A.5.3 Construyendo organizaciones sindicales
A fines del siglo pasado en Europa el movimiento anarquista comenzó a crear uno de los mejores intentos de aplicación de las ideas anarquistas en la vida diaria. Esto ocurrió como respuesta al desastroso período de "propaganda por la acción" en el que anarquistas individualmente asesinaban líderes del gobierno en un intento de provocar un levantamiento popular y en venganza por la matanza de los comuneros y otros compañeros. Contestando a esta fracasada y contraproducente campaña, los anarquistas volvieron a sus raíces y a las ideas de Bakunin, comenzando así a formar uniones revolucionarias de masas (sindicalismo y anarcosindicalismo).
Entre los 1890 y el comienzo de la primera guerra mundial, lxs anarquistas formaron sindicatos revolucionarios en la mayoría de los países europeos, extendiéndose más en Italia, Francia y España. Además, lxs anarquistas de Norte y Sur América también organizaron uniones sindicalistas con éxito. Casi todos los países industrializados tuvieron un movimiento sindicalista, aunque Europa y Sur América tuvieron los más fuertes. Estos sindicatos estaban organizados de manera confederal, de abajo arriba, según las ideas anarquistas. Combatían el capitalismo diariamente en torno a asuntos como mejoras salariales y condiciones de trabajo, pero también perseguían la abolición del capitalismo por medio de la huelga general revolucionaria.
La técnica organizadora anarquista alentaba la participación, la militancia y el potenciamiento de sus miembros y, como puede verse en el crecimiento de los sindicatos anarcosindicalistas y su impacto en el movimiento obrero, también lucharon por reformas laborales y el cultivo de la conciencia de clase con éxito.
La mayoría de las uniones sindicalistas fueron reprimidas duramente durante la primera guerra mundial, pero en los siguientes años de postguerra alcanzaron gran altura. Esta ola de militancia fue conocida como "los años rojos" en Italia, donde alcanzó su máxima expresión con las ocupaciones de las fábricas (ver A.5.5 El Anarquismo en las Ocupaciones de Fábricas en Italia). Pero también durante estos años ocurrió la destrucción de estas uniones en uno y otro país, por culpa de dos influencias. Por un lado, el triunfo de la revolución rusa condujo a muchos activistas hacia la política autoritaria. Los partidos comunistas deliberadamente minaron los sindicatos libertarios, alentando luchas intestinas y separaciones. Más importante aún, durante estos años el capitalismo tomó la ofensiva con una nueva arma: el fascismo. El fascismo nació en Italia y Alemania en un intento capitalista para aplastar físicamente las amplias organizaciones que la clase obrera había construido. En estos dos países lxs anarquistas se vieron forzados a huir al exilio, desaparecer de vista, o se convirtieron en víctimas de asesinatos y campos de concentración. En los EEUU, la IWW fue aplastada por una ola de represión apoyada de todo corazón por los medios informativos, el estado y la clase capitalista.
En España, sin embargo, la CNT, unión anarcosindicalista, siguió creciendo, llegando al millón y medio de miembros en 1936. La clase capitalista abrazó el fascismo para salvar su poderío de las manos de los desposeídos, que estaban cada vez más confiados en su poder y su derecho a autogestionar sus propias vidas (ver A.5.6 El Anarquismo en la Revolución Española). En otros lugares, los capitalistas apoyaron estados autoritarios para aplastar el movimiento obrero y poner el capitalismo a salvo en esos países.