestar ayuda y tratamiento que permita saber el porqué de esas pulsiones homicidas, lograremos que miles de individuos que sufren los mismos trastornos que él vuelvan a reproducirlos, sin hace más que hacinarlos o ejecutarlos como ganado… incluso cuando se cree que la causa es “inexistente”, tal o como ocurre con los psicópatas de todo tipo, sería imprescindible llegar a comprender los resortes de esa “ausencia de causa”, sin leitmotiv, el campo que se abre es amplísimo, y el fenómeno no puede omitirse con el castigo (yo personalmente soy de la opinión de que detrás de esas pulsiones no solo existen filias sexuales y demás parafernalia, además de infancias brutales, y demás conceptos medioambientales en la época impúber, siempre he considerado que el ansia de poder, el tener el control sobre la vida y la muerte de otra persona es un gran determinante, en gran medida todos tenemos la presión de “cumplir determinadas expectativas”, tener pareja, un buen trabajo, un “patrimonio”, y, sobre todo, ser aceptado por la sociedad, el psicópata, contrariamente a lo que se cree, no es un “amoral que desconozca los principio o valores sociales” es un fanático moralista que quiere cumplir las premisas del “éxito social” -como todos quiere coronar la “pirámide”- la sociedad exige la “posesión de una pareja” como si el individuo que comparte nuestra vida fuera un objeto, un “trofeo” que garantizara la solvencia de nuestras virtudes, una sexualidad “normal” y “satisfactoria”, triunfar laboralmente, y ser reconocido y querido por quienes nos rodean, el psicópata quiere todo eso, y a su manera, con tal de que no se disuelva su propio “yo”, visto por el prisma de la sociedad, trata de ejercer su poder sobre todas esas cosas, trata de tenerlas a cualquier precio, y a veces mata para conservarlas y otras frustrado porque no las consiguió, el psicópata es realmente un perfecto observante de las “leyes sociales”, al que se le castiga por exceso de “celo”, si fuera un Emperador Romano, un Mariscal Francés, un Rey Rumano, un Caudillo Español o un Presidente Estadounidense sus niveles de psicopatía sería casi “imperceptibles” o solo destacados a “toro pasado”).

Vistas así las cosas y comprendiendo que la solución a una disfunción o patología psíquica solo puede provenir de la asistencia mental (conste que soy escéptico con respecto a psicología y psiquiatría, no solo las considero en pañales, pienso además que mientras sean herramientas controladas por el poder serán enteramente inútiles, pues tratan de adecuar al individuo con problemas ha cierta “normalidad”, sin importarle la verdadera naturaleza de sus dificultades y sufrimientos, y lo que hoy entendemos por “normal”, suele ser peor que muchas “anormalidades”) el esfuerzo y trabajo que se emplea en los inútiles, nocivos y aún más enfermizos, métodos de castigos, deberían aplicarse al campo que le es propició a dichos fenómenos agresivos.

En el caso que planteas, no es una cuestión entre el verdugo y la victima, el suceso afecta a todo individuo con sensibilidad, el problema es íntegramente entre los interesados, y los interesados son la sociedad en peso. No hace falta recurrir a una Ley y delegar en ella, si es consuetudinaria y modificable sería tan absurdo como buscar un intermediario que acabara por decirnos lo que nosotros mismos hemos dicho, si es tecnocrática e inamovible se origina en la suposición de que un individuo es más acto para controlar a millones, pero no para controlarse así mismo. La Ley solo trata de circunscribir la doctrina de Lynch a unas cuantas manos y establecerla en monopolio, la idea es erradicarla completamente, tanto para las mayorías como para las minorías, ergo, si la sociedad entera es la implicada en un caso de las características que tú describes, la gente sabrá 1º no ocultar el problema detrás de más violencia o de hormigón, pues estaría posibilitando que mañana les ocurriera a ellos y a sus allegados, (y no solo lo de convertirse en victimas, pues en casos distintos, en los referentes a violencia homicida motivada por alteraciones de la personalidad, o por cualquier reacción psicótica, también cualquiera podría convertirse en agresor), 2º en base a tal planteamiento (míralo desde el punto de vista del altruismo o como he demostrado del “propio interés”) el deseo de todos sería intentar que tales atrocidades jamás vuelvan a pasar, y la idea no es solo protegerse recíprocamente, si no desentrañar los mecanismos que mueven a los individuos a agredir a sus semejantes (sea la depredación por el afán de poder o profundos trastornos de la psyche) y este les movería al 3º punto, invertir sus esfuerzos en solucionar estos problemas desde su raíz, desde antes que se produzcan, en vez de solo a posteriori cuando ya toda actuación no consigue restañar el daño efectuado –es esta por tanto la más inmejorable forma de “autodefensa”- estudiar esas pulsiones por todos los medios a su alcance, dedicarse al perfeccionamiento de todas las vías de estudio sobre la mente, deshilvanar los engranajes psíquicos y los métodos diagnósticos, profilácticos y curativos que puedan ponerse en práctica… pero esto es solo un esbozo a vuela pluma, no existen procedimiento ni metodologías determinadas, esto es solo una propuesta sin estructurar, pues una única cosa es segura, no puede vencerse un mal aumentando el propio mal, es como intentar reducir un incendio ampliándolo con más y más fuego, recojo por tanto las palabras de Reclús:

