Nosotros, Meles Meles
Publicado: 29 Nov 2010, 15:36
No es raro que en determinados círculos se citen estudios etnológicos acerca de poblaciones más o menos aisladas, con poco o casi ningún contacto con la sociedad industrial moderna.
En algunos casos concretos, como el mío en ocasiones, se pretende subvertir esa visión arcaica según la cual estos grupos no son más que pobres diablos malvivientes, residuos de los que en la Prehistoria a duras penas llegaron, quién sabe cómo, a aguantar durante dos millones de años hasta que, hace unos diez mil aproximadamente, y en distintas áreas del globo, fueron bendecidos -por el Dios católico o la Diosa Razón, según a quién preguntes-, con la agricultura, fuente de todo progreso, bienestar y riqueza.
Este cuento que, además de mediocre y pueril paparruchada, es considerado absurdo en el ámbito académico desde hace décadas, ha servido sin embargo con total eficacia como justificación cultural para una serie de prácticas -entre las que se encuentran la explotación, la colonización y el etnocidio de grupos humanos diversos y sus espacios vitales a lo largo de todo el planeta-, siendo utilizado por la civilización occidental para explicar, y para explicarse, sus acciones y la necesidad de las mismas.
Que a día de hoy siga siendo necesario desmentirlo, una y otra vez, no es ninguna sorpresa. La cultura funciona, aquí y en todas partes, y especialmente la nuestra tiene muchos motivos para querer contar mentiras, tralará. Aún así los hechos permanecen, tal y como son, con el barato maquillaje aplicado por los voceros propagandistas de nuestra civilización resbalándoles descaradamente.
Es por esto, en parte, que se hace -el dar una versión diferente-, y debe continuar haciéndose. Para no repetir errores, y aprender, es necesario primero admitirlos y superarlos; nada conseguiremos mejorar si nos seguimos aferrando atemorizados a excusas inmaduras.
Pero no sólo es por esto que se citan, o tienen por qué citarse, estos artículos sobre otras gentes, en otras partes, viviendo de otras formas. No. Hay más razones.
Una de ellas podría consistir, simplemente, en darle la vuelta al paradigma civilizado: en lugar de mirarnos el ombligo y proclamar que todo a nuestro alrededor es siempre peor y por nosotros mejorable, analizar los desastrosos efectos que nuestra sociedad ha tenido sobre el planeta, sus habitantes y nuestras propias vidas; sus posibles causas y el hecho real de que existen otros mundos donde el equilibrio homeostático no sólo aún es posible, sino que nunca se perdió. Que había y hay formas de vivir sostenibles en el tiempo, auto-suficientes; de algún modo -y quizá sin saber cómo, pero tampoco cómo no-, en paz con la Tierra.
En definitiva, usar de ejemplos a quienes, a lo largo de los siglos -y como "tribu" imperalista que somos-, hemos estado sojuzgando, sometiendo y asesinando, destruyendo, cultural y personalmente.
Pero otra razón, aún menos compleja, sería mirarles a ellos y darnos cuenta de una sola cosa: que son como nosotros. Nosotros somos como ellos. En otra parte, de otra manera, pero humanos. Que si fueron y/o son libres, no es por un don particular que alguien les diera, ni una bendición divina que perdimos, sino porque quizá supieron o pudieron, en un momento en que nosotros no, conservar su libertad.
Nunca es demasiado tarde para admitir una equivocación. Ni después de diez milenios.
La lucha por la Tierra y los Indígenas no es la lucha por los otros, es la lucha por quienes somos, es la lucha por Nosotros.
Nosotros, Meles meles.
Extraído de: http://comitededesinformacion.blogspot. ... otros.html
En algunos casos concretos, como el mío en ocasiones, se pretende subvertir esa visión arcaica según la cual estos grupos no son más que pobres diablos malvivientes, residuos de los que en la Prehistoria a duras penas llegaron, quién sabe cómo, a aguantar durante dos millones de años hasta que, hace unos diez mil aproximadamente, y en distintas áreas del globo, fueron bendecidos -por el Dios católico o la Diosa Razón, según a quién preguntes-, con la agricultura, fuente de todo progreso, bienestar y riqueza.
Este cuento que, además de mediocre y pueril paparruchada, es considerado absurdo en el ámbito académico desde hace décadas, ha servido sin embargo con total eficacia como justificación cultural para una serie de prácticas -entre las que se encuentran la explotación, la colonización y el etnocidio de grupos humanos diversos y sus espacios vitales a lo largo de todo el planeta-, siendo utilizado por la civilización occidental para explicar, y para explicarse, sus acciones y la necesidad de las mismas.
Que a día de hoy siga siendo necesario desmentirlo, una y otra vez, no es ninguna sorpresa. La cultura funciona, aquí y en todas partes, y especialmente la nuestra tiene muchos motivos para querer contar mentiras, tralará. Aún así los hechos permanecen, tal y como son, con el barato maquillaje aplicado por los voceros propagandistas de nuestra civilización resbalándoles descaradamente.
Es por esto, en parte, que se hace -el dar una versión diferente-, y debe continuar haciéndose. Para no repetir errores, y aprender, es necesario primero admitirlos y superarlos; nada conseguiremos mejorar si nos seguimos aferrando atemorizados a excusas inmaduras.
Pero no sólo es por esto que se citan, o tienen por qué citarse, estos artículos sobre otras gentes, en otras partes, viviendo de otras formas. No. Hay más razones.
Una de ellas podría consistir, simplemente, en darle la vuelta al paradigma civilizado: en lugar de mirarnos el ombligo y proclamar que todo a nuestro alrededor es siempre peor y por nosotros mejorable, analizar los desastrosos efectos que nuestra sociedad ha tenido sobre el planeta, sus habitantes y nuestras propias vidas; sus posibles causas y el hecho real de que existen otros mundos donde el equilibrio homeostático no sólo aún es posible, sino que nunca se perdió. Que había y hay formas de vivir sostenibles en el tiempo, auto-suficientes; de algún modo -y quizá sin saber cómo, pero tampoco cómo no-, en paz con la Tierra.
En definitiva, usar de ejemplos a quienes, a lo largo de los siglos -y como "tribu" imperalista que somos-, hemos estado sojuzgando, sometiendo y asesinando, destruyendo, cultural y personalmente.
Pero otra razón, aún menos compleja, sería mirarles a ellos y darnos cuenta de una sola cosa: que son como nosotros. Nosotros somos como ellos. En otra parte, de otra manera, pero humanos. Que si fueron y/o son libres, no es por un don particular que alguien les diera, ni una bendición divina que perdimos, sino porque quizá supieron o pudieron, en un momento en que nosotros no, conservar su libertad.
Nunca es demasiado tarde para admitir una equivocación. Ni después de diez milenios.
La lucha por la Tierra y los Indígenas no es la lucha por los otros, es la lucha por quienes somos, es la lucha por Nosotros.
Nosotros, Meles meles.
Extraído de: http://comitededesinformacion.blogspot. ... otros.html