“Desde el momento en que un hombre se halla investido de una autoridad cualquiera, sacerdotal, militar, administrativa o financiera, su tendencia natural es funcionar sin control; todo carcelero cierra la puerta del calabozo con una especie de orgullo glorioso; no hay guarda de campo que no vigile la propiedad de los ricos con miradas de odio hacia el pobre merodeador, y no hay alguacil a quien no le inspire un soberano desprecio el pobre desahuciado o avisado para comparecer ante los tribunales.

Ley: No admitimos que la ciencia sea un privilegio y que los hombres colocados en lo alto de un monte como Moisés, sobre un trono como el estoico Marco Aurelio, sobre un Olimpo o un Parnaso de cartón, o sencillamente sobre un sillón académico, nos dicten leyes atribuyéndose un conocimiento superior de las leyes eternas […]

No aceptamos ninguna verdad promulgada, queremos hacerla nuestra por el estudio y la discusión y sabemos desechar todo error, aunque aparezca garantizado con mil honrosas firmas. ¡Cuántas veces el pueblo ignorante ha tenido que reconocer dolorosamente que los sabios educadores no poseían otra ciencia que la de enseñarle a marchar hacia el matadero, entusiasmado y alegre, como los bueyes de fiesta coronados de guirnaldas y papel dorado!.”

Y poco más puedo añadir al respecto, espero que digieras el texto y le saques algún provecho… si no, seguro que otro, algún “despistado” lo rentabilizará mejor que tú.

En cuanto a mi “tiempo para escribir” y mi “acceso a internet”, no has dado una… suelo escribir rápido y solo cuando dispongo de algún ratito, en este caso, y en el de otro de tus compañeros, me he tomado más tiempo por ser los últimos que escriba, pues precisamente al no tener internet a mi disposición tendré que abstenerme de escribir hasta que vuelva a tener a mi alcance los “servicios públicos” posiblemente hasta que pase el periodo estival… ergo, no prejuzgues… y no hables de desnutrición tan a la ligera, Proudhon se sentía legitimado a hablar de la cuestión social pues tal y como decía: “Se lo que es la miseria, he vivido en ella”, no te presupondré a ti como un rechoncho capitalista preocupado de tapar sus redondeces bajo un chaqué, tampoco te imagines que todo el que aquí escribe dispone de una boyante “actividad laboral” que le permite “tiempo de ocio y lujo”… unos tienen hambre de “absoluto” y otros de superfluidad, síguele hincándole el diente a los envoltorios, roe los ornamentos, otros nos hemos propuesto llevar a la practica estas palabras de vuestro denostado Pierre-Joseph Proudhon:


“Por mi parte ya puede arder un millón de propietarios hasta el día del juicio; arrojo sobre su conciencia la porción que ellos me han arrebatado de los bienes de este mundo […] ¿qué me importa a mí, proletario, la tranquilidad y la seguridad de los ricos? Me es tan indiferente el orden público como el saludo de los propietarios. Reclamo, pues, que se me permita vivir trabajando, porque si no moriré combatiendo.”

Salud.

Responder